El contrato social

El contrato social Ironía

Una persona poderosa que somete a los demás es también un esclavo de su condición social

Cuando Rousseau postula que el hombre nace libre pero se encuentra encadenado, también afirma que "alguno que se cree el dueño de los demás no es menos esclavo que ellos" (p.42). La frase indica que incluso las personas que detentan el poder se encuentran dominadas por una fuerza superior a ellas, y que ni siquiera la notan: la voluntad general. Por lo tanto, puede leerse como una ironía el hecho de que incluso las personas poderosas, que nacen con la libertad natural de demandar, exigir y expresar a cada instante lo que desean, deban adaptarse a las cadenas del orden social impuestas por el rigor del cuerpo político.

La relación entre amo y esclavo es vista como un convenio que da derechos

Rousseau cuestiona la idea de que exista un "derecho de esclavitud" (p.52), exponiendo la ironía encerrada en la premisa. Así, sostiene que "los términos esclavitud y derecho son contradictorios: se excluyen mutuamente. Sea de un hombre a otro, sea de un hombre a un pueblo, este enunciado será siempre igualmente insensato: 'Hago contigo un convenio, enteramente en perjuicio tuyo y enteramente en mi provecho, que he de observar cuando me plazca hacerlo y tú has de observar cuando me plazca a mí'" (ibid.). La ironía estriba en que un convenio solo puede celebrarse entre dos personas libres, por lo que en ningún caso es verdadero que un hombre pueda acceder legítimamente a quitarle la libertad a otro. La libertad es la esencia de todo hombre, y ningún hombre tiene el poder de quitarle a otro esa esencia.

Al someterse al contrato social, el individuo gana libertad cuando la pierde

Para resolver la cuestión de por qué el ser humano sacrifica su libertad natural para someterse al contrato social, Rousseau explica que, "al entregarse cada uno a todos, no se entrega a nadie; y como no hay un asociado sobre el cual no se adquiera el mismo derecho que se le concede sobre sí, se gana el equivalente de todo lo que se pierde, y más fuerza para conservar lo que se tiene" (p.55). De esta manera, señala que todo lo que el ser humano pierde de la libertad natural al momento de realizar el contrato social lo que gana en libertad moral, en virtud del mismo pacto. El ser humano elige pactar, perder su libertad natural, para adquirir la libertad de vivir una vida democrática. Por lo tanto, la ironía consiste en que el hombre natural cree que su libertad natural es todo lo que posee y, sin embargo, al suscribir al pacto social, se da cuenta de que quedó beneficiado al perder eso que poseía en su estado de naturaleza.

El hombre tiene la obligación de ser libre

Rousseau arguye que el pacto social "encierra tácitamente [un] compromiso que por sí solo puede dar fuerza a los demás: que quienquiera que se niegue a obedecer a la voluntad general será obligado a ello por todo el cuerpo. Esto significa que se lo obligará a ser libre" (p.58). La idea de obligar a alguien a ser libre encierra una ironía, pero Rousseau la explica sosteniendo que el compromiso político para el conjunto de la sociedad es el fundamento de la vida social, y esta, a su vez, es el fundamento de la libertad moral. En este sentido, obligar a alguien a ser libre significa hacer que un ciudadano viva en libertad dentro del orden social.

El dinero, que se presenta como condición de posibilidad para la libertad, esclaviza al hombre

En su crítica al afán por el dinero, Rousseau plantea que "la palabra 'finanzas' es un término de esclavo", y que "en un Estado realmente libre, los ciudadanos todo lo hacen con sus brazos y nada con dinero; lejos de pagar para liberarse de sus deberes, pagarán para cumplirlos ellos mismos" (p.149). De esta forma, quiere remarcar la ironía de que se considere el dinero como lo que permite la libertad personal, cuando, para él, el dinero nos esclaviza. Su posición es que creemos que cuanto más dinero tengamos, más podremos hacer lo que deseamos, pero que, en realidad, trabajar para las finanzas personales equivale a forjar las cadenas de nuestra propia esclavitud, porque nos aleja del objetivo de trabajar para el bien común. El fundamento de esto es que, si el contrato social crea la libertad civil, entonces el esfuerzo y el trabajo personal deberían estar puestos a fortalecer los pilares y los cimientos de la sociedad a la cual uno pertenece. Cuanto más sólida es una sociedad, más libre es el individuo.