Mil soles espléndidos

Mil soles espléndidos Resumen y Análisis Parte 1, Capítulos 1-8

Resumen

Capítulo 1

La historia comienza con Mariam, una niña que espera ansiosa la visita de su padre, Yalil. Por culpa de los nervios, Mariam rompe el valioso juego de té de su madre, Nana, quien la reprende y la llama harami, palabra que significa "bastardo" en farsi. A diferencia de Nana, su padre jamás la agravia con malos tratos, sino todo lo contrario: le cuenta hermosas historias sobre Herat, la ciudad en la que ella nació. Cada vez que su padre se marcha, sin embargo, Nana se encarga de desmentir dichas historias y de decirle a su hija que Yalil es una persona mentirosa y despreciable.

Yalil es uno de los hombres más ricos de Herat. Tiene tres esposas y nueve hijos legítimos a quienes Marian, por ser una hija bastarda, no conoce. El narrador explica el vínculo entre los padres de Mariam: Nana trabajaba como ama de llaves para Yalil, pero este, luego de dejarla embarazada, la echó de su casa y le construyó el pequeño kolba para que viviera con su hija, aislada del mundo. Nana le explica a Mariam que Yalil, para preservar su imagen, le dijo a sus esposas que ella lo había obligado a tener relaciones. De esta forma, le advierte sobre el peligro de los hombres, quienes siempre están dispuestos a culpar a una mujer de las faltas que ellos cometen.

Capítulo 2

Nana le cuenta a Mariam que una vez estuvo a punto de casarse, cuando tenía quince años. La boda no se pudo concretar porque un yinn, un espíritu de la cultura afgana que puede ser benévolo o maléfico, la poseyó y le generó unas fuertes convulsiones. Cuando esta noticia se esparció, la familia del pretendiente anuló la boda, y desde entonces Mariam no volvió a tener otra propuesta de matrimonio.

Los relatos que Nana y Yalil le cuentan a Mariam sobre su nacimiento son muy diferentes. Nana dice que se prolongó dos días, que le implicó muchísimo dolor y que lo tuvo que atravesar en completa soledad en el kolba. En cambio, Yalil cuenta que el nacimiento se produjo en un hospital. Nana asegura que Yalil no visitó a la niña hasta pasado un mes del nacimiento, mientras que este asegura haber ido rápidamente. Mariam, en medio de los conflictos de sus padres, se inclina a creer más en las versiones de Yalil.

Capítulo 3

Una vez al mes, dos hijos de Yalil acuden al kolba a entregarle provisiones a Mariam y Nana. En estos momentos, los jóvenes no intercambian palabra alguna, y reciben agresiones de Nana que hacen sentir vergüenza a Mariam.

Madre e hija se dedican a cuidar el kolba, a cocinar, y cuidar el ganado. Llevan un estilo de vida muy ermitaño, ya que Nana no disfruta de ninguna visita. Sin embargo, algunas pocas personas suelen llegar hasta la casa: Habib Jan, el arbab -esto es, el jefe- de la aldea Gul Daman, la más próxima al kolba, se presenta una vez al mes con algún alimento como obsequio. Bibi, una anciana, suele ir a charlar sobre sus dolores y sobre los chismes de Herat. Sin embargo, la visita predilecta de Nana es la del ulema Faizulá, un anciano profesor del Corán que acude al kolba para enseñarle a leer y a escribir a Mariam.

Un día, Mariam le confiesa a Faizulá que desde hace un tiempo desea ir a la escuela, algo en lo que piensa desde que se enteró de que las hijas legítimas de Yalil habían ingresado a una escuela de mujeres. Faizulá le pide permiso a Nana para que Mariam pueda incorporarse a la escuela, pero esta se niega y, ofendida, le pide que no se meta en cuestiones privadas. Nana le dice a su hija que las mujeres como ellas no pueden aprender nada útil de la escuela, y que lo único que necesitan saber hacer es resistir.

Capítulo 4

El jueves es el día estipulado para la visita de Yalil al kolba. Dos días antes, Mariam comienza a esperarlo con ansiedad, aunque cuando su padre finalmente llega, debe controlar su efusividad porque sabe que su madre la está vigilando. Nana les sirve el té, pero no participa de las conversaciones que tienen padre e hija, ni los acompaña luego a pescar. Un jueves en particular, Yalil le explica a su hija que el sha Zahir, el rey que gobernó Kabul por cuarenta años, ha sido derrocado por su primo, Daud Jan, quien ha convertido al país en una república bajo su presidencia.

Para Mariam, las visitas de Yalil son muy importantes y las disfruta mucho, a pesar de que Nana siempre contradice y desmiente lo que este le cuenta. La niña fantasea con que un día su padre, luego de que ella le diga cuánto lo extraña tras sus visitas, se la lleve a vivir a Herat junto a sus otros hijos.

Capítulo 5

Es la primeva de 1974. Sentados a la entrada del kolba, Marian le dice a su padre que ya sabe lo que quiere para su cumpleaños de quince: que Yalil la lleve al cine que posee en Herat, en el cual están proyectando Pinocho, una película animada recién llegada al país. El ambiente se vuelve tenso, y tanto Nana como Yalil le dicen que mejor piense en otro regalo. Sin embargo, más tarde en el arroyo, Mariam insiste sobre la cuestión. Yalil le garantiza que mandará a alguien a buscarla para que la lleve, pero ella quiere ir con él y con sus hermanos. Finalmente, Yalil accede.

Cuando se quedan solas, Nana le dice que es una hija ingrata y tonta por pretender que su padre la trate como al resto de sus hijos. Luego intenta hacerla sentir culpable y le dice que, si se va, aparecerá el yinn y ella tendrá uno de sus ataques. Ante esto, Mariam decide dar un paseo, porque teme decir algo que lastime a su madre. Ella sabe que lo del yinn es una mentira; Yalil le contó que, en verdad, Nana padece una condición médica que tiene tratamiento, pero que ella se niega a realizarlo.

El día de la película, Mariam espera durante horas a su padre en el lugar indicado, pero este no aparece. Desilusionada, decide ir sola a Herat; es la primera vez que sale del kolba, y la ciudad la deslumbra y asombra. Pidiendo indicaciones, llega a la imponente casa de Yalil, donde la atiende un chofer y le advierte que su padre está ausente y no se sabe cuándo regresará. Mariam se niega a regresar al kolba y pasa la noche en la puerta. A la mañana siguiente, el chofer la despierta y vuelve a recomendarle lo mismo. Como Mariam se niega nuevamente, el chofer le da a entender que se trata de una orden de Yalil. Mariam aparenta acceder, pero en vez de subir al coche corre hacia dentro de la casa y entra al jardín; antes de que el conductor pueda meterla en el auto, cruza una mirada con Yalil, quien la observa desde adentro de la casa. Cuando llegan al kolba, Mariam descubre que su madre se ha colgado del sauce en el que ella solía jugar.

Capítulo 6

En el velorio de Nana, Mariam permanece junto a Bibi mientras Faizulá recita las oraciones correspondientes al rito. Tras el funeral, Yalil se lleva a Mariam a vivir con él y le otorga una habitación personal. Mariam se siente triste y enojada, y comienza a comprender que su madre tenía razón en todo lo que decía sobre su padre. Además, la culpa por la muerte de Nana la abruma y no encuentra consuelo, aun cuando Bibi y el ulema Faizulá la visitan y le aseguran que ella no tiene la culpa de nada de lo que ha sucedido.
Una semana después, una de las esposas de Yalil, Afsun, irrumpe en la habitación de Mariam para pedirle que la acompañe, ya que tienen que conversar de algo importante.

Capítulo 7

En la mesa se encuentran Mariam, Yalil y sus tres esposas. Estas últimas le explican a Mariam que encontraron un pretendiente adecuado para ella: Rashid. Se trata de un amigo de Yalil que vive en Kabul, la capital de Afganistán, situada a muchos kilómetros de Herat. Ante la noticia y el silencio de su padre, Mariam pide, desesperada, que la dejen vivir con el ulema Faizulá. Sin embargo, el casamiento ya está arreglado y Rashid se encuentra en Herat para concretar la ceremonia. Luego de comunicarle su nuevo destino, Afsun acompaña a Mariam a su habitación y le cierra la puerta con llave para que no escape.

Capítulo 8

A la mañana siguiente, le entregan a Mariam la ropa para el casamiento. En la ceremonia, Mariam ve por primera vez a Rashid: se trata de un hombre de más de cuarenta años, corpulento y de un olor que le desagrada profundamente. La boda se ejecuta rápidamente porque Rashid tiene pasajes para volver a su ciudad esa misma tarde. Mariam no habla y no responde que acepta el matrimonio hasta que su padre la obliga.

En la despedida, Yalil intenta convencer a su hija de que Kabul es una ciudad hermosa, pero Mariam lo confronta, le recrimina lo que le acaba de hacer y le confiesa lo importante que él fue para ella durante su infancia. Yalil promete visitarla, pero Mariam le pide que no lo haga, puesto que decide cortar por completo el vínculo con él.

Análisis

Mil soles espléndidos es una novela que aborda, mediante dos protagonistas femeninas, más de cuatro décadas de conflictos en Afganistán. La novela presenta cincuenta y un capítulos distribuidos en cuatro partes. La primera de ellas está dedicada a la vida de Mariam, desde su infancia hasta su casamiento forzado con Rashid. La segunda parte aborda la vida de Laila, desde su nacimiento hasta que un misil mata a sus padres y la hiere de gravedad. La tercera parte narra la vida de Mariam y de Laila como esposas de Rashid, conviviendo bajo el mismo techo y sufriendo la violencia familiar a la que las somete su esposo. Finalmente, la cuarta parte, la más breve de todas, funciona a modo de conclusión para la historia de Laila.

La historia comienza en el año 1959 y finaliza en 2003, cuando el pueblo afgano se encuentra ya bajo los dominios intervencionistas de Occidente. Mariam, la primera protagonista femenina, nace en la primavera de 1959 en la ciudad de Herat, durante el vigésimo sexto año de reinado del sha Zahir, el rey que gobierna desde 1933 y que es considerado el fundador del estado moderno de Afganistán. El contexto histórico es de fundamental importancia, ya que a finales de la década de 1950 se realiza una de las reformas sociales más importantes para el país: la abolición de la purdah, es decir, de la ley que obliga a las mujeres a prestar sumisión absoluta a sus familiares masculinos. Hasta dicho momento, las mujeres solo podían salir a la calle si eran acompañadas por un hombre de la familia y cubiertas por el burka.

La segunda parte de la novela, como veremos más adelante, comienza con el nacimiento de Laila en 1978, el año en que el ejército afgano da un golpe de Estado y el país se convierte en la República Democrática de Afganistán. La historia se extiende luego hasta 2003 y aborda también la llegada de los talibanes al poder y la intervención de Estados Unidos tras el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001. Con todo esto, Khaled Hosseini le propone al lector internarse en la vida de dos mujeres que van a reflejar, a través de sus dramas personales, la historia de todo un país y una cultura en constante cambio.

En relación con lo antedicho, puede considerarse Mil soles espléndidos como una ficción histórica: en sus páginas, el discurso histórico sobre toda una época se organiza en la narración ficcional de la vida de dos protagonistas cuyos devenires están íntimamente ligados a la historia del país que habitan. Como algunos historiógrafos señalan en sus trabajos, el discurso ficcional puede ser un complemento de la historia, capaz de completar los huecos que esta deja vacíos. Tal como lo plantea el crítico García Gual, "A veces, sin embargo, la “verdad histórica” resulta pobre para evocar una realidad, y uno puede preferir una ficción literaria, que se funda en los datos de la Historia, pero va más allá en su recreación imaginaria (...). Justamente ahí está el taimado juego que el novelista practica: finge escribir una historia que los austeros escritores de Historia dejaron sin escribir" (García Gual, 2013: 292,293).

En verdad, las ficciones narrativas son una rica forma de aproximar al lector a los modos de elaborar la experiencia de una determinada época. En este sentido, cabe destacar que las ficciones históricas implican el minucioso trabajo arqueológico de reunir pruebas e indicios para fijar la narrativa de los personajes de ficción en los acontecimientos documentados de determinada época y lugar. Así, las ficciones históricas suelen presentar las pasiones y la psicología humanas en función de un determinado contexto histórico que también busca ser explorado y representado. Como veremos a lo largo de todo el análisis, Mil soles espléndidos reúne estas características y se interesa profundamente por la relación entre la vida de los personajes y el contexto histórico que los atraviesa.

Sin embargo, algo muy interesante que suelen criticarle a las ficciones históricas es que, frecuentemente, el autor no puede evitar imprimir la sensibilidad de su época a la representación de un momento histórico diferente y, así, los personajes que protagonizan la historia presentan una psicología más próxima a la del autor y sus lectores contemporáneos que a la de la época representada. Esta consideración nos permite también reflexionar sobre la construcción de una imagen de Afganistán hecha por un afgano exiliado, escrita en inglés y para el mercado occidental. Cabe preguntarse, entonces, qué idea de Oriente se construye en Mil soles espléndidos para presentar a un mercado de consumo eminentemente occidental, y cómo esta construcción dialoga con una representación más generalizada que Occidente tiene de Oriente. Al respecto, muchos críticos de la novela señalan el carácter estereotipado de los personajes femeninos e incluso indican que la representación de la opresión que sufre la mujer en Afganistán puede ser utilizada como una justificación para la intervención militar de Occidente, algo que la obra de Hosseini, para ellos, parece avalar.

En cuanto a su estilo narrativo, Mil soles espléndidos es una novela que busca instalar en el público occidental la problemática del pueblo afgano y, para facilitarlo, su prosa es veloz, liviana y elocuente en su simpleza. Los recursos estilísticos a los que recurre el autor con mayor frecuencia son el símil y la metáfora, que abundan tanto en las descripciones de los personajes como de los espacios en los que habitan y acercan a la sensibilidad del lector occidental las costumbres y las formas de vida de un mundo y una cosmovisión con la que no están familiarizados.

La focalización narrativa también es fundamental para la construcción del estilo y la representación que el autor busca realizar de la historia de Afganistán. El narrador en tercera persona se focaliza, durante toda la primera parte de la novela, en Mariam, la primera protagonista femenina. Narrar desde la perspectiva de una niña que, a medida que crece, aprende y elabora su experiencia sobre el mundo le permite al autor explicar al lector occidental cuestiones ancladas en la cultura oriental que no tendría ningún sentido explicitar a un afgano. La primera de estas cuestiones tiene que ver con la importancia de la honra y el honor para las familias afganas: Mariam es una harami, una hija ilegítima por fuera de la institución matrimonial, y esa condición es una mancha que la niña no podrá quitarse jamás y que determina su lugar en el mundo: "Mariam lo comprendió al crecer, cuando se hizo mayor. Fue la manera de pronunciar la palabra, o más bien de escupirla, lo que más le dolió. Entendió entonces a qué se refería Nana, que una harami era algo no deseado, que Mariam era una persona ilegítima que jamás tendría derecho legítimo a las cosas que disfrutaban otros, cosas como el amor, la familia, el hogar, la aceptación" (p. 12).

El crecimiento de Mariam está marcado por dos fuerzas antagónicas que se desarrollan hasta el capítulo 5: la convivencia con su madre, que le recuerda todo el tiempo su naturaleza bastarda y que le enseña a desconfiar siempre de los hombres y de sus intenciones, y la figura de su padre, Yalil, a la que la niña atribuye todos los valores sociales positivos: la legitimidad, la riqueza e incluso la honra. Esta legitimidad del padre se pone en duda cuando Yalil rechaza la presencia de su hija en su casa y luego la casa con Rashid para sacársela encima.

En tensión por estas fuerzas opuestas, Mariam desarrolla una existencia dual entre el crudo pesimismo de su madre y la perspectiva de vida amena y placentera que le transmite Yalil. Los discursos opuestos generan confusión en la niña, quien suele escuchar las bellas historias de su padre y que luego su madre deslegitima sistemáticamente. Cuando Yalil cuenta la historia del poeta Jami, por ejemplo, Nana advierte a su hija: "—¡Menudas mentiras! —Espetó Nana cuando Yalil se fue—. Un hombre rico contando grandes mentiras. Nunca te ha llevado a ver ningún árbol. Y no te dejes engatusar. Tu querido padre nos traicionó. Nos echó. Nos expulsó de su casa tan grande y elegante donde tú y yo no pintábamos nada. Y lo hizo sin pestañear (p. 13).

Las palabras de Nana pueden sonar crueles y amargas, pero son precisas. La inocencia de la niña idealiza la figura del padre sin comprender la realidad social que atraviesa tanto a su madre como a ella. Tras el suicidio de su madre, sin embargo, Mariam se enfrenta a la cruda realidad: su padre no la va a tratar jamás como una hija legítima y prefiere darla en matrimonio a un desconocido antes que tenerla en su casa.

El episodio de Mariam durmiendo afuera de la casa de su padre, con tan solo quince años, pone de manifiesto el carácter resiliente de la protagonista, algo que se desarrollará luego a lo largo de toda su vida como esposa de Rashid. Esta capacidad para resistir a las adversidades que la niña aprendió de pequeña gracias a las enseñanzas de su madre es lo que la ayudará a sobrevivir durante su adultez.

El mencionado viaje a Herat deriva en el suicidio de Nana y el casamiento arreglado de Mariam con Rashid. Estos dos episodios ponen un fin prematuro, tanto a la niñez de la protagonista como a su inocencia: repentinamente, Mariam se halla prisionera de un mundo masculino en el que las mujeres son bienes de intercambio y carecen de autonomía. En los siguientes capítulos, la protagonista debe enfrentarse a la vida adulta y a la tiranía de un marido despótico que utiliza los preceptos religiosos y las normas sociales como un método de dominación.

Cabe mencionar, finalmente, uno de los temas principales que comienza a esbozarse desde el inicio de la novela: la cuestión de la culpa, que atraviesa a muchos de los personajes en Mil soles espléndidos. En primer lugar, Mariam crece sintiéndose responsable de la infelicidad de su madre y culpándose a sí misma por ser una hija ilegítima, aun cuando, como expresa el narrador, la culpa no puede ser nunca de la hija: “Tampoco tenía edad suficiente para reconocer la injusticia, para pensar que los culpables son quienes engendran a la harami, no la harami, cuyo único pecado consiste en haber nacido” (p. 12). A la culpa que siente por su condición de bastarda se suma luego la culpa por la muerte de su madre. Cuando Mariam desea partir en busca de su padre, Nana le avisa que, si no regresa, se suicidará, y cumple con su promesa. Si bien con el paso del tiempo Mariam comprende que ella es tan solo la víctima de un sistema machista que oprime a las mujeres hasta empujarlas a cometer actos extremos, durante muchos años carga con la culpa por el suicidio de su madre.

Yalil es otro personaje que está atravesado por la culpa, que está estrechamente relacionada con su honra masculina y su sentido del deber como padre de familia. En primer lugar, Yalil parece experimentar culpa por haber desterrado de su casa a Nana, la sirvienta con la que tuvo una hija ilegítima. Luego, tras casar a Mariam con Rashid para sacársela de encima, la culpa atormentará a Yalil por el resto de su vida. A pesar de la culpa que pueda sentir, la vergüenza por los actos ilegítimos y el sentido de responsabilidad para con sus mujeres son más fuertes y empujan a Yalil a tomar la drástica decisión que condena a Mariam a una vida de sumisión y sufrimientos.