La casa de Bernarda Alba

La casa de Bernarda Alba Símbolos, Alegoría y Motivos

La casa (Símbolo y Alegoría)

La casa representa simbólicamente una fortaleza que cuida el honor de sus habitantes. Lo vemos por ejemplo en estas dos afirmaciones de Bernarda: "esta casa levantada por mi padre para que ni las hierbas se enteren de mi desolación" (81); "Aquí no pasa nada. ¡Eso quisieras tú! Y si pasara algún día estáte segura que no traspasaría las paredes" (89).

Bernarda siempre se preocupa por las apariencias, y no es casual que se refiera a ello con la expresión "quiero buena fachada" (97): el término "fachada" proviene de la arquitectura y se refiere a la cara exterior delantera de un edificio.

Aún más, la casa parece funcionar como una proyección de la misma Bernarda. El símbolo del color blanco en este caso tiene un vínculo notorio con el apellido de la protagonista: "Alba", que deriva del latín "albus": "blanco".

Por otro lado, el interior de la casa de Bernarda también funciona como una alegoría de la situación social y política de la España de 1936, inmersa en conflictos internos por las luchas ideológicas y la represión. Bernarda Alba gobierna la casa tiránicamente y en su interior se vive un clima de opresión constante. También entre las hermanas hay una lucha sorda. La persecución y la vigilancia son permanentes entre las mujeres de la casa. Esta atmósfera replica la situación de España en ese entonces, que es la que hace estallar la Guerra Civil en Julio de 1936, y la que conduce a la posterior dictadura de Francisco Franco, que tuvo lugar entre 1939 y 1975.

El bastón (Símbolo)

Este elemento simboliza el poder y la autoridad de Bernarda. Con él, su dueña pide silencio o hace notar su presencia, y también golpea a sus hijas cuando la desobedecen. El bastón roto en el tercer acto simboliza el quiebre de la autoridad de Bernarda. Por otro lado, el bastón es un símbolo fálico, que subraya el carácter masculino de este personaje.

Los colores verde, blanco, negro (Símbolos)

Los colores tienen un valor simbólico muy fuerte en La casa de Bernarda Alba. En la escenografía predominan el blanco y el negro. El blanco de las paredes de la casa es un símbolo de pulcritud y decencia, y se relaciona con las buenas apariencias que Bernarda se obsesiona en mostrar. Pero el blanco es también símbolo de vitalidad: en el tercer acto, Adela lleva enaguas blancas mientras que, en contraste, Martirio y Bernarda están cubiertas con mantones de color negro. El negro, símbolo de luto, comparte con su opuesto protagonismo en la escena: las mujeres deben llevar ropa de este color por el luto que ha impuesto Bernarda.

Por otro lado, el verde también funciona como símbolo de vitalidad en oposición al negro. Lorca lo utiliza para caracterizar a Adela. Su primer acción en escena es ofrecerla a Bernarda un abanico con este color. Más tarde, usa un vestido también verde pese al luto que impone su madre, como gesto de rebeldía.

El pozo (Símbolo)

El pozo es símbolo de muerte. Bernarda dice que su pueblo es un "pueblo de pozos" (59). En este sentido, el pozo se opone al río: mientras que en el río el agua fluye, el agua del pozo está estancada y carece de vitalidad.

El río (Símbolo)

Es un símbolo vital y a la vez, en la obra lorquiana, muchas veces posee connotaciones eróticas. Adela lo utiliza para expresar su pasión por Pepe el Romano: "Él me lleva a los juncos de la orilla" (107). El uso simbólico del término "río" es evidente, puesto que en el primer acto se ha dicho que el pueblo no tiene río.

En el mismo sentido, Adela utiliza este símbolo en el Acto 2. Cuando son acusadas ella y Martirio de crear confusión y malos pensamientos entre las hermanas, Adela dice: "Hasta que se pongan en cueros de una vez y se las lleve el río" (86). Con esto alude al momento en que las hermanas tengan relaciones sexuales. De manera que, según ella, la confusión y los malos pensamientos suscitados entre ellas se terminarían cuando las mujeres puedan liberar su sexualidad. El uso simbólico del término queda puesto en evidencia cuando Bernarda responde furiosa a su comentario. "¡Perversa!", la acusa.

El mar (Símbolo)

El mar funciona como símbolo de huída y de liberación. María Josefa, que siempre quiere escapar del cautiverio que le impone Bernarda, manifiesta que quiere ir a orillas del mar, tanto al final del primer acto como en la canción que le canta a su oveja en el tercero. Por su parte, La Poncia, en ese mismo acto, y viendo que la situación entre las hermanas se ha agravado, afirma: "A mí me gustaría cruzar el mar y dejar esta casa de guerra" (102).

El viento (Símbolo)

El viento posee connotaciones eróticas. Bernarda afirma: "En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle" (60). En esta frase está implícito este sentido simbólico del viento: la orden de Bernarda implica que las mujeres deben contener sus instintos sexuales.