Divina Comedia: Purgatorio

Las siete gradas del Purgatorio

Desde la puerta del Purgatorio, Virgilio guía a Dante a través del peregrino sus siete terrazas. [17] También es elaborado principalmente a partir de La teología cristiana, y no de las fuentes clásicas. [18] El núcleo de la clasificación se basa en el amor, con las primeras tres terrazas del purgatorio en relación con el amor pervertido dirigido a los daños reales de los demás. La terraza de la cuarta se refiere al amor deficiente (es decir, la pereza o acedia), mientras que las últimas tres terrazas se relacionan con el amor excesivo o desordenado de las cosas buenas. [16]

Cada terraza purga un pecado en particular de manera adecuada (aquellos en el purgatorio pueden dejar voluntariamente su círculo, pero solo lo hará cuando se haya corregido el defecto dentro de sí mismos que llevaron a cometer el pecado). La estructura de la descripción poética de estas terrazas es más sistemática que la del Infierno, [19] y se asocia con cada terraza son una oración apropiada, una bienaventuranza, y los ejemplos históricos y mitológicos del pecado mortal pertinentes y de su virtud opuesta.

El primer ejemplo de humildad está dado por la Anunciación. Relieve en la catedral de Auch, Canto 10.

Primera Grada (El orgullo)

Las tres primeras terrazas del Purgatorio están relacionadas con pecados causados por un mal amor que de alguna forma llega a herir a la persona amada. El primero de estos es el Orgullo. En la terraza hay almas orgullosas purgando sus culpas, Dante y Virgilio ven hermosas esculturas expresando humildad, la virtud opuesta. El primer ejemplo es la Anunciación de la Virgen María, donde ella responde al ángel Gabriel con las palabras Ecce ancilla Dei ("He aquí la esclava del Señor," Lucas 1:38[16]​). Un ejemplo de humildad de la historia clásica es cuando el emperador Trajano, de acuerdo con una leyenda medieval, en una ocasión paró su jornada para hacer justicia a una pobre viuda (Canto X).

También asociado con la humildad está el Padre nuestro:

Padre nuestro, que en el cielo estás, no circunscrito, mas por el más amor que a los primeros efectos allá arriba has. Alabado sea tu nombre y tu valor de toda criatura, porque es digno rendir gracias a tu dulce vapor. Venga a nosotros la paz de tu reino, que a ella por nosotros no podemos no, si ella no viene, con todo nuestro ingenio. Como de su querer los ángeles tuyos te ofrecen sacrificio, cantando hosanna, así también los hombres del suyo. Danos hoy el cotidiano maná, sin el cual por este áspero desierto atrás se vuelve cuando más de ir se afana. Y como nosotros el mal que hemos sufrido perdonamos a cada uno, también tú perdona benigno, y no mires nuestro merecido. Nuestra virtud que fácilmente se rinde, no pruebes con el antiguo adversario, mas líbranos de él, que así la incita."[17]​

La construcción de la Torre de Babel fue para Dante un ejemplo de orgullo. Obra de Pieter Brueghel el Viejo, Canto 12.

Luego de haber sido introducidos en la humildad, Dante y Virgilio conocen las almas de los orgullosos, quienes han sido doblados por el peso de enormes piedras en sus espaldas. Mientras ellos caminan por la terraza, pueden llegar a ver y analizar los ejemplos de humildad en las esculturas. La primera de estas almas es Omberto Aldobrandeschi, cuyo orgullo está junto a él en su descenso ("Yo era un Italiano, hijo de un gran Toscano: / mi padre fue Guiglielmo Aldobrandesco"[18]​), aunque está aprendiendo a ser más humilde[19]​ ("Yo / no sé si habéis oído su nombre"[20]​). Oderisi de Gubbio es un ejemplo de orgullo a causa de logros – él era un reconocido artista por sus manuscritos iluminados.[19]​ Provenzano Salvani, el líder de los gibelinos sieneses, es un ejemplo del orgullo a causa del poder sobre otros[19]​ (Canto XI).

En el Canto XIII, Dante señala, con "franca autoconciencia"[21]​ que el orgullo es un defecto en él:

"yo sufro mucho más la pena debajo; mi alma ansiosa está, en suspenso; preparada siento el gran peso de la primera terraza"[22]​

Luego de la conversación con el orgulloso, Dante ve algunas esculturas mucho más alejadas, estas ilustraban el orgullo mismo. Estas mostraban a Satanás (Lucifer), la Torre de Babel, el rey Saúl, a Aracne, el rey Roboam, y otros. Luego los poetas ascienden a la siguiente terraza, Un ángel cepilla con sus alas la frente de Dante, borrando la letra "P" (peccatum) correspondiente al pecado del orgullo, y Dante oye la beatitud Beati pauperes spiritu ("Benditos son los pobres en espíritu" Mateo 5:3[23]​) (Canto XII).

El ejemplo de generosidad clásica de Dante es la amistad entre Orestes y Pílades. De acuerdo con Cicerón De Amicitia, Pilades pretendió ser Orestes para evitarle a este la ejecución que a este le esperaba, Canto 13.

Segunda Grada (La Envidia)

La envidia era el pecado que "mira con deseo y repudio la fortuna y riquezas de otros, tomando cualquier oportunidad para quitarles o privarles de su felicidad" Tal como una de las almas envidiosas dice:

"Mi sangre estaba hirviendo con tanta envidia, que, cuando llegaba a ver a un hombre ser feliz, hubieras podido ver la lividez que me invadía."[24]​

Al entrar a la terraza de los envidiosos, Dante y Virgilio en un primer momento oyen voces contando historias acerca de la generosidad, la virtud opuesta. Aquí, tal como en las otras terrazas, hay un episodio de la vida de la Virgen María. Además, hay una historia clásica, la amistad de Orestes y Pílades,[25]​ y Jesús predicando "Ama a tus enemigos."[26]​ Las almas de los envidiosos vestían túnicas grises de penitencia,[25]​ y tenían sus ojos cosidos con alambre de hierro, recordando la forma en cómo los cetreros cosían los ojos de sus halcones para lograr entrenarlos[25]​ – así se les hacía más necesario poder oír que poder ver, como en este ejemplo (Canto XIII).

Caín celoso de su hermano Abel, ejemplo de Dante sobre la envidia, pintado por James Tissot, Canto 14.

Las almas de los envidiosos incluyen a Guido del Duca, quien les habla amargamente sobre los principios éticos de las personas que vivían a lo largo del río Arno:

"Entre brutos puercos, dignos más de bellotas que de otro pasto propio del humano uso, arrastra primero su pobre curso. Perros encuentra luego, siguiendo abajo, que gruñen más de lo que les toca, y de ellos desdeñoso tuerce el morro. Vase cayendo; y cuando más engorda, tanto más haya perros hacerse lobos la maldita y desventurada fosa. Bajando luego por piélagos más hondos, encuentra zorros tan llenos de fraude, que no temen ingenio que los entrampe."[27]​

Las voces en el aire también incluyen ejemplos de envidia. Uno clásico es el de Aglauros, quien (según Ovidio) fue convertido en piedra porque estaba celosa del amor de Hermes por su hermana mayor Herse. Un ejemplo bíblico es Caín,[28]​ mencionado aquí no por su acto de fratricidio, sino por los celos que lo llevaron a él (Canto XIV).

A medida que va saliendo de la terraza, la deslumbrante luz emitida por el ángel de la terraza hace que Dante revele un poco de su conocimiento científico, pues observa que el ángulo de incidencia de la luz es igual al ángulo de reflexión[29]​ "tal como la teoría y los experimentos habían demostrado"[30]​ (Canto XV).

El apedreamiento de San Esteban brinda claro ejemplo de la ira, tanto como de mansedumbre por parte del santo, siendo esta la virtud opuesta. Pintado por Rembrandt, Canto 15.

Tercera Grada (La Ira)

En la terraza de los iracundos, ejemplos de mansedumbre, la virtud opuesta, son mostrados a Dante como visiones en su mente. Como ejemplo clásico tenemos a la esposa de Pisístrato pidiendo por la ejecución de un hombre que había abrazado a su hija, a esto Pisístrato habría respondido: "Que debiéramos hacer a alguien que nos hiere / si alguien que nos ama aprende (con el significado de temer) de nuestra condena?"[31]​ San Esteban brinda un ejemplo bíblico, señalado en Hechos de los Apóstoles 7:54–60[32]​ (Canto XV):

"Después vi gente inflamadas en ira, con piedras matar a un jovencito, unidos en un solo y fuerte grito: ¡Mátalo, mátalo, mátalo! Y lo veía inclinarse, por la muerte que ya le pesaba, hacia la tierra, mas con los ojos siempre al cielo alzados, orando al alto Sire, entre tanta guerra, que perdonase a sus perseguidores, con aquel semblante que a piedad lleva."[33]​

Las almas de los iracundos caminaban en fumarolas de acre, esto simboliza el cegador efecto del enojo:[34]​

"Oscuridad de infierno y de noche priva de todo planeta, bajo pobre cielo, cuanto ser puede de nubes atenebrada, no cubrió mi rostro de tan espeso velo, como aquel humo que allí nos cubría, ni nunca hubo más áspero pelo, que el ojo abierto sufrir podría;"[35]​

Marco Lombardo discute con Dante acerca del Libre albedrío – un tema relevante, ya que no hay razones para discutir con alguien que no tiene control sobre sus acciones[34]​ (Canto XVI). Dante también tiene visiones con ejemplos de ira, tales como Procne, Amán y Lavinia. La oración de esta terraza es el Agnus Dei: "Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis... dona nobis pacem." ("Cordero de Dios, tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros... danos la paz.") (Canto XVII).

En este punto Virgilio explica a Dante la organización del purgatorio y su relación con el amor pervertido, deficiente o mal dirigido. Las terrazas que habían recorrido hasta el momento habían borrado la soberbia ("Aquel que a través de la humillación de otros, / espera la supremacía"[36]​), la envidia ("Ese quien, cuando es superado, / teme la propia perdida de su fama, de poder, de honor, y favor; / deseando con locura el infortunio de sus vecinos."[37]​), y la ira ("Aquel, sobre lastimado / recibido, resentido, por venganza codicioso / y, con enojo, busca dañar a los otros."[38]​). Todos ellos, amores mal direccionados. (Cantos XVII y XVIII).

Cuarta Grada (La Pereza)

En la cuarta terraza se podrían encontrar las almas de aquellos que pecaron por descuido lo que sería la Pereza. Desde el momento en vida en que se falla al buscar el amor, aquí son condenados a incesantes trabajos. Los ejemplos de entusiasmo o energía, las virtudes opuestas, son clamados por las almas que recorren la terraza. Estos ejemplos incluyen episodios de la vida de la Virgen María, Julio César y Eneas. Esta actividad, además, remplaza las oraciones verbales de esta terraza. Estos perezosos están demasiado ocupados siquiera para conversar durante sus trabajos, por ello esta es una de las secciones más cortas del poema.

Alegóricamente, la pereza espiritual y la falta de cuidado llevan a la tristeza,[39]​ la buenaventuranza de esta terraza es Beati qui lugent ("Benditos sean los que sufren, pues serán reconfortados," Mateo 5:4[40]​) (Canto XVIII y XIX).

Al caer la segunda noche, con los poetas aún en la terraza, Dante sueña con una Sirena, símbolo del amor desordenado o excesivo representado por la avaricia, la gula y la lujuria. (Canto XIX).

Los espíritus de la quinta terraza yacen boca abajo, Canto 19.

Quinta Grada (La Avaricia)

En las tres últimas terrazas se encuentran los que pecaron por amar buenas cosas, pero amándolas excesivamente o desordenadamente. En la quinta terraza, la excesiva preocupación por los bienes terrenales, ya sea codiciosamente o extravagantemente, es castigada y purificada, y los avaros y los adinerados yacen boca abajo al suelo, sin posibilidad de moverse. Sus oraciones son Adhaesit pavimento anima mea, tomada de Salmos 119:25 ("Mi alma esta adeherida al polvo, vivificame con Tu Palabra,"[41]​), una oración que expresa el deseo de seguir las Leyes de Dios(Canto XIX).

En esta terraza, Hugo el Grande se lamenta, en contraste, cómo la avaricia había motivado las acciones de sus sucesores, y "profetiza" eventos que sucederían luego de la época en la que se ubica al poema, pero antes de la época en que es escrito el poema:

Los Templarios siendo quemados por supuesta herejía, acusación motivada por Felipe IV de Francia. Desde el punto de vista de Dante, esta fue una acción política motivada por la avaricia,[42]​ Canto 20.

"Al otro, que hasta salió preso en una nave, veo vender a su hija pactando precio, como los corsarios hacen de otras esclavas. ¡Oh avaricia! ¿qué más puedes hacer, que así te has apropiado de mi sangre que ni te cuidas de tu propia carne? Para que menos se vea el mal futuro y pasado, veo en Anagni entrar la flor de lis, y en su vicario quedar Cristo encarcelado. Véolo ser de nuevo burlado; veo renovar el vinagre y la hiel, y entre vivos ladrones ser occiso. Veo al nuevo Pilato, una vez tan cruel, que ni eso lo sacia, pues sin decreto hasta el Temple lleva las codiciosas velas."[43]​

Entre estos eventos se incluyen cómo Carlos II de Nápoles dio a su hija en matrimonio a un anciano de mala fama,[44]​ y cómo Felipe IV de Francia ("el hermoso") arrestó al Papa Bonifacio VIII en 1303 (uno de los papas destinados al infierno, de acuerdo con la narración en el Inferno, pero aun así, según las ideas de Dante este era el vicario de Cristo[44]​). Dante también comenta acerca de la destrucción de la Orden de los Templarios por deseos de Felipe en 1307, lo que liberó a Felipe de las deudas que tenía con la orden (Canto XX).

En una escena, que Dante relaciona con el episodio en el que Jesús se aparece a dos discípulos en el camino hacia Emaús,[45]​ Dante y Virgilio son alcanzados por el poeta Estacio (aprox. 45-96 d. C.), a quien Dante presenta, aunque no en bases obvias o entendibles, como un convertido al Cristianismo.[45]​ Acababa de finalizar su purificación en aquel círculo, y, como cristiano, su guía sería apta para complementar la de Virgilio.[45]​ (Canto XXI).

La Batalla entre Lápitas y Centauros es un ejemplo clásico de gula. Pintado por Piero di Cosimo, Canto 24.

Sexta Grada (La Gula)

La sexta terraza purifica a los glotones, y en general, a todos aquellos que a pesar de estar satisfechos insistían al comer, beber, saciar su cuerpo.[46]​ En una evocadora escena del castigo de Tántalo, los glotones mueren de hambre ante árboles llenos de frutos que nunca estarán a su alcance.[46]​ En este círculo los ejemplos son dados por voces que se escuchan entre los árboles. Juan el Bautista, quien solamente vivía de langostas y miel (Mateo 3:4[47]​), es un ejemplo de las virtudes opuestas, templanza o moderación;[46]​ mientras que un ejemplo clásico de gula es cuando los Centauros ebrios se enfrentan a los Lápitas.[46]​

El rezo para esta terraza es los labios me dominan (el Salmo 51:15: " Oh Lord, abra mis labios, y mi boca declarará su alabanza " 49) Estos son las palabras de apertura de la Liturgia diaria de la horas.(los rezos para las quintas y séptimas terrazas también son tomados de la Liturgia de las Horas) (Canto XXII a XXIV). Aquí Dante también encuentra a su amigo Forese Donati y su precursor poético Bonagiunta Orbicciani. Bonagiunta tiene palabras amables para el poema más temprano de Dante, La Vita Nuova, describiéndolo como el nuevo estilo dulce, y cotizando la línea " las Damas que tienen la inteligencia de amor, " 51 escrito en la alabanza de Beatriz, a quién él encontrará más tarde en el Purgatorio:

" Las damas que tienen la inteligencia de Amor, yo de mi señora desean con usted hablar; No, que yo pueda creer para terminar su alabanza, Pero al discurso que puedo aliviar mi mente. Digo que cuando pienso sobre su valor, Tan dulce que se hace sentir en mí, Que si yo entonces debería perder no la audacia, la Oratoria, yo debería enamorar toda la humanidad. "[48]​

Subiendo a la séptima terraza, Dante se pregunta cómo es posible para almas incorpóreas tener el aspecto descarnado de las almas siendo privadas de comida aquí. En explicación, Stacio habla de la naturaleza del alma y su relación al cuerpo (Canto XXV).

Virgilio, Dante y Estacio al lado de las llamas de la séptima terraza, Canto 25.

Séptima Grada (La Lujuria)

La terraza de la lujuria tiene una inmensa pared de llamas a través del cual todos deben pasar. Almas arrepintiéndose de deseo mal dirigido sexual se ejecutan a través de las llamas gritando ejemplos de la lujuria (Sodoma y Gomorra y Pasífae) y de la castidad y la fidelidad marital. Como una oración, cantan el himno Sumas Deus Clementiae (Dios de la Suprema Clemencia) de la Liturgia de las Horas (Cantos XXV y XXVI).

A medida que el círculo de la terraza, los dos grupos de penitentes se saludan de forma que Dante se compara con las hormigas:

"Allí veo de todas partes apresurarse cada sombra y besarse una con otra sin quedarse, contentas con breve fiesta: así por entre su hilera oscura se hociquean una con otra las hormigas, quizá para saber del camino o la fortuna."[49]​

Dante sueña con Lea recogiendo flores, simbolizando la vida cristiana activa (no monástica), Canto 27.

Entre las flamas, a las que no se atreve a entrar, están los poetas románticos Guido Guinizelli y Arnaut Daniel, con quienes Dante conversa. Le recuerdan a Dante que a Beatriz puede encontrarla al otro lado del Paraíso Terrenal, finalmente Virgilio persuade a Dante para que pase entre las llamas (Cantos XXVI y XXVII).

En los escalones del paraíso terrenal, la noche cae por tercera vez, y Dante sueña con Lea y Raquel, quienes simbolizan la vida cristiana activa y no monástica, y también la vida cristiana de contemplación (monástica), ambas importantes[50]​ (Canto XXVII):

"Joven y bella en sueños parecíame ver una dama andando por una landa cogiendo flores, y cantando decía: Sepa quienquiera que mi nombre demanda que soy Lía, y voy moviendo en torno las bellas manos para hacerme una guirnalda. Por placerme ante el espejo, me adorno; pero mi hermana Raquel nunca se aparta de su espejo, todo el día sentada. Ella de ver sus bellos ojos está enamorada como yo de adornarme con las manos; a ella el mirar, y a mí el obrar nos aplaca."[51]​


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