Cuentos de Horacio Quiroga

Cuentos de Horacio Quiroga Resumen y Análisis "Anaconda"

Resumen

I

El cuento transcurre en la selva misionera. Hace un calor sofocante y Lanceolada, una hermosa yarará negra de un metro cincuenta, decide pasar cerca de la casa de la selva porque los últimos días ha escuchado ruidos provenientes de allí. Se trata de un viejo edificio de tablas con galpones que está deshabitado hace tiempo.

Al llegar, ve una puerta abrirse y a un hombre, a quien considera el “enemigo” (23). Lanceolada se retira de la casa y entiende que se avecina un gran drama.

II

Lanceolada convoca a un Congreso de las Víboras. El narrador aclara que: “Hombre y Devastación son sinónimos desde tiempo inmemorial en el Pueblo entero de los Animales” (24). Dice que el machete y el fuego son los mayores peligros para las víboras.

El Congreso se organiza en una caverna disimulada por vegetación. Se encuentran allí Lanceolada, Terrífica (una serpiente de cascabel muy vieja), Coatiarita (una serpiente roja), Neuwied (una yarará blanca y café), Cruzada (también llamada “víbora de la cruz”(24), Atroz y Urutú Dorado (una yararacusú negra). Todas las yararás nombradas (menos Terrífica) compiten entre ellas por la belleza de sus dibujos y colores en la piel.

Terrífica inaugura el Congreso, habla sobre “la presencia nefasta del Hombre” (25) y la necesidad de proteger a su Imperio de “la invasión enemiga” (25). Declara entonces la “guerra al Hombre, sin tregua ni cuartel” (25). Pide que alguna proponga un plan de campaña.

Cruzada propone invitar al Congreso a sus primas sin veneno: las culebras (también llamadas “cazadoras”) con las que tienen una antigua rivalidad. Cruzada admite que son más letales que todas las yararás juntas y que las necesitan. Sin embargo, varias yararás se niegan a convocar a las culebras. Cruzada argumenta que para esbozar un plan de acción, primero hay que acercarse a la casa de los hombres para observarlos. Dice que las culebras las aventajan en agilidad y que son perfectas para realizar esta tarea. Luego, la asamblea entera accede.

El narrador también aclara sobre una vieja rivalidad entre Lanceolada, “hija del extremo norte” (29) y Cruzada, cuyo hábitat se extiende en el sur de la selva.

III

Cruzada encuentra a la culebra Ñacaniná trepando un árbol. Le cuenta que están en el Congreso y le pide su ayuda. Las serpientes sin veneno, como Ñacaniná, son más ágiles y rápidas que las víboras venenosas.

Ñacaniná no quiere involucrarse pero Cruzada le dice “defendiendo nuestros intereses, defiendes los tuyos” (33). Finalmente, Ñacaniná acepta y se dirige a la casa de los hombres.

IV

Ñacaniná descubre en la casa a cuatro hombres, un perro negro y varios caballos. Se instala en el techo de la casa y escucha a los hombres hablar.

V

La casa se ha transformado en un importante establecimiento científico: el Instituto de Seroterapia Ofídica, donde preparan sueros contra el veneno de las víboras. Ya tienen a un caballo y a una mula inmunizados frente al veneno.

Ñacaniná descifra que los humanos planean cazar a todas las víboras para extraerles el veneno. Luego se cae golpeando la pared. Los hombres se ríen y le tiran un palo pero la culebra logra esquivarlo y escapa.

Luego, Ñacaniná vuelve al Congreso y se arrolla a descansar. El narrador dice que la Ñacaniná es la serpiente más valiente de todas.

VI

Ñacaniná les cuenta a las serpientes todo lo que ha visto y oído en la casa. El suero antiveneno implica para las víboras venenosas una condena “a perecer de hambre en plena selva natal” (38). Sin embargo, para Ñacaniná, que caza utilizando la fuerza de sus músculos porque no es venenosa, el suero no le hace una importante diferencia. Lo que la preocupa es el parecido entre una culebra con una víbora: tiene miedo de que los hombres las confundan y las capturen a ellas también.

En ese momento, Cruzada se ofrece a ir a ver la casa. Ñacaniná le dice que tenga cuidado con el perro.

VII

A la tarde del día siguiente Cruzada se dirige a la casa dispuesta a matar a cualquier hombre que se le cruce. Se encuentra con el perro y lo muerde pero rápidamente es capturada por uno de los hombres y depositada en el Serpentario. Allí conoce a Hamadrías, una impresionante cobra real de la India que está encerrada hace un año. Le cuenta que ha matado al perro y la cobra real se ríe por la ingenuidad de Cruzada. En ese momento, escuchan al perro ladrar. Hamadrías le cuenta a Cruzada que el perro se encuentra inmunizado.

Hamadrías le cuenta que mide dos metros sesenta y Cruzada comenta: “es un buen tamaño... Más o menos, el largo de Anaconda, una prima mía” (43). Luego, elaboran juntas un plan de escape. Hamadrías muerde a Cruzada, que simula estar muerta. Cuando un empleado del Instituto entra al Serpentario, repara en Cruzada y se da cuenta de que Hamadrías la ha mordido. Piensa que Cruzada está muerta y la saca del Serpentario.

VIII

Cruzada se despierta luego de la parálisis provocada por el veneno. Se arrastra hacia el hombre en el momento en el que él está agarrando a Hamadrías y lo muerde en el pie. Hamadrías, por su parte, lo muerde en la muñeca, y ambas víboras escapan. El narrador aclara que el hombre muere a los pocos minutos.

IX

En el Congreso, las cazadoras están representadas por Drimobia, Cipó (de color verde), Radínea (pequeña y oscura), Boipeva, Trigémina (culebra de coral) y Esculapia. El narrador aclara que por ser un congreso pleno, todas las especies numerosas deben estar presentes para la toma de decisiones. Otra ley que rige durante los congresos es que no se permiten actos de violencia entre las serpientes.

En ese momento Anaconda llega al Congreso y recibe la antipatía de la mayoría porque conserva una amistad con los seres humanos. Luego llegan Hamadrías y Cruzada, que vienen del Instituto de los hombres. Las serpientes se sorprenden al ver a Hamadrías, pues no han visto una como ella jamás. Una enemistad se configura rápidamente entre la serpiente asiática y Ñacaniná. El narrador comenta que se trata de “la vieja y tenaz rivalidad entre serpientes venenosas y no venenosas” (47).

Luego, Cruzada relata todo lo ocurrido en el Instituto. Se proponen dos planes de acción: el de la cobra real, Hamadrías, consiste en enfocarse en matar al caballo, y el de Ñacaniná, en asesinar al perro. Por su parte, Cruzada y Anaconda están de acuerdo con Ñacaniná.

Luego, Hamadrías y Anaconda discuten violentamente. El cuello de Hamadrías se hincha, pero las serpientes del Congreso exclaman “¡El Congreso es inviolable!” (p.53) para evitar un enfrentamiento. Finalmente deciden seguir el plan de Hamadrías y apuntar al caballo.

X

El personal del Instituto está velando al hombre mordido por Hamadrías y Cruzada cuando escuchan un ruido. Un empleado va a mirar qué sucede en la caballeriza y vuelve a la casa para informar que hay muchas víboras. Van todos a la caballeriza y ven al caballo luchando contra más de 70 serpientes. Lastiman a varias víboras, llaman al perro para que se encargue de ellas y vuelven a la casa muy sorprendidos por la cantidad de serpientes.

XI

Las víboras eligen emprender la retirada porque el perro las está dañando mucho. Se alejan muy heridas de la casa. En total, 23 serpientes mueren en el asalto.

En la retirada escuchan al perro ladrar. Ñacaniná sugiere desbandarse para salvarse del perro. En cambio, Hamadrías, humillada por su deseo frustrado de dominación, sugiere volver a la cueva. Ñacaniná entiende en ese momento que Hamadrías quiere llevar a todas las serpientes hacia la muerte. Aunque puede salvarse ella sola, decide acompañarlas a todas hacia la cueva.

Anaconda dice que como todas van a morir en pocos minutos, el Congreso y sus leyes se suspenden. Entonces busca a Hamadrías para tener su combate y la mata. Instantes después, los hombres y el perro aniquilan a las víboras que quedan y se llevan capturada a Anaconda.


Análisis

“Anaconda” se publica en 1921 en el libro Anaconda y otros cuentos. Es un cuento largo que tiene once apartados y desarrolla el tema de la guerra no solo entre el mundo animal y el de los humanos, sino también entre los propios animales.

En primer lugar, el cuento comienza con el arribo del llamado “enemigo” (23) a la selva. Lanceolada, una víbora venenosa, ve a algunos hombres en la casa y convoca a un Congreso de las víboras. Incluso sin entender qué hacen los hombres en la casa, Terrífica declara “la guerra al Hombre, sin tregua ni cuartel, desde esta noche misma, a la cual cada especie aportará sus virtudes” (25). La presencia de los hombres es leída como un intento de dominación y “conquista”. Por eso se organiza el Congreso, ya que frente a una amenaza al mundo natural, los animales se unen. Del mismo modo, los yacarés se alían con el Surubí en “La guerra de los yacarés” en contra de la invasión de los hombres. Esta característica de organización frente a un enemigo común es un rasgo que comparten los animales con los humanos.

Por otro lado, el Congreso de las víboras muestra cómo el mundo animal tiene sus propias leyes. Por ejemplo, se menciona que, durante el Congreso, las víboras no pueden enfrentarse entre ellas. En este sentido, durante el ataque de las víboras a los caballos, los trabajadores del instituto se sorprenden cuando ven señales de que las serpientes están organizadas: “Jamás he visto cosa igual... ¿qué tienen las víboras de este país? Ayer, aquella doble mordedura, como matemáticamente combinada” (48). Los hombres en el cuento no conocen las normas del país de las serpientes. Del mismo modo, el cuento sugiere que, en términos generales, los hombres no conocen el funcionamiento del mundo animal.

Respecto de la cuestión bélica, es significativo que los hombres utilizan los sueros antivenenos para poner a otros animales en contra de las serpientes. Tanto el caballo como el perro aparecen como animales domesticados que son empleados en la guerra contra las serpientes. Es decir que el enfrentamiento entre hombres y serpientes no es exclusivamente entre ellos en tanto se suman otras especies al conflicto. El cuento muestra cómo los hombres someten a otros animales a su favor.

En segundo lugar, en “Anaconda” se libra otra batalla que ocurre dentro del mundo animal. En el apartado VII comienza a sugerirse la enemistad entre Hamadrías y Anaconda. Estas serpientes encarnan una histórica rivalidad entre las serpientes venenosas, como Hamadrías, y las víboras no venenosas, como Anaconda. Esta disputa por la especie de las víboras también puede dar cuenta de cierta personificación de las serpientes. Los humanos se caracterizan por discriminar por la "raza" de las personas y por lo tanto, esta pelea en el mundo animal puede considerarse un rasgo humano. Por ejemplo, cuando Cruzada conoce a Hamadrías en el Serpentario y le pregunta cuánto mide, agrega: “Más o menos, el largo de Anaconda, una prima mía ¿Sabes de qué se alimenta?: de víboras asiáticas” (41). Luego de comparar su tamaño con el de Anaconda, le sugiere que su prima se alimenta de víboras de su tipo. El comentario de Cruzada funciona como una provocación, que enciende el espíritu competitivo de Hamadrías.

El enfrentamiento de Hamadrías y Anaconda tiene que ver también con un choque cultural. Anaconda rechaza a Hamadrías por su extranjería mientras Hamadrías busca imponerse sobre lo autóctono. De todos modos, Anaconda es la protagonista del cuento. Además de este relato, Quiroga publica posteriormente el cuento “El retorno de Anaconda”, que se focaliza en el mismo personaje. En “Anaconda”, el narrador la describe como “la reina de todas las serpientes habidas y por haber” (55). Sin embargo, explica que no tiene un buen vínculo con la mayoría de las serpientes porque, según algunos rumores, mantiene buenas relaciones con los hombres. Por su parte, Hamadrías funciona como la antagonista de Anaconda. Es un personaje que quiere, tal como Anaconda, constituirse como líder del Congreso. En un primer momento toman posturas contrarias a la hora de planear el ataque al instituto: Hamadrías sugiere enfocarse en los caballos, y Anaconda, en el perro. Luego, cuando el Congreso se disuelve, se enfrentan en un duelo que gana Anaconda. Sobre esto, el narrador comenta: “No era aquél probablemente el momento ideal para un combate. Pero desde que el mundo es mundo, nada ni la presencia del Hombre sobre ellas podrá evitar que una Venenosa y una Cazadora solucionen sus asuntos particulares” (49). Nuevamente, la lucha por concentrar el poder que se da en el país de las víboras puede considerarse como un comportamiento humano. Las serpientes en este cuento encarnan conductas y modos de organización humanos.

Respecto de la rivalidad entre Hamadrías y Anaconda, el narrador deja clara una preferencia por Anaconda. Se desliza cierta superioridad moral de las víboras que no utilizan veneno para cazar a sus presas. Es decir que hay una valoración ética de las serpientes que utilizan su fuerza como un arma, como Anaconda. Por ejemplo, en el duelo del final del cuento, hay varios halagos hacia Anaconda: “maravillosa maniobra” (49). A pesar de la antipatía que le guardan las serpientes, el narrador la describe como un “personaje lleno de vitalidad, frescura y simpatía” (34).

Por último, además del factor físico que determina la superioridad de las víboras no venenosas, Hamadrías se configura como un personaje rencoroso que toma decisiones desde la humillación. Anaconda la llama “esa dama importada que nos quiere deslumbrar con su gran sombrero” (35). Una vez más resalta su extranjería y expone su intento de concentración de poder. Luego, cuando el plan en contra de los hombres falla, el narrador dice sobre la cobra real: “humillada, vencida en su segundo esfuerzo de dominación, repleta de odio para un país que en adelante debía serle eminentemente hostil, prefirió hundirse del todo” (48). La valoración moral negativa de la cobra es innegable y su muerte a manos de Anaconda representa una especie de justicia.