Los ríos profundos

El zumbayllu

El zumbayllu o trompo es el elemento mágico por excelencia de la novela.[40]​

«La esfera (del trompo) estaba hecha de un coco de tienda, de esos pequeñísimos cocos grises que vienen enlatados; la púa era grande y delgada. Cuatro huecos redondos, a manera de ojos, tenía la esfera.»

Esos agujeros eran los que producían el típico zumbido al girar, lo que le daba su nombre. Existe un tipo más poderoso de zumbayllu, hecho de un objeto deforme pero sin dejar de ser redondo (winku) y con cualidad de brujo (layka).[40]​

Para Ernesto, el zumbayllu era el instrumento ideal para captar la interrelación existente entre los objetos. En tal sentido, sus funciones son variadas. En primer lugar sirve para enviar mensajes a lugares lejanos. Ernesto cree que su voz puede llegar hasta los oídos de su padre ausente mediante el canto del zumbayllu. También es el objeto pacificador, símbolo del restablecimiento del orden, como sucede en el episodio donde Ernesto regala su zumbayllu al Añuco. Pero también es un elemento purificador de los espacios negativos, y bajo esa creencia Ernesto sepulta su zumbayllu en el patio de los excusados, en el mismo lugar donde los internos mayores violaban a Marcelina. El zumbayllu purificaría la tierra en donde brotarían luego flores, que Ernesto piensa colocarlas en la tumba de Marcelina.[6]​

Vargas Llosa considera que todo ello pertenece al mundo mágico-religioso en el que cree Ernesto, que lo defiende contra una realidad que siente como perpetua amenaza.[41]​


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