El enfermo imaginario

El enfermo imaginario Temas

La hipocondría

El protagonista de la obra, Argán, es un hombre hipocondríaco, y este aspecto de su personalidad cobra tal relevancia en la trama que debe revisarse como una temática que atraviesa toda la obra. Argán vive entre médicos, tratamientos y medicamentos, pero no se ofrece en ningún momento una prueba real de que no esté en buen estado de salud. No es entonces la certeza de ninguna enfermedad ni un corroborable malestar físico aquello que obliga a Argán a vivir de esa forma, sino justamente su carácter hipocondríaco, que le hace convencerse de estar padeciendo numerosos y peligrosos problemas de salud. Su constante miedo a la enfermedad, producto de su actitud obsesiva y su ansiedad, le conduce a una credulidad sin límites en lo que refiere a la palabra de los médicos y a los posibles remedios y tratamientos, a los que destina grandes sumas de dinero. La enfermedad del enfermo imaginario es, tal como adelanta el título, imaginaria: no se trata de una enfermedad, sino de una manía, de la neurosis obsesiva de la hipocondría. La obra exhibe a la hipocondría como un vicio, como lo opuesto a la virtud, en tanto compondría un comportamiento negativo, perjudicial, asociado a la falsedad. La trama deja en evidencia múltiples consecuencias de tal obsesión, ya que perjudican no solo la economía, sino la totalidad de los vínculos familiares y amorosos de quien la padece.

La medicina

El hecho de que el protagonista de la obra sea hipocondríaco instala a la ciencia médica como uno de los temas principales. El tratamiento que Molière hace de dicha ciencia es bastante crítico, ya que procura dejar en evidencia, en escenas de tono satírico o farsesco, la hipocresía, la ignorancia y la injustificada pretensión de autoridad de los médicos de la época del Rey Luis XIV en Francia. En el siglo XVII, el prototipo de médico combinaba un inminente avance científico con resabios de las prácticas de la Edad Media, caracterizadas más bien por lo mágico, lo religioso e, incluso, lo ficticio. Esto provocó una serie de consecuencias en el ejercicio de la profesión, como un discurso lleno de frases confusas, aforismos y contradicciones; el uso inadecuado de sustancias terapéuticas, algunas veces ignorando sus principios activos; y también la aplicación de técnicas quirúrgicas inapropiadas.

Varias de esas características negativas aparecen expuestas en la obra, que inicia con un protagonista solo y perdido entre recetarios y facturaciones, debiendo pagar mucho dinero por medicamentos que se presuponen curativos de enfermedades que ninguno de los médicos que lo atiende le puede explicar. La pieza no tarda en poner en escena, además, a una variedad de médicos que ridiculizan la práctica y el discurso de dichos profesionales. Parte de la satirización de los médicos en la obra reside en elementos como la vacuidad de sentido de su lenguaje. Los personajes que representan a los profesionales de la medicina, en esta obra, se caracterizan por expresarse en discursos pedantes, ridículamente barrocos, complicados, carentes de sentido y hasta faltos de razón y sensibilidad. En esta pieza, los médicos no parecen ser sino unos jactanciosos hombres de ciencia, que no tienen el menor sentido crítico ni empatía con sus pacientes.

El dinero

El tema del dinero atraviesa toda la obra. El protagonista, Argán, ve amenazada su fortuna debido a que no cesa de pagar a médicos y comprar los medicamentos que le recetan. Esto lo lleva a arreglar un casamiento entre su hija y un joven profesional de la medicina, para tener garantizada la gratuidad de sus servicios. En ese sentido, está claro que los vínculos familiares se ven así afectados por los intereses económicos, como también sucede con el caso de Belina, esposa de Argán, quien finge amar a su marido, aunque, en realidad, solo está interesada en la herencia que este le dejará cuando muera. En ambos casos, el dinero funciona para evidenciar cómo la neurosis obsesiva de la hipocondría vuelve al protagonista vulnerable frente a quienes solo buscan aprovecharse de él.

El amor

El amor aparece en la obra como un tema íntimamente ligado a las ideas de honestidad o falsedad. En términos románticos, la pareja de Angélica y Cleanto refleja sentimientos honestos entre ellos, pero hasta que esto queda demostrado, no faltan personajes que advierten a la joven que el discurso amoroso que recibe por parte de su enamorado bien podría resultar engañoso. En efecto, el engaño sí resulta la esencia fundamental de otras relaciones, como la de Belina y Argán, ya que la mujer simula estar enamorada de él cuando, en verdad, solo está interesada en el dinero que su marido le dejará como herencia. En ese sentido, el tema del amor también se vincula con el de la representación: hay quienes representan, fingen un amor que no sienten, o bien ensayan los rituales amorosos, pero, sin embargo, demuestran un comportamiento opuesto al amor y la empatía. Es el caso, por ejemplo, del candidato al que Argán quiere casar con su hija: Tomás Diafoirus pronuncia largos discursos románticos, pero luego revela no estar interesado en los sentimientos de la muchacha a quien los destina. Esta clase de amor se vincula a la del matrimonio por arreglo y se opone, en la obra, a la que representan Angélica y Cleanto, cuyas voluntades de unión se rigen netamente por un honesto sentir amoroso.

El matrimonio por arreglo

El matrimonio por arreglo era un tema común en las obras de la época. En esta pieza, el protagonista busca casar a su hija con un joven médico al que prácticamente no conoce, con el único fin de gozar de los servicios profesionales de este de manera gratuita. Su voluntad se opone a la de varios personajes: Beraldo no deja de plantear a su hermano que Angélica debería casarse con quien ella elija, puesto que será ella quien deba vivir en ese matrimonio para siempre. La propia Angélica le suplica a su padre que revise su decisión o que, al menos, la posponga hasta que ella y su futuro marido puedan conocerse. El planteo de la muchacha, en donde señala que "el matrimonio es cadena al que no deben someterse por fuerza los corazones" (Acto II, Escena 6, p.140) establece una denuncia fuerte a un sistema familiar patriarcal vigente en la época, según el cual los matrimonios no se llevaban a cabo por la voluntad del novio y la novia, sino por decisión de sus padres. Angélica, en su planteo, cuestiona la liviandad con la que los padres “arreglan” matrimonios sin preocuparse por la vida futura que eso implicará para sus hijas o hijos. En ese sentido, la muchacha pone de relieve el carácter de perpetuidad del matrimonio como su atributo más relevante: la unión puede resultar en una feliz compañía de por vida o en una absoluta condena y padecimiento hasta la muerte.

El progresismo vs. el conservadurismo

En varias escenas de la obra, podemos observar una tensión entre un pensamiento de tendencia progresista y otro más bien conservador. Una de las áreas en las que se ofrece dicha tensión es en la de la medicina: Tomás Diafoirus se presenta como un joven médico que, sin embargo, desoye los avances científicos de su presente y se guía meramente por los escritos de los antiguos. Esto lo convierte en un personaje algo ridículo, ya que resulta absurdo que un joven médico niegue o ignore los nuevos descubrimientos científicos que hacen progresar la ciencia a la que se dedica y se obstine en retener esa información ya refutada del pasado

Este mismo criterio conservador del personaje se traslada a la esfera de las relaciones sociales, y lo hace enfrentarse con Angélica en torno al tema del matrimonio. Mientras la muchacha postula necesario que los miembros de un futuro matrimonio se conozcan y se deseen entre sí, el joven sostiene que es suficiente con que el pretendiente y el padre de la muchacha estén de acuerdo para concretar la unión. Su fundamento se basa en "los antiguos", quienes "tenían la costumbre de raptar por fuerza a las jóvenes con quienes deseaban casarse" (Acto II, Escena 6, p.140).

El tema del conservadurismo en oposición al progresismo atraviesa la obra no solo a través del tema de la medicina, sino también de cuestiones como el amor, los roles de género, el matrimonio por arreglo y los usos y costumbres de la sociedad. Angélica encarna la defensa de la propia voluntad y deseo de las mujeres en lo que respecta al amor. Esto se contrapone a esa visión tradicional del matrimonio por arreglo, acordado solo entre varones y defendido por Tomás. De esta forma, se ponen en escena dos puntos de vista contrapuestos, uno claramente conservador y atado al pasado, encarnado en Tomás, y uno ligado al progreso y a la necesidad de evoluciones sociales como resultados del paso del tiempo, representado en la joven Angélica.

La representación

La representación o simulación es un tema que atraviesa toda la obra de diferentes maneras. A priori, desde el título se encuentra implícito el carácter de simulación de la enfermedad del protagonista. La hipocondría de Argán se presenta como un factor más del orden de la representación que de la realidad: no hay malestar físico ni problema de salud realmente comprobable en el protagonista, pero él actúa como si padeciera muchas enfermedades.

Por otro lado, son varios los personajes que, de una forma u otra, están ligados al tema de la representación. Cleanto, por ejemplo, se disfraza de profesor de música para entrar a la casa donde vive su amada Angélica; luego, ambos jóvenes entonan una canción en la que actúan de pastores y, haciendo esto, logran dedicarse palabras de amor en un entorno donde eso está imposibilitado; Toñeta, por su parte, se disfraza de médico para desautorizar los diagnósticos de los médicos reales que atienden a Argán; a su vez, Belina simula estar enamorada del protagonista cuando solo quiere su dinero; el propio Argán finge estar muerto para atestiguar las reacciones de su esposa y su hija; y, por último, todos los personajes finalizan la obra representando la celebración de recibida de médico del protagonista. En todos estos casos, la representación funciona como un medio para conseguir ciertos objetivos, metas que quienes representan no podrían alcanzar si no fuera por vía de la simulación.

Asimismo, podemos observar que el tema de la representación tiene un vínculo directo con el de la medicina. Beraldo, por ejemplo, no encuentra en los médicos otra cosa que el fingimiento de un saber que no tiene connotación real. A raíz de esto, plantea que casi no existe diferencia entre ser médico y vestirse como uno y actuar como tal. Esta denuncia del personaje, que compone gran parte de la crítica a la medicina de la época que Molière hace con su obra, es problematizada también por medio de una intertextualidad que la obra hace sobre su propio autor: Argán y Beraldo hablan sobre las obras de Molière y opinan a favor o en contra de esas producciones en las que el dramaturgo ridiculiza a los médicos. De esta forma, la idea de representación aparece no solo como tema, sino también como procedimiento en segundo grado, funcionando como una suerte de reflexión acerca del carácter representativo o simulatorio de todo lo real.