El contrato social

El contrato social Críticas a la teoría de 'El contrato social'

La teoría de El contrato social, de Jean Jacques Rousseau, ha sido objeto de debates y críticas a lo largo de la historia de la filosofía política. Por lo tanto, es fundamental explorar diversas perspectivas críticas que se han planteado en relación con su obra. A continuación, se examinan tres cuestionamientos a la teoría de Rousseau: la obligación de ser libre, el consentimiento tácito y la oposición entre ética y jurisprudencia.

La obligación de ser libre

Varios críticos han cuestionado la idea de contrato que postula Rousseau en su texto. Desde esta perspectiva, se interroga la imposición de la voluntad general porque niega el requisito de que un contrato se celebre voluntariamente. Un contrato debería permitir a los individuos abstenerse de celebrarlo, pero Rousseau sostiene que aquellos que no aceptan la totalidad de los elementos que componen el contrato social corren el riesgo de ser castigados. No obstante, esta crítica ignora el hecho de que la teoría del contrato social rousseauniana es más una filosofía que un contrato real, y que, por lo tanto, no se debe aplicar como si de un contrato en concreto se tratase.

El consentimiento tácito

Rousseau especifica que los individuos consienten tácitamente con los dictados del contrato social de la sociedad civilizada en la que habitan. Sin embargo, ¿cómo puede garantizarse que cada ciudadano sea plenamente consciente de las especificidades del contrato social? Pensemos, por ejemplo, en un ocupante ilegal que lleva toda la vida viviendo en una pequeña cabaña en el bosque. Un día, un representante del gobierno llega para reclamar los árboles que rodean su morada. Aunque el hombre no tiene ningún derecho legal sobre lo que considera su tierra, parece justificado que le moleste la idea de renunciar a lo que considera suyo. De hecho, se podría argumentar que no tiene necesariamente una conciencia explícita del contrato que supuestamente “firmó” simplemente por elegir no irse de aquel territorio. En este sentido, la teoría de Rousseau no incluye ninguna cláusula que exima de castigo a las personas que no son conscientes de haber infringido el contrato social.

Ética vs. jurisprudencia

Aunque la obra de Rousseau es ciertamente admisible en un plano moral o filosófico, muchos critican sus aparentes esfuerzos por posicionar la teoría del contrato social como un medio legítimo para gobernar un pueblo. En Law Empire (1986), Ronald Dworkin cuestiona la idea de que la aceptación tácita del contrato social se aplica solamente cuando decidimos no emigrar del territorio en el que vivimos. Así, arguye que el consentimiento no puede ser vinculante para las personas a menos que se otorgue más libremente y con una alternativa de elección genuina; que no sea solamente negarse a migrar y a construir una vida bajo otra bandera desde cero. Desde la lógica de Rousseau, una persona abandona a un soberano para unirse a otro. Por lo tanto, la persona no tiene la opción real de emanciparse de los soberanos.