Poemas de Alejandra Pizarnik

Poemas de Alejandra Pizarnik Resumen y Análisis "Presencia"

Resumen

La voz poética habla acerca de la voz de otra persona, afirmando que esta tiene el poder de quitarle el sufrimiento, y termina rogándole que le hable siempre.

Análisis

“Presencia” es un poema muy particular dentro de la obra de Pizarnik. El tema del amor y del lenguaje son los más importantes pero, a diferencia de como suelen aparecer en sus poemas, aquí son una posibilidad de salvación para la voz poética.

Si en todos los poemas que hemos analizado en la guía, el amor hacia otra persona aparece como una farsa, como un imposible o, incluso como algo que vuelve más grave el sinsentido de vivir, en “Presencia” la voz poética necesita a esa otra persona; necesita que siga junto a ella para poder evitar ese sinsentido doloroso.

Por otro lado, si tanto en el análisis del poema “13” como en el de “Hija del viento” hemos visto que el lenguaje no es capaz de explicar el dolor de este mundo, sino que incluso “las palabras se suicidan” (“Hija del viento”, p.77), en “Presencia” es justamente a través del lenguaje que la otra persona le quita el dolor a la voz poética.

El poema comienza: “tu voz/ en este no poder salirse de las cosas/ de mi mirada/ ellas me desposeen/ hacen de mí un barco sobre un río de piedras” (p.162). La voz poética comienza invocando esa voz de otra persona. Sin embargo, luego de decir “tu voz”, no continúa hablando sobre ella, sino que describe su propio dolor, para luego volver a describir cómo esa voz la saca de ese estado. Esa primera aparición de “tu voz” se aparece allí para dejar en claro, desde el principio, que la voz poética le habla a otra persona. Es importante destacar esto, ya que en la gran mayoría de los poemas de Pizarnik, la voz poética no habla con nadie o, en todo caso, lo hace consigo misma.

Ahora bien, el dolor o la angustia que describe después la voz poética se relacionan con su dificultad de conectarse con el mundo que la rodea. Habla de “las cosas” como si tuvieran el poder de atrapar su mirada y obsesionarla hasta olvidarse de ella misma. Aquí vuelve a aparecer el motivo de la ajenidad del propio cuerpo, que no puede moverse en ese mundo pues está paralizado, como es expresado a través de la alegoría del barco sobre el río de piedras (ver sección “Símbolos, alegorías y motivos” en esta misma guía).

Luego, la voz poética afirma: “si no es tu voz/ lluvia sola en mi silencio de fiebres/ tú me desatas los ojos/ y por favor/ que me hables/ siempre” (p.162). Aquí la voz poética vuelve a mencionar la voz de la otra persona describiéndola a través de la alegoría de la lluvia y el silencio de fiebres, como aquello que calma su dolor (ver sección “Símbolos, alegorías y motivos”). El verso “tú me desatas los ojos” remite al sufrimiento de la voz poética que no puede dejar de mirar aquello que la atrapa, y a cómo la otra persona resuelve ese problema. Es como si, a través de su voz, sus palabras, su lenguaje, la otra persona tuviera el poder de devolver a la voz poética a la realidad, a su propio cuerpo. Por eso, ella, en el final, le ruega que le hable siempre. Es decir, que esté siempre presente. De allí se desprende el título del poema: “Presencia”.