El enfermo imaginario

El enfermo imaginario Resumen y Análisis Acto I

Resumen

Acto I, Escena 1

Casa de Argán en París. Argán, solo, revisa las cuentas a pagar a Fleurant, su boticario, por los medicamentos recetados. Hace cálculos de los gastos mientras monologa. En su discurso se entremezclan precios, enfermedades y medicamentos.

Acto I, Escena 2

Entra Toñeta, la criada, y Argán le ordena que prepare sus medicamentos. Toñeta señala que los doctores Fleurant y Purgón se aprovechan del señor, tratándolo por enfermedades desconocidas que supuestamente Argán sufre y obteniendo mucho dinero a cambio. Argán la llama ignorante y la hace callar.

Acto I, Escena 3

Entra Angélica, y Argán le pide que lo espere para hablar y sale.

Acto I, Escena 4

Angélica le habla a Toñeta sobre el joven del cual está enamorada, a quien conoció una semana atrás. La joven habla de amor, y Toñeta le aconseja asegurarse de que no está siendo engañada.

Acto I, Escena 5

Vuelve Argán y anuncia a su hija que un joven pidió su mano en matrimonio. Angélica se entusiasma porque cree que se trata de Cleanto, su enamorado. Pero después de sostener el malentendido durante varias líneas, Angélica entiende que se trata de otro candidato y abandona la sala. Argán quiere casarla con Tomás Diafoirus, un muchacho a punto de recibirse de médico que es sobrino del doctor Purgón. Argán encuentra esa unión conveniente a causa de sus problemas de salud: con un médico en la familia, podría tener consultas y recetas gratis.

Toñeta cuestiona la decisión del señor y la realidad de su enfermedad. Plantea que quien se casará es la niña y no él, y que ella no necesita un médico. Intenta hacerlo desistir asegurándole que Angélica no consentirá ese matrimonio. Argán dice que entonces la mandará a un convento. Toñeta se opone e intenta convencerlo, pero Argán comienza a insultarla.

Acto I, Escena 6

Entra Belina, y Argán, su marido, le cuenta su discusión con Toñeta. Belina confirma que Argán está enfermo, y este se complace. Belina prefiere no despedir a Toñeta, pero amenaza a la criada con hacerlo si sigue discutiendo con Argán. El dueño de casa le termina diciendo a su esposa que ella es todo su consuelo y que quiere ponerla en su testamento, privando de sus bienes a sus hijas. Belina dice que no le importa el dinero, puesto que lo ama.

Acto I, Escena 7

Llega el notario, el señor Buenafé. Este explica que, por un tema legal del país, Argán no puede legar su testamento a su esposa. Acto seguido, despotrica contra los abogados en favor de los notarios. El señor Buenafé indica a Argán que puede dejar el testamento a un amigo de su esposa y que este le legue los bienes a la misma, o bien legarle los bienes en vida. Belina insiste en que si su marido muere, ella sufriría tanto que no le importaría el dinero. Argán lamenta no haber engendrado, por problemas de salud, un hijo con su nueva y tan adorable esposa.

Acto I, Escena 8

Toñeta le cuenta a Angélica que su madrastra está tramando quedarse con toda la herencia de Argán. Angélica sostiene que no le interesan los bienes; solo le interesa que la dejen casarse con quien ella ama. Toñeta explicita que estará del lado de Angélica en todas las batallas, aunque, para conseguir los objetivos, tendrá que fingir lo contrario, diciendo que comparte los intereses de Argán y Belina.

Análisis

El enfermo imaginario pertenece al último período de producción de Molière, compuesto por tres obras que se han dado en llamar comedias de caracteres. Esto quiere decir que el factor cómico de la pieza reside menos en una situación que en el carácter del personaje protagónico. En el caso de El enfermo imaginario, y como se sugiere desde el título, el protagonista es un hipocondríaco. Este carácter del personaje permite que la obra se desarrolle en torno a varias líneas, que podríamos resumir en tres.

Por un lado, la hipocondría del personaje lo constituye en su carácter ensimismado y egocéntrico. Dicho carácter permite el desarrollo de uno de los conflictos principales de la trama, ya que el egocentrismo y la hipocondría del personaje lo llevan a imponerle a su hija que se case con un médico, hecho que solo le traería beneficios a él mismo, mientras echaría por tierra el deseo de Angélica. Este factor será el principal conductor de la trama, ya que varios personajes (como Toñeta o Beraldo) entrarán a escena para intentar, por varios medios, hacer desistir a Argán de su decisión, mientras que otros (como Belina) apoyarán al protagonista en sus objetivos.

En segundo lugar, el tema de la hipocondría instala a la ciencia médica como uno de los temas principales de la obra. El tratamiento que Molière hará de dicha ciencia es bastante crítico, en tanto procura dejar en evidencia, en escenas de tono satírico o farsesco, la hipocresía, la ignorancia y la injustificada pretensión de autoridad de los médicos de la época del Rey Luis XIV en Francia.

Es preciso señalar entonces, en torno a este punto, algunas características generales de la ciencia médica en la época. Porque en el siglo XVII, en el Renacimiento, el prototipo de médico combinaba un inminente avance científico con resabios de las prácticas de la Edad Media, caracterizadas más bien por lo mágico, lo religioso e, incluso, por lo ficticio. Esto provocó una serie de consecuencias en el ejercicio de la profesión, como un discurso lleno de frases confusas, aforismos y contradicciones; el uso inadecuado de sustancias terapéuticas, algunas veces ignorando sus principios activos; y también la aplicación de técnicas quirúrgicas inapropiadas.

Varias de esas características negativas aparecen expuestas en la obra, tal como desarrollaremos más adelante. En principio, señalaremos que la pieza se inicia exponiendo a un protagonista solo y perdido entre recetarios y facturaciones, debiendo pagar fortunas por medicamentos cuya composición no comprende y que se suponen curativos de enfermedades que ninguno de los médicos que lo atiende le pudo explicar. En última instancia, es el carácter hipocondríaco de Agrán lo que lo hace convencerse de estar padeciendo numerosos y peligrosos problemas de salud. Esto, conjugado con su ignorancia en el área de la medicina, lo posiciona como un actor vulnerable frente a ciertos profesionales a los que Argán destina grandes sumas de dinero. Toñeta, la criada de la casa, es el primer personaje en poner en palabras esta situación:

TOÑETA: Ese señor Fleurant y ese señor Purgón sacan buen provecho de vuestro cuerpo. Buena vaca de leche sois para ellos, y me gustaría preguntarles cuál es vuestro mal, que tantos remedios exige.

ARGÁN: Callad, ignorante; que no os corresponde a vos intervenir en las prescripciones de la medicina.

(Acto I, Escena 2, p.125)

Aquí se ve cómo, al igual que en muchas comedias españolas de la época y en la mayoría de las piezas de la commedia dell’arte y farsas de las cuales Molière extrae varios elementos, la pieza postula a la figura del criado como poseedor de la verdad. La criada, con su desparpajo, lanza en sus parlamentos lo que muchos otros personajes no se animan a decir y, como consecuencia de esto, recibe los castigos del señor, quien a su vez la acusa de ignorante. Argán, como hipocondríaco y creyente de la ciencia médica, es incapaz de dudar de la autoridad científica de los profesionales que lo atienden.

Sin embargo, la pieza no tardará en poner en escena a una variedad de médicos para ridiculizar la práctica y el discurso de dichos profesionales. Parte de la satirización de los médicos en la obra reside en elementos como la vacuidad de sentido de su lenguaje y la cercanía con partes poco elegantes del cuerpo que a menudo sus tratamientos imponen. Así, la comicidad en torno a la medicina se configura en la obra en torno a lavativas, evacuaciones y brebajes de mal sabor, aunque también en la carga simbólica de los nombres de los médicos, que evocan prácticas como el estudio de las evacuaciones a través del olfato –Fleurant– o las ingestiones purgativas –Purgón. A esta última lista de nombres simbólicos se podría sumar la del profesional de otro rubro, el doctor Buenafé, nombre con el cual se ironiza sobre su profesión de notario, la cual se aboca a las leyes y por ende debería reposar sobre algo más estable y justo que la fe.

Otra de las verdades o advertencias que la obra pone en boca de Toñeta, y que configura el tercero de los ejes mencionados anteriormente como plausibles de ser desarrollados a partir del carácter hipocondríaco del protagonista, es la que se configura en torno al engaño amoroso. “Los fingimientos de amor se parecen mucho a la verdad y yo he hallado en ello grandes comediantes” (Acto I, Escena 4, p.126) dictamina Toñeta frente a Angélica cuando la muchacha habla entusiasmada acerca de su nuevo enamorado, Cleanto. Y es cierto que aunque el amor entre ambos jóvenes se revele más adelante sincero, la frase de Toñeta no deja de enarbolar una verdad acerca de una relación entre personajes de la obra. Dicha relación es la que tiene como protagonistas a Argán y a su esposa -en segundas nupcias- Belina. La mujer, como se revelará hacia el final de la pieza, no siente verdadero amor por su marido, sino que lo encuentra desagradable y solo tolera su compañía porque encuentra en el hombre una fuente importante de dinero; dinero con el que planea quedarse cuando Argán fallezca. El comportamiento de este personaje femenino se asocia por completo a la falsedad y el engaño: Belina simula un exacerbado amor por el hombre y un desinterés absoluto por sus bienes económicos. La actuación de Belina pone así en escena un tema importante en la obra -y desarrollado en más de una situación-, que es el del engaño. Esto posiciona a Argán como víctima de otro personaje más -además de los médicos- que solo busca sacar provecho de él y al cual él le otorga su entera confianza.

La situación de Belina también permite establecer una conexión entre algunos de los temas principales de la obra como, por ejemplo, el amor, el dinero y la medicina. La primera escena de la obra ya muestra a la medicina y al dinero en una incómoda interrelación: en su soliloquio inicial, el protagonista combina precios y medicamentos en un discurso gobernado por la preocupación. Lo anterior (la preocupación de Argán por el dinero que debía otorgar a sus médicos y boticarios) empuja al hombre a su decisión de obligar a Angélica a casarse con un médico, para poder sacar provecho de la gratuidad de sus servicios. De esta forma, el amor, la medicina y el dinero se vuelven conceptos que interactúan permanentemente en esta obra; y esto, en parte, es motivado por el carácter del protagonista, Argán, un hombre enajenado por su propia obsesión y muy proclive al engaño.