La ciudad y los perros

Entre la realidad y la ficción

Vargas Llosa siempre ha mencionado en la necesidad de inspirarse en personas de la vida real y su interrelación con ellas al momento de escribir sus novelas, aunque en el transcurso de su redacción tienda a deformar al personaje; esta novela, naturalmente no ha sido la excepción. El Poeta, Alberto Fernández Temple, como es obvio, se inspira en sí mismo, aunque hay que señalar que las facetas de otros personajes, como la del Esclavo, también se inspiran en su propia vivencia. Por ejemplo, la relación tormentosa del Esclavo con un padre violento y vociferante, que maltrata a su madre y llega incluso a abofetearle, se inspira en su experiencia familiar propia.

El joven escritor limeño Sergio Vilela (n. 1979) ha profundizado más en esta tarea apasionante de identificar quiénes fueron las personas de la vida real que inspiraron al escritor los esbozos de los personajes de su novela. El mismo Vargas Llosa le hizo la confesión de que el personaje de El Jaguar fue inspirado en un cadete de apellido Bolognesi, un joven burlón y peleador, a quien ya había mencionado en sus memorias.[16]​ Y El Esclavo fue inspirado en otro muchacho de apellido Lynch, un cadete muy callado y tranquilo, probablemente el mismo al que menciona en sus memorias como “el Huevas Tristes”.[17]​

Con esos datos, Vilela se adentró a investigar revisando los archivos del colegio y entrevistando a los antiguos cadetes compañeros de Vargas Llosa. De esas pesquisas sacó a la luz la identidad de aquellos: El Jaguar (cuyo nombre en la ficción jamás es mencionado) resultó llamarse en la vida real Estuardo Bolognesi Cedrón, bisnieto del héroe del morro de Arica, y cuyo apodo era “el Loco”. A diferencia de su heroico bisabuelo, Estuardo no siguió la carrera militar y terminó trabajando en una importante empresa de seguros; finalmente falleció en un accidente automovilístico, en 1974. El Esclavo (en la ficción, Ricardo Arana) resultó llamarse en realidad Alberto Lynch Martínez, apodado “el Nene”, o más despectivamente, “el Huevas”, quien, al momento de publicarse el libro de Vilela, aún vivía, en Houston, Estados Unidos, dedicado a los negocios y totalmente desarraigado de su patria.[18]​

Para finalizar, diremos que Teresa, uno de los pocos personajes femeninos de la novela, se inspira en Teresa Morales, la que fuera la primera enamorada del escritor (en 1952); ella vivía en Miraflores, muy cerca de la casa del entonces adolescente Mario.[19]​


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