La vida de las mujeres

La vida de las mujeres Metáforas y Símiles

"Pensé que todos me odiarían, y en ese momento el odio me pareció algo muy deseable, como el don de volar” (p.86). (Símil)

En el apartado "Herederos del cuerpo vivo", Della muerde el brazo de su prima Mary Agnes, porque esta quiere obligarla a ver el cuerpo de su tío muerto. El instante de la mordida, aunque breve, se describe en profundidad, en tanto hace aflorar un conjunto de emociones y pensamientos al interior de la protagonista.

Uno de ellos es el aquí citado. Della prefigura la reacción que tendrán los demás (la madre de Mary Agnes, sus otras tías) frente a su accionar, y, sin embargo, aunque esta reacción se presupone negativa, en la mente de la protagonista se asocia a algo deseable. Al referirse al "don de volar", en el símil la narradora está implicando una asociación entre ser repudiada por sus familiares y la sensación de libertad. Esto no es extraño, en tanto la vida familiar y pueblerina se presenta con una monotonía allanadora, y el oponerse a eso, aún siendo repudiada, se parece entonces bastante a una liberación.

"... la lectura era como mascar chicle, un hábito que se abandonaba cuando la seriedad y las satisfacciones de la vida adulta tomaban el relevo" (pp.175-176). (Símil)

En el apartado "Cambios y ceremonias", se inicia el relato de la amistad entre Della y Naomi. Las muchachas se divierten juntas y parecen tener algunas cosas en común, pero la lectura no es una de ellas. Naomi, como la mayoría de la gente del pueblo, desconoce el placer ligado a la literatura.

Con la expresión citada, la narradora intenta describir lo que sucede tanto a Naomi como a casi la totalidad de la población de Jubilee, esa ciudad que Della tendrá que dejar si quiere tener una vida más feliz, más acorde a sus propios intereses, que la que obtuvo en suerte su madre. En esa ciudad, la cultura no parece importante para nadie. La lectura es un hábito presente en la infancia, pero luego, al crecer, las personas dejan de creer que leer sea algo que merezca tiempo en sus vidas adultas.

"La parte delantera de su vestido rosa cereza estaba salpicado de harina, y el pecho se le veía realmente cóncavo, como si se hubiera derrumbado algo por dentro” (p.205). (Símil)

En "Cambios y ceremonias", la narración gira en torno a un evento importante, la opereta que se representa en el colegio, interpretada por el curso al que asiste Della. Esta opereta está conducida por la señorita Farris, una mujer claramente diferente a la mayoría de las personas del pueblo, por lo que vive con visible soledad, en tanto el amor por el arte parece algo muy difícil de compartir en Jubilee.

El símil citado es parte de una descripción que la narradora hace de la señorita Farris el día de la función de la opereta. En tanto la mujer acabará suicidándose (aunque unos años después), la imagen con la que la narradora elige comparar la apariencia del vestido de la profesora resulta prácticamente premonitoria: no pasará mucho tiempo hasta que la mujer decida arrojarse al río, probablemente porque algo (una ilusión, una esperanza) dentro de su pecho, se derrumbó para siempre.

"Encontrar en el vestuario una pieza de un disfraz que había que devolver a su sitio era como ver el árbol de Navidad apoyado en el porche trasero en enero, cada vez más marrón y con restos de espumillón colgando, resto de un tiempo cuyas agitadas expectativas y esfuerzos de pronto parecían fuera de lugar” (p.206). (Símil)

En el apartado "Cambios y ceremonias", durante el período de ensayos de la opereta, todos los involucrados son tomados por un rapto de ilusión, como los personajes de la obra que interpretan. Ahora bien, en cuanto la función termina, la realidad parece volver a irrumpir en la vida de los individuos con toda la fuerza de una ilusión que cae de golpe. El telón cae y aquellas aulas que durante la opereta eran recordadas como lugares lúgubres y aburridos, dejados atrás, vuelven a ser el escenario único en las vidas de los, hasta hace instantes, artistas de ópera. A solo una semana de terminada, cualquier rastro de la opereta parece completamente fuera de lugar. Mediante el símil utilizado, la narradora ilustra el abrupto cambio, evidenciando como un mismo elemento instantes atrás fascinante (un disfraz de la opereta), ahora solo produce una sensación de discordancia, al igual que un árbol de Navidad una vez que la Navidad ha quedado atrás. El rapto del arte fue solo eso, un rapto, para una mayoría acostumbrada a una vida donde lo artístico puede ocupar solo el lugar de la excepción.

"Nuestros cuerpos caían uno contra el otro, no a la fuerza pero sin alegría, como sacos de arena mojada" (p.298). (Símil)

El vínculo entre Della y Jerry se sostiene más que nada a causa de una cantidad de intereses en común, un mismo sentido del humor, una compartida pasión por el conocimiento, el placer por la discusión y el pensamiento. Pero entre ellos todo lo relativo a lo físico fracasa rotundamente: no se atraen, no hay química entre ellos en términos eróticos. Esto se pone en evidencia cuando, sin saber mucho por qué, intentan besarse, recostados en la cama. La narradora utiliza la expresión citada para describir lo que sucede en esos encuentros, donde la pasión brilla por su ausencia. El símil utilizado ilustra la carencia de magnetismo entre los cuerpos de Della y Jerry: no se unen entre sí por una necesidad, sino más bien como dos bolsas de arena, objetos involuntarios que no se mueven por propio deseo sino como si alguien más los depositara allí.