Mil soles espléndidos

Mil soles espléndidos Resumen y Análisis Parte 2, Capítulos 16-26

Resumen

Capítulo 16

La historia avanza nueve años con respecto al capítulo anterior y se ubica en 1987. Ahora, el narrador se focaliza en otro personaje: Laila, la hija de Fariba y Hakim, que nace durante la toma del gobierno de Afganistán por parte de los comunistas.

Laila se prepara para ir a la escuela mientras piensa en su amigo Tariq, a quien extraña porque se fue de Kabul por unos días. Desde el piso de abajo se escuchan las peleas de sus padres, que en algún momento supieron quererse, pero en la actualidad solo discuten. Sus hermanos, Ahmad y Nur, se unieron a los muyahidines en su yihad contra los soviéticos, algo que tanto Laila como Fariba le recriminan a Hakim por haberlo permitido.

En la escuela, Laila padece los retos de su maestra Shanzai, una mujer muy hostil que acostumbra a pegarles a los niños y se la pasa hablando de la importancia del comunismo para el bienestar de Afganistán y de la bondad de los soviéticos. Por la severidad de la maestra, los niños no se atreven a mencionar los rumores de que, con la alianza del presidente Reagan y varios países árabes, los soviéticos están siendo derrotados.

Laila vuelve a casa con sus amigas, Hasina y Giti, puesto que su madre olvidó nuevamente ir a buscarla. En el camino hablan sobre cómo hacer para espantar a los pretendientes con los que sus familias consideran casarlas. Hasina está pronta a contraer matrimonio, una situación totalmente diferente a la de Laila, para cuyo padre la prioridad es la educación. Hasina se burla amistosamente de la relación que Laila tiene con Tariq, y en esa conversación se revela que el joven perdió una pierna por culpa de una mina antipersonas colocada por los comunistas. Al final del capítulo, Laila es apuntada con el cañón de una pistola.

Capítulo 17

Quien le apunta a Laila con un arma es Jadim, un vecino de once años de edad que suele burlarse de la niña y de Tariq y, en esa ocasión, le dispara chorros de orina con su arma de juguete. Laila escapa corriendo a su casa y, mientras se lava, piensa que si Tariq hubiese estado presente o si su madre no hubiese olvidado ir a buscarla nada de eso habría pasado.

Fariba es descrita como una persona con un estado de ánimo fluctuante que vive abrumada por la ausencia de sus hijos, a quienes considera unos santos. Laila, por su parte, se siente poco querida por su madre, y se da cuenta de lo poco presente que está para ella. Cuando entra a su cuarto para contarle lo que le ha sucedido, Laila descubre que su madre se encuentra en un estado de indiferencia absoluta y no logra preocuparse por los problemas de su hija. Finalmente, Fariba le promete con poca convicción que al día siguiente la irá a buscar a la escuela.

Capítulo 18

Finalmente, Tariq regresa a su casa. Laila lo visita por la mañana y se queda a almorzar. Más tarde, mientras se dirigen a la casa de Laila, se cruzan a Jadim en la calle y la niña no puede evitar contarle a Tariq el episodio de la orina. Ante esto, Tariq enfrenta a Jadim, quien nunca más vuelve a molestar a Laila.

Laila y Hakim cenan sin Fariba, una situación que se torna cada vez más usual. Hakim le explica a su hija que perdió su trabajo en la escuela porque los comunistas los despidieron, y aun así destaca aspectos positivos del gobierno en relación con la educación en Afganistán, especialmente en lo que respecta a la alfabetización de las mujeres. Repentinamente, la conversación se ve interrumpida por un llamado a la puerta.

Capítulo 19

Un desconocido llega a la casa de Hakim para anunciar la muerte de Ahmad y Nur. Al día siguiente se ejecutan los ritos funerarios. A pesar de que sus padres están devastados, Laila no llega a sentir verdadero dolor, principalmente porque casi no llegó a conocer a sus hermanos, y esto la llena de culpa.

Capítulo 20

La salud de Fariba empeora drásticamente, pero los exámenes médicos indican que el cuerpo está en perfecto estado. Fariba no puede dejar de pensar en sus hijos y Laila queda totalmente relegada ante su dolor. Para ayudar a su padre en el mantenimiento de la casa, Laila se hace cargo de las tareas domésticas y toma la precaución de ocultar los objetos punzantes y las medicaciones que le puedan servir a Fariba para suicidarse.

Capítulo 21

Hakim lleva a su hija y a Tariq de paseo para que conozcan lugares de gran importancia histórica para Afganistán. Primero los lleva a la Ciudad Roja y luego a Bamiyán, a conocer las dos inmensas y famosas esculturas de Buda talladas en la roca. Allí, Hakim confiesa el dolor que padece por la pérdida sus hijos, pero a su vez no deja de destacar la importancia que Laila tiene para él. Más tarde, Hakim le cuenta a su hija sobre su fantasía de mudarse a otro país, pero ambos saben que Fariba jamás consentirá abandonar la tierra por la que pelearon y murieron sus hijos.

Seis meses transcurren. Hakim llega a su hogar con la noticia de que se firmó el tratado de Ginebra, que implica la retirada de los soviéticos de Afganistán. Por su parte, Fariba permanece escéptica y considera que, mientras Nayibulá siga al poder, el régimen comunista y la guerra continuaran azotando al país.

Capítulo 22

Al año siguiente, en 1988, los comunistas finalmente se retiran de Kabul y los muyahidines llegan al poder.

Capítulo 23

Corre el año 1992; el narrador hace un paneo general de los acontecimientos importantes de los últimos meses: el padre de Tariq sufrió tres infartos; la amiga de Laila, Hasina, fue obligada a casarse con su primo; la Unión Soviética está perdiendo rápidamente su poder, y Nayibulá, finalmente, se rindió. Ahora, el país se denomina Estado Islámico de Afganistán.

Fariba se ha convertido en una mujer nueva, tan animada por los acontecimientos históricos que decide organizar una fiesta. Mientras se encarga de los preparativos, habla con Laila sobre su vínculo con Tariq, y le advierte que ambos están grandes y que, si siguen manteniendo el tipo de relación que tienen, la gente comenzará a hablar sobre ellos. Durante esta conversación, Laila comprende que está enamorada de Tariq, y que el resto de la gente lo ha notado antes que ella.

En la fiesta, hombres y mujeres se agrupan por separado. Los hombres se reúnen en el patio, mientras que las mujeres lo hacen en la sala de estar. Laila se encuentra entre ellas, y escucha las conversaciones sobre prometidos y noviazgos. En un momento, la muchacha se aleja junto a Tariq y se esconden a la entrada de un callejón. Tariq comienza a fumar y Laila lo reprende. Él le confiesa que solo tiene ojos para ella, pero como Laila no comprende si es en tono de broma, no puede sincerarse con sus sentimientos. Finalmente, la charla es interrumpida por un alboroto; un tayiko y un pastún, trabados en una discusión política, se golpean en medio de la fiesta. Los ánimos están caldeados porque se eligió a Rabbani, el líder de una facción de muyahidines, como presidente. La decisión ha generado conflictos entre las otras facciones de muyahidines, quienes se han comenzado a disputar el territorio.

A los pocos días, empiezan a caer misiles sobre Kabul y Fariba vuelve a encerrarse en su cuarto.

Capítulo 24

La guerra se desata nuevamente en Kabul y la gente se acostumbra al sonido de las bombas que caen sobre la ciudad y a las patrullas de muyahidines que detienen e interrogan a la gente de forma constante. Ante esta situación, Tariq se compra un arma, acción que Laila reprende, aunque el joven le asegura que es para protegerla a ella de los guerrilleros.

Las clases en la escuela se han suspendido, y Hakim comienza a enseñarle a su hija en su casa. Giti, la amiga de Laila, muere junto a otras dos chicas por causa de un misil que les cae encima. Esta es la primera vez que Laila experimenta la muerte directamente sobre un ser querido.

Capítulo 25

Poco tiempo después, Tariq le cuenta a Laila que al día siguiente se va con su familia de Kabul a Pakistán. Luego de una extensa charla, los jóvenes tienen relaciones sexuales por primera vez. Tariq le propone que se casen y se vayan juntos a Pakistán. Aunque Laila desea acompañar al amor de su vida, la situación de su familia se lo impide: Fariba no quiere irse de Kabul y Hakim no puede dejar sola a su esposa.

Capítulo 26

Laila piensa en las relaciones sexuales que tuvo con Tariq. A pesar de que siente que no hizo nada malo, la culpa la abruma. De repente, sus pensamientos son interrumpidos por Hakim, que celebra a los gritos que Fariba haya accedido a abandonar Kabul.

Fariba finalmente acepta abandonar la ciudad porque pocos días antes una bala perdida impactó a pocos centímetros de la cabeza de Laila, en su propia casa. El día de la mudanza, Laila se encuentra en el patio, sacando a la calle las cosas que deben subir al taxi, cuando una bomba impacta sobre su casa. La niña sobrevive, pero queda tapada por escombros hasta que alguien la rescata.

Análisis

La segunda parte del libro comprende los capítulos dieciseis a veintiseis y está dedicada a la segunda protagonista femenina de esta historia: Laila. Al inicio de esta nueva sección de la obra, nueve años han transcurrido desde el golpe de estado de 1978, y la focalización narrativa ahora recae sobre la hija de Fariba y Hakim, quien ha nacido durante el año de la revolución y ahora es una niña nueve años.

Al igual que al comienzo de la novela, cuando Mariam era una niña, que la focalización esté nuevamente puesta sobre un personaje en pleno crecimiento le permite al autor explicitar cuestiones culturales y explicarlas al lector occidental conforme las descubre la protagonista. Cabe señalar también que al volver sobre el desarrollo de un nuevo personaje femenino, Mil soles espléndidos posee muchas características propias de la novela de formación o aprendizaje; estas se concentran en el crecimiento y la maduración de un personaje, desde su infancia hasta su conversión en un adulto funcional para la sociedad. En dichos procesos de maduración, existen siempre ciertos hitos que funcionan a modo de rituales de paso simbólicos entre una etapa de la vida y la otra.

En la primera parte, la novela se concentró en el proceso de aprendizaje y maduración de Mariam, una niña bastarda que no fue al colegio ni pudo decidir sobre su destino. La niñez de Mariam, como hemos visto, acaba brutalmente cuando su padre decide casarla con Rashid, el rito social que determina el fin de la infancia de una mujer y su conversión en una adulta lista para hacerse cargo de los deberes que la estructura social le impone a las mujeres. La sección dedicada Mariam finaliza, justamente, cuando el proceso de maduración de este personaje llega a su fin y su vida se vuelve una calamidad rutinaria a manos de su esposo.

La crianza de Laila presenta un fuerte contraste en relación con la de Mariam. Hakim, su padre, es un intelectual universitario que ha dado clases en su propio instituto por mucho tiempo, hasta la llegada de los comunistas al poder. Su visión del mundo y de la cultura afgana es totalmente diferente a la de Rashid: Hakim desea que las mujeres tengan mayor participación en todas las esferas de la actividad humana y que gocen de los mismos derechos que los hombres. Por eso, envía a Laila a la escuela y, además, le asegura que él no la casará contra su voluntad, sino que la dejará elegir esposo. Además, Hakim le asegura a su hija que confía plenamente en sus capacidades y que está seguro de que triunfará en el futuro. La confianza y el apoyo que recibe Laila es opuesto a la crianza que recibió Mariam, cuya madre no quiso mandarla al colegio y le aseguró que educar a una bastarda sería un desperdicio total.

Mediante el contrapunto que se establece entre las infancias de las dos protagonistas, Hosseini logra caracterizar dos fuerzas opuestas que estructuran la sociedad afgana: por un lado, un sector tradicionalista y conservador que oprime a la mujer y la obliga a prestar sumisión a las figuras masculinas de su familia y, por otro, un sector progresista que desea modernizar las tradiciones afganas y emancipar a la mujer del yugo masculino. En la tercera parte de la novela, como se verá más adelante, estos dos estilos de crianza contrapuestos serán confrontados cuando Mariam y Laila terminen viviendo juntas, ambas como esposas de Rashid.

Los primeros cuatro capítulos de esta segunda parte de la novela representan una interrupción de los males que aquejan a Mariam y le dan un respiro esperanzador al lector. El narrador se concentra en la infancia feliz de Laila y, especialmente, en su relación con Tariq. Sin embargo, a pesar de esta perspectiva más positiva sobre la vida en Kabul, toda la historia de Laila está atravesada por los problemas sociales que acarrean los constantes enfrentamientos entre diversos grupos milicianos y los contextos políticos e ideológicos se convierten en el telón de fondo de su historia personal.

Los sentimientos de amor y camaradería que se dan entre Laila y Tariq profundizan el contrapunto entre las realidades de las dos protagonistas: Mientras que Mariam vive aterrorizada por la violencia de su esposo, Laila ama a Tariq (aunque le lleva mucho tiempo comprender qué es lo que siente por su amigo) y este amor es correspondido. A pesar de que los muchachos no están unidos por el matrimonio, los lazos que existen entre ellos son mucho más profundos y parecen más legítimos que los que atan a Mariam a su esposo. En su adolescencia, tras un noviazgo a escondidas y ante el inminente exilio de Tariq en Pakistán, la pareja consuma el acto sexual y, aunque la religión los considere pecadores por tener sexo fuera de la institución del matrimonio, ambos sienten que no puede haber nada de malo en el amor que se profesan. En este episodio, es clara la crítica al matrimonio como la única institución que permite el amor carnal, ya que la pasión con la que Laila y Tariq se unen es mucho más genuina, placentera y bienintencionada que la violación constante que sufre Mariam en manos de su esposo.

Sin embargo, la unión sexual por fuera del matrimonio instala por primera vez el tema de la culpa en Laila, quien siente la presión de las normas sociales que tan rígidamente estructuran su vida y no puede dejar de pensar que ha cometido un acto en contra de Alá y de sus preceptos. A pesar de todo esto, es tanta la felicidad que le produce la unión con su amado que Laila logra sobreponerse a los sentimientos de culpa, y durante los años siguientes hace un esfuerzo consciente por recordar con detalles aquel momento.

Aunque la infancia de Laila se plantee como un lugar feliz, la ausencia de sus hermanos empaña la dicha familiar y afecta profundamente a Fariba, quien se encuentra sumida en la depresión y apenas presta atención a su hija. Tras el golpe de Estado perpetrado en 1978 y la llegada de los comunistas al poder, Ahmad y Nur parten en 1980 para unirse a los muyahidines en su yihad. "Muyahidín" es la denominación que recibe aquel que se aboca a hacer la yihad, es decir, la guerra por su fe. En general, el término designa a las numerosas facciones que, a partir de fines de 1970, se oponen al gobierno comunista y emprenden el conflicto armado que se extiende durante las siguientes décadas. Estos grupos, generalmente compuestos de extremistas religiosos, fundamentan su accionar en el cumplimiento de los mandamientos de Alá. En este sentido, la yihad representa una obligación religiosa de los musulmanes y se refiere directamente al llamamiento religioso a emprender la guerra para imponer la ley de Dios y los dogmas del Corán.

La ausencia de Ahmad y Nur introduce al lector la fuerte conexión de las familias afganas con su nación y, a ojos de Fariba, sus muertes simbolizan el sacrificio personal en pos de una creencia. Por otra parte, a través de la historia de estos dos personajes, el narrador introduce el conflicto bélico que desgarra y divide a la sociedad afgana. Esto puede verse en la relación que Laila debe establecer con su maestra, quien simpatiza con los comunistas y se refiere al golpe de Estado de 1978 como una revolución:

Yihad era otra palabra prohibida. Según ella, ni siquiera había guerra en las provincias, solo escaramuzas contra revoltosos incitados por personas a las que llamaba agitadores extranjeros. Y desde luego, nadie, nadie en absoluto se atrevía a repetir en su presencia los crecientes rumores de que, al cabo de ocho años de guerra, los soviéticos estaban siendo derrotados. Sobre todo ahora que el presidente americano Reagan había empezado a entregar misiles Stinger a los muyahidines para que derribaran helicópteros soviéticos, y que musulmanes de todo el mundo se estaban adhiriendo a la causa: egipcios, pakistaníes, e incluso los ricos saudíes, que dejaban sus millones atrás para irse a combatir en la yihad de Afganistán (p. 108).

La educación que recibe Laila no está exenta de adoctrinamiento. La maestra no solo elogia la Unión Soviética, sino que insta a sus estudiantes a delatar a cualquier persona que sea contraria a su ideología:

Afirmaba que la Unión Soviética era la mejor nación del mundo junto con Afganistán. Allí se trataba bien a los trabajadores, que eran todos iguales. En la Unión Soviética todo el mundo era feliz y cordial, al contrario que en América, donde se producían tantos delitos que la gente tenía miedo de salir a la calle (...).

—Debéis informar de cualquiera que pueda tener información sobre los rebeldes. Es vuestro deber. Debéis escuchar y luego informar. Aunque se trate de vuestros padres, tíos o tías. Porque ninguno de ellos os ama tanto como vuestro país. ¡Vuestro país es lo primero, recordadlo bien! (p. 107)

Esto pone a Laila en una situación comprometida, puesto que toda su familia es anticomunista y sus hermanos, incluso, se han unido a la milicia. Sin embargo, la sagacidad y la inteligencia de la niña se hacen evidentes en su comprensión temprana del conflicto que atraviesa la sociedad.

Como puede verse en estos pasajes, el conflicto afgano es multidimensional e incluye a un grupo complejo de actores, entre los que destacan las diversas fuerzas milicianas de los muyahidines, pero también los intereses extranjeros de la Unión Soviética y de Estados Unidos. El conflicto es tanto político como profundamente cultural y religioso; por un lado, las décadas que van del 1970 a 2000 son el escenario de una batalla cultural entre religiosos extremistas del islam y una población más progresista y flexible, dispuesta a adaptar sus costumbres y sus tradiciones al cambiante contexto de fines del siglo XX. Por otro lado, la batalla se da también en un plano ideológico, entre comunistas y anticomunistas. Quienes desean echar a los comunistas no son tan solo los conservadores, como Rashid, que desean mantener inalteradas las tradiciones religiosas y culturales de Afganistán, sino también liberales que desean el progreso para Afganistán, como la familia de Laila, y que ven en el régimen comunista un sistema opresor y violento que coarta las libertades del pueblo. Así, Mil soles esplendidos presenta personajes con intereses e ideologías complejas, como la maestra de Laila, que es comunista y lucha por los derechos de las mujeres; Hakim, que es anticomunista pero igualmente lucha por la educación y la emancipación femenina, y Rashid, que es anticomunista y desea mantener los privilegios masculinos sobre los femeninos.

Los conflictos políticos están totalmente ligados a los históricos conflictos étnicos de la región, y muchos personajes así lo manifiestan. En esta segunda parte de la novela, el foco está puesto en una familia tayika, una minoría étnica que históricamente estuvo bajo dominio de los pastunes, el grupo étnico mayoritario de Afganistán:

Babi decía que había tensiones entre su gente, los tayikos, que eran una minoría, y la gente de Tariq, los pastunes, que eran el grupo étnico más numeroso de Afganistán.

—Los tayikos siempre se han sentido despreciados —le había explicado Babi—. Los reyes pastunes han gobernado este país durante cerca de doscientos cincuenta años, Laila, y los tayikos solo durante nueve meses en mil novecientos veintinueve (pp. 123-124).

Sin embargo, las diferencias étnicas no representan un problema ni para la familia de Laila ni para la de Tariq, con lo que una vez más se hace evidente el contraste entre ellos y Rashid, quien desprecia a los tayikos y los acusa de los males que aquejan al país.

La diversidad étnica está, como hemos dicho, en la base de los conflictos afganos. Esto se debe a la ubicación geográfica de Afganistán, situada en el corazón de Asia, próxima a Irán, India, China y Rusia. Muchos estudiosos han definido a Afganistán como un Estado joven pero un país viejo, ya que su territorio ha visto desarrollarse numerosas civilizaciones (los persas, los mongoles, los griegos y los árabes, por mencionar algunas), pero el país que actualmente se conoce con dicho nombre fue fundado a mediados del siglo XVIII por tribus pastunes de origen indoeuropeo que sometieron al resto de las etnias de la zona. A su vez, cabe destacar que la sociedad afgana siempre fue muy apegada a costumbres que se han transmitido de generación en generación y a la religión musulmana, y es esta última la que sirve como elemento en común que liga a los diversos grupos étnicos que la pueblan.

Así, el islam, aunque en diferentes variantes, impregna todas las esferas de la vida, tanto privada como social, y es el gran factor de unidad nacional: más del 99% de la población afgana es musulmana. Sin embargo, tal como afirman los estudiosos de esta región, el islam no es solo una religión, sino que es una forma de vida, animada por un espíritu en común que los pueblos comparten de un país a otro, a pesar de sus diferencias. El islam proporciona el sistema de valores y el código de normas que ordenan y regulan la vida en sociedad, y aportan también la identidad cultural compartida.

Tal es el trasfondo de Mil soles espléndidos. Hacia el final de la segunda parte de la novela, los muyahidines expulsan a los soviéticos, pero esto deriva luego en un extenso conflicto entre diversas facciones de milicianos, que deja la ciudad en ruinas y acaba con la vida de los padres de Laila:

Armados hasta los dientes, pero faltos de un enemigo común, los muyahidines habían hallado oponentes entre las diferentes facciones.

Llegó por fin la hora de la verdad.

Y cuando empezaron a llover misiles sobre Kabul, la gente corrió a buscar refugio. También mammy, que volvió a vestirse de negro, se metió en su habitación, corrió las cortinas y se cubrió con la manta (p. 162).

La tragedia familiar y personal de Laila está íntimamente ligada a la situación de Afganistán, y sobre ello volveremos en la siguiente sección.