Tartufo

Intenciones de Molière

Al escribir esta obra, Molière ataca un bastión muy influyente: los falsos devotos. Entre ellos se encuentran hombres religiosos sinceros pero también manipuladores conscientes del poder que puede proporcionarles su devoción. Este segundo grupo es el que el autor ataca.

Con la situación doméstica que Molière refleja en el Tartufo quiere reflejar al mismo tiempo la situación política en Francia: Luis XIV, monarca absolutista de poder no discutido (comparable al de un padre de familia), estaba rodeado de una serie de personas que se dieron cuenta de que la única manera de mandar en Francia era acercarse al rey e influirle, presentándose como personas de pleno sentir religioso y moralidad intachable.

Molière quería que la autoridad real se ejerciese y se alejase a esas personas, que fueron las que no permitieron la representación del Tartufo (ni siquiera bajo el título El impostor), por lo que tuvo que alterar su obra en varias ocasiones. De hecho, el último acto enseña cómo la familia solo puede apelar a una fuerza exterior. Él quería que eso, trasladado al plano político, simbolizase que solo el rey y la justicia real podían resolver los problemas del pueblo francés.

El rey lo comprendió y levantó la prohibición de la obra en 1669.


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