Ana la de tejas verdes

Ana la de tejas verdes Resumen y Análisis : Capítulos 31 a 38

Resumen

Capítulo 31. Donde el arroyo y el río se encuentran

Marilla le permite a Anne suspender los estudios y la deja pasar tiempo al aire libre junto a Diane durante todo el verano porque el médico le ha dicho que la jovencita necesita estar afuera y desembotarse. Cuando llega septiembre, Anne está renovada y lista para retomar sus estudios. Mientras baja sus libros del ático, ella y Marilla discuten las razones por las que las mujeres no pueden oficiar de ministras en la iglesia y cómo Anne trata de ser una buena persona pero se siente tentada a no serlo cada vez que Rachel Lynde le da un sermón sobre cómo debe comportarse. Sorprendentemente, Marilla coincide con Anne al respecto, y así se lo manifiesta.

La escuela comienza y todos los estudiantes en la clase de Anne se encuentran totalmente preocupados con los próximos exámenes de admisión para la Academia de la Reina. A lo largo de todo el año escolar, Anna trabaja duro, participa en los conciertos del Club del Debate, socializa, crece y se transforma en una joven callada y pensativa. Marilla siente un pesar profundo al pensar que está perdiendo a la versión aniñada de su Anne, pero Matthew la trata de reconfortar indicándole que Anne los seguirá visitando una vez que esté en la Academia. En la primavera, Marilla le pregunta a Anne por qué se ha transformado en una joven callada que ya no usa las palabras grandilocuentes de antes. Anne le dice que ha comenzado a disfrutar de guardarse sus pensamientos para sus adentros, y que la señorita Stacy les ha explicado que las palabras comunes tienen mayor potencia que las “grandes”. También le dice que el Club de Cuentos ha sido abandonado hace un tiempo porque todos necesitan más tiempo para sus estudios. A solo dos meses de los exámenes, Anne desearía estar a fuera, jugando con la naturaleza, pero abandona todo ello y se concentra en sus libros.

Capítulo 32. Se conoce la lista de promociones

En junio se termina un nuevo año de escuela. Anne y Diana caminan a sus casas y lloran porque la señorita Stacy será transferida de Avonlea. Anne partirá pronto a rendir los exámenes de ingreso en Charlottetown. La tía Josephine la ha invitado a quedarse en su casa durante el viaje, y Anne le promete a su amiga que le enviará una carta para contarle cómo van los exámenes.

En la carta, Anne le cuenta que todos los estudiantes estaban muy preocupados momentos antes de los exámenes. Algunos no habían podido dormir, mientras que otros se pasaron la mañana caminando y murmurando para sí mismos. Anne ya ha rendido los exámenes de Inglés y de Historia el primer día, y al día siguiente tendrá el de Geometría.

Tras los exámenes, todos los estudiantes regresan a sus casas y deben esperar dos semanas para consultar los resultados en el diario. Anne está muy ansiosa por ver si ha ingresado a la Academia y si ha vencido a Gilbert. También espera obtener el puntaje más alto para enorgullecer a Marilla y a Matthew. Una tarde, Diana llega a Tejados Verdes corriendo con el diario y le dice a Anne que ha pasado todos sus exámenes. De hecho, la joven ha empatado con Gilbert en el primer lugar entre todos los estudiantes que han rendido. La primera persona a la que Anne corre a contarle es a Matthew, que se encuentra justo con Marilla y Rachel Lynde. Los tres la felicitan y expresan todo el orgullo que sienten por ella.

Capítulo 33. El concierto en el hotel

Anne y Diana se preparan para asistir juntas a un concierto en un hotel de Charlottetown. Anne es la única estudiante de Avonlea que ha sido elegida para representar uno de los números del concierto, y Diana la instruye sobre cómo vestir con estilo para la ocasión. Marilla sube a la habitación y felicita a Anne por su apariencia, aunque lo hace con una mezcla de críticas, como es su estilo.

Un joven llamado Billy Andrews lleva a las muchachas hasta el hotel, y le pide a Anne que se siente con él en los primeros asientos de su carruaje. Anne encuentra a Billy aburrido y se pasa el viaje charlando con Diana y el resto de amigas que viajan en la parte trasera del carruaje. Cuando llegan al hotel, Anne se siente repentinamente tímida y asustada por tanta gente de ciudad. Su timidez aumenta cuando escucha a las otras artistas que están en la audiencia y hablan con burla de las jovencitas llegadas del campo.

Una recitadora profesional desarrolla su número de forma magnífica y Anne queda arrebatada por sus palabras. Cuando el recitado concluye, la joven se sume en el pánico pensando que su recitado no será ni la mitad de bueno en comparación. Anne es llamada al escenario justo después, y sube temblando de pánico escénico. Sin embargo, cuando ve a Gilbert en la multitud, se dice a sí misma que no puede quedar mal frente a él, por lo que recita con tanta pasión y energía que hace llorar a los otros artistas y a la audiencia, hasta que le piden que recite otra pieza más. Entonces, interpreta una pieza cómica que deleita al público.

Tras el concierto, el resto de artistas, incluyendo a la recitadora profesional, felicitan a Anne y la invitan a cenar con ellas. Tras la cena, la joven regresa a Avonlea junto a Billy y el resto de sus amigas. Jane le dice a Anne que considera que su recitado estuvo mejor que el de la artista profesional, y Diana le dice que un hombre en la audiencia exclamó que desearía pintarla. Las chicas se pasan el resto del viaje discutiendo si les gustaría o no ser ricas. Anne argumenta que no quisiera ser nadie más que quien ya es, no dejaría por nada del mundo de ser Anne, la de Tejados Verdes.

Capítulo 34. Una alumna de la Academia de la Reina

Durante las tres semanas siguientes, Anne se prepara para ir a la Academia. Marilla y Matthew se aseguran de que la joven tenga nuevos vestidos, incluido uno de delicada tela verde que Marilla elige con particular meticulosidad. Cuando el vestido ya está confeccionado, Anne se lo prueba y recita frente a sus guardianes. Marilla comienza a llorar, puesto que recuerda a la pequeña Anne cuando recién había llegado a Tejados Verdes, hace ya más de cuatro años, y expresa que le hubiera gustado que Anne permaneciera por siemre así, una pequeña chiquilla. Sin embargo, Anne le asegura que, aunque ha crecido físicamente, por dentro sigue siendo la misma de siempre. Marilla la abraza fuerte, y Matthew sale al campo para esconder sus lágrimas.

El día de la despedida llega finalmente. Anne saluda a Diana y a Marilla y parte hacia Charlottetown. Diana entonces se va a un picnic con sus primos, pero Marilla queda sola en su casa, trabajando todo el día en un intento de no sentirse tan desolada. En su primer día de clases, Anne se encuentra con los nuevos estudiantes y profesores. De todos los compañeros de Avonlea, solo Gilbert ha decidido, como ella, saltar directamente al segundo año de formación en la Academia, lo que significa que ambos obtendrán su licencia de maestros en tan solo un año. Anne está feliz de tener a Gilbert en su clase, puesto que la rivalidad que sostiene con él le dará un motivo para esforzarse.

Durante esa primera noche en su cuarto de pensión, Anne se siente sola y comienza a llorar al pensar en Tejados Verdes. Afortunadamente, Josie Pye se presenta y, aunque a la joven pelirroja no le caiga tan bien, le hace compañía. Luego llegan Jane y Ruby, y entre todas el ánimo mejora. Josie anuncia también que ese año habrá una beca para quien obtenga las mejores notas en inglés y en literatura. Dicha beca permitiría asistir al bachillerato en artes de Redmond, tras lo cual Anne siente un estallido de emoción, pues piensa que si se esfuerza puede conseguirla y enorgullecer a sus protectores.

Capítulo 35. El invierno en la Academia de la Reina

Durante el otoño en la Academia de la Reina, Anne estudia entre semanas y regresa a Tejados Verdes los fines de semana. En su viaje a Avonlea, nota que Gilbert siempre camina con Ruby y le lleva la valija, y la narradora hace notar que Anne siempre ha tenido amigas, pero nunca amigos, y que esto es algo que le gustaría revertir.

En la Academia, la joven hace nuevas amistades, dentro de lo que el intenso estudio le permite. En invierno, Anne y otros estudiantes de Avonlea dejan de regresar a sus casas con tanta frecuencia. Gilbert y ella son considerados por todos como los mejores de sus clases, y Anne continúa motivada al verse compitiendo con su antiguo rival. Los domingos, la joven almuerza y va a misa junto a tía Josephine.

La primavera llega y el fin del año escolar se perfila. Los estudiantes comienzan entonces a preocuparse por los exámenes finales, aunque Anne está mucho más preocupada por obtener la medalla o la beca, pues sabe que de seguro aprobará.

Capítulo 36. La gloria y el sueño

Anne y Jane caminan juntas hacia la Academia para enterarse de las notas de fin de año. Mientras caminan, Anne escucha a una multitud que está festejando que Gilbert ha obtenido la medalla, pero de pronto alguien la ve a ella y entonces pide tres hurras para Anne, quien ha ganado la beca para Redmond.

A la ceremonia de graduación asisten Matthew y Marilla, quienes están orgullosos con los triunfos de su protegida. Anne se presenta a buscar su diploma y su condecoración con el vestido verde que le ha regalado Marilla, y lee un ensayo frente al público. Tras la ceremonia, Anne regresa a Tejados Verdes. Diana se muestra un tanto celosa de la nueva amiga de Anne en la Academia, pero Anne le asegura que nadie le arrebatará el lugar que ocupa en su corazón; luego, le cuenta que en septiembre irá a la Academia de Redmond, pero que antes tendrá tres meses de vacaciones. Diana le informa entonces que Gilbert se transformará en el nuevo maestro de Avonlea, ya que su familia no puede solventar los estudios superiores. Anne está decepcionada con esta noticia, puesto que no podrá sostener la rivalidad con el muchacho en Redmond.

La mañana siguiente, Anne nota que Matthew no tiene buen semblante. Cuando sale a trabajar el campo, le pregunta a Marilla por su salud, a lo que la mujer le cuenta que Matthew ha estado teniendo problemas de corazón, pero se niega a dejar de trabajar. Anne entonces le pregunta a la mujer por su salud, puesto que también la ve desmejorada, y Marilla le cuenta que ha estado teniendo sus dolores de cabeza y que su vista ha empeorado. Al final de junio, Marilla planea ir al oculista. Como si los problemas de saludo no fueran suficientes, Marilla le dice a Anne que el banco en el que han tenido desde siempre todos sus ahorros ha estado con problemas. Marilla desea que Matthew saque el dinero y lo coloque en otro banco, pero su hermano se niega, puesto que ese ha sido el banco donde la familia depositó sus bienes históricamente. El resto del día transcurre sin contratiempos, pero la narradora presagia nuevos pesares que están por llegar.

Capítulo 37. La muerte siega una vida

Una mañana, Matthew entra a la casa con mal semblante, se detiene en el umbral y, antes de que Anne o Marilla puedan reaccionar, se desploma en el piso. Las dos mujeres tratan de reanimarlo, mientras que su empleado corre en busca del doctor, y en el camino avisa a Rachel Lynde y a los Barry. Rachel llega a la casa primero y, tras tomarle el pulso, anuncia que Matthew está muerto. Cuando el doctor llega, confirma la muerte y anuncia que ha sido instantánea, sin sufrimiento. Pronto descubren que el ataque al corazón fue ocasionado por la noticia de que el banco donde la pareja de hermanos guarda todo su dinero se ha declarado en quiebra.

Los vecinos se presentan en la casa durante todo el día para velar a Matthew y consolar a Marilla y a Anne. Cuando llega la noche, en la casa solo quedan las dos mujeres, Rachel y los Barry. Diana se ofrece a dormir con Anne, pero la joven quiere estar sola para encontrarse con sus penas. Anne no ha llorado en todo el día, y no lo logra hasta bien entrada la noche, cuando despierta de pronto y termina de comprender que Matthew ya no está allí con ellas. Marilla la escucha llorar y sube a su cuarto para reconfortarla. Anne entonces le pregunta qué harán sin Matthew, y Marilla responde que se tienen la una a la otra, y que podrán salir adelante. Marilla también aprovecha su momento de debilidad para declararle a Anne que la ama como si fuera sangre de su sangre.

El funeral de Matthew se realiza dos días después. En los días siguientes, Marilla y Anne siguen adelante con sus vidas, y poco a poco comienzan a superar la pérdida. Anne se avergüenza de sentir de nuevo el interés por el mundo, puesto que piensa que, de alguna manera, está traicionando la memoria de Matthew, pero la señora Allan habla con ella y le dice que está bien sentir alegría por estar viva, y que Matthew no querría otra cosa para ella. La señora Allan también le dice que ahora Marilla se sentirá muy sola, y que Anne será una buena compañía durante el verano.

Esa tarde, Marilla le dice a Anne que al día siguiente irá a que le revisen los ojos. Luego, las dos mujeres hablan sobre el futuro y lo que el resto de estudiantes de Avonlea harán luego de las vacaciones. Finalmente, Marilla le cuenta a Anne una cosa que le causa mucha conmoción: de joven, ella salió con el padre de Gilbert, pero Marilla se enojó por una cuestión menor y rompió con él. Pensó que podría remediarlo, pero el padre de Gilbert se fue de viaje y nunca tuvo oportunidad de volver a hablar con él antes de que se casara y formara su familia. Marilla está realmente apenada de haber sido tan tozuda de niña. Esta historia queda resonando en la cabeza de Anne por el resto del día.

Capítulo 38. El codo del camino

Tras la visita al oculista, Marilla regresa a Tejados Verdes en un estado de hondo pesar. El médico le ha dicho que puede quedarse ciega en los próximos 6 meses si no toma muchas precauciones: no puede seguir cosiendo ni leyendo, ni esforzar la vista en ningún trabajo manual. Anne intenta encender las esperanzas de Marilla, pero la mujer se muestra pesimista, puesto que si no puede ni trabajar ni leer o coser, ya nada le queda, y preferiría estar muerta. Cuando Marilla se acuesta, Anne sube a su cuarto y se larga a llorar amargamente. Mientras mira por la ventana, no deja de pensar en cuánto las cosas han cambiado en tan poco tiempo. Sin embargo, la narradora observa que cuando Anne finalmente se acuesta, tiene una pacífica sonrisa en su rostro.

Unos pocos días después, Anne ve a Marilla hablando con un hombre de un pueblo cercano. Cuando le pregunta de quién se trataba, Marilla le responde que estaba hablando con él de la venta de Tejados Verdes, a lo que la joven le responde que no debe ni pensar en vender su casa, puesto que ella va a quedarse allí en lugar de ir a Redmond, y que juntas podrán hacerse cargo de la casa. De hecho, Anne ya ha realizado su solicitud para enseñar en la escuela de Avonlea o, en su defecto, en la de Carmody. Calcula que no podrá hacerlo en Avonlea, ya que Gilbert se ha postulado antes que ella, y el sindicato le ha guardado el lugar. De una forma u otra, se quedará en Tejados Verdes durante las temporadas cálidas y volverá los fines de semana durante el invierno. Marilla no quiere que Anne sacrifique su beca y sus ambiciones, pero Anne le contesta que simplemente ha cambiado de ambiciones, y que es una decisión ya tomada.

Mucho se dice en Avonlea sobre la decisión de Anne de renunciar a su beca. Mucha gente piensa que es una idea tonta, aunque Rachel Lynde está de acuerdo con Anne y dice que las mujeres no deberían recibir más educación que la que la joven ya ha recibido. Anne le asegura a Rachel que de todas formas continuará estudiando y haciendo cursos a distancia, y que enseñará en la escuela de Carmody, pero entonces Rachel le informa que acaba de enterarse de que a Anne le asignaran la escuela de Avonlea, puesto que Gilbert, al enterarse de la decisión de su rival, ha quitado su candidatura y ha dejado el puesto libre.

La noche siguiente, Anne se encuentra con Gilbert cuando regresa de la tumba de Matthew. Anne le agradece por haberle dejado el puesto de Avonlea, y Gilbert le pregunta con ansiedad si podrán volver a ser amigos después de esos 5 años de rivalidad. Anne le dice entonces que lo ha perdonado hace mucho tiempo, pero que su orgullo le ha impedido decírselo, tras lo cual ambos regresan a Tejados Verdes charlando amistosamente. La novela termina con Anne sentada junto a la ventana de su cuarto, sintiéndose contenta de que su vida siga estando llena de ambiciones, amigos y sueños.

Análisis

Los últimos capítulos del libro ponen de manifiesto cuán especial Anne es. No solo es una de las estudiantes más brillantes en la escuela de Avonlea, sino que empata en el primer lugar en su examen de ingreso a la Academia de la Reina, entre 200 estudiantes de pueblos diversos. Lo que es más, durante su año en la Academia gana una beca para ir a la universidad, por la que competían al menos 50 estudiantes. Esto es algo impresionante si se tiene en cuenta que antes de sus 11 años Anne no había recibido prácticamente ninguna educación. Sus logros en esta etapa implican un mensaje moral: el trabajo duro y la rivalidad saludable pueden conducir al éxito, incluso para quienes se han enfrentado a una vida llena de complicaciones de todo tipo.

El cambio en el ritmo de la narración que se había hecho evidente en la sección anterior se sostiene hasta el final de la novela. Estos ocho capítulos están dedicados al año de preparación para el ingreso a la Academia de la Reina y a la formación de Anne en dicha academia hasta su finalización. De hecho, todo su año completo en la Academia de la Reina solo ocupa tres capítulos, que se dedican especialmente a mostrar qué tan buena es Anne para adaptarse a los cambios.

Los exámenes de ingreso que Anne y sus compañeras y compañeros deben atravesar para poder ingresar a la formación superior constituyen un rito de pasaje típico de las sociedades modernas occidentales. Las novelas de formación o aprendizaje se concentran en el crecimiento y la maduración de un personaje, desde su infancia hasta su conversión en un adulto funcional para la sociedad. En dichos procesos de maduración, existen ciertos hitos que funcionan como ritos de paso simbólicos entre una etapa de la vida y la otra. La graduación de la escuela secundaria, por ejemplo, es el rito de paso más común en las sociedades actuales, puesto que marca la mayoría de edad y el fin de la formación obligatoria para el adolescente y el inicio de la vida adulta. En este sentido, si se considera a Anne la de Tejados Verdes como una obra que presenta muchas de las características de las novelas de aprendizaje, puede analizarse el examen de ingreso a la Academia de la Reina como un rito de paso: Anne deja atrás la niñez y se convierte en una señorita, lista para enfrentarse a una nueva etapa de su vida.

Así, entre el capítulo 32 y 33 se introduce una nueva etapa en la vida de Anne: la madurez. Esta última etapa en el desarrollo de su personalidad muestra cómo Anne ha logrado finalmente convertirse en una joven capaz de comprender su valor y su belleza personal sin la necesidad de cambiar su forma de ser o de desprenderse de la poderosa imaginación que explotaba siendo niña. Este cambio, que implica la aceptación personal y la mesura de su temperamento se ve representado físicamente en el cambio del color de su cabello, que pierde la tonalidad del rojo brillante y se torna de un castaño claro. Sus pecas también pierden la intensidad, y toda su figura se estiliza y cobra un aspecto grácil y atractivo.

El clímax de esta transformación se da en el capítulo 33, cuando Anne participa del concierto en el hotel de White Sands y cautiva a todo el público con sus recitados. La madurez de la joven y su visión del mundo que la rodea se ponen de manifiesto en el diálogo que sostiene con sus amigas al regresar del concierto, y posicionan a Anne en un nivel de comprensión más elevado que el del resto de sus compañeras:

“—Somos ricas —dijo Anne firmemente—. Tenemos dieciséis años, somos felices como reinas y, más o menos, todas tenemos sueños. Miren el mar, todo de plata y sombras y ensueños de cosas no vistas. No podríamos gozar más de su hermosura por el hecho de que tuviéramos millones de dólares y diamantes. (…) Yo por mi parte no quiero ser más que yo misma, aunque nunca tenga el consuelo de los diamantes —declaró Anne—. Me siento perfectamente feliz siendo Anne de los Tejados Verdes, con mi collarcito de perlas. Sé que Matthew me lo regaló con más cariño del que nunca ha conocido la señora vestida de rosa” (p. 294).

En el capítulo siguiente el clímax de su maduración alcanza su punto máximo y el rito de paso se concreta cuando Anne se prepara para abandonar Tejados Verdes e instalarse en Charlottetown con el objetivo de concurrir a la Academia. La última noche, Anne se prueba el hermoso vestido verde que Marilla ha hecho para ella –lo que demuestra, finalmente, que Marilla ha comprendido la importancia de la vestimenta en la vida de la joven –y recita un poema en la intimidad del hogar, frente a sus padres adoptivos. En la expresión emocionada de Marilla se explicita dicho crecimiento: “No pude evitar pensar en la niña que fuiste, Anne. Y deseaba que te hubieras quedado así, a pesar de tus rarezas. Ya has crecido y te vas y pareces tan alta y elegante y tan... tan... completamente diferente con ese vestido... como si ya no pertenecieras a Avonlea... y yo me sentí tan sola al pensarlo” (p. 296). A pesar de la emoción que embarga a Marilla, la mujer no es todavía capaz de expresar su amor por Anne con palabras más elocuentes, y recién lo conseguirá un año después, tras la muerte de Matthew.

En la Academia, Anne hace nuevos amigos mientras mantiene sus relaciones con Marilla, Matthew y Diana, y sobresale en su trabajo académico. Este es probablemente otro de los mecanismos que Anne ha desarrollado para lidiar con la realidad y sus experiencias problemáticas: como se ha mudado tantas veces de casa y de pueblos antes de llegar a los once años, ha tenido que aprender a hacer nuevas amistades rápidamente y a encontrar cosas que la mantengan siempre feliz y motivada. Esta es otra manera más que utiliza la autora para demostrar que las personas con un trasfondo complejo o un pasado traumático pueden abrirse camino en la vida y salir exitosas en lo que se propongan.

Montgomery desarrolla toda una simbología para demostrar qué tanto han cambiado Marilla y Matthew a lo largo de sus vidas junto a Anne. Particularmente, las opiniones de Marilla en torno a la belleza y a la vanidad han cambiado de foco. Eso se ve en los pasajes finales, por ejemplo, en los que Marilla aparece en su casa rodeada de flores, cuando antes las había señalado como una vanidad innecesaria. Como la naturaleza y la belleza siempre han sido tan importantes para Anne, también se han transformado en elementos fundamentales en la vida de Marilla.

Montgomery presagia la muerte de Matthew en varias ocasiones a lo largo de la novela. En primer lugar, la narradora indica que la razón por la que la pareja de hermanos quiere adoptar a un huérfano es para que lo ayude a Matthew con los trabajos en la granja debido a sus problemas de salud. Luego, Marilla discute el problema de corazón de Matthew con Anne y con Rachel Lynde. Finalmente, en el capítulo 36 Montgomery presagia la muerte de Matthew cuando menciona que Anne recordaría esa noche por siempre como la última noche antes de que el pesar se apoderara de su vida (final del capítulo). A esto le sigue el título del capítulo 37, “La muerte siega una vida”. Todos estos presagios preparan lentamente al lector –y particularmente al lector joven –para lidiar con las emociones que se disparan frente a la pérdida de uno de los personajes principales y más entrañables.

La muerte de Matthew es un duro golpe tanto para Marilla como para Anne, y es el evento que termina por romper las represiones de la mujer mayor y le permite desahogarse y expresar todo el amor que siente por su hija adoptiva En una de las escenas más conmovedoras de la novela, Marilla trata de consolar a la joven Anne, presa del llanto por la pérdida de su padre adoptivo, y al hablar de sus emociones logra finalmente expresar todo lo que la huérfana ha significado para ella:

“—Nos tenemos la una a la otra, Anne. No sé qué haría si tú no estuvieras aquí, si nunca hubieras venido. Oh, Anne, sé que he sido algo estricta y quizá dura contigo, pero por eso no debes pensar que no te quiero tanto como te quería Matthew. Quiero decírtelo ahora, que puedo hacerlo. Nunca he tenido facilidad para expresar lo que sentía mi corazón, pero en momentos como éste es más fácil. Te quiero tan profundamente como si fueras sangre de mi sangre y has sido mi alegría y consuelo desde que llegaste a Tejados Verdes” (p. 317).

En estas palabras se encierra, por un lado, la validación definitiva que Anne necesitaba para sentirse parte de la familia de Tejados Verdes y, por otra, la muestra final de la evolución de Marilla hasta lograr ser una mujer más expresiva y flexible.

El último capítulo de la novela presenta y resuelve el problema de la venta de Tejados Verdes y de la salud de Marilla: la mujer mayor tiene problemas en la vista, y el médico le ha dicho que si continúa trabajando podría quedarse ciega en un plazo de seis meses. Sin Matthew para trabajar la granja, con Anne estudiando en la Universidad de Redmond y su problema ocular, Marilla no encuentra más opción que vender su casa y mudarse a vivir en alguna pensión o en la casa de alguna amiga, como Rachel Lynde. Sin embargo, Anne interviene y toma una decisión que es la culminación efectiva de su proceso de maduración y que la coloca de lleno en la adultez: renuncia a su beca de estudio para quedarse en Tejados Verdes, dar clases en Avonlea y ayudar a Marilla con todas las tareas de la casa. De esta forma, Anne no está simplemente devolviendo el favor que Marilla le ha hecho al adoptarla, sino que está afirmando su personalidad y su pertenencia: ella es un miembro más de la familia, y ama Tejados Verdes tanto como a Marilla y a Matthew.

El final de Anne la de Tejados Verdes muestra que la tozudez puede tener cualidades tanto negativas como positivas. La tozudez de Anne le impide tener una relación positiva con Gilbert durante mucho tiempo: Anne solo hace las paces con Gilbert tras escuchar la historia de la tozudez de Marilla y el padre de Gilbert. Sin embargo, esta cualidad también ha mostrado ser positiva en Anne, a quien nada le ha hecho cambiar de opinión una vez que decide quedarse en Tejados Verdes para ayudar a Marilla. Cuando Marilla está tratando de convencerla de que vaya a la universidad, Anne se niega y le recuerda que puede “ser tan obstinada como una mula” (p. 324). En este caso, la tozudez aparece no como un exceso, sino como una devoción hacia la moral, la obligación familiar y, finalmente, los vínculos afectivos.