La vida de las mujeres

La vida de las mujeres Temas

La adolescencia

El período temporal en que se enmarca la ficción de la novela coincide con los años de adolescencia de la protagonista, quien al inicio del relato está entrando a la preadolescencia y, al final de este, tiene ya diecisiete años. De esta manera, muchas de las experiencias que atraviesa la narradora y protagonista se inscriben en una temática importante en la novela, que es la de la adolescencia. A lo largo de la trama, Della experimenta por primera vez la amistad, el amor, el sexo, a la vez que modifica su propia percepción sobre lo que le rodea y desarrolla una búsqueda personal que la inclina a perseguir su propio deseo (finalmente, el de seguir sus estudios y abandonar el pueblo).

En tanto la narración acompaña cronológicamente el crecimiento de la protagonista, el relato se ofrece como un abanico de experimentación que exhibe las varias transformaciones que tienen lugar en la adolescencia, así como las múltiples situaciones que marcan y definen el destino que una persona elige para su vida.

La novela ofrece a una protagonista curiosa y sensible, que atraviesa las experiencias de la adolescencia, justamente, con curiosidad; así y todo, la historia también muestra a otros ejemplares del mismo rango social que se comportan diferente, como las muchachas que empiezan a ajustarse a las normas del género para conquistar a futuros maridos, o los varones que se comportan con toda la agresividad y la inseguridad característica a veces de esa etapa.

El sexo y el amor

El período de vida de la protagonista que se recorta en esta novela coincide con el de la preadolescencia y el de la adolescencia de una muchacha que vivencia por primera vez emociones, sensaciones y experiencias relativas al amor, el enamoramiento y el despertar sexual. Estos aspectos aparecen tematizados en la novela, en tanto la narradora expone sus vulnerabilidades y fantasías en torno a lo amoroso y a lo sexual, ofreciendo un abanico de reflexiones y emociones que se van modificando junto con su crecimiento. Así, reconocemos en el texto las primeras fantasías amorosas, plenas de inocencia y compuestas en gran parte por la magia propia de la infantilidad, y la curiosidad en torno al universo de la sexualidad. En relación con esto último, son interesantes los cambios que se ofrecen: en un principio, lo sexual se presenta como algo distante, separado de la propia experiencia y, por lo tanto, ligado al humor y a la complicidad entre amigas preadolescentes que se divierten leyendo libros con consejos sexuales que están lejos de reconocer o aplicar. Después, esto se va transformando, en principio, de la mano de la mirada de los hombres, que pervertirán las ideas que Della mantenía en relación a estos temas y le harán sentir que el sexo es algo brusco, violento, desprovisto de ternura. Finalmente, ya entre los quince y diecisiete años, la protagonista vivirá vínculos que traerán a la realidad de su experiencia situaciones como la desnudez, la exposición, la seducción, la atracción física, el placer sexual.

Debe mencionarse que la mirada relativa a los roles de género no se ausenta en lo relativo a estos temas: el amor y el sexo aparecen en el lugar del goce, pero también desde el lugar de la opresión. Della reflexionará en sus propias experiencias, pero también será advertida por otros personajes femeninos acerca de los peligros de sostener vínculos con varones, en tanto estos pueden devenir fácilmente en una pérdida de la libertad de la mujer.

La ambición y el conformismo

Existe una marcada diferencia entre los personajes que deciden establecerse en la ciudad de provincias y los que no se sienten parte de ese entramado; esta oposición puede sintetizarse en el grado de conformismo o ambición que maneja cada uno de estos grupos. La protagonista es capaz de descifrar la razón por la que la mayoría de las personas que conoce juzgan a mal a su madre, Ada: esta mujer demuestra tener o haber tenido anhelos de hacer de su vida algo más que una monotonía caracterizada por realizar diariamente tareas del hogar, criar hijos y sostener conversaciones triviales con vecinos y familiares. Los personajes que mayormente encarnan esta intolerancia por la ambición en las personas son Grace y Elspeth, tías paternas de la protagonista, quienes pueden soportar que las personas tengan algún talento particular, pero consideran bochornoso que estas quieran hacer algo con eso. Poco a poco, la protagonista se sentirá también juzgada (por su novio, por su padre) por sus deseos de continuar sus estudios (aplicando a una beca universitaria) y convertirse así en una persona libre e independiente, en lugar de resignarse a una vida de ama de casa como la mayoría de las mujeres del lugar.

La religión

La protagonista es una joven curiosa que se propone conocer y experimentar el mundo desde un lugar genuino, sensible, reflexivo. Con esta prerrogativa es que su atención es tomada, en un momento de su vida, por el asunto religioso. El apartado "Herederos del cuerpo vivo" muestra cómo su aproximación a la religión está colmada de preguntas que Della intenta responderse asistiendo, incluso, a varias iglesias distintas. La experiencia eclesiástica no le satisface en tanto siente que los feligreses no se cuestionan acerca de la existencia de Dios, sino que limitan su preocupación a lo que la figura divina aprueba o no aprueba en sus propias vidas, a la vez que se contentan con realizar un conjunto ceremonioso de ritos sobre cuyo sentido no parecen reflexionar. Esto inquieta a la protagonista, sentimiento que también le producen aquellas personas que pueden vivir sin religiosidad o espiritualidad alguna. La protagonista no logrará resolver de un modo positivo las preguntas que tiene en relación a Dios, pero si definirá, con el paso de los años y las experiencias, un claro desprecio por la manifestación dogmática de la religión, la cual atenta claramente contra la libertad de las personas.

El rol de la mujer en la sociedad

El título de la novela ya anuncia la presencia de la temática del género en la ficción; temática que está presente no solo en las situaciones que viven los personajes, sino también en boca de la protagonista, que en varias ocasiones nos ofrece sus propias reflexiones.

Como la ficción tiene lugar en una ciudad de provincias en los años treinta, el ambiente social no está gobernado por una idiosincrasia feminista ni progresista, sino más bien todo lo contrario. La mayoría de los personajes que se pronuncian sobre temas de género suelen caer en ideas completamente machistas y misóginas, y la única voz que la protagonista oye pronunciarse de un modo opuesto es la de su propia madre, Ada, mujer señalada como distinta y mirada con cierto resquemor por el resto de los habitantes del pueblo.

Asimismo, la protagonista nota que muchas de las costumbres, hábitos y modos de vida de las personas del pueblo (y de las mujeres particularmente) se oponen a lo que ella entiende por libertad o autonomía. A medida que la muchacha se va acercando a una edad en la cual la sociedad ya comienza a sexualizar el cuerpo femenino, ella ve como sus hasta entonces amigas de pronto adoptan hábitos y comportamientos orientados a encajar en las normativas sociales respecto al rol de la mujer: ser bonita, por más esfuerzo, sufrimiento, dinero y tiempo que eso implique, para poder casarse y tener hijos. El destino de las mujeres en la ciudad de provincias que retrata la novela parece ser siempre el mismo: ocupar el rol de madre, esposa y ama de casa; limitar la propia vida a eso.

Esta dogmática división binaria entre los roles de género será causa de angustia y frustración para Della en varias oportunidades, en tanto ella quiere experimentar el amor y llamar la atención de los hombres, sin por eso resignar su propia libertad, sus intereses, sus anhelos personales.

El arte y la literatura

El arte y la literatura tienen un lugar importante en la novela, en tanto son asuntos significativos para la narradora, definitorios en su personalidad. A priori, desde un comienzo la protagonista se presenta como una preadolescente con gran amor por la lectura, que disfruta de pasar horas en la biblioteca del ayuntamiento. Este aspecto de su personalidad la diferencia de una gran mayoría social que considera a la literatura como algo que se lee a los niños, o cuando se es niño, y luego queda atrás en cuanto se entra en la vida adulta. Sin embargo, a este respecto, es interesante lo que sucede cuando el curso al que asiste Della en el colegio debe representar la opereta anual escolar: todos los involucrados en el espectáculo viven con gran pasión el episodio, interpretan con placer y parecen hipnotizados por el espíritu artístico en lo que dura la obra.

Un momento muy importante en relación a la temática literaria tiene lugar en el epílogo. Allí, la protagonista se presenta como una persona que tomó la decisión de escribir una novela y explicita el proyecto de su ficción, el modo en que la construyó y las reflexiones en torno a la vida y la literatura que se le presentaron en el proceso.

En todos los casos, el arte y la literatura se presentan como una puerta hacia la liberación, un salvataje respecto a la monotonía cotidiana, al tedio y al malestar. El arte y la literatura aparecen, al menos para la narradora, como una de las pocas cosas que parecerían tener indudable sentido en este mundo.

La vida en una ciudad de provincias

Cada apartado de esta novela ofrece un fragmento de la vida de la protagonista en una ciudad de provincias a fines de los años treinta. Si bien esta ciudad se encuentra en Canadá, las dinámicas de vida que se dan allí son fácilmente comparables a las de cualquier ciudad de provincias de un país occidental.

Cada situación, con sus respectivos personajes, funciona como un pantallazo de usos y costumbres típicos de la vida pueblerina, entre cuyas características principales podemos encontrar un bajo nivel de escolarización (algunos personajes son analfabetos, otros abandonan el colegio apenas terminada la primaria), la extrema dificultad para comprender la ajetreada vida urbana (los discursos que aparecen en boca de varios personajes sobre la vida en una gran ciudad son hondamente fatalistas), la indiferencia generalizada respecto de la cultura, del arte y de la política nacional e internacional (aunque está estallando una guerra mundial, casi nadie habla de eso), la incomprensión y dificultad de diálogo al interior de los vínculos (visible en casi todos los matrimonios que se presentan en la novela). Otras cuestiones que aparecen repetidas una y otra vez entre varios de los personajes en la novela son el machismo y la misoginia, la religiosidad irreflexiva y la ausencia de ambición.

La perspectiva que se ofrece sobre la vida en la ciudad de provincias depende de la edad de la narradora. Pareciera que, al inicio de la novela, la protagonista mantiene una posición de observadora sensible, ávida de conocer y comprender cualquiera de las experiencias que los habitantes de ese lugar le ofrecen. Con el paso del tiempo, sin embargo, la narradora irá madurando y comenzará a evidenciar su criterio y juicio sobre los modos de vida del lugar.