Cómo ser antirracista

Cómo ser antirracista Resumen y Análisis Introducción, Capítulos 1-3

Resumen

Introducción: Mi introducción racista

A los 17 años, Kendi llega a la final del concurso de oratoria Martin Luther King, J. del condado de Prince William. Sabe que no tiene notas tan buenas como los otros chicos que compiten, y siempre ha creído que es demasiado tonto para ir a la universidad. No se interesa por la historia ni por la literatura. Es el primero en dar su discurso, se siente seguro. Pero siempre se ha sentido un estudiante mediocre; la sociedad le decía que se debía a su raza. Ahora que es adulto, recuerda ese acontecimiento y se pregunta si su baja autoestima, condicionada por el racismo, no habrá generado una visión negativa de todas las personas negras. Las ideas racistas hacen que las personas negras tengan malos conceptos de sí mismas y esto las vuelve más vulnerables ante las ideas racistas. Kendi recuerda su discurso con vergüenza y arrepentimiento, porque en él afirmaba que las personas negras son la causa de sus propios problemas. También criticó a los jóvenes negros por tomar siempre malas decisiones. Sin embargo, cuando dio el discurso se sentía entusiasmado y energético. Además, el público lo aplaudió y alentó, especialmente el hombre negro que formaba parte del jurado.

Ahora sabe que ha sido ingenuo, las personas negras no son en sí mismas la fuente del problema. Luego explica cómo funcionan las ideas racistas, manipulando a las personas para que se culpen a sí mismas en vez de cuestionar las políticas racistas que son el verdadero problema. En este punto, Kendi menciona explícitamente a Donald Trump y cita sus comentarios sobre las personas negras. A pesar de ello, Trump siempre niega ser racista. Cómo ser antirracista asegura que “La negación es el pulso del racismo, el pulso de ideologías, razas y naciones” (22). Incluso los supremacistas blancos niegan su racismo.

Kendi se pregunta cuál es la diferencia entre ser “no racista” y ser “antirracista”. El no racismo es una postura neutral y eso no es suficiente para combatir el racismo. Algo similar ocurre con las personas y las políticas que se consideran “daltónicas raciales”; es decir, que no ven la raza de la gente. Aquellos que no identifican y no nombran las razas también caen en la pasividad, y dado que el racismo realmente existe, es necesario prestar atención a la raza de cada individuo para construir activamente el antirracismo. Ser antirracista es luchar con actitudes, acciones y palabras para desmantelar y desarraigar el racismo de la sociedad, no puede ser una postura pasiva. De todos modos, racismo y antirracismo no son atributos fijos ni estables de la identidad: se puede ser antirracista en un momento y racista al siguiente. Este libro es un registro de la lucha del propio autor y también la narración de su historia familiar para construir un camino hacia el antirracismo.

Capítulo 1: Definiciones

En 1970, se reúnen miles de estudiantes en la Universidad de Illinois para asistir a una conferencia del principal movimiento evangélico de Estados Unidos. Los estudiantes negros, en particular, están muy entusiasmados por el evento de la segunda noche: tocará la banda Soul Liberation.

Los padres de Kendi, Larry y Carol, están allí. Se conocen desde hace dos semanas, cuando coincidieron en una reunión de jóvenes negros, y toman el mismo autobús desde Nueva York. Han decidido participar del evento porque Tom Skinner, un teólogo de la liberación negra joven, célebre y muy influyente, dará un discurso después de la banda.

Cuando llega el discurso, Skinner comenta que se ha dado cuenta de que ha malinterpretado la figura de Jesús. En realidad, Jesús fue un hombre radical y peligroso para los poderosos. La multitud escucha extasiada; Larry y Carol se sienten estimulados por el discurso. Tras este evento, ambos se acercan tanto al movimiento Black Power como a la teología de la liberación negra.

Kendi explica que no puede separar las búsquedas religiosas de sus padres (que procuran ser buenos cristianos) de sus propios esfuerzos seculares para ser antirracista. Define al racismo como el “matrimonio entre políticas e ideas racistas que produce y normaliza las desigualdades raciales” (32). Estas desigualdades se manifiestan cuando dos o más grupos raciales no tienen las mismas oportunidades. Esto se ejemplifica con el acceso a la vivienda, el porcentaje de blancos propietarios es más alto que el de las personas no blancas en Estados Unidos. Las políticas racistas son las medidas que producen o mantienen una desigualdad entre los grupos raciales. Ello implica que también puedan elaborarse políticas antirracistas, pero no existen las neutrales o no racistas.

Kendi elige y define los conceptos básicos que utilizará en su libro. Descarta algunos como “racismo sistémico y racismo estructural” (33) porque cree que son vagos y confusos, y solo los comprenden quienes saben mucho del tema. La noción de “discriminación racial” (34) también es poco precisa. En cambio, prefiere hablar de “políticas racistas” (33), término más accesible y concreto. La única manera de terminar con el racismo es crear políticas antirracistas. Una idea racista es aquella que sostiene que un grupo racial es superior o inferior a otro. Una idea antirracista establece que todos los grupos raciales tienen diferencias y que son igualmente humanos.

Observando su presente, Kendi afirma que “El movimiento racista más peligroso no es la improbable deriva de la ultraderecha hacia un etnoestado blanco, sino la deriva del estadounidense común hacia un estado ‘racialmente neutral’” (35). Es necesario evitar la neutralidad y tener definiciones de racismo y antirracismo para comprender el mundo racializado que nos rodea. Por ejemplo, el cambio climático afecta mucho más a las personas no blancas; la expectativa de vida de las personas blancas supera en 3,5 años la de las personas negras en Estados Unidos, y el sistema electoral del país desfavorece a las personas negras. Aunque las ideas racistas han existido desde los orígenes de nuestra sociedad, no son permanentes y pueden ser erradicadas. Pero eso implica un gran trabajo, ya que “ser antirracista exige una autoconsciencia persistente, una autocrítica constante y una introspección frecuente” (39).

Capítulo 2: Conciencias enfrentadas

El año del nacimiento de Kendi, 1982, el presidente Reagan amplía la Guerra contra las Drogas. Se trata de una política que, en realidad, está destinada a reprimir a la población negra. Aunque las personas blancas también venden y consumen drogas, es menos probable que vayan a prisión por ese motivo. Reagan no es el primero en recorrer el camino de las políticas racistas. El presidente Johnson desata una Guerra contra el Crimen similar y Nixon es quien inaugura de manera oficial la Guerra contra Drogas. Estas medidas generan una difamación generalizada de las personas negras que se internaliza incluso en las mentes de las personas negras, quienes llegan a creer que los negros adictos a la heroína, los jóvenes que crecen en la pobreza o los que cometen delitos merecen ser castigados y son defectuosos debido a su raza.

Kendi observa que la vergüenza provocada por los crímenes entre personas negras es, para la época de su nacimiento, más intensa que el orgullo del Black Power. Sus padres provienen de familias pobres, pero han ascendido por la escalera social gracias a la educación y el trabajo arduo. Por eso han llegado a creer que las otras personas negras no se esfuerzan por progresar, que les gusta ser adictos, perezosos o irresponsables. Las personas negras de los años sesenta y setenta se enfrentan a otra generación de personas negras en los ochenta y los noventa: los padres del autor lo alimentan con el mantra del ascenso social, estrategia que ha funcionado bien para ellos en un determinado contexto, pero que no puede generalizarse. Kendi resalta que la revolución de Reagan solo ha ayudado a las personas que ya gozaban de cierto poder. Luego, los programas de bienestar se eliminaron, y crecieron la discriminación, los arrestos y encarcelamientos entre la población negra. Los estadounidenses prestan poca atención a estos datos de la realidad, suelen ver las fallas de las personas en lugar de los problemas políticos.

El autor retoma entonces el concepto de “conciencia doble” de W. E. B. Du Bois, que sirve para analizar la dificultad de ser, al mismo tiempo, estadounidense y negro. Esa nacionalidad y esa raza parecen tener valores contrapuestos. Las personas estadounidenses negras siempre sienten una dualidad interna, dos ideales contradictorios, dos búsquedas irreconciliables. Esto se debe a que Estados Unidos se construye como nación blanca. Kendi actualiza el concepto de Du Bois con el término de “conciencia enfrentada”, que da título a este capítulo, para dar cuenta de esta oposición en tensión al interior de los estadounidenses negros. Recuerda que ha crecido inmerso en un mundo y una retórica de la autosuficiencia negra, que ahora concibe como un arma de doble filo: implica un orgullo negro, pero también una autoexigencia desproporcionada.

Existen dos posturas frecuentes: el asimilacionismo, que infantiliza a las personas no blancas y cree que debe enseñárseles a ser como los blancos, y el segregacionismo, que ve a las personas no blancas como animales o salvajes que deben ser separados de los blancos. Las ideas asimilacionistas buscan desarrollar, civilizar e integrar un grupo racial, mientras que las segregacionistas se dedican a separar, esclavizar, encarcelar, deportar y asesinar a las personas no blancas. En última instancia, con el transcurso del tiempo, los movimientos antirracistas y racistas tienen lugar en diferentes épocas, con avances y retrocesos. Para Kendi, hoy es posible superar la problemática de la conciencia enfrentada a través del antirracismo, ya que

El cuerpo blanco ya no se presenta como el cuerpo estadounidense; el cuerpo negro ya no se esfuerza por convertirse en el cuerpo estadounidense, puesto que sabe que no existe nada parecido a un cuerpo estadounidense, solo cuerpos estadounidenses, racializados por el poder (52).

Capítulo 3: Poder

El capítulo comienza con un recuerdo de infancia de Kendi. Él y sus padres visitan una escuela primaria lejos de su casa; consideran cambiarlo de colegio. Muchos neoyorquinos negros con cierto nivel adquisitivo hacen lo mismo que los neoyorquinos blancos: separar a sus hijos de los niños negros pobres. Al llegar los recibe la maestra de tercer grado: es una mujer negra. De pronto, Kendi le pregunta si es la única profesora negra en la escuela, y ella responde que sí. Entonces, le pregunta por qué, y su actitud sorprende un poco a los tres adultos. La madre explica que está leyendo biografías de líderes negros, por lo que tiene plena conciencia de su propia negritud.

Desde el presente, el autor reflexiona sobre la anécdota y asume que entonces entraba en la “pubertad racial” (55). Ahora sabe que la raza no es una categoría científica, que se trata de una construcción del poder, pero es necesario nombrarla y considerarla porque “nuestras sociedades, nuestras políticas, nuestras ideas, nuestras historias y nuestras culturas han retratado la raza y la han convertido en algo que importa” (56). El autor se identifica como un hombre negro, un miembro del sur global y un aliado de todos los pueblos marginalizados y maltratados por sus cuerpos e identidades.

De inmediato, se presenta la narración histórica del Príncipe Enrique el Navegador, de Portugal, el primero en financiar los viajes hacia África occidental, a través del Atlántico, que inician la red colonial y esclavista de los europeos. Gomes de Zurara, a pedido del Rey Afonso V, escribe una biografía y apología de Enrique para explicar sus empresas. En su escritura, justifica la esclavización de las personas africanas, agrupa a todos los pueblos africanos como si fueran lo mismo y crea la noción de una única raza negra. Las personas negras son caracterizadas como perdidas, inferiores y bárbaras, y deben ser salvadas por los blancos. También se sostiene que sus cuerpos son fuertes y más adecuados para el trabajo que los indígenas de las Américas, supuestamente débiles. Sus políticas esclavistas crean la noción de raza, pero él mismo nunca usa esta palabra. El término “raza” aparece por primera vez en un poema del francés Jacques de Brézé. Desde ese momento, grandes e inteligentes intelectuales han reproducido ideas racistas que dan soporte a las políticas racistas hasta el presente.

En la entrevista escolar, Kendi recuerda haberle preguntado a la maestra cómo era posible que hubiera una única profesora negra si había tantos alumnos negros. La mujer no le da una respuesta. Al final, él no se cambia a esa escuela, sino que comienza a estudiar en un colegio luterano privado que queda más cerca de su casa.

Análisis

Uno de los aspectos más poderosos del ensayo de Ibram X. Kendi sobre el antirracismo es el modo en que intercala sus memorias entre las reflexiones y definiciones. Su libro comienza con el relato de un discurso que ahora identifica como antinegro, aunque en el momento se considera un adolescente orgulloso de ser negro. La dinámica de esta introducción se repite a lo largo de todo el libro: el autor recuerda episodios de su infancia y juventud, los analiza críticamente y los aprovecha para superar sus propias ideas racistas. De ese modo, demuestra y enseña cómo se puede ser antirracista. Se trata de un proceso, explica, no de una identidad fija y estable. Para los lectores puede resultar sorprendente, en un primer momento, que uno de los más prolíficos y célebres académicos sobre cuestiones raciales en los Estados Unidos, quien a su vez es un hombre negro, admita haber tenido tantas ideas antinegros por purgar y corregir. Sin embargo, el tono franco y asertivo de Kendi forma parte de su metodología, y resulta muy efectivo para construir este libro como manual de instrucciones. El texto, además de narrar sus memorias autobiográficas, nos enseña a ser antirracistas, tal como propone su título.

La historia personal del autor comienza con la historia de sus padres, que a su vez incluye rápidos retratos de otros antepasados, como sus abuelas. Narrar la propia identidad a partir de los antepasados es un tema recurrente en las memorias en tango género literario y, en particular, en las memorias de personas negras. Desde el primer capítulo, entonces, Kendi nos cuenta cómo se conocen sus padres, cuáles son sus posturas intelectuales y religiosas, y cómo han lidiado con el racismo por ser afroamericanos. En los años setenta, sus padres son miembros del movimiento de activismo social Black Power, defienden la teología de la liberación negra, son integrantes activos de iglesias negras y, más tarde, crían a sus hijos para que se sientan orgullosos de su identidad y comunidad negras. Así, para el autor, su propio activismo y sus posiciones intelectuales no pueden separarse de las elecciones políticas de sus padres.

Sin embargo, Kendi no deja de señalar el hecho de que se trata de una pareja de orígenes pobres que llega a la clase media en un momento en que la educación y el trabajo duro les permite el asenso social. Este progreso económico los lleva a adoptar ciertas ideas antinegras sobre las personas más pobres de su comunidad. Ellos no se reconocen como antinegros en el momento, pero Kendi los califica así desde sus reflexiones del presente. A lo largo de la obra, el autor cuenta que sus padres lo infundieron de un cierto miedo al cuerpo negro, como si fuera peligroso, además de la idea de que una persona negra debe ser excepcional para sobrevivir. El autor no los condena por estas cuestiones, sino que las resalta para demostrar que las personas negras también pueden alojar ideas antinegras o sexistas, y para explicar en qué contexto ha sido criado.

Kendi también recurre al relato y el análisis de procesos históricos; contextualiza sus definiciones y explica el origen de ciertos conceptos. El recorrido por la historia de la comunidad negra norteamericana no es lineal ni cronológico. Por ejemplo, en el capítulo 3 historiza el inicio de las ideas racistas que operan hoy en día en la sociedad estadounidense, y explica que el esclavismo produjo al racismo: las ideas racistas fueron necesarias para justificar la esclavización de millones de africanos en manos de europeos. Gomes de Zurara se hace cargo de esa tarea ideológica e introduce la idea de que las personas negras son salvajes, inferiores y menos inteligentes, y que, por eso, deben ser dominadas. Esta narración histórica sirve para demostrar que la raza no es una categoría científica, sino una invención cultural europea que tuvo como objetivo defender los intereses económicos de las personas blancas. El autor señala de inmediato que, si bien la raza es un invento, no debe ser ignorada. Justamente, como opera socialmente para clasificar y jerarquizar a las personas, la raza debe ser tenida en cuenta.

Junto a este recorrido histórico, Kendi se refiere a una enorme cantidad de estudios, estadísticas y trabajos académicos para dar sustento a sus ideas. Las citas de autoridad y las reflexiones intelectuales son presentadas de manera accesible para todos los lectores: no es necesario ser académico para leer Cómo ser antirracista. Ahora bien, eso no significa que el autor simplifique o suavice sus planteos. Es claro y preciso al definir sus palabras clave, así como los conceptos centrales de su área de investigación. En ese sentido, es interesante observar que cada capítulo comienza con un par de definiciones muy concisas. El uso de la terminología precisa es fundamental para este escritor, quien está convencido de que el lenguaje es poderoso y puede ayudarnos a comprender mejor la realidad.

Así, en este segmento inicial de Cómo ser antirracista, encontramos algunas conceptualizaciones primordiales. Por ejemplo, el capítulo 1 empieza con las definiciones de “racista” y “antirracista”. Se trata de conceptos aprovechados a lo largo de todo el libro, por lo que resulta muy útil tener las definiciones claramente delimitadas. El racismo es el “matrimonio entre políticas e ideas racistas que produce y normaliza las desigualdades raciales” (32). La política racista es “toda medida que produce o mantiene la desigualdad racial entre los grupos raciales” (33). La discriminación racial es “una manifestación inmediata y visible de una política racial subyacente” (34). Las ideas racistas son “toda idea que sugiera que un grupo racial es inferior a otro de la forma que sea” (35). Al explicar estos conceptos, también decide evitar otros, como “racismo sistémico”, “racismo estructural” o “racismo institucional”, por ser demasiado vagos, requerir una explicación más extensa o resultar confusos para las personas no especializadas en el tema.