Un artista del mundo flotante

Un artista del mundo flotante Resumen y Análisis Octubre de 1948 (Segunda parte)

Resumen

Ono retoma la narración de la visita de Setsuko en un momento en que se encuentra a solas con su nieto y lo descubre imitando al Llanero Solitario. A Ono le molesta que el niño tenga como referencia a un personaje estadounidense, pero termina por dejarlo tranquilo. Cuando ve el cuaderno de dibujo de Ichiro, intenta enseñarle técnicas de dibujo y, mientras aprende, el niño le pregunta si es cierto que fue un pintor famoso hasta antes de que Japón perdiera la guerra. Ono es evasivo al respecto, lo distrae hablando de la película que Ichiro mencionó anteriormente, y le propone ir al cine a verla al día siguiente.

Ono le informa a Setsuko que planea ir al cine con el niño, y que sería una buena idea ir los cuatro. Pero Noriko ya tiene un plan: ir al parque de los ciervos. Ono se disgusta ante esta respuesta. Luego, durante la cena, Ono le recuerda al niño el plan de ir al cine enfrente de todos y, como respuesta, Noriko le recuerda a Ichiro que irán al parque de los ciervos y a visitar a la señora Watanabe, por lo que es imposible modificar los planes. Ono termina por ceder, y deja que su plan se postergue.

Ono recupera un episodio de su infancia que explica el motivo por el que cría a sus hijas para que tengan un gran respeto por el recibidor de la casa. Cuando él era niño, su padre trabajaba en el recibidor de la casa, motivo por el que el pequeño tenía prohibido el ingreso. Pero a partir de los doce años, Ono entraba en el recibidor semanalmente porque su padre le exigía que lo asistiera en sus reuniones de negocios. Durante las mismas, el joven Ono se aburría y fingía entender lo que su padre le explicaba, pero las reuniones en verdad le generaban miedo, puesto que su padre podía descubrir su ignorancia en cualquier momento. Otra anécdota que recuerda en aquel espacio sucedió a los quince años de edad, cuando su padre descubrió que Ono estaba entusiasmado con el dibujo y prendió fuego todas sus obras. Sin embargo, eso solo avivó su ambición como artista y su convicción de no convertirse en un hombre de negocios.

Ono reconoce que nuevamente se desvía del tema central de su narración y regresa a la visita de Setsuko. Ella vuelve a mencionar que hay que tener cuidado con las negociaciones matrimoniales de Noriko, para que las investigaciones no perjudiquen el resultado. A Ono le molestan estos dichos, y dice no comprender a qué se refiere. En verdad, está molesto porque Suichi, su yerno, ya le vino con esta idea en otra ocasión, por lo que considera que Setsuko está fuertemente influida por él.

Por lo que se desprende de las reflexiones fragmentadas de Ono, se comprende que Suichi es un hombre que sufrió mucho durante la guerra en Manchuria y que, como resultado, desconfía y desprecia a la gente de la generación de Ono. Además, Ono teme que los pensamientos de Suichi se transfieran de Setsuko a Noriko. De hecho, poco tiempo atrás, Noriko le preguntó el motivo de que la familia Miyake abandonara las negociaciones matrimoniales, como si él supiese algo que aún no le había contado.

A raíz de esto, Ono recuerda un encuentro con Jiro Miyake, el ex-prometido de Noriko, cuando las negociaciones matrimoniales estaban aún en curso. Ono sospecha que ese encuentro casual puede haberle indicado a Jiro que las dos familias tenían orígenes muy diferentes, especialmente porque Ono es un artista reconocido y Jiro un simple oficinista de una pequeña empresa. Durante ese encuentro, los dos debatieron sobre la idea del suicidio, pero cuando Ono intenta recordar, las ideas se le mezclan y no sabe si realmente se trata de la conversación con Jiro o si es algo que habló con su yerno, Suichi. De pronto, Ono recuerda que una de las frases que le atribuye a Jiro la dijo en realidad Suichi en el entierro de Kenji. Pronto queda claro que Kenji es el hijo de Ono que muere durante la guerra, dos años antes. Durante la ceremonia del velatorio, Suichi abandonó el recinto, indignado con la muerte de tantos jóvenes, cuando fueron hombres mayores los que llevaron a Japón a la guerra. Ono comprende que dichos pensamientos representan a la mayoría de los jóvenes y, para demostrar su punto, cuenta la historia de una noche reciente en el bar de la señora Kawakami, cuando un hombre fue brutalmente golpeado por cantar canciones militares.

En el tren al barrio de Arakawa, Ono reflexiona sobre la forma en que las líneas de tranvía alteraron los barrios de la ciudad. Arakawa es un barrio que se benefició de la afluencia de gente que el tren permitió, y así se convirtió en el "barrio de placer". En la década del treinta, con la aparición de los trenes, el propietario del pequeño bar llamado Casa Yamagata deseaba mejorar su negocio. Para eso, Ono decidió ayudarlo organizando reuniones de artistas en el lugar y aumentando así su clientela. Cuando el local se transformó en un éxito, cambió su nombre a Migi-Hidari. Ono explica que conoció Casa Yamagata cuando se mudó muy cerca de su ubicación y trabajaba para una firma dirigida por el Maestro Takeda. Allí conoció a otros artistas, entre ellos, Yusunari Nakahara, un talentoso pero lento artista, que se ganaba la burla de sus compañeros y el apodo de "el Tortuga". De todo el grupo de trabajo, Ono era el único que defendía a Nakahara de las constantes burlas, y gracias a ello nació una amistad entre los dos pintores.

Varios meses después del ingreso de Nakahara, Ono le confesó que se iba a trabajar a la firma de un artista llamado Seiji Moriyama, y lo invitaba a hacer lo mismo, puesto que ya lo había recomendado ante Moriyama.

Ono cambia de tópico e intenta recordar un encuentro que tuvo con el doctor Saito, el padre del potencial marido de Noriko. El encuentro aconteció durante la última visita de Setsuko, cuando Ono llevó a su nieto al cine. En el tranvía mantuvo una breve charla con Saito y, antes de despedirse, el doctor mencionó que tenían un amigo en común, Kuroda, que estaba a punto de ocupar un puesto como profesor de arte en una nueva universidad. Después de decir que le transmitiría los saludos de Ono a Kuroda, Saito desembarcó.

En el cine, Ichiro decía no tener miedo, pero durante toda la película se tapó el rostro. Sin embargo, cuando luego habló con su madre y su tía, dijo que la película le había encantado. Por su parte, Ono mencionó casualmente que se había encontrado con Saito y que tenían un amigo en común. Por la noche, Setsuko habló con Ono a solas sobre dicho encuentro para sugerirle que hablara con Kuroda y así asegurarse de que no dijera nada que comprometiera el matrimonio de Noriko.

Ono visita a un antiguo colega del estudio de Moriyama llamado Chishu Matsuda. Recuerda que su primer encuentro con Matsuda se dio porque este lo buscó a él, explicando que trabajaba para la empresa Okada-Shingen, y que habían conversado por correo. Dicha empresa había sido, hasta la guerra, la principal creadora de tendencias en la escena artística de la ciudad. Sin embargo, Ono le dio un trato hostil y no demostró interés en sumarse a la empresa, ante lo que Matsuda se retiró, dejándole antes su tarjeta.

Ahora, al llegar a la casa de Matsuda, una enfermera atiende a Ono. El hombre está en un pésimo estado de salud, situación a la que Matsuda alude directamente, algo raro para la cultura japonesa. Luego menciona la separación entre ellos, que se dio en malos términos, aunque para Ono nunca estuvieron realmente peleados. Finalmente, Matsuda le consulta el motivo de su visita y Ono le explica que un detective podría visitarlo a raíz de las negociaciones matrimoniales de Noriko. Por eso, le pide que ante cualquier pregunta que le hagan respecto de su pasado, sería importante que respondiera con cuidado. Matsuda le contesta que solo tiene cosas positivas que decir sobre él, por lo que debería quedarse tranquilo. En cambio, Ono se siente inquieto por la forma en que Matsuda se expresa. Ono continúa diciendo que no deberían sentirse avergonzados de sus logros del pasado, incluso cuando la sociedad en general los condene. Matsuda le sugiere que visite a Kuroda y, momentos después, entra la enferma Suzuki para indicarles que ya es momento de que el enfermo descanse. Ono se retira, considerando que el encuentro fue fructífero.

Análisis

La relación entre el narrador y su nieto, Ichiro, pone de manifiesto otra de las tensiones existentes en el relato. Cuando Ono encuentra a Ichiro fingiendo ser un vaquero, se siente consternado y expresa su desaprobación. Ono cree que su nieto debería pensar más en héroes japoneses y señala amargamente que a un niño japonés de hace varios años no se le habría permitido ver películas de vaqueros estadounidenses: "—¡Ichiro! —dije con más firmeza—. Para un momento y escúchame. Es mucho más divertido jugar a ser un gran héroe como Yoshitsune, mucho más. ¿Quieres que te diga por qué? Escucha, Ichiro. Oji va a explicártelo. Ichiro, atiende a tu Oj-san, ¡Ichiro!" (p. 37). La insistencia del abuelo espanta al niño y la explicación queda trunca.

Este pasaje, al que se suman otros similares a lo largo de la obra, demuestra cierta tensión en el estatus de Japón a nivel internacional en los años de posguerra, y pone en evidencia las preocupaciones personales de Ono por las tradiciones y el prestigio japoneses que aparecen en evidente decadencia. Ante el exabrupto, Ono le pide perdón a su nieto y expresa que el niño puede jugar a ser quien le dé la gana. Su enojo, primero con los juegos del niño y luego con su propia actitud, evidencian la inseguridad que tiene el narrador sobre cómo ubicarse en la nueva realidad, tanto familiar como nacional. El episodio dispara los recuerdos de su propia infancia y la rebelión ante los mandatos de su padre, quien deseaba que abandonara sus aspiraciones artísticas para dedicarse a la pequeña empresa familiar. Luego, durante su vida adulta, Ono goza de un alto estatus como pintor famoso y respetable, hasta que la guerra cambia su fortuna, aunque de momento no se explicitan las razones, sino que tan solo se insinúan, como puede observarse en este diálogo entre el narrador e Ichiro:

—Mi padre dice que era usted un artista famoso, pero que tuvo que dejarlo.
—Ya me he jubilado, Ichiro. A cierta edad, todo el mundo se jubila. Hay que descansar, todo el mundo se lo merece.
—Mi padre dice que lo tuvo que dejar porque Japón perdió la guerra (p. 38).

Ono intenta bromear y no le da importancia al comentario de su nieto, pero queda claro para el lector de que allí se esconde el gran misterio de la novela: ¿Quién fue el narrador en el pasado, y qué relación tuvo con el Japón imperial que se sumó a la guerra como aliado de la Alemania nazi? Estas preguntas componen la base sobre la que el narrador se adentra gradualmente en el pasado.

En cierto sentido, estos episodios relacionan al narrador con el título de la obra, no porque el lector sepa qué es exactamente el mundo flotante que el artista retrata, sino porque esta idea evoca la inestabilidad y la incertidumbre en torno a la historia de Ono. Su identidad como artista, su rasgo más estable a lo largo de toda su vida, se encuentra ahora desestabilizada en ese nuevo mundo que es el Japón de posguerra. Sabemos, hasta ahora, que Ono tuvo que luchar contra su familia para poder convertirse en pintor. Sabemos también que durante años tuvo que soportar condiciones miserables bajo la tutela de su maestro Takeda, y que finalmente se convirtió en un referente importantísimo del mundo artístico de los años previos a la Segunda Guerra Mundial. En el presente de la narración, ya no se dedica al arte y sus pinturas están guardadas. Aunque todavía no se sabe qué es lo que cambió, sí tenemos algunas pistas: Ono sufrió terribles pérdidas personales durante la guerra, y también perdió prestigio, y se retiró del mundo del arte. Esto último parece que es una de las causas del fracaso matrimonial de Noriko: como bien se expresa en la novela, en la sociedad patriarcal y tradicional japonesa, son las familias las que arreglan los matrimonios y quienes deben investigarse mutuamente para determinar si son suficientemente honorables como para unirse entre sí. El primer compromiso de Noriko es cancelado por la familia del novio y, aunque no se sabe a ciencia cierta, la pérdida de reputación de Ono podría ser una de las causas. Sobre ello volveremos con mayor profundidad en los próximos párrafos.

Sabemos que Ono se toma en serio el patriotismo japonés. La escena entre él y su nieto que hemos citado anteriormente es esclarecedora al respecto: Estados Unidos y Japón fueron enemigos durante la Guerra, y las fuerzas estadounidenses ocuparon la isla nipona tras la victoria de los Aliados sobre el Eje. Esta ocupación alteró drásticamente las instituciones y la sociedad japonesa. Así, los miembros de la generación más joven, como Suichi y Jiro Miyake, están abiertos a la cultura occidental y se muestran muy críticos con el rígido conservadurismo de la generación precedente, a la que le echan la culpa por la catástrofe de la guerra. Las personas mayores que lideraron Japón antes y durante la guerra perdieron en muchos casos la oportunidad de convertirse en miembros plenos y activos de ese nuevo Japón occidentalizado. Por eso, se retiran de la vida pública, como Ono, o se suicidan cometiendo Harakiri, como el presidente de la compañía en la que trabajaba Jiro Miyake.

Antes de la guerra, el rol de Ono como artista estaba profundamente vinculado con su rol como ciudadano japonés. Esto puede observarse en los recuerdos que presenta de la inauguración del Migi-Hidari, el bar que él fomentó como lugar de encuentro para que los artistas pudieran celebrar y discutir sobre cuestiones patrióticas, relacionadas con la política del Emperador. A ello se le suma el apoyo que les brindó a sus aprendices para que se convirtieran en líderes de un Japón masculinizado (abiertamente misógino, como el propio Ono a lo largo de todo su relato) y nacionalista.

Poco a poco, el lector comprende el conflicto en el que se encuentra el narrador: por un lado, Ono parece sentirse avergonzado por el arte patriótico de la preguerra, mientras que, por otro, se muestra incapaz de renunciar a sus opiniones y a dejar de enorgullecerse por el Japón de su juventud. El problema es que ahora debe tener cuidado con su reputación, puesto que de ella puede depender el futuro de su hija, Noriko.

Las negociaciones matrimoniales de Noriko están arraigadas en la tradición japonesa; todo, desde el uso de una casamentera hasta el hecho de que, a los veintiséis años, se la considere casi una solterona, refleja las rutinas y expectativas de un proceso de compromiso japonés de antes de la guerra. Irónicamente, gran parte de esta negociación en particular gira en torno a la capacidad de prosperar en una sociedad japonesa posterior a la guerra y no nacionalista, en la que la cultura y la política están significativamente controladas por potencias extranjeras. La negociación matrimonial conlleva también, como hemos dicho anteriormente, la investigación de cada familia. Por eso, Ono corre el riesgo de ser expuesto como un exnacionalista que tuvo un rol activo en la promoción de un gobierno que llevó la nación a la ruina.

Cabe destacar que no todas las acciones de Ono son intentos altruistas de garantizar la felicidad de sus hijas. Insiste, por ejemplo, en llevar a Ichiro a ver una película que es demasiado aterradora para él. Ono claramente quiere a Ichiro, pero también intenta usarlo en el conflicto generacional entre él y sus hijas. Esto a menudo resulta en que su nieto se sienta aislado, asustado o confundido. El deseo de Ono de tener a Ichiro de su lado tiene varias posibles causas e implicaciones. La primera de ellas es oponerse a la generación de sus hijas, una generación permeable a la invasión cultural extranjera que, desde su punto de vida, está más interesada en ser complaciente con los Estados Unidos que en fomentar en sus hijos el amor por Japón. En este sentido, Ichiro está claramente influenciado por la cultura norteamericana, y quizás Ono piensa que todavía está a tiempo de rescatarlo e inculcarle una visión más patriótica del mundo.

Otra de las causas está relacionada con los roles de género. El narrador intenta conectar con su nieto principalmente en función de su masculinidad compartida. En las charlas que sostiene con otros artistas e intelectuales en el Migi-Hidari, Ono se muestra complacido por el espíritu cada vez más viril de los japoneses antes de la guerra, por lo que podríamos aventurar que su deseo es que Ichiro crezca y encarne dichos valores. Además, cabe recordar que Ono perdió a su hijo, Kenji, durante la guerra, por lo que su acercamiento a Ichiro también puede ser un intento de recuperar algo de su hijo muerto.

El hecho de que las causas que acabamos de mencionar estén formuladas como hipótesis está directamente relacionado con el tono de la novela y la estructura narrativa. En su relato, Ono se revela realmente como un narrador poco fiable: el lector sabe que oculta algo, que hay eventos de su pasado que prefiere no recordar y a los que se refiere solo tangencialmente, sin abordarlos nunca (como las muertes de su esposa y de su hijo). Además, dado su estilo narrativo, parco y poco ornamentado, parece que Ono no solo está evitando hablar de determinados hechos del pasado, sino que tampoco quiere sonar emocional o vulnerable. Lo que no queda claro es si este ocultamiento es intencional, o si se trata de la imposibilidad de enfrentarse con los eventos trágicos que han marcado su vida.

La estructura circular de la novela, que va y viene entre el pasado y el presente pero que no revela explícitamente el conflicto esencial, refleja el intento de Ono de procesar el pasado e integrarlo a su presente. Como no logra contarle directamente al lector los momentos más importantes de su vida, avanza en espirales, tratando de acercarse cada vez más a ellos, como veremos en las próximas secciones.