Emma Zunz

Emma Zunz Resumen y Análisis Parte 1

Resumen

El 14 de enero de 1922, Emma Zunz recibe una carta en la que se le informa que su padre murió. La carta proviene de Brasil y es firmada por Feino Fain, un compañero de pensión del señor Maier, quien precisa que el hombre falleció luego de ingerir por error una fuerte dosis de venoral. Emma guarda el papel en un cajón, convencida de lo que debe hacer.

Ella llora la muerte de su padre, segura de que se trató de un suicidio. Lo recuerda en sus años felices como Emanuel Zunz, veraneando en una chacra cerca de Gualeguay; también se le viene a la memoria el auto de prisión, la vergüenza, los mensajes anónimos que lo acusaban de haber robado la caja de la fábrica de tejidos donde él trabajaba y en la que todavía trabaja Emma. Por último, ella recuerda que su padre le juró que el ladrón era Lowenthal. Aarón Lowenthal, antes gerente de la fábrica, ahora uno de los dueños.

Cuando llega el amanecer, Emma ya tiene elaborado el plan para vengar la muerte de su padre. En la fábrica hay rumores de huelga. Ella se mantiene al margen de las protestas. Después de la jornada laboral, va con Elsa y las hermanas Kronfuss a un club de mujeres. Todas menos Emma hablan de novios; a esta última, "los hombres le inspiraban, aún, un temor casi patológico..." (p.70).

Análisis

En principio, vale la pena destacar que "Emma Zunz" quizás sea uno de los relatos menos representativos de la obra de Borges. De hecho, en él no encontramos prácticamente ninguno de los elementos representativos de la literatura borgiana (los laberintos, los libros, los mitos, el universo, el tiempo, entre otros). Así y todo, paradójicamente la mayoría de los críticos coinciden en que este es uno de las mejores relatos del autor. Sin ir más lejos, el escritor y crítico Martín Kohan lo ha definido como "el cuento perfecto" en una entrevista. Esto, en parte, se debe a que el narrador propone un tono entre misterioso y cómplice que contribuye al espíritu de policial o noir del relato. Este término, noir, nace en la década de 1940 como un género cinematográfico, aunque rápidamente es incorporado por la crítica literaria para hacer referencia a aquellas historias con tintes de género policial, pero que, al mismo tiempo, proponen una atmósfera sombría y enigmática.

Ahora bien, adentrándonos de lleno en la historia, en relación con la protagonista, está claro que estamos ante una muchacha tremendamente sola; tanto más ahora que su padre ha muerto. Emma, una obrera textil, siente "un terror casi patológico" hacia los hombres, y con las dos o tres amigas con las que va a un club de mujeres después del trabajo no parece haber desarrollado una relación tan profunda. Esta soledad constitutiva del personaje de Emma contribuirá, en última instancia, a que pueda ejecutar el plan para vengar a su padre sin ser descubierta. Por otro lado, el nombre y el apellido de Emma, los de sus amigas e, incluso, el nombre de la empresa para la que trabaja (Tarbuch y Loewenthal) ya nos dan la pauta de que la historia se desarrolla en un contexto de inmigrantes judío-alemanes.

En estos primeros párrafos del cuento también nos encontramos con una cuestión interesante relacionada con el tema de la identidad. El padre de Emma, Emanuel Zunz, decide cambiarse el apellido al de Maier cuando se exilia a Brasil; esta transformación se debe a que Lowenthal ha mancillado su buen nombre al acusarlo de ladrón. Ahora bien, así como su padre debió cambiarse el apellido, es decir, transformarse en un otro para sobrellevar la afrenta sufrida, Emma hará lo mismo cuando se haga pasar por prostituta para acostarse con el marinero como parte de su coartada. En ese sentido, padre e hija construyen identidades paralelas como un mecanismo de supervivencia frente a circunstancias adversas.

En otro orden de cosas, está claro que, con la muerte de su padre, se despierta en Emma el mandato de la venganza. Y la ejecución de esta venganza será calculada, fría. El plan que urde Emma para vengar la muerte de su padre no solo conlleva el asesinato de Lowenthal, sino, como veremos más adelante, una instancia de autocastigo, que bien puede interpretarse como de "sacrificio". La observación del narrador respecto de ese "terror casi patológico" que siente Emma respecto de los hombres aportará más dramatismo a la escena relacionada con este sacrificio en cuestión.