Yo soy Malala

Yo soy Malala Resumen y Análisis de las Partes Cuarta y Quinta: Capítulos 21-24 y Epílogo

Resumen

Cuando el conductor del autobús se dio cuenta de lo que había sucedido, se dirigió al hospital. Alguien notificó al padre de Malala, y él se apresuró en llegar al hospital después de dar un discurso. Siempre había creído que los talibanes vendrían por él, pero se dio cuenta de que habían ido tras Malala porque sabían que si la atacaban a ella, también lo destruirían a él. Muchas otras personas, incluida la señorita Maryam, también se presentaron en el hospital. Las otras dos niñas que habían sido heridas por las balas en el tiroteo también estaban allí.

Un helicóptero llegó para llevar a Malala a un hospital militar en Peshawar, y su padre y la señorita Maryam la acompañaron. Las tomografías computarizadas revelaron que la bala se había acercado mucho al cerebro. Su madre y su hermano Atal llegaron a Peshawar por carretera, y muchos políticos y funcionarios gubernamentales también fueron a ver a la víctima. Debido a que el cerebro de Malala comenzó a hincharse, los médicos tuvieron que quitarle un trozo de cráneo para dejarle espacio. Mientras Malala se estaba recuperando, los talibanes emitieron una declaración en la que afirmaban que eran responsables de los disparos. Afirmaron que ella estaba promoviendo ideas occidentales en Swat.

Dos médicos británicos llegaron a Peshawar desde Rawalpindi para evaluar a Malala: el Dr. Javid Kayani y la Dra. Fiona Reynolds. Determinaron que las condiciones del hospital no eran ideales para su recuperación, y temían que ella muriera si permanecía allí. Entonces, la Dra. Reynolds hizo los arreglos para que la trasladaran a Rawalpindi, a un hospital del ejército con mejores cuidados intensivos. El hospital fue bloqueado con un batallón de soldados que lo custodiaban, porque todos temían un ataque de los talibanes. Allí, el padre de Malala leyó los periódicos y se enteró de la gran reacción internacional ante los disparos recibidos por Malala, con declaraciones del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, y del Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

La Dra. Fiona Reynolds se quedó con Malala y su familia y los mantuvo optimistas, pero les dijo que si querían el mejor tratamiento para ella, debían enviarla al extranjero. Aprobaron su traslado al hospital Queen Elizabeth en Birmingham, Reino Unido. La familia gobernante de los Emiratos Árabes Unidos les ofreció su jet privado para trasladarla. Le dijeron al padre de Malala que solo él podría acompañarla, porque faltaban los documentos de viaje de su madre y sus hermanos, pero decidió que no podía dejarlos solos en Pakistán porque él también era responsable de ellos. Entonces, encomendó el cuidado de Malala a los médicos. Él y el resto de la familia irían al Reino Unido tan pronto como tuvieran los documentos. Al día siguiente, Malala abandonó Pakistán por primera vez en su vida.

Malala se despertó en Birmingham una semana después de los disparos. No sabía dónde estaba ni qué había sucedido, pero las enfermeras trataron de hacerla sentir cómoda, a pesar de que estaba constantemente preocupada por cómo su familia estaría pagando por ese costoso tratamiento. Finalmente, le permitieron hablar con sus padres por teléfono, y su padre le prometió que estarían allí tan pronto como pudieran. Mientras tanto, en Pakistán, el ejército estaba realizando inspecciones puerta a puerta en Swat en busca de las personas que le habían disparado a Malala.

Malala se estaba recuperando, aunque le habían cortado la mayor parte de su cabello, y un lado de su rostro estaba deformado. Las enfermeras finalmente le revelaron a Malala qué le había sucedido, y lo único que ella lamentó fue no haber podido hablar con sus atacantes antes de que le dispararan. Rehenna, la capellán musulmana del hospital, la ayudó a comprender los disparos desde una perspectiva islámica. Su familia todavía estaba atrapada en Pakistán, siendo desplazada y engañada por múltiples funcionarios, sin saber cuándo podría salir del país. Malala seguía pidiéndole a sus padres que trajeran su mochila escolar para poder estudiar, creyendo que estaría de vuelta en casa en noviembre.

Después de diez días, la familia de Malala finalmente logró reencontrarse con ella en Birmingham. Para entonces, Malala se había hecho amiga del personal del hospital, particularmente de la Dra. Fiona, pero los días se sentían pesados mientras esperaba a sus padres. Todo el personal le contó a Malala cómo había inspirado a personas de todo el mundo a orar por ella, y sus admiradores le habían enviado todo tipo de regalos al hospital. Cuando llegó su familia, Malala lloró. Tenían pocas posesiones con ellos porque no sabían, en ese momento, que no volverían a su casa. Se preocuparon por el rostro de Malala, ya que un nervio facial dañado había cambiado su famosa sonrisa.

Se reveló que el atacante de Malala había sido un hombre llamado Ataullah Khan, quien había sido arrestado en 2009. Las autoridades paquistaníes prometieron que lo encontrarían, pero Malala dudaba que alguna vez cumplieran esta promesa. Malala fue operada para tratar de corregir el nervio en su rostro, pero pasaron meses antes de que este volviera a funcionar lentamente y ella pudiera sonreír. Sus dolores de cabeza se detuvieron y pudo leer de nuevo. Su primer viaje fuera del hospital fue a los Jardines Botánicos, con su madre. El presidente de Pakistán, Asif Zardari, fue a visitarla poco después, y le informó a su familia que el gobierno de Pakistán pagaría las cuentas médicas de Malala. También le dio al padre de Malala un puesto como diplomático pakistaní de educación, para que pudiera permanecer en el Reino Unido. En Pakistán corría el rumor de que a Malala no le habían disparado en absoluto, o que su padre le había disparado para alcanzar fama internacional y vivir una vida de lujo en el extranjero.

Malala finalmente salió del hospital y se fue a vivir con su familia a un apartamento en Birmingham, pero ella y su familia tuvieron problemas para adaptarse a la nueva cultura, completamente diferente a la suya. Malala charlaba por Skype con sus amigas de Mingora, que le contaban que habían guardado un lugar para ella en la escuela. Continuó realizándose operaciones para reparar su tímpano y reemplazar la porción de su cráneo que había sido removida. Malala termina sus memorias agradeciendo a Dios por todo lo que ha hecho por ella, y relatando lo que le sucedió a las otras chicas que habían recibido disparos: una de ellas, Shazia, recibió una beca para una universidad en Gales. Malala cree que se salvó por una razón: para poder seguir ayudando a las personas.

El epílogo cubre brevemente lo que ocurrió después de estos eventos. La familia se mudó de su apartamento a una casa, pero fue difícil para todos adaptarse. La madre de Malala extrañaba a las mujeres de su pueblo y todavía no hablaba inglés. Malala comenzó a ir a la escuela en Birmingham, y su padre pasaba la mayor parte de su tiempo yendo a conferencias sobre educación. Malala tenía ocasionales flashbacks del tiroteo. Uno en particular fue en un centro comercial, durante su viaje a La Meca, la ciudad más sagrada del islam. Allí también rezó en la Kaaba. En su decimosexto cumpleaños, en 2013, habló en las Naciones Unidas.

Ella dijo que sabía que volvería a Pakistán en algún momento, pero que su padre seguía poniendo excusas para que no lo hiciera. La situación en Pakistán empeora cada día, con más y más escuelas bombardeadas. Los ataques con drones y las guerras también han tenido consecuencias. Para Malala, sin embargo, su valle sigue siendo el lugar más hermoso del mundo. Ella termina el epílogo con la frase: "Yo soy Malala. Mi mundo ha cambiado pero yo no".

Análisis

Hasta este punto, Malala ha narrado sus memorias basada en sus propias observaciones y experiencias de primera mano, excepto por el breve fragmento en el que se refirió a la infancia de sus padres. Sin embargo, a raíz del atentado, ella estuvo inconsciente y no conservó el recuerdo de muchos acontecimientos. Por lo tanto, por primera vez, ella narra aquí su propia vida basada en lo que otras personas le han dicho que sucedió. Los lectores tienen que confiar mucho en las personas que le dieron esta información, porque Malala no vio nada de esto con sus propios ojos.

Como se analizó anteriormente, Malala tiene una red de apoyo de mujeres fuertes a su alrededor, y ellas fueron esenciales para Malala después de que le dispararan. Por supuesto, está su madre, una figura cuidadora que logra que a la joven la guíe su fe, y que cree firmemente que Dios proveerá la recuperación de Malala. Está la senorita Maryam, una mujer que siempre ha tenido en mente los mejores intereses de Malala, que encarna el ideal de educación por el que Malala siempre ha luchado, y que permanece a su lado cuando es trasladada de un hospital a otro, superando las expectativas de una directora de escuela. Finalmente, entra en escena la Dra. Fiona, quien facilita la transición de Malala a un mundo completamente nuevo. Si bien su padre siempre ha sido un maravilloso ejemplo a seguir, es importante que Malala, una joven, también tenga estos modelos femeninos.

La reacción de Pakistán a los disparos de Malala está dividida de manera interesante, y confirma gran parte de la sospecha que Malala ha tenido sobre su país a lo largo de los años. Por un lado, el gobierno muestra su apoyo, no porque quiera, sino porque siente que debe hacerlo para mantener su imagen internacional. Por otro lado, las personas de Pakistán, incluso muchas de su propio hogar, Swat, desconfían de ella porque han sido entrenadas para esperar conspiraciones y subterfugios. Así, creen que ella organizó el atentado solo para poder irse al extranjero y vivir lujosamente. El hogar de Malala le está enviando mensajes contradictorios, y aunque desea regresar, es lo suficientemente inteligente como para entender las muchas capas de problemas que enfrentaría si lo hiciera.

Pero a pesar de la corrupción, los rumores y las conspiraciones, e independientemente del hecho de que Pakistán no hizo nada para protegerla de ser atacada por los talibanes, Malala aún siente un gran amor por su hogar. Aunque se ha ido, el valle de Swat es parte de ella, y siempre estará vivo en su memoria como era antes de los talibanes. La ira de los talibanes no arruinó su percepción de su valle, y este es un brillante ejemplo de la forma en que los lugares en los que crecimos permanecen con nosotros para siempre, incluso si nos trasladamos a diferentes lugares en la vida.

Al final de las memorias, está claro que Malala ha logrado exactamente lo que quería, a pesar de las circunstancias poco convencionales en las que lo logró: ha alcanzado una fama internacional que amplifica su voz y asegura que gente de todo el mundo la escuche fuerte y claro cuando ella reclama la educación universal para todos los niños y niñas. A Malala se le han otorgado audiencias con algunos de los funcionarios más importantes del mundo, personas que pueden garantizar que sus objetivos se conviertan en realidad. Y ella se ha convertido en un modelo a seguir para muchos niños y niñas, allanando el camino para que ellos también puedan expresar abiertamente los valores que defienden. Aunque le sucedió algo terrible, Malala Yousafzai utilizó esta experiencia para tener un buen efecto en el mundo, lo que realmente la distingue de muchas otras personas.