Ana la de tejas verdes

Ana la de tejas verdes Resumen y Análisis : Capítulos 1 a 8

Resumen

Capítulo 1. La señora Rachel Lynde se lleva una sorpresa

La novela comienza con la descripción del entorno de la casa de la señora Rachel Lynde, en un pueblo llamado Avonlea. A la señora Lynde le gusta estar junto a la ventana para ver todo lo que sucede en el pueblo, y cuando algo le resulta extraño, trata de imaginarse qué es lo que está pasando allí afuera. Una mañana de comienzos de junio, Rachel ve a un hombre de una granja vecina, Matthew Cuthbert, dirigiendo su carreta hacia el pueblo, vestido de forma elegante. Esto intriga a la mujer porque, en general, en esa época del año Matthew está sembrando el campo en su granja, Tejados Verdes. Además, Matthew es una persona que apenas sale de su casa, por lo que Rachel siente un doble extrañamiento.

La señora Lynde se dirige entonces a Tejados Verdes para hablar con Marilla, la hermana de Matthew, acerca de lo que acaba de ver. Mientras camina el cuarto de milla que separa a Tejados Verdes de la calle principal, Rachel se queja de lo alejados que viven los Cuthbert, y lo atribuye a la timidez y la hosquedad de aquella familia. Cuando llega, nota que la granja está extremadamente limpia, y observa por la ventana a Marilla en la cocina y tres platos colocados sobre la mesa. Rachel entonces se pregunta a quién estará esperando aquella pareja de hermanos que vive sola en Tejados Verdes, pero calcula que no se trata de nadie importante, porque la comida preparada no parece para una ocasión especial.

Rachel llama a la puerta y luego entra educadamente. Marilla es entonces descripta como una mujer alta y delgada, con pelo oscuro que tiene ya muchas canas. La narradora remarca que se ve como “una conciencia rígida” (p. 17), pero que algo en su boca indica que tiene sentido del humor. La señora Rachel le explica que vino a la casa porque vio a Matthew de camino hacia el pueblo y pensó que quizás estaba yendo al doctor. Marilla le contesta que su hermano fue a la estación de tren de Bright River para recoger a un niño huérfano que viene de Nueva Escocia. La señora Rachel queda impactada por la noticia, pero Marilla no le presta atención y le dice que ella y su hermano han decidido aceptar a un chico huérfano para que los ayude con las tareas de la granja, ya que Matthew tiene 60 años y problemas de corazón. Los dos hermanos pensaron adoptar a un niño de Francia o de Londres, pero finalmente Marilla decidió que era mejor tener a un canadiense. Por eso, pidieron a una mujer llamada señora Spencer adoptar un niño de 10 u 11 años, así tendrían tiempo de entrenarlo para las tareas del campo.

Rachel piensa que esa es una idea tonta y arriesgada, y le cuenta a Marilla la historia de un huérfano que prendió fuego la casa de sus padres adoptivos. Pero Marilla no le hace caso y le dice que el niño no será muy diferente a ellos, puesto que será de la región. De todas formas, Rachel insiste con sus historias, y cuenta sobre una niña huérfana que envenenó el pozo de agua de su familia adoptiva, pero Marilla le contesta que jamás aceptaría una niña huérfana. Tras este intercambio, la señora Lynde se retira con la intención de propagar la noticia por todo el pueblo.

Capítulo 2. Matthew Cuthbert se lleva una sorpresa

Matthew disfruta del camino a la estación de tren, excepto cuando se cruza con mujeres y debe saludarlas con un gesto de cabeza, pues siempre se ha sentido muy tímido entre mujeres, a excepción de su hermana y de la señora Rachel. Cuando llega a la estación, no hay ningún tren y nadie en la plataforma salvo por una niña. Matthew pregunta entonces al encargado de la estación cuándo llegará el tren, pero este le responde que ya ha pasado, y que la niña fue dejada allí para él. Matthew replica entonces que él estaba esperando a un niño huérfano, pero el encargado no tiene ningún conocimiento al respecto, y le dice que mejor hable con la niña para saber qué pasó. Matthew tiene miedo de hablar con ella, pero se le aproxima de todas formas. La niña lleva un vestido feo y de pobre confección, y tiene dos largas trenzas de cabello rojo brillante. Su cara es flaca, blanca y llena de pecas, con unos enormes ojos verdi-grises.

La niña nota que Matthew está allí para llevarla a su casa y le da la bienvenida de una forma madura, aunque un tanto verborrágica. Le dice a Matthew que ya estaba imaginando vivamente qué haría si nadie venía a buscarla. Confundido, el hombre decide llevarla a Tejados Verdes al menos para pasar la noche, ya que es tarde y la niña no tiene ningún otro sitio a dónde ir. Cuando se ofrece a llevarle la valija, la niña le responde que prefiere cargarla ella, puesto que allí tiene todos sus “bienes terrenales, pero no es pesada” (p. 25). De camino hacia la carreta, la niña habla sin parar; le cuenta a Matthew lo mucho que le gusta andar en carreta y cómo desea tener un hogar y pertenecer a alguien luego de cuatro meses en el orfanato. Cuando comienzan el viaje hacia Tejados Verdes, la niña está tranquila por unos momentos, pero luego comienza a hablar otra vez. Su imaginación es increíble y se muestra interesada en la naturaleza y su belleza. Matthew deja que la niña maneje la conversación y solo responde brevemente cuando ella le hace preguntas. Sin embargo, la narradora hace notar que Matthew disfruta de la charla, para su propia sorpresa. La niña expresa que está feliz de hablar con alguien que no le pide que hable menos o deje de usar “palabras grandes”. Luego cambia el tema y habla de su cabello colorado, explicando que es algo que le causa muchos problemas y de lo que no puede escapar, ni siquiera usando su imaginación. Luego, se distrae otra vez por la belleza de la naturaleza, tras lo cual vuelve a caer en un silencio extasiado.

Cuando la niña vuelve a hablar, le dice a Matthew que la avenida por la que están andando debería llamarse “el blanco camino encantado” (p. 32) Le informa también que le gusta colocar bellos nombres que encajen con los lugares y las personas. A medida que se aproximan a Tejados Verdes, la niña pregunta por el nombre de un estanque y descubre que es llamado “el estanque de Barry” por la familia que vive allí al lado. Matthew también le dice que esa familia tiene una hija llamada Diana que tiene 11 años, la misma edad que ella.

Cuando llegan a una colina desde la que se ve gran parte de Avonlea, la niña dice que adivinará qué casa es Tejados Verdes. Apunta correctamente entonces hacia la granja, y exclama que la ha reconocido porque “tan pronto como la vi, sentí que era mi hogar” (p. 35). Matthew está incómodo con las declaraciones de felicidad de la niña, pues su plan es enviarla al día siguiente de vuelta al orfanato y pedir un niño en reemplazo, pero se reconforta al pensar que será Marilla la encargada de darle la noticia a la niña. Finalmente, la carreta llega a Tejados Verdes y la niña entra a la casa.

Capítulo 3. Marilla Cuthbert se lleva una sorpresa

Marilla queda shockeada cuando ve que Matthew trajo a la casa a una niña en vez de un niño. Mientras los hermanos discuten sobre el error del orfanato, la niña se da cuenta de lo que está sucediendo y comienza a llorar. Marilla trata de persuadirla para que se detenga, y las respuestas efusivas que ella le da la hacen sonreír. Marilla entonces le pregunta su nombre y la niña primero pregunta si puede ser llamada Cordelia, un nombre que le gusta más que el suyo propio. Cuando Marilla se niega, confiesa que su nombre es Anne Shirley, específicamente, Anne, escrito con una E. Marilla entonces le pregunta cómo puede haber sido que la enviaran a ella en lugar de a un niño, y Anne les dice que la señora Spencer dijo en el orfanato que querían una niña de 11 años aproximadamente.

Marilla sirve la cena, pero Anne dice que está demasiado decepcionada como para comer. Marilla entonces decide instalar a la niña en un dormitorio en el ala este de la casa, y la acompaña hasta allí. Anne encuentra que el cuarto es aburrido, sin ninguna decoración; se coloca su camisón y hunde su rostro en la almohada. Cuando Marilla vuelve a darle las buenas noches, Anne le replica que no son para nada buenas.

Al volver a la cocina, Marilla se encuentra a su hermano fumando, algo que solo hace cuando algo lo perturba. Al día siguiente, le indica su hermana, debe ir a hablar con la señora Spencer sobre el malentendido y llevar a Anne de vuelta al orfanato. Matthew acepta con reticencia, aduciendo que si se quedaran con ella, quizás le harían un bien. Además, Anne es una niña muy interesante. Sin embargo, Marilla pone fin a la conversación indicando que la niña no puede quedarse. Entretanto, Anne llora hasta quedarse dormida.

Capítulo 4. La mañana en Tejados Verdes

Anne se despierta sintiéndose un poco mejor que la víspera. Marilla se presenta en el cuarto y le dice que debe lavarse, vestirse y bajar a la cocina para desayunar. Después del desayuno, Anne ofrece lavar los platos, y Marilla se lo permite, determinando así que Anne sabe cómo hacer las tareas de la casa.

Una vez terminados los platos, Marilla le dice a la niña que puede salir al parque por algunas horas, pero Anne le responde que no quiere hacerlo, pues se enamoraría de Tejados Verdes, y eso haría mucho más difícil su despedida. Luego, le cuenta a Marilla sobre los nombres que ya les ha dado a algunas plantas y árboles de la granja. Marilla piensa para sus adentros que aquella niña ha hechizado a su hermano y que también está comenzando a hechizarla a ella.

Esa tarde, Anne y Marilla se dirigen en carreta hacia lo de la señora Spencer para organizar el regreso de la niña al orfanato. Mientras salen de la granja, Matthew las contempla pensativamente.

Capítulo 5. La historia de Anne

De camino a la casa de la señora Spencer, Marilla le pide a Anne que le cuente sobre su niñez. La niña le dice entonces que tiene 11 años y que es de Bolingsbroke, en Nueva Escocia. Sus padres eran dos maestros de trasfondo humilde que murieron de fiebre cuando ella tenía 3 meses. Anne no tenía ningún pariente, por lo que una señora pobre, la señora Thomas, la adoptó. Thomas tenía un marido que solía estar ebrio y cuatro niños más pequeños que Anne, a los que ella debió cuidar hasta que cumplió 8 años, momento en el cual el marido murió y la madre de la señora Thomas aceptó que la familia de su hija se mudara a su casa, pero no aceptó a Anne.

Entonces la niña fue enviada a la casa de una mujer llamada Hammond, quien la aceptó porque había escuchado que Anne era buena cuidando niños. Ese fue un periodo muy difícil en la vida de la niña, porque la señora Hammond tenía ocho hijos, incluidos tres pares de gemelos. Después de dos años, el marido de la señora Hammond murió, y ella se mudó a los Estados Unidos. Anne tuvo que ir a un orfanato, donde vivió los últimos 4 meses hasta que la señora Spencer se presentó y la destinó a Tejados Verdes.

Marilla le pregunta entonces si alguna vez fue a la escuela, a lo que la niña le responde que pudo ir muy poco tiempo mientras vivió con la señora Thomas y la señora Hammond, pero que asistió a clases los cuatro meses que pasó en el asilo. Sin embargo, acota rápidamente que puede leer de manera fluida y que ama la poesía. Marilla le pregunta entonces si las dos damas que la criaron habían sido buenas con ella, a lo que la niña da una respuesta madura y empática sobre cómo cada mujer trató de ser buena dentro de sus posibilidades y limitaciones. Está claro que Anne tuvo una niñez muy difícil, privada de amor, de educación y diversión. Marilla comienza a pensar entonces que quizás ella y Matthew deberían adoptar a aquella niña que parece tan respetuosa y ávida de aprender.

Capítulo 6. Marilla toma una decisión

Marilla y Anne llegan a la casa de la señora Spencer. Cuando le preguntan por el malentendido, la señora Spencer les explica que a ella le dijeron que los Cuthbert querían una niña, pero que si no quieren quedarse con Anne, hay otra mujer, la señora Peter, que está buscando a una niña para que la ayude a cuidar a sus hijos. Marilla se preocupa con esa idea, puesto que ha escuchado que la señora Peter tiene un temperamento brutal. En esos momentos, la señora Peter llega casualmente en busca de la señora Spencer. La señora Peter le pregunta el nombre y la edad a Anne, y luego le indica que puede comenzar a cuidar de su inquieto hijo a partir de ese mismo momento. Marilla observa lo miserable que se ve Anne frente la perspectiva de ser nuevamente una criada, y le dice entonces a la señora Peter que deberá llevarse a la niña otra vez a Tejados Verdes para discutir la situación con su hermano. El rostro de Anne se enciende de felicidad cuando Marilla dice aquellas palabras, y luego le dice que hará lo que sea para poder quedarse en Tejados Verdes.

Las dos regresan entonces a la granja. Marilla le cuenta a su hermano sobre la niñez de Anne y la oferta que hizo la señora Peter. La pareja de hermanos decide entonces que Anne puede quedarse con ellos y que Marilla la criará. Luego, le pide a Matthew que no interfiera con sus métodos de crianza, y su hermano lo acepta.

Capítulo 7. Anne dice una oración

Cuando Anne debe acostarse, Marilla le indica que tiene que decir sus oraciones, pero la niña nunca antes lo ha hecho; aunque sabe del cristianismo por la escuela dominical del orfanato, nunca le ha gustado Dios, pues tiene la fantasía de que le ha dado el color rojo de su cabello a propósito. Marilla le dice a Anne que tiene que rezar si va a ser un miembro más de Tejados Verdes, y que debe hacerlo cada noche, arrodillada junto a su cama, lo que a Anne le parece tonto, porque piensa que sería mejor rezar en medio de la naturaleza.

Sin embargo, la niña se arrodilla y profiere una oración dando gracias a Dios por la naturaleza que ha visto en Avonlea y pidiéndole que la deje quedarse en la granja y que al crecer le otorgue belleza. Marilla siente que la oración no es adecuada, pero por el momento está bien. Mientras su madre adoptiva abandona el cuarto, Anne la llama y le pregunta si hay algún problema en olvidarse de decir “amén” al final de la oración. Marilla le dice que no, y luego regresa a la cocina y le cuenta a Matthew el episodio, agregando que ya es hora de que alguien adopte a esa niña y la eduque. Luego, promete anotarla en la escuela de domingo tan pronto como le confeccione un vestido apropiado.

Capítulo 8. Comienza la crianza de Anne

Al día siguiente, Marilla mantiene a Anne ocupada con tareas hogareñas durante toda la mañana. Después del almuerzo, la niña le pregunta a Marilla si la dejará quedarse en Tejados Verdes. Marilla le dice que puede quedarse, y Anne se larga a llorar de la alegría. A la niña le gustaría comenzar a llamar a su nueva guardiana “tía Marilla”, pero le dicen que solo la llame por su nombre, como hacen todos en Avonlea. Anne dice entonces que todos pueden imaginar que Marilla es su tía, pero ella le responde que nunca imagina cosas.

Marilla envía a Anne a aprender las plegarias correspondientes, pero la niña se distrae y se demora en el camino, como suele sucederle. Marilla se entera rápidamente que Anne ha estado distrayéndose con una imagen de “Cristo bendiciendo a los niños” (p. 71). La niña se imagina como una más entre aquellos chicos de la imagen y dice que desearía que el pintor no hubiera representado a Cristo con ese aspecto tan triste. Marilla entonces le pide otra vez que se concentre en aprender las oraciones del Señor, especialmente el Padrenuestro que le entrega en una estampa, pero Anne rompe su silencio nuevamente tras algunos minutos de concentración para preguntarse en voz alta si tendrá alguna “amiga del alma” (p. 72) en Avonlea. Marilla le responde que Diana Barry está de visita en casa de su tía, pero que volverá pronto. Esto emociona a la niña, especialmente porque Marilla dice que Diana es una niña muy bonita. Anne le cuenta a su guardiana sobre los amigos imaginarios que ha creado a lo largo de su vida, especialmente mientras trabajaba para la señora Thomas y la señora Hammond.

Marilla envía a la niña a su cuarto para que siga estudiando las oraciones sin distraerse. Tras aprender las oraciones, Anne se pone a imaginar decorados para los muros vacíos de su cuarto. También se imagina a sí misma pero más bella. Mirando por la ventana, se sume en un montón de fantasías y ensueños.

Análisis

Anne la de Tejados Verdes es una novela juvenil que fusiona muchos elementos de las novelas de aventuras para niños con la estructura propia de las novelas de aprendizaje o de formación: a lo largo de sus 38 capítulos, se presenta al lector la vida de la huérfana Anne desde que es adoptada por la pareja de hermanos, Matthew y Marilla, que viven en Avonlea, un pueblo campestre de la Isla del Príncipe Eduardo, en Canadá, hasta que se transforma en una joven maestra y se hace cargo de la administración de Tejados Verdes. En general, cada uno de sus capítulos está dedicado a una aventura particular en la vida de Anne, aunque hacia el final de la novela la narración se hace más general y se focaliza ya no en las aventuras de la niña sino en su proceso de crecimiento y maduración.

En estos primeros 8 capítulos, el foco narrativo está puesto en la presentación del argumento y en el desarrollo de los personajes, nucleado en la figura de Anne y en las relaciones que los demás establecen con ella. Anne es el personaje protagonista y, como su título lo indica, la novela está dedicada a ella; en esta primera etapa, al lector se presentan los rasgos psicológicos de la niña y su historia de vida. Conforme avanza la novela, sin embargo, la narradora destacará todo el proceso de maduración y crecimiento de Anne.

L. M. Montgomery realiza una elección interesante e impactante al comenzar Anne la de Tejados Verdes con un capítulo desde la perspectiva de la señora Rachel Lynde, un personaje secundario que funciona como amiga y consejera de Marilla Cuthbert. En general, el resto de la novela se narra desde la perspectiva de Anne, Matthew o Marilla. La elección de Montgomery de comenzar con Rachel funciona como una puerta de acceso lateral que permite al lector ingresar a la cultura de Avonlea y aclimatarse a ella antes de exponerse a los eventos principales y los personajes protagónicos. A través el ojo de este personaje, se pinta a Avonlea como un pueblo tranquilo y conservador, donde cualquier evento que se salga de lo esperado va a generar conmoción y una buena dosis de murmuraciones y cotilleos. Esto es importante, ya que cuando Anne llegue a Avonlea en los próximos capítulos va a sentirse diferente al resto de la gente y va a luchar por sentirse aceptada en una sociedad rígida y conservadora.

En la primera conversación de la novela, Marilla y Rachel despliegan una serie de prejuicios mientras discuten la decisión que tomó la pareja de hermanos de adoptar a un niño huérfano. Rachel manifiesta que todo el asunto le parece una mala idea, y cuenta varias historias sobre huérfanos provocando caos en las casas de sus familias adoptivas. Desde su punto de vista, todos aquellos que terminan siendo huérfanos provienen de contextos de privación y bajos recursos, y ya presentan una disposición hacia las conductas problemáticas. Así, el lector comprende claramente que el pensamiento conservador de Rachel sostiene que la gente de bajos recursos tiene una tendencia a causar problemas en la sociedad.

Marilla tiene también muchos prejuicios contra la gente de otros países, una actitud denominada xenofobia. Marilla dice que no quieren contratar ayuda pagada, porque “no se puede obtener nada fuera de esos estúpidos muchachos franceses a medio desarrollar” (p.18), y que tampoco quiere adoptar “nada de vagabundos londinenses” (p. 18); “Dame por lo menos un nativo de estos lugares… me sentiré más tranquila y dormiremos mejor si obtenemos un canadiense” (p.19). En un principio, pueden atribuirse estos prejuicios al hecho de que Marilla nunca ha viajado más allá de Avonlea, y encuentra todos los hábitos extranjeros poco familiares y extravagantes. Sin embargo, como se verá a lo largo de la novela, todas las preconcepciones de Marilla serán puestas a prueba por Anne.

En verdad, la moral es uno de los temas fundamentales de la novela, y será abordado desde diversas perspectivas. El principal mecanismo literario que despliega Montgomery para tratarlo es el contrapunto entre personajes, especialmente entre Marilla y Anne, y luego entre la señora Rachel, Anne y Marilla. Cuando la niña huérfana llega a Tejados Verdes, Marilla comprueba rápidamente que la educación de Anne es “deficiente” en términos morales y religiosos: a lo largo de su vida, Anne no ha recibido ninguna educación formal en esas cuestiones, por lo que la niña ha desarrollado sus propios parámetros sobre cómo debe comportarse. En este sentido, en los próximos capítulos se desarrollará todo un proceso de normalización de la conducta explosiva de la pelirroja que pondrá de manifiesto algunas grandes contradicciones y puntos conflictivos de la crianza occidental de principios de siglo XX.

Marilla intentará inculcar en Anne algunas conductas de etiqueta que son necesarias para la convivencia pacífica, pero otras que son opresivas y atentan contra la libertad de expresión y el pensamiento crítico. Anne cuestionará esta dimensión de la crianza y aquellas conductas que le parecen hipócritas o nocivas. Por ejemplo, cuando la señora Rachel se burla de su aspecto y la insulta en su propia presencia, Anne le contesta con la misma virulencia; cuando Marilla la reprende y le informa que no puede tratar así a una persona mayor, Anne expresa que Rachel, aun siendo mayor, no tiene ningún derecho a tratarla de tal modo. Esto pone de manifiesto una crítica a las estructuras de sumisión etaria y estimula la búsqueda de intercambios más justos y pares entre personas de edades diferentes.

El contrapunto entre huérfana y guardiana también servirá para que Marilla comience a relativizar su propia crianza y aprenda a ser más flexible sobre algunas ideas heredadas, lo que demuestra su nobleza y su predisposición a ser una mejor persona: Marilla demostrará cómo una persona puede cambiar y progresar cuando cuestiona aquellas estructuras que ha aprendido y sobre las que nunca ha reflexionado. Así, L. M. Montgomery deja un mensaje muy importante para los jóvenes lectores: la cultura aprendida y las estructuras sociales que son dadas por universales pueden cuestionarse y modificarse.

Otro aspecto interesante a destacar en la narración, y que se vincula directamente a la dimensión moral, es el estilo de Montgomery. La autora logra una prosa dinámica que balancea el diálogo y la acción de los personajes con abundantes descripciones del entorno que ayudan al lector a construir una imagen vívida de todo lo que los rodea. Estas descripciones tienen el objetivo, por un lado, de presentar al lector las maravillas que se despliegan ante el ojo imaginativo de Anne y, por otro, de cargar a todo Avonlea con las cualidades de su sociedad. Así, uno de los procedimientos estéticos más destacables es el de calificar a la naturaleza con atributos morales. Esta personificación ayuda a construir, más allá del aspecto físico destacable de toda la región, el aire circunspecto y conservador de aquella sociedad. En el primer párrafo de la novela (tan importante para fijar el tono narrativo), por ejemplo, el arroyo caudaloso que atraviesa los bosques, “con secretos y oscuros remansos y cascadas” (p. 13) al llegar al hogar de la señora Rachel Lynde no es más que “una pequeña corriente, tranquila y bien educada, pues ni siquiera un arroyo podría pasar frente a la puerta de la señora Rachel Lynde sin el debido respeto por la decencia y el decoro” (p. 13). A nivel simbólico, cargar con calificativos morales a la naturaleza implica un proceso de eufemización de los elementos más peligrosos y brutales para transformar el entorno en un espacio habitable. Así, lo oscuro y caudaloso que se asocia a lo salvaje, al entrar en Avonlea se transforma en algo tranquilo y bien educado, que la mano del hombre ha domesticado hasta integrarlo a su vida como un elemento positivo y cargado de representaciones que hablan de la moral propia de la sociedad que allí vive. Sin embargo, y más allá de la lectura que puede hacerse a nivel simbólico, es evidente la intención de la narradora de darle a la moral un espacio vital en su novela.

Otro de los mecanismos literarios que se despliegan en la novela es la ironía. Montgomery utiliza la ironía dramática para hacer que el lector empatice con el personaje de Anne al presentarlo en el viaje en carreta desde la estación de tren hasta Tejados Verdes. El lector está al tanto de que la pareja de hermanos quieren un niño para que ayude con las tareas de la granja, y Matthew piensa para sus adentros que tendrán que enviar a Anne de vuelta al orfanato. Sin embargo, Anne no sabe nada de todo esto, y habla de su felicidad y su asombro, diciéndole a Matthew “nunca tuve un hogar verdadero. Me da otra vez ese dolor placentero el pensar que voy a un verdadero hogar” (p.32). La construcción del episodio a través de la ironía sirve para construir el momento en que Anne descubre que puede quedarse en Tejados Verdes y hacerlo más impactante para el lector.

Entre Matthew y Anne también se desarrolla una dimensión irónica: Matthew es un hombre extremadamente tímido y con pocas habilidades sociales que siente terror en presencia de las mujeres, a quienes no comprende. Frente a ellas, el granjero siente siempre que su aspecto es motivo de burla y la vergüenza lo gana. Y cuando se trata de niñas, el sentimiento se exacerba puesto que su apariencia huraña también puede asustarlas, y esto le causa un gran malestar. Sin embargo, es Matthew el primero en desear que Anne se quede en Tejados Verdes, y la niña no le produce ninguno de estos sentimientos negativos, sino todo lo contrario. Cuando aceptan a Anne, Marilla se maravilla, “¿Has pensado alguna vez que llegaría el día en que adoptarías una huérfana de un asilo? Sí que es una sorpresa; pero no lo es tanto como la de que Matthew es el causante de ello; él, que siempre pareció tener un terror mortal por las niñas” (p. 62). Resulta irónico que Matthew, escapando siempre de las mujeres, sea el principal motivo por el que Anne puede quedarse a vivir en la granja.

Desde el comienzo de su estadía en Avonlea, Anne es muy consciente de que su apariencia la hace diferente a los demás, lo que le parece algo negativo. Anne le pregunta a Marilla si no querrían quedarse con ella si fuera hermosa y de cabello castaño, y luego en otra ocasión también le manifiesta que no reza a Dios porque piensa que le dio cabello rojo a propósito. Como el rojo es el color de pelo más raro, Anne se ha sentido diferente durante toda su vida, y como siempre ha sido rechazada y utilizada para fines egoístas, vive su diferencia con ansiedad y dolor. Así, su mayor deseo es encajar y pertenecer a una familia. Sin embargo, como se verá a lo largo de la novela, finalmente es lo que diferencia a esta niña del resto de los chicos lo que hace que el pueblo de Avonlea termine amándola.

A lo largo de su vida, Anne ha desarrollado muchos mecanismos de defensa para lidiar con las experiencias traumáticas de su niñez. El principal de ellos implica usar la imaginación para distraerse en las situaciones penosas. Esto le sirve en la mayoría de los casos, aunque a veces parece que la niña se disocia de la realidad, como cuando la narradora dice “A medida que pasaba el tiempo Anne se volvía más y más abstraída, comiendo mecánicamente, con los ojos fijos en el cielo a través de la ventana” (p. 46). A su vez, Anne elige no experimentar ciertas cosas para evitar el dolor de extrañarlas luego. Como ella misma explica “De nada sirve querer cosas que han de separarse de uno, ¿no es así?” (p. 47). Estos mecanismos de defensa le ayudan a mantenerse resiliente en las épocas de mayores complicaciones y problemas, aunque a medida que se acostumbra a Tejados Verdes y madura con el paso de los años debe aprender a confiar en que no será abandonada otra vez.