Tartufo

Tartufo La Compañía del Santo Sacramento

La Compañía del Santo Sacramento fue una sociedad secreta católica del siglo XVII que intentaba imponer la pureza moral y los valores religiosos como norma social. Fue la entidad que tuvo mayor responsabilidad en la censura de Tartufo. Cabe destacar que, dos años antes del estreno de la obra, en 1662, la Compañía del Santo Sacramento ya había tenido problemas con Molière por la moralidad de La escuela de las mujeres, otra obra del autor.

La Compañía fue fundada en 1630, en el convento de los frailes capuchinos, por Henri de Levis, Henri de Pichery, Jacques Adhemar, Monteil de Grignan y Philippe d’Angoumois. Tiempo después, Grignan se convertiría en un importante obispo, y Pichery, en oficial de la casa de Luis XIV, lo que explica la importante influencia que tuvo la Compañía sobre el rey a la hora de censurar la obra, pese a que a este le había gustado y que tenía buena relación con Molière. La Compañía del Santo Sacramento se caracterizaba por realizar numerosos actos de caridad, demostrando así su benevolencia. Es por esto que el personaje de Tartufo, un hombre que constantemente hace gala de ayudar a los pobres para demostrar su piedad, era visto por la Compañía como una amenaza e incluso una burla a los valores que ellos prodigaban.

Al ser secreta, la Compañía no era reconocida oficialmente por Roma, y por lo tanto, no tenía poder directo, sino que debía hacer valer sus influencias políticas para llevar a cabo sus propósitos. Los temas importantes o controvertidos nunca eran discutidos por todos sus integrantes, sino en pequeñas reuniones en las que solamente participan los miembros más importantes. La intención de mantenerse en las sombras era tan importante que la Compañía, durante toda su historia, nunca imprimió nada, ni hay actas de las reuniones. Sin embargo, su alcance llegó a ser inmenso: se calcula que, en su apogeo, tenía más de cincuenta dependencias, dentro y fuera de París.

Fundamentalmente, la Compañía trabajaba para fomentar los valores morales en los laicos (es importante destacar que el laicismo había crecido mucho en el siglo XVII en Francia), promover el comportamiento adecuado en el clero y los monasterios, promover las misiones mundiales de evangelización, mejorar los hospitales y las condiciones de vida en la prisión, y lograr que los pobres puedan tener representación legal. Hacía grandes donaciones de dinero a los pobres y, durante la guerra, escuchaba las confesiones de los heridos antes de morir. Por otro lado, la Compañía combatía con vehemencia al protestantismo en pos de imponer el catolicismo como única religión.

El conflicto con Tartufo es, probablemente, el hito más paradójico de la historia de la Compañía. La Compañía ve en la obra de Molière una burla directa a la religión y, sobre todo, a quienes la profesan. La paradoja es que terminan censurando una obra que intentaba criticar, a través de su protagonista (un hombre que se burla de los valores religiosos, y que es claramente un villano), a aquellos que no respetaban verdaderamente la religión. Es decir, la obra coincidía con la Compañía en su defensa de la religión como un valor fundamental y, sin embargo, fue censurada por esta. Molière, incluso, es procesado judicialmente en 1664 y, como resultado de este proceso, la versión definitiva y completa de Tartufo no se publica hasta 1669, tres años después de la desaparición de la Compañía del Santo Sacramento.