Cuentos de Horacio Quiroga

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El río Paraná

El río Paraná es un importante río latinoamericano que fluye en dirección sudoeste a través de Brasil, Paraguay y Argentina. Aparece reiteradas veces en la producción cuentística de Quiroga.

El Paraná se presenta en los cuentos “A la deriva”, “La guerra de los yacarés”, “El hombre muerto” y “La miel silvestre”. En los cuatro casos el río se relaciona con la muerte. Por ejemplo, en “A la deriva”, el protagonista muere en una canoa en el río y, en “La miel silvestre”, el protagonista viaja por el Paraná rumbo a una búsqueda de aventura que lo lleva a la muerte. Por su parte, en el caso de “La guerra de los yacarés”, el viejo Surubí, un personaje clave en la guerra que los yacarés entablan con los hombres, vive en una gruta del río Paraná. Los yacarés van al Paraná a buscar las armas necesarias para asesinar a sus enemigos.

Mientras que en “La miel silvestre” y en “La guerra de los yacarés” no se describe con detalle el río, en “A la deriva” se utilizan imágenes para describirlo que se relacionan con la muerte. Hay una importante predominancia del color negro en la descripción del ambiente, y es un color que puede vincularse fácilmente con la temática de la muerte. Por ejemplo, el narrador dice: “las orillas bordeadas de negros bloques de basalto asciende el bosque, negro también” (147). Incluso repara, con el adverbio “también”, en la repetición de ese tono cromático. Las imágenes visuales dan cuenta de la atmósfera oscura y lúgubre del río que se encuentra en sintonía con el estado del protagonista.

En contraposición con el Paraná que aparece en “A la deriva”, en “El hombre muerto”, el mismo río se describe con una imagen cinética que denota quietud. El narrador dice: “sabe muy bien que a sus espaldas está el camino al puerto nuevo; y que en la dirección de su cabeza, allá abajo, yace en el fondo del valle el Paraná dormido como un lago” (107). El protagonista imagina que el río se encuentra tranquilo y dormido. Esto se relaciona con una idea importante del cuento que es la indiferencia de la naturaleza frente a las desgracias de los hombres. Es decir, el protagonista reflexiona sobre cómo el ambiente sigue igual mientras él está a punto de dormir.

La selva

La mayoría de los cuentos de Quiroga se desarrollan en la naturaleza. Dentro de los distintos biomas y paisajes, la selva es el ecosistema más frecuente en la literatura de Quiroga. Aparece, como hemos dicho, como un escenario avasallante que reacciona con violencia ante las intervenciones de los hombres. Además, la naturaleza presenta una unidad entre el clima, los animales, la tierra y la vegetación. En este sentido, tanto los yacarés de “La guerra de los yacarés” como las hormigas corrección de “La miel silvestre” y las serpientes de “Anaconda” reaccionan con violencia frente a la intervención de los hombres en la selva. Los animales son parte de la selva y la llegada de los hombres es interpretada como una declaración de guerra al ecosistema completo.

Por ejemplo, en “La miel silvestre”, Benincasa, el protagonista, espera de su conexión con la naturaleza una aventura y una revelación que lo despierte de su angustia. En cambio, es consumido por una colonia de hormigas. Se utiliza una imagen cromática para dar cuenta del color oscuro de las hormigas asesinas: “alrededor de él la corrección devoradora oscurecía el suelo” (116). El color negro se vincula, como en el caso del agua del río Paraná, con la muerte. La selva responde con ímpetu y muerte frente al atropello de los hombres.

En el caso de “La guerra de los yacarés” y de “Anaconda”, la primera presencia de los hombres en la selva es identificada a través de sonidos. Por lo tanto, se utilizan imágenes sonoras para describir las alertas que escuchan los animales. En “La guerra de los yacarés”, el sonido del barco los despierta de la siesta. Se trata de “un ruido sordo y profundo” (32). En el caso de “Anaconda”, se muestran también sonidos fuertes: “ruidos insólitos, golpes de fierros, relinchos de caballo, conjunto de cosas en que trascendía a la legua la presencia del Hombre” (23). Es interesante que en ambos cuentos, la primera huella de los hombres sea sonora y, por lo tanto, más sutil y confusa. Los yacarés no saben lo que es un barco y por eso no entienden de dónde proviene el sonido mientras que Lanceolada, la víbora que oye ruidos en la casa de la selva, tiene que acercarse porque es “preciso asegurarse” (24) de que se trate de humanos.

La sangre

La sangre se constituye como una imagen visual que aparece en los desenlaces terroríficos de los cuentos. Tanto en “La gallina degollada” como en “El almohadón de plumas”, la sangre cumple una importante función simbólica en la consolidación de la atmósfera de terror de los cuentos. Luego, en los desenlaces de las historias, contribuye al efecto de horror.

Por ejemplo, en “La gallina degollada”, la sangre es el vehículo que transmite la enfermedad -o maldición- de los hermanos Mazzini-Ferraz. Además, el color rojo de la sangre es importante para el desenlace de la historia: los cuatro hijos se obsesionan con el color rojo cuando ven a la empleada degollar a la gallina. Luego, el color rojo aparece en el cielo, en el atardecer del día del crimen. Posteriormente, los cuatro chicos degüellan a su hermana menor -Bertita- y dejan un enorme charco rojo de sangre en el patio. Hay una continuidad en los tonos cromáticos que es significativa para entender el crimen. Por último, cuando el padre ingresa a la cocina y ve “en el piso un mar de sangre” (20), lanza “un grito de horror” (20) que coincide con el clímax del relato. Del mismo modo, la sirvienta de “El almohadón de plumas” encuentra sangre en la almohada de Alicia y queda “lívida y temblando” (78) porque descifra la razón de la muerte de la protagonista. El efecto terrorífico del cuento no se da por la muerte de Alicia, sino por el hallazgo de un parásito que vive en la almohada de la protagonista. La sirvienta rompe la funda de la almohada por el peso descomunal pero también por la presencia de manchas rojas de sangre. Es decir que la sangre, en ambos cuentos, no aparece solamente cuando un personaje muere, sino que carga con un peso simbólico que es relevante para el desenlace de las historias.