Poemas de Alejandra Pizarnik

Poemas de Alejandra Pizarnik Resumen y Análisis "La última inocencia"

Resumen

La voz poética afirma que debe partir y deshacerse de todo lo que la angustia. Al final del poema, la voz se habla a sí misma y, de manera imperativa, se ordena partir.

Análisis

Este es el poema que le da título al tercer poemario de Alejandra Pizarnik. Por eso mismo, al comenzar a leerlo, lo primero que el lector intenta develar es cuál es esa “última inocencia”, tan importante dentro del libro. La respuesta a la pregunta se encuentra rápidamente en la primera estrofa: “Partir/ en cuerpo y alma/ partir” (p.61). Esa “partida” no puede ser de un lugar físico a otro lugar físico porque es “en cuerpo y alma”. Esa partida es, entonces, hacia la muerte. La “última inocencia” que se pierde es la de intentar vivir. Es la última porque, al perderla, solamente queda la muerte. Esta constituye uno de los temas más importantes de la obra de Pizarnik, si no el más importante. Pero, en este caso, no es cualquier muerte de la que se habla, sino la del suicida.

Si bien es importante tener en claro que no debe confundirse la vida de la autora con lo expresado poéticamente en su obra, en este poema es imposible no percibir la estrecha relación entre vida y obra, ya que sabemos que Pizarnik se suicidó a los 36 años, luego de una vida de mucho sufrimiento y angustia. A diferencia de otros poetas que, a través de la poesía, cuestionan conceptos filosóficos, observan el comportamiento humano o describen ciudades o paisajes naturales, Pizarnik, desde el comienzo hasta el final de su obra, escribe sobre sí misma. Escribe sobre su dolor, intentando comprenderlo mediante su poesía. Este poema, escrito además a sus veinte años, es uno de los más directos y tristes de toda su obra.

En la segunda estrofa aparece el motivo por el cual la voz poética desea partir: “Partir/ deshacerse de las miradas opresoras/ piedras opresoras/ que duermen en la garganta” (p.61). La voz poética se siente juzgada por los otros. Sus miradas son, metafóricamente, piedras en su garganta. Esas piedras no solamente representan la opresión, sino también la imposibilidad de hablar, de comunicarse con esos otros. La soledad, otro de los temas claves de Pizarnik, aparece aquí con total claridad.

En la tercera estrofa, la voz poética da más motivos acerca de por qué debe partir. Estos no se relacionan directamente con la soledad, sino con otro de los temas que atraviesa su obra: el sinsentido de la existencia. “He de partir/ no más inercia bajo el sol/ no más sangre anonadada/ no más formar fila para morir” (p.61). Ahora el verbo “partir” está acompañado por el imperativo: “He de partir”. Las tres imágenes que aparecen luego nos demuestran que la voz poética está detenida en la vida, sin sentir ninguna emoción, como si estuviera haciendo un lento trámite que debe terminar pronto.

A continuación, luego de volver a aparecer el “He de partir”, la voz poética se ordena a sí misma, con mucha mayor firmeza: “Pero arremete, ¡viajera!” (p.61). Es como si el cuerpo de la protagonista tuviera miedo y prefiriera quedarse en el sinsentido, y entonces la voz poética se gritara a sí misma, llamándose “viajera” en tercera persona, y utilizando el verbo “arremeter” para sacarse a sí misma, inmediatamente, de ese miedo que la mantiene detenida, y partir hacia la muerte. En el poema "El despertar", escrito dos años después, Pizarnik vuelve a referirse a la pérdida de la última inocencia (ver análisis de dicho poema en esta misma guía).