La casa de Bernarda Alba

La casa de Bernarda Alba Resumen y Análisis del Acto III (Primera parte)

Resumen

El acto final de la obra comienza en el patio interior de la casa. Las paredes también son blancas, aunque ligeramente azuladas. Es de noche. Bernarda y sus hijas comen mientras La Poncia les sirve. Prudencia, una vecina amiga de la madre está sentada aparte y anuncia que debe marcharse, pero Bernarda la convence de que se quede. Luego le pregunta por su marido. Ella le cuenta que él no sale de la casa desde que se peleó por la herencia con los hermanos, y que no habla con su hija, pues no la ha perdonado. Bernarda aprueba la actitud y dice que una hija desobediente se convierte en enemiga. Prudencia sufre por la situación pero no interviene en el conflicto entre su marido y su hija.

Entonces se oye un golpe. Bernarda explica que es un caballo semental que está encerrado, y ordena que lo saquen al corral. Prudencia halaga su ganado y La Poncia dice que es el mejor de la zona, pero se lamenta de que el precio esté bajo. Prudencia opina que Bernarda trabaja como un hombre, y la matrona asiente.

Luego conversan sobre el casamiento de Angustias. En tres días vendrá Pepe a hacer una solicitud formal. Angustias le muestra a Prudencia su anillo y ella señala que, en su tiempo, las perlas significaban lágrimas. Adela sostiene que el anillo debe ser de diamantes. Luego hablan de los muebles costosos que han comprado para Angustias. Finalmente, suenan campanas de llamada a la Iglesia y Prudencia se retira.

Entonces, Adela dice que irá al portón a tomar fresco. Martirio y Amelia deciden acompañarla, pese a su disgusto. Bernarda se queda hablando con Angustias y le recuerda que lo del retrato fue una broma, y que en su casa quiere “buena fachada” y armonía familiar. Magdalena se queda dormida. Luego Bernarda pregunta le a Angustias sobre Pepe y ella contesta que lo encuentra distraído. La madre dice que no debe preguntar acerca de eso, y añade: “habla si él habla y míralo cuando te mire”. Angustias confiesa que no está contenta y Bernarda comenta que “eso es lo mismo”. A continuación dice que Pepe no irá esta noche, pues se ha ido a la capital.

Las hermanas vuelven y se admiran de la oscuridad de la noche. Han visto al caballo semental en el corral. Adela comenta que su blancura llenó la oscuridad, y Amelia dice que fue aterrador. Adela habla de las estrellas, mientras Martirio dice que eso no le interesa. Angustias comenta que Pepe no irá esa noche. Adela pregunta por un poema que se dice cuando cae una estrella, y su madre responde que hay muchas cosas de la sabiduría antigua que se han olvidado. Amelia comenta que prefiere no ver esas cosas, mientras Adela afirma que querría quedarse afuera para disfrutar del aire fresco. Luego van a acostarse todas menos Bernarda.

Entra La Poncia y comienza a discutir con Bernarda, pues esta dice que no ve la “la cosa tan grande” que sucede, y que su vigilancia es muy poderosa. La Poncia le recuerda que no puede “vigilar por el interior de los pechos”. Luego Bernarda le pregunta si su hijo sigue viendo a Pepe a las cuatro de la mañana y ella dice que no. La matriarca cree que se acabaron los malos rumores gracias a su vigilancia. La sirvienta la alerta de que no esté tan segura, pero ella se mantiene firme en su convicción. Luego entra la otra criada. Bernarda se dirige a su dormitorio.

Análisis

El acto se abre con un nuevo cambio de escenario. Es de noche. La familia Alba está junto a su criada y una vecina en el patio interior de la casa. Las paredes también son blancas, como en todos los actos, pero esta vez hay una iluminación azulada. Esto puede sugerir que es de noche, aunque también puede ser atribuido a la presencia de Prudencia, pues ella tiene un carácter pacífico e introduce en la obra momentos de calma relativa. Sin embargo, al igual que en el Primer Acto, la escena se abre en medio de un “gran silencio”. Esto sugiere que el clima sigue siendo de tensión. Por otro lado, a cada uno de los actos le corresponden distintos momentos del día. A este acto le corresponde la noche y es previsible que aquí ocurra el desastre.

En el diálogo con Prudencia se presenta la situación conflictiva de su familia. Su marido está peleado con su hija pues no le perdona que lo haya desobedecido. Bernarda aprueba esta rigidez del marido. Prudencia se presenta como una voz diferente a la de ella pues, a pesar de que sufre por la situación, “deja que el agua corra”; esto es, deja que los acontecimientos sigan su curso sin intervenir. Su presencia marca una clara contraposición con la actitud tiránica de Bernarda.

El golpe del caballo garañón interrumpe la calma temporaria de la escena y contribuye al aumento de intensidad del clima dramático. También este caballo desempeña un papel simbólico. Es correlativo al personaje de Pepe el Romano: es un caballo semental que golpea las paredes de la casa. La fortaleza de la casa está en peligro en su presencia, como el honor de la familia está en peligro por la presencia de Pepe. A propósito del caballo, Bernarda dice: “Pues encerrad las potras en la cuadra, pero dejadlo libre, no sea que nos eche abajo las paredes” (95). Como vemos, el caballo amenaza la estabilidad de las paredes de la casa, ya que las puede "echar abajo", y por eso se asimila a Pepe el Romano: él amenaza la armonía y el honor familiar que la casa representa, pues su presencia ha traído discordia entre las hermanas y ha debilitado la autoridad de Bernarda. Asimismo, Adela está dispuesta a hacer por él acciones que rebajan el honor de la familia. El caballo semental representa la fuerza, la energía vital y la fertilidad que encarna Pepe el Romano.

Luego, a propósito del anillo de perlas que Pepe le ha dado a Angustias, Prudencia dice: “En mi tiempo las perlas significaban lágrimas” (96). Este comentario es sin duda un nuevo presagio del funesto final. Estos elementos simbólicos están acompañados por datos realistas, como los muebles que han sido adquiridos para la novia o la ropa que Angustias promete mostrarle luego a Prudencia.

Más tarde, cuando conversan Bernarda y Angustias, la madre vuelve a poner el acento en las buenas apariencias por encima de los conflictos que se viven en la casa. Ella dice: “Yo no me meto en los corazones, pero quiero buena fachada y armonía familiar” (97). Por otro lado, la madre también establece el rol que debe ocupar la mujer en el matrimonio. Angustias le confiesa que a Pepe lo encuentra distraído y él no le explica sus razones. Entonces ella responde: “No le debes preguntar. Y cuando te cases, menos. Habla si él habla y míralo cuando te mire. Así no tendrás disgustos” (98). Y luego refuerza la idea de sometimiento a la que debe someterse la mujer: “No procures descubrir [las cosas que te oculta], no le preguntes y, desde luego, que no te vea llorar jamás” (98). Cuando Angustias le dice que no está contenta, su madre le responde que “es lo mismo”, lo que demuestra que, para Bernarda, la felicidad es un valor menor, al hay que anteponer unas normas de conducta establecidas y el cuidado de las buenas apariencias.

Finalmente, la oscuridad de la noche que Adela admira es otro presagio de la catástrofe. Respecto al comentario sobre las estrellas, este sirve para acentuar la definición de los carácteres de Adela, Bernarda y Martirio. Adela siente admiración por los astros, lo que implica que tiene intereses más trascendentales. Martirio, por el contrario, dice: “A mí las cosas de tejas arriba no me importan nada. Con lo que pasa dentro de las habitaciones tengo bastante” (99). Esto quiere decir que sus intereses son más mundanos. La madre, a propósito de los versos que se dicen cuando caen las estrellas, afirma: “Los antiguos sabían muchas cosas que hemos olvidado” (99). En esta frase podemos ver una defensa al orden antiguo y a la tradición.