Ricardo III

Ricardo III Resumen y Análisis Acto II

Resumen

Escena I

Esta escena transcurre en el Palacio Real. Allí se encuentran el rey Eduardo IV, la reina Isabel, Dorset, Rivers, Hastings, Buckingham y Grey. El rey les pide a unos y otros que hagan las paces.

Entra Gloucester en escena. El rey le cuenta con alegría que todos se han amigado. Isabel entonces le pide al rey que perdone y libere a Clarence. Gloucester se indigna. Acusa a Isabel de burlarse de su recientemente fallecido hermano. Todos se sorprenden al recibir esta noticia. Gloucester le hace creer al rey que Clarence ha muerto por su culpa.

Escena II

Esta escena también transcurre en el Palacio Real. Allí se encuentran la anciana duquesa de York (madre de Gloucester, Clarence y Eduardo IV) junto a sus nietos, Eduardo y Margaret Plantagenet, hijos de Clarence. La duquesa está de luto por la muerte de Clarence, pero intenta que los niños no sepan que su padre ha muerto.

Isabel entra a escena junto a Rivers y Dorset. Está profundamente angustiada: el rey ha muerto. La duquesa de York se lamenta porque el único hijo que le queda es Gloucester, a quien detesta profundamente. Entonces, los niños se dan cuenta de que, además del rey, también ha muerto Clarence, su padre.

Entra en escena Gloucester junto a Buckingham, Stanley y Hastings. Toda la familia decide partir rumbo a Ludlow. Allí se encuentra Eduardo V, Príncipe de Gales y legítimo heredero de la corona.

Escena III

Esta escena transcurre en una calle de Londres. Allí, tres ciudadanos hablan sobre la muerte del rey y comparten el temor de que el heredero sea un niño. Consideran que es probable que Gloucester le intente arrebatar la corona y eso genere un caos en el país.

Escena IV

Esta escena transcurre en el Palacio Real. Allí se encuentran el arzobispo de York, el joven duque de York, la reina Isabel y la duquesa de York. Hablan sobre la infancia de Gloucester. Comentan maliciosamente que este nació teniendo dientes.

Entra un mensajero. Les informa que Rivers y Grey han sido encarcelados por orden de Gloucester y Buckingham. La reina Isabel, asustada de lo que puede hacerle Gloucester a su familia, decide refugiarse junto al joven duque en el santuario del palacio.

Análisis

En el primer acto, Gloucester ha montado una farsa para hacer arrestar a Clarence: le ha hecho creer a Ana que la ama y, gracias a sus habilidades manipuladoras, ha conseguido que ella lo acepte como esposo. En definitiva, en el primer acto, Gloucester ha dirigido a los demás personajes a su antojo, casi como si fuera el director de la obra. Por esta razón, parte de la crítica afirma que Ricardo III puede ser considerada una obra metateatral, es decir, una obra, Ricardo III, dentro de la que hay otra obra: la que monta Gloucester para los demás personajes. De hecho, Gloucester realiza en simultáneo dos papeles diferentes. Con los espectadores, muestra su verdadera naturaleza (vil y artera) y revela sin pruritos sus ambiciones de apoderarse del trono de Inglaterra, mientras que, por el contrario, cuando interactúa con los demás personajes, se presenta como un hombre amable, sencillo y honesto.

Ahora bien, en la primera escena de este segundo acto, hay otro personaje que intenta tomar las riendas de la obra y dirigir a los personajes a su antojo: el rey Eduardo IV. Este, en su lecho de muerte, les ordena a los diferentes personajes de la Casa de York que dejen de lado las disputas internas y se amiguen entre sí. Los demás personajes obedecen al mandato del monarca y, pese a sus diferencias, hacen lo que él quiere. Es decir, actúan como él manda: simulan reconciliarse, se abrazan y se prometen paz eterna.

Sin embargo, en Ricardo III, el único personaje que tiene la potestad para dirigir a los demás es Gloucester, y su irrupción en medio de esta escena lo demuestra. Apenas Gloucester pisa el escenario, la reina Isabel lo saluda efusivamente, con ánimos de hacer las paces; le dice que el día que están viviendo ha de ser recordado como un día sagrado, y, luego, le pide al rey Eduardo IV que perdone a Clarence y lo mande a liberar de la prisión. Gloucester entonces aprovecha la oportunidad: se muestra indignado por la alegría que todos muestran en el fatídico día en el que Clarence ha sido asesinado. Dice: “¿Quién no sabe que el noble duque ha muerto? Le injuriáis al burlaros de su cadáver” (p. 39). Con esta frase, Gloucester nuevamente siembra la discordia, quiebra la armonía propuesta por Eduardo IV y vuelve a manipular a los personajes para su propio placer. Convence a Eduardo IV de haber sido el responsable de la muerte de Clarence y se da el lujo de colocar un manto de sospecha sobre los personajes allí presentes, sugiriendo que alguno de ellos mandó a matar a su hermano. Exclama: “¡No permita Dios que alguien, menos noble y menos leal, más cercano en pensamientos sanguinarios, pero no en sangre, merezca algo parecido a lo que recibió el desgraciado Clarence, y sin embargo escape libre de sospechas!” (p. 40). Esta frase tiene una gran dosis de sarcasmo. Gloucester está hablando de sí mismo: él fue aquel “menos noble y menos leal” que mandó a matar a Clarence. Esta es la única escena del segundo acto en la que aparece el protagonista de la obra. En el resto de las escenas, sabremos de sus terribles acciones a través de los comentarios de los demás personajes.

La segunda escena de este acto presenta nuevos personajes: la duquesa de York (Cecilia Neville, madre de Eduardo IV, Clarence y Gloucester), los hijos de Clarence, y Dorset, segundo hijo del primer matrimonio de la reina Isabel (recordemos que el otro es Lord Grey).

En esta escena, en primer lugar, Shakespeare demuestra las consecuencias humanas del accionar de Gloucester. Asistimos al terrible sufrimiento de la duquesa de York, quien ha perdido un hijo, y al dolor de los hijos de Clarence, quienes han perdido a su padre. Luego, con la entrada de la reina Isabel a escena, la acción de la obra comienza a ascender y acercarse al clímax. Isabel les informa a los demás personajes que su marido, el rey Eduardo IV, ha muerto (es decir, murió otro hijo de la duquesa de York), y de inmediato comienzan los preparativos para ir a Ludlow a buscar al Príncipe de Gales, heredero de la corona. En Ludlow, la familia de Eduardo IV tenía un castillo en el que vivía el Príncipe de Gales hasta la muerte de Eduardo IV.

De acuerdo a la tradición de la nobleza inglesa, el título de Príncipe de Gales se le otorga al hijo mayor del rey de Inglaterra. El Príncipe de Gales, al morir el rey, se convierte automáticamente en nuevo monarca. En este caso, el hijo mayor de Eduardo IV y Príncipe de Gales se llamaba Eduardo, como su padre. Al morir Eduardo IV, se convirtió en el rey Eduardo V.

En relación con los tiempos históricos, cabe destacar que el rey Eduardo IV murió en el año 1483. Es decir, entre la primera escena de este segundo acto, en la que se informa el asesinato de Clarence, hecho que sucedió en 1478, y esta segunda escena, han pasado cinco años.

La tercera escena es muy breve. A través de la conversación entre tres ciudadanos, Shakespeare escenifica la preocupación de los ingleses durante este periodo histórico. A los ciudadanos, al igual que a Isabel y su círculo íntimo, les preocupa que el heredero a la corona sea menor de edad y, sobre todo, que su protector sea Gloucester.

El rey Eduardo V comenzó su reinado el 9 de abril de 1483, con solamente doce años. Al ser menor de edad, Eduardo V debía tener un regente, un protector. Dicho regente fue escogido mediante un consejo. Ese consejo fue regido por Gloucester, y el regente escogido fue, por supuesto, él mismo.

En la última escena de este segundo acto aparece el hermano del Príncipe de Gales: Ricardo de Shrewsbury, joven duque de York (llamado "York" en la obra). Cuando Eduardo V asumió como rey, su pequeño hermano tenía solamente nueve años. En esta última escena, el joven duque de York habla con su madre, la reina Isabel, y el arzobispo de York, acerca de Gloucester. Durante este diálogo, York dice: “Dicen que mi tío creció tan de prisa que podía roer una corteza a las dos horas de nacer” (p. 48). Esta línea hace referencia a un mito histórico que afirma que Gloucester nació con dientes. Este mito, al igual que el de su deformidad, no tiene veracidad histórica, sino que fue una creación de Tomás Moro.

En relación con el arzobispo de York, cabe destacar que su nombre era Thomas Rotherham, y fue un importante aliado de Isabel tras la muerte de Eduardo IV. Cuando Gloucester se convirtió en Ricardo III, el arzobispo fue acusado de complotar en su contra y estuvo arrestado en la Torre de Londres durante unos meses.

En el final del segundo acto, la acción continúa ascendiendo: la noticia de que Rivers y Grey (hermano e hijo de Isabel, respectivamente) han sido encarcelados por orden de Gloucester instala definitivamente el terror. Este encarcelamiento es un hecho histórico: ambos personajes fueron emboscados por fuerzas de Gloucester y Buckingham cuando regresaban de Ludlow. Luego fueron encarcelados y, tal como sucede en el tercer acto de la obra, fueron decapitados.