Luciérnagas

Luciérnagas Elementos Literarios

Genero

Novela

Configuración y Contexto

Barcelona, desde el inicio hasta el final de la Guerra Civil, entre 1936 y 1939.

Narrador y Punto de Vista

Narrador omnisciente con tendencia a la focalización en ciertos personajes, principalmente en Sol y en Pablo.

Tono y Estado de Ánimo

Tono pesimista con estilo lírico y solemne.

Protagonista y Antagonista

Principalmente, el rol protagónico lo asume Sol, aunque esto va variando a lo largo de la novela y otros personajes, por momentos, toman este rol, como Eduardo y los hermanos Borrero. No hay un antagonista concreto, aunque podría decirse que este papel lo desarrolla el horror de la guerra.

Conflicto Principal

El conflicto está centrado en las pérdidas reales y simbólicas que los adolescentes que protagonizan la novela sufren durante su vida con el estallido de la guerra.

Climax

El momento de mayor clímax de la novela se produce cuando Pablo Borrero se suicida frente a Sol y Cristián. En ese momento, la pareja se da cuenta de que son dos personas que se tienen la una a la otra, "como la única compañía, como si estuviesen ligadas definitivamente por una fuerza desconocida (242), y, además, Cristián lee una frase de la Biblia y es como si Pablo le hubiera trasladado a él ese legado, el de buscar la tierra prometida.

Presagio

La novela se abre con un anticipo sobre la vida de la protagonista: tras anunciarse que termina sus estudios "creyéndose el centro del mundo" (11), el narrador anticipa que "el mundo resultó distinto a todo lo que ella aprendió a temer o amar" (11).

Atenuación

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Alusiones

La alusión que más se reitera es al libro bíblico de Deuteronomio, del Antiguo Testamento y del Tanaj hebro: la novela comienza utilizando como epígrafe una frase que alude a la tierra prometida y, tanto esta idea como la frase, vuelve a repetirse en el cuerpo de la novela.
Cuando la protagonista acude al colegio, en los tiempos previos a la guerra, la biblioteca del lugar la lleva a pensar en personajes como Jesucristo, Viriato, Catalina de Rusia, Napoleón, César Borgia, Rasputín. Cuando recuerda los días bulliciosos de su infancia, alude a los disfraces de Caperucita roja y el lobo, del tradicional cuento para niños.
Asimismo, cuando acuden a la vivienda de Pablo, encuentran y hacen sonar un tango de Carlos Gardel, "Che papusa, oí".
Pablo, en la taberna de Antón, toma conciencia política y se forma leyendo al anarquista Piotr Kropotkin.

Imágenes

Ver sección "Imágenes" de esta guía.

Paradoja

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Paralelismo

Cuando Pablo realiza la matanza en su nuevo pueblo, recuerda, al momento de matar a cada ser, a otro que había dejado atrás en su pueblo anterior, como si hubiera cierto paralelismo entre unos y otros; entre su vida pasada y su vida presente; como si estuviera poniendo fin a su juventud. "Cuando disparó en la espalda del cura, mató en su corazón al párroco que le hizo tantas veces la señal de la Cruz en la frente, allí en la aldea; cuano mató a la mujer del dueño del molino, de ojos negros y turbios, mataba en su corazón a la mujer del herrero; cuando mató al hijo de Lucas Fernán, el alcalde, un muchacho delgado y blanco que estudiaba Filosofía, mató su propia inocencia, su propia juventud" (211).

Metonimia y Sinecdoque

Tanto la metonimia como la sinécdoque son utilizadas frecuentemente en la novela. Se usa la sinécdoque, es decir, se menciona una parte para referirse al todo cuando, por ejemplo, el narrador se refiere a las desgracias e infelicidad de la madre de Cloti a partir de la forma en la que habla a través de su boca: "Una confusa mezcla de tristezas pasadas, hambres viejas y miedos presentes desbordaba aquella boca reseca, que no conoció nunca la felicidad" (60). Se usa la metonimia, es decir, se utiliza algo relacionado con lo que se quiere mencionar, cuando el narrador menciona "aquellos tickets amarillos que controlaban y satisfacían el hambre" (129): lo que, en realidad, satisface el hambre no son los tickets, sino la comida que, durante el periodo de la guerra, se puede conseguir con la utilización de los mismos.

Personificación

La personificación, recurso que consiste en asignarle propiedades humanas a los objetos o seres inanimados, es frecuentemente utilizado en la prosa poética de la novela. Por ejemplo, cuando los hermanos pasan una temporada en la sierra en casa de su abuela, el cambio de clima con el inicio de la estación de verano se narra de esta manera: "El verano entraba, violento, lleno de perfume a bosques y tierra regada, por las ventanas de la abuela. El verano y sus cien gritos silenciosos, agudos, taladrando las paredes, iluminando las sombras de la habitación con tintes de fuego" (31-32).
Por otro lado, cuando, tras el inicio intempestuoso de la guerra, los ánimos en la ciudad se apaciguan, en lugar de mencionarse de forma directa cómo se apaga el fuego o cómo merman las banderas, se hace de esta forma: "Los incendios morían, y el sol se iba bebiendo el rojo de las banderas" (48).
Asimismo, para dar cuenta de la magnitud del hambre, un sustantivo abstracto, se lo personifica como algo que avanza por la ciudad y deja tras sí, como una figura humana, su sombra: "El hambre iba dejando su sombra viscosa, como una gran mancha siniestra" (49);
Por últimmo, en el momento del bombardeo que destruye la casa de los hermanos Borrero, hay una frase en la que la personificación se hace explícita para aludir a lo terrible de los acontecimientos: "Las paredes parecían contagiadas de miedo y los objetos, hasta los más fríos e inanimados, cobraban una vibratilidad humana" (173).