La vida de las mujeres

La vida de las mujeres Resumen y Análisis "Herederos del cuerpo vivo"

Resumen

El tío Craig es secretario de un municipio en el condado de Wawanash y se ocupa de otorgar licencias matrimoniales. La casa en que vive, en Jenkin’s Bend, era la oficina de correos que fundó su abuelo. Suele hablar a Del sobre la historia política del condado de Wawanash, y al hablar sobre política mundial, Craig compara su labor en el municipio con la del primer ministro, a cargo del país. Craig se ocupa en dos proyectos personales: la redacción de una historia del condado y un árbol genealógico que se remonta a 1670 en Irlanda, aunque ningún antepasado hizo jamás nada extraordinario.

Las tías Grace y Elspeth consideran maravillosa la labor de su hermano, aunque no pregunten nada sobre ella. Intentan no hacer ruido cuando Craig se sienta en la máquina de escribir. Grace y Elspeth se mantienen siempre ocupadas en alguna labor doméstica. También cuentan historias sobre la gente del pueblo. A veces, se gastan bromas pesadas, ya sea entre ellas o a Craig. Frente a Ada, a veces se comportan como niñas que no quieren comprender lo que se les dice. Del disfruta pasar tiempo en casa de sus tías.

Un día una vecina se casa con un abogado, y Grace y Elspeth preparan una gran comida para recibirlos, pero luego se burlan del nuevo marido de la joven, imitando su forma de comer. Del entiende que tienen un problema con la gente que tiene ambición; sus tías valoran la inteligencia como algo que se mantiene en secreto. De hecho, se enorgullecen de la inteligencia de Craig, pero más aún de que nunca haya intentado hacer nada con eso, como postularse a un cargo importante.

Tía Moira vive en Porterfield, pero a veces visita Jenkin’s Bend junto a su hija Mary Agnes. Del siente que sus tías prefieren a Mary antes que a ella. Mary tiene algún problema físico o psíquico, pero no se dice a las claras cuál. No puede realizar las mismas actividades que las otras chicas de su edad, pero todos se refieren a ella como si fuera una chica normal. Salvo la madre de Del, quien sugiere que a Mary le faltó oxígeno al nacer.

Tía Moira cuenta acerca de las peleas callejeras y los terribles accidentes que a veces se suceden frente a su casa en Porterfield. Esto hace que Grace y Elspeth se sientan orgullosas de Jubilee.

Mary Agnes habla a Del como si imitara el modo de hablar de los adultos a los niños. A veces asusta a Del de formas extrañas, apareciendo y empujándola de la nada y luego riéndose de ella. Del no puede defenderse como lo haría con sus compañeras de colegio, debido a la edad de Mary Agnes (nominalmente una adulta) y a su condición. Por otro lado, Del sabe que años atrás Mary Agnes fue llevada por cinco muchachos a un descampado, donde la abandonaron después de dejarla desnuda, tumbada en el barro frío. Mary Agnes tomó una bronquitis que casi acaba con su vida. A Del, la idea de estar desnuda le avergüenza tanto que le dan ganas de vomitar.

En una de las visitas, a pedido de su madre, Del debe ir con su prima Mary Agnes a caminar. Las jovencitas llegan al río Wawanash. Nadando, encuentran a una vaca muerta flotando en el agua. Del toma un palo y la toca, con aprensión pero curiosidad, pensando en lo que sucede a un cuerpo muerto. Mary Agnes toca el ojo de la vaca y amenaza a Del con ponerle la mano en la cara.

Al día siguiente, la madre informa a Del que su tío Craig falleció de un ataque al corazón jugando a las cartas. Del pide a su madre detalles sobre la muerte. Mientras se viste para ir al funeral, Ada Jordan dice a su hija que vestir de luto es una ridiculez. Luego, se explaya sobre la muerte, diciendo que una persona al fin y al cabo es agua, carbono y algún que otro elemento más. Un elemento deja de funcionar, como el corazón, y la persona muere. Pero desde el punto de vista de la naturaleza, si una parte muere, el todo cambia, y que ahora el tío Craig se convertirá en flores que nacerán de la tierra. Luego, mientras se maquilla y acaba de preparar, cita un artículo según el cual en el futuro las partes serán reemplazadas, los cerebros trasplantados, y las personas nunca morirán. El padre de Del aparece y pide a su esposa que no hable de esas cosas en el funeral, porque los asistentes tienen otras ideas y podrían ofenderse.

En el funeral, Del se concentra en evitar cruzarse con el cajón donde yace el tío Craig. Pero en la despensa encuentra a Mary Agnes, quien empieza a insistirle con que vea al cadáver. Del se resiste, por lo que Mary Agnes la toma de los brazos, clavándole los dedos, y empieza a arrastrarla hacia la puerta. Solo pudiendo mover su cabeza, Del muerde fuertemente el brazo de Mary Agnes, perforándole la piel.

Cuando los adultos la sientan en el despacho, Del cree que será terriblemente castigada. Grace y Elspeth vendan el brazo de Mary Agnes mientras tranquilizan a su hermana Moira, quien teme que su hija haya sido contagiada de rabia. Del oye a su madre decir que todo fue su culpa, por haber traído a una niña -nerviosa, como Del- a un funeral. Esto hace que todos se compadezcan y empiecen a excusar a Del por su comportamiento, que ahora encuentran lógico. Incluso la llevan a un cuarto, donde la arropan y le dan un bizcocho, como si estuviera enferma. Del, ahora perdonada, se siente avergonzada, incómoda.

Poco después, cuando se reintegra al grupo en el salón, le comunican que es la última oportunidad para ver al tío Craig. En el cajón, no reconoce la cara de su tío, como si todo él se hubiera borrado. Siente el impulso de clavarle un dedo en el rostro, pero no lo hace. Se abre paso entre la gente, sintiéndose aliviada por haber visto a Craig. En la habitación, todos (menos la madre de Del) cantan una canción cristiana mientras los hombres se preparan para levantar el cajón.

Poco después, Elspeth y Grace venden la casa en Jenkin’s Bend y se mudan a Jubilee, para estar cerca del padre de Del y su familia. Del las visita algunas veces por semana, aunque no tarda en bajar la regularidad. Elspeth y Grace envejecen. Un día, le dan a Del el manuscrito de Craig sobre la historia del condado, el cual guardan como un tesoro desde su fallecimiento. Esperan que Del pueda terminar la historia de la cual Craig ya escribió mil páginas, y podría lograrlo leyendo sus escritos todos los días para así hacerse con su estilo. Del se lo lleva y lo deja debajo de su cama, aunque poco después decide depositarlo en el sótano.

La narradora cuenta que mucho después, en su última primavera en Jubilee, el sótano se inunda. Limpiando junto a su madre, Del encuentra el manuscrito de Craig, el cual había olvidado por completo. Della tira el fajo de papel mojado sin lástima, aunque cuando sus tías quedan internadas en un hospital, las imagina buscando el manuscrito y siente un leve remordimiento.


Análisis

Cada apartado de la novela parece abrir la puerta a un fragmento distinto, un micromundo dentro de este universo pueblerino que se construye en La vida de las mujeres. Y cada micromundo se compone por distintos personajes, mayoritariamente ligados a la protagonista por el vínculo familiar. El apartado "Herederos del cuerpo vivo" presenta a varios integrantes de la familia paterna de Dell: las tías Grace y Elspeth, el tío Craig, la tía Moira y su hija Mary Agnes, entre otros. La presentación de estos personajes amplía un tanto la estructura espacial de la trama, en tanto Craig, Grace y Elspeth viven en otra zona del condado de Wawanash (condado que engloba también a Flats Road y la ciudad de Jubilee), llamada Jenkin’s Bend, mientras que tía Moira y Mary Agnes viven en Porterfield, una zona urbana ya más alejada del resto de la familia. Este último dato es, de algún modo, relevante, ya que acentúa una de las características ya mencionadas del universo presentado en la novela, que tiene que ver con una idiosincrasia pueblerina para la cual la vida de ciudad se presenta como un ámbito indomable, pleno de potenciales peligros. Tía Moira relata ante sus hermanas, con horror, los numerosos crímenes y situaciones peligrosas que componen el amenazante cuadro citadino para la perspectiva de los nacidos y crecidos en una zona pueblerina.

Una de las principales temáticas que se introducen en este apartado se encarna en las tías Grace y Elspeth, y es la vinculada al problema de la ambición. A pesar de su corta edad, Della comprende una diferencia fundamental entre su madre y el resto de las personas en ese pueblo, y es que Ada Jordan no goza de ese sentimiento generalizado de conformismo y falta de ambición que parece gobernar a toda la familia de su marido, así como a la mayoría de la población del lugar. Esta característica de Ada produce inquietud en quienes la rodean, e incluso Della es vista con cierta distancia por su familia paterna, a causa de sus genes maternos. Lo más interesante de esta situación, tal como está planteada en la novela, es que la diferencia fundamental entre la mentalidad pueblerina y la mentalidad más abierta radica no necesariamente en un grado mayor o menor de inteligencia o cultura, sino sobretodo en la existencia de la ambición personal o la ausencia de ella. Grace y Elspeth dedican sus días a tareas cotidianas como la limpieza, la costura, el cuidado de la huerta, y jamás sueñan con sobresalir, con conocer otras formas de pensamiento, otros espacios, y evidencian cierta molestia respecto a otra gente que sí lo hace. Dice la narradora:

No es que estuvieran en contra del talento. Lo reconocían en su propia familia, nuestra familia. Pero lo que había que hacer, al parecer, era mantenerlo más o menos en secreto. La ambición era lo que las alarmaba, porque ser ambicioso era cotejar el fracaso y exponerte al ridículo. Lo peor que podía pasarte en esta vida, según entendí, era ser el hazmerreír. (p.61)

El problema de la ambición, para Grace y Elspeth, no radica en que una persona tenga un talento o virtud particular, sino en que la exhiba públicamente. En la mentalidad de las tías de Della, este tipo de exhibición es vista como peligrosa, quizás amenazante, en tanto parecería poner automáticamente en tela de juicio el estilo de vida humilde, común, sin llamados de atención, que caracteriza sus propias vidas y la de la mayoría de los habitantes del condado. La protagonista detecta que sus tías tienden a tener un cariño y admiración especial con aquellas personas que realizan el movimiento contrario, es decir, no hacen uso de su suerte, de sus oportunidades extraordinarias. Para ellas, dice la narradora, “escoger no hacer algo demostraba, a la larga, más sabiduría y amor propio que hacerlo. Les gustaba que la gente rehusara ofrecimientos, como propuestas de matrimonio, puestos de trabajo, oportunidades, dinero” (pp.61-62). Por lo mismo que Grace y Elspeth desprecian un tanto a Ada Jordan, quien no se cuida en evidenciar su superioridad intelectual en relación a sus vecinos y familiares políticos, es que festejan a Ruth McQueen. Así describe la protagonista la situación de su prima Ruth desde la perspectiva de sus tías: la muchacha “había obtenido una beca para ir a la universidad, porque era muy lista, pero se lo pensó bien y la rechazó; decidió quedarse en casa” (pp.61-62). La afirmación final, con su inherente juicio valorativo, resulta irónica: el “pensárselo bien” de la muchacha se asocia a rechazar la oportunidad de hacer valer su inteligencia, resignándose, por el contrario, a tener una vida muy similar a la de otras personas menos virtuosas, siendo ama de casa por el resto de sus días. El único personaje que manifiesta una valoración opuesta frente a la decisión de Ruth McQueen es Ada Jordan, quien afirma que a la muchacha “le dio miedo sacar la cabeza de su madriguera” (p.62). Ada deja así en evidencia una perspectiva distinta acerca de la disyuntiva temática entre la ambición y el conformismo, en tanto sentencia que la resignación y el conformismo, la renuncia a seguir los pasos del deseo y la ambición personal guardan como razón verdadera el miedo a lo desconocido.

Otro tema importante que se introduce en este apartado, y que también se dirime en una contraposición de perspectivas, es al que podemos referir como una disyuntiva entre lo científico y lo religioso. Y estos dos puntos de vista aparecen como contrapuestos en lo relativo al tema de la muerte. Es nuevamente Ada Jordan el personaje que se distingue de la comunidad, en tanto cuestiona la ideología cristiana, pilar fundamental de la mentalidad de la mayoría de los habitantes del condado. Su posicionamiento frente a este tema sale a colación cuando ella y su hija se preparan para asistir al funeral de Craig, celebración que cumplirá con los ritos típicamente religiosos, como el luto, el sermón y la sagrada sepultura. La madre de la protagonista no oculta frente a su hija su perspectiva acerca del modo en que el cristianismo piensa la muerte, y lo hace enarbolando el posicionamiento opuesto al religioso, en clave científica. Frente a la idea cristiana que entiende una división entre cuerpo y alma, y a la vida como una suerte de regalo divino, Ada Jordan se manifiesta a favor de la teoría científica que comprende al cuerpo humano como un organismo no muy diferente de otros que componen la naturaleza de este mundo. Su postura contrapuesta a la idiosincrasia religiosa local se exacerba en tanto Ada enfrenta un pensamiento que considera retrógrado, antiguo, cerrado, mediante un pensamiento científico que apuesta a un futuro donde el conocimiento humano será capaz de dominar la muerte, trascendiéndola. “Herederos del cuerpo vivo”, título del apartado, es justamente el nombre del artículo científico citado por Ada, que postula la existencia próxima de un panorama donde el avance científico permitirá reemplazar los órganos de un cuerpo impidiendo la muerte de este.

Mientras que el universo observado por la narradora presenta perspectivas contrapuestas, la sensibilidad particular de la protagonista, lejos de identificarse con uno u otro elemento de la disyuntiva, parece ofrecer una mirada distinta, más ligada a lo sensible y lo emotivo que a una formulación teórica. Del se deja fascinar por el cuerpo muerto de la vaca que flota en el río Wawanash, y luego pasa del temor y la evasión a la curiosidad y admiración del cadáver en el funeral de su tío. Y es que frente al tema de la muerte la narradora se dispone de la misma manera que lo hace en relación a todos los temas que surgen en la novela: desde una subjetividad singular, abierta, no determinada por el juicio, sino librada a las inminencias que afloran de la percepción sensible.