El talento de Mr. Ripley

El talento de Mr. Ripley Resumen y Análisis Capítulos 13-18

Resumen

Capítulo 13

Tom intenta parecer casual al regresar a su hotel. Luego de planificarlo cuidadosamente, decide volver a Mongibello. Allí se encuentra con Marge, quien quiere saber dónde está Dickie. Tom le dice que se quedará durante unos días viendo exposiciones de arte en Roma, donde se reunirá con él al día siguiente.

Tras despedirse de Marge, Tom se dedica a poner en venta con signore Pucci, subdirector de un hotel en Mongibello, la casa, el velero y los costosos muebles de Dickie. Luego empaca la mayor cantidad de ropa y documentos de Dickie que puede. Al día siguiente, Marge se presenta y le pregunta por qué está empacando las posesiones de Dickie. Tom explica que recibió una carta suya avisando que se mudará a Roma y quiere que le envíe sus cosas. Marge está visiblemente molesta, pero no puede hacer nada al respecto.

Luego de comprobar en el periódico que no han encontrado la lancha ensangrentada, Tom parte rumbo a Roma. Al llegar al hotel le escribe una carta a Marge haciéndose pasar por Dickie. El manuscrito avisa que necesita un tiempo a solas para pensar qué es lo que siente por ella. Finalmente, Tom compra algo de maquillaje en Roma para parecerse más a Dickie.

Capítulo 14

Los días siguientes, Tom practica para actuar, hablar y comportarse como Dickie. Se compenetra de tal modo con su papel que teme que Marge aparezca sorpresivamente sin darle tiempo a volver a su propia voz y modales. Por lo demás, siente un gran deleite al imitar a Dickie, como si de ese modo pudiera adoptar una confianza y una autoestima de las que carece. Durante esos días comienza a recoger los cheques de Dickie en American Express.

Un día recibe una carta de Marge para Dickie en la que ella expresa la triste aceptación de su abandono ,y afirma que Tom es una mala influencia. Luego, Tom le escribe a los padres de Dickie haciéndose pasar por él y avisando que está buscando un apartamento en Roma, mientras practica con un pintor llamado Di Massimo.

Tom se va a París poco después, a tiempo para Navidad. Allí se siente eufórico mientras finge ser Dickie en una ciudad que ha idealizado durante mucho tiempo. También se hace de nuevos conocidos, entre los que causa una buena impresión. Una sensación de abundancia y magnanimidad lo domina.

Al regresar a Roma, recibe dos cartas de Marge destinadas a Dickie. En la primera le pide que pase un tiempo con ella antes de que ella regrese a Estados Unidos, en primavera. En la segunda, más fría y contundente, informa que regresará a casa antes de lo previsto. Tom teme que Marge intente visitarlo en Roma, por lo que le escribe por parte de Dickie diciendo que Tom ha vuelto a los Estados Unidos y que él está buscando un apartamento donde establecerse.

Capítulo 15

Tom se termina de instalar en Roma, en un apartamento que alquila bajo su identidad falsa. También abre una cuenta a su propio nombre para desviar ocasionalmente el dinero que se ha apropiado. Su italiano mejora tanto que debe practicar para cometer errores, tal como lo hacía Dickie.

Una noche, mientras prepara las maletas para viajar a Nápoles, Freddie Miles se presenta en su apartamento. Tom le informa que Dickie salió a almorzar, pero Freddie advierte que lleva algunas joyas de su amigo y sospecha de él. A Tom no le preocupa que piense que mató a Dickie, sino que crea se han involucrado sexualmente. Cuando lo despide, Freddie habla con la encargada del edificio, quien revela que Dickie no ha salido del edificio y que no tiene invitados en la casa. Consciente de que algo raro sucede, Freddie regresa preparado para interrogar a Tom. Presa del pánico, Tom lo golpea con un cenicero hasta matarlo.

Tom decide hacer que la muerte parezca un robo. Para ello desordena todo el apartamento, dejando varias bebidas alcohólicas y colillas de cigarrillos por la habitación. Aunque lamenta haber tenido que asesinarlo, considera que se lo merece por ser tan homofóbico y entrometido.

Capítulo 16

Cuando se hace de noche, Tom ingresa con dificultad el cuerpo de Freddie en su propio auto. Algunos transeúntes lo notan, pero asumen que se trata de dos amigos alcoholizados. Luego traslada el cadáver a un antiguo cementerio, donde lo abandona para que parezca un robo.

Capítulo 17

Al día siguiente, Tom se siente enfermo y con resaca. La policía lo llama creyendo que es Dickie Greenleaf. Le dicen que han descubierto el cuerpo de Freddie y que quieren hacerle unas preguntas en persona. Tom está consternado, ya que planeaba viajar a Mallorca ese día. Mientras espera a la policía, su antiguo tutor italiano, Fausto, lo llama pensando que es Dickie. Haciéndose pasar por él, Tom le ofrece reunirse para almorzar, pero no sale del apartamento.

Finalmente llegan dos efectivos de la policía, quienes no parecen sospechar de Dickie. Sin embargo, concluyen que Freddie murió después de dejar su apartamento y le piden que se quede en la ciudad por si vuelven a necesitarlo. Tom se muestra angustiado y asegura que él y Freddie tomaron unas copas, pero que su amigo parecía lo suficientemente sobrio como para conducir.

Con el interés de evitar otras llamadas, Tom se muda a una habitación de hotel. Para entonces, todos los periódicos destacan el asesinato de Freddie. Algunos incluso nombran a Dickie y dan su dirección, aunque no se refieran a él como sospechoso. También recibe la llamada de un hombre que se identifica como Van Houston, un conocido de Dickie que viajaba con Freddie. Van Huston quiere ver a Dickie para conversar. Como la policía le ha prohibido salir, Tom se las arregla para evitarlo.

Esa noche, Tom lee en el periódico que han encontrado hundido un barco manchado de sangre cerca de San Remo. La posibilidad de que la policía rastree el bote hasta él lo aterroriza. Incapaz de hacer mucho, pregunta en la recepción del hotel si hay algún recado para él. Hay varios: algunos de amigos de Dickie y otro, de Marge. La posibilidad de que Marge visite Roma comienza a desesperarlo.

Finalmente, Tom se queda dormido en su habitación y sueña que Dickie ha sobrevivido. Al despertar, tiene la irracional certeza de que Dickie se esconde en algún lado.

Capítulo 18

A Tom le sigue preocupando que Marge lo visite sorpresivamente. Sin embargo, antes de que ello suceda recibe una llamada de la policía: quieren entrevistarse nuevamente con él. Pronto llegan a su apartamento. Uno de los oficiales es el mismo que lo había entrevistado antes, pero esta vez viene junto a otro subordinado. El oficial, que cree estar frente a Dickie, le pregunta sobre el paradero de Tom Ripley, ya que lo creen desaparecido o, aún peor, muerto. Han relacionado el barco hundido con el viaje que Tom y Dickie realizaron en San Remo. Sumado a la muerte de Freddie, ahora sospechan que Dickie puede ser un asesino. Tom actúa con normalidad y afirma que el bote que tomaron en San Remo fue devuelto, y que él y Tom pasaron tiempo juntos luego de ese viaje. Por el momento, consigue librarse de los oficiales, a quienes les pregunta si puede ir a Palermo por unos días. Ellos acceden.

Cuando los oficiales se van, Marge llama al hotel para encontrarse con Dickie. Tom asume su verdadera identidad y le dice que está de visita en la habitación de Dickie, y que este se encuentra en la estación de policía. Luego revisa sus recados en el hotel y descubre que Van Houston le ha escrito nuevamente para verlo en persona. Tom sabe que se encuentra en un serio aprieto

Análisis

Con el asesinato de Dickie se cierra uno de los principales conflictos de la novela, la relación entre Dickie y Tom, y se abre con ello uno nuevo, vinculado a la necesidad de nuestro protagonista de salirse con la suya mientras evita las sospechas de los allegados a Dickie y las de la policía.

Al principio, todo parece salir según sus planes: en Mongibello consigue disuadir fácilmente a Marge. Nadie duda de él, ni de la repentina desaparición de Dickie. Además, con su nueva identidad adquiere dinero y logra disfrutar de la vida de viajes y ocio que siempre ha anhelado. Sin embargo, más importante aún que el nuevo modo de vida que se puede permitir es la sensación de plenitud y bienestar que experimenta al ocupar el papel de Dickie: “Ello sumergía su existencia en una atmósfera peculiar y deliciosa de pureza, igual que la que probablemente sentiría un gran actor al salir al escenario a interpretar un papel importante con la convicción de que nadie podía interpretarlo mejor que él” (144). Tom concibe su personificación como una forma de arte y se entrega a su farsa con el compromiso de un artista dedicado. Aunque el tema del arte ya se había manifestado en otros personajes de la novela, como Marge, Dickie y Cleo, él los supera a todos: tanto el crimen como el arte son dos aspectos indisociables a la figura de Tom, quien parece ser el personaje más dotado y entregado artísticamente a su obra. Nuestro protagonista se encuentra tan absolutamente implicado en su ‘forma de arte’ que llega a perder el control de sus acciones cuando su imaginación se pone a trabajar. Este es el gran talento de Tom Ripley al que alude el título de la novela.

El hecho de que su arte se vincule a la actuación pone asimismo de relieve la centralidad del tópico de la identidad, entendida como el conjunto de rasgos, comportamientos y cualidades que definen y diferencian a los individuos entre sí. Como vemos, la figura de Tom pone en crisis esta noción estable y definida de identidad: cuando él se disfraza de Dickie, no solo consigue con ello engañar a los demás, sino que también modifica su propia autopercepción y adquiere características personales inaccesibles para él de otro manera. La confianza, la generosidad y la simpatía que expresa Tom en París, por ejemplo, son atributos que solo consigue apropiarse bajo la investidura de Dickie. De hecho, el poder encarnar estas características es tan gratificante para él que comienza a despreciar la idea de tener que volver a asumir su propia identidad.

Por otro lado, cabe mencionar que las habilidades interpretativas de Tom no se agotan únicamente en el hecho de actuar y personificar su apariencia para que lo confundan con Dickie. Tom complementa estas habilidades con un gran talento para la falsificación, y la novela insiste reiteradamente con ello al punto en que sus cartas y documentos falsos se transforman en un verdadero leitmotiv a partir de esta sección. Tom consigue emular casi a la perfección cualquier firma o caligrafía, y es gracias a ello que logra hacerles creer a Marge, a los Greenleaf y los bancos que Dickie continúa con vida. De hecho, su gran talento como falsificador será de especial importancia hacia el final de la novela.

En estos capítulos, nuestro protagonista consigue hacer realidad uno de sus mayores sueños: conocer Francia. Para él, París es un verdadero símbolo que condensa todas sus aspiraciones de vida. Desde que pone un pie en Europa, la mención a esta ciudad se transforma en algo recurrente, casi obsesivo, en la mente de este personaje. Sus ganas de conocer París son tales que llega incluso a fastidiar a Dickie con sus insistencias y se siente personalmente herido cuando él rechaza su invitación de visitar juntos la ciudad. Para Tom, París es sinónimo de riqueza, cultura y exclusividad: conocer la ciudad bajo la identidad de Dickie, y ser aceptado, gracias a ello, en los altos círculos de la sociedad parisina le permite sentirse encantador, sofisticado y popular. Sin embargo, a esta altura, los lectores ya estamos advertidos de que los periodos de prosperidad de Tom no se caracterizan por ser muy duraderos, y esta etapa eufórica presagia una caída igual de vertiginosa.

De este modo, la sorpresiva llegada de Freddie Miles vuelve a poner a nuestro protagonista en aprietos. Cabe mencionar que el asesinato de Freddie debe comprenderse en la novela a la luz del tema de la homosexualidad. Para Tom, “Freddie pertenecía a esa clase de tipos que eran capaces de dar una paliza a quien tomasen por un afeminado” (149), y su llegada implica una amenaza, no tanto porque sospeche del asesinato de Dickie, sino por la posibilidad de que crea que ellos tienen un amorío. Tanto es así que Tom justifica el asesinato de Freddie acusándolo de haber sido el responsable de su propia muerte: “—Freddie Miles, has sido víctima de tu propia mente retorcida” (153).

El problema de la homofobia, como vemos, se presenta en esta novela como un móvil del crimen, como aquello que moviliza y arrastra a un individuo hacia el crimen. La centralidad de la homofobia sufrida por Tom ya se había manifestado en el caso del homicidio de Dickie, pero ahora, con el de Freddie, se potencia aún más. Tom tiene una larga historia de maltratos por las presunciones ajenas acerca de su sexualidad. Sin embargo, lo que podría considerarse como un reclamo justo por parte de este personaje, termina aquí aducido por él mismo para absolverse de la culpa de un asesinato.