El Señor de las Moscas

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis Capítulo 2: Fuego en la Montaña

Esa misma noche, al reunirse con el grupo, Ralph sopla la concha para convocar otra reunión. Los efectos del abandono son evidentes en los atuendos de los niños: los niños que se quemaron por el sol se han vestido otra vez, mientras que el coro está más desaliñado, habiendo abandonado sus capas. Cuando el grupo de niños le presta atención a Ralph pierde su confianza en sí mismo repentinamente y no logra decidir si debe conducir la reunión de pie o sentado. Mira a Piggy buscando validación de su autoridad. Ralph anuncia los resultados de la exploración de esa mañana: explica que están en una isla desierta. En este momento, Jack intercede e insiste que necesitan un ejército para cazar los cerdos. Ralph, Jack y Simón le describen emocionadamente a los otros su encuentro con el cerdito. Jack insiste defensivamente que se “escapó” antes de que pudiera apuñalarlo y matarlo, prometiendo que lo mataría “la próxima vez.” Para demostrar su sinceridad, Jack dramáticamente espeta su cuchillo dentro del tronco de un árbol, y los chicos, incómodos por la audacia de Jack, se quedan mudos.

Reconociendo que la reunión se ha convertido en un desastre, Ralph anuncia que tendrán que establecer reglas, no solo para las reuniones, sino también para organizar sus actividades diarias. Declara que, durante las reuniones, los chicos tendrán que levantar la mano, como en la escuela, para poder hablar uno a la vez. El chico al que le toque hablar recibirá la concha, la cual sostendrá mientras habla, y entonces se la pasará al próximo locutor. Jack interrumpe para aprobar la imposición de reglas, y comienza a explicar emocionadamente los castigos que conllevará romperlas. Piggy, tomando la concha de Ralph, regaña a Jack por “dificultar a Ralph.” Él dice que lo más importante es que nadie sabe dónde están y que puede que estén allí por mucho tiempo. Los niños se quedan en silencio ansiosamente.

Ralph, tomando la concha de Piggy de nuevo, tranquiliza a los otros niños, explicando que se divertirán mucho, ya que la isla es suya hasta que lleguen los adultos. Dice que será como una novela, y los otros, emocionados, comienzan a gritar los nombres de sus novelas favoritas de aventura isleña: La Isla del Tesoro, Las Andorinas y Las Amazonas, y La Isla Coral. Ralph acalla la asamblea al agitar la concha. Un pequeño niño de seis años cuya cara está medio cubierta por una marca de nacimiento roja se para con indecisión para pedir la concha. Parece como que va a llorar; en cuanto tiene la concha le pregunta a Ralph qué hará el grupo con la cosa-serpiente, la cual describe como una “bestiecita” que apareció frente a él en el bosque. Ralph le asegura al grupo que ese tipo de animal sólo vive en países grandes, como los de África, así que el niño lo debe haber soñado a consecuencia del choque. Los niños parecen calmarse, aunque Ralph ve señales de duda en las caras de los niños más pequeños.

Ralph le dice a los niños que su meta mientras estén varados será doble: número uno, deben tratar de asegurar sus rescate, y dos, deben tratar de divertirse. Les asegura que, como su padre, que es un Comandante Naval, le ha dicho, no hay islas desconocidas en el planeta, así que serán rescatados. Entonces le explica al grupo los detalles de su plan para que los rescaten. Ralph sugiere que construyan un fuego en el tope de la montaña, ya que el humo le indicará su presencia a los barcos que pasen cerca. Jack convoca a los niños para construir el fuego al tope de la montaña, y ellos lo siguen inmediatamente, dejando a Piggy y a Ralph detrás para discutir cómo fue la reunión.

Piggy está disgustado con el comportamiento infantil de los niños mientras Ralph alcanza al grupo y los ayuda a llevar madera a la cima de la montaña. Eventualmente, esta tarea prueba ser demasiado difícil para algunos de los niños más pequeños, los cuales pierden interés en esta actividad y comienzan a buscar frutas para comer. Cuando han recolectado suficiente madera, Ralph y Jack se preguntan cómo encender el fuego. Piggy llega, y Jack sugiere que usen sus espejuelos. Jack le quita los espejuelos a Piggy, el cual casi no puede ver sin ellos. Un niño llamado Maurice sugiere que usen las ramas verdes para encender el fuego. Luego de varios intentos, los espejuelos concentran los rayos del sol y comienzan el fuego. Aunque los niños quedan estupefactos con el fuego, pronto se consume la llama. Piggy, desanimado por el desperdicio de su única leña, regaña a Jack, y comienzan a discutir fuertemente.

Ralph toma la concha de Piggy y de nuevo le recuerda al grupo la importancia de las reglas. Jack está de acuerdo, explicando que no son salvajes; son ingleses, y los ingleses son los mejores en todo, así que deben seguir las reglas correctas. Ralph admite que a lo mejor nunca serán rescatados, y Piggy se queja de que eso es lo que ha estado tratando de decir, pero nadie le hacía caso. Prenden el fuego una vez más. Mientras Piggy tiene la concha, pierde su paciencia de nuevo, diciéndole a los niños que debieron haberlo escuchado antes cuando les ordenó que construyeran albergues primero, antes de construir el fuego, el cual es de importancia secundaria. A Piggy le preocupa que todavía no saben exactamente cuántos niños hay, y menciona las serpientes. De momento, uno de los árboles se prende en fuego, y uno de los niños grita sobre las serpientes. Piggy piensa que uno de los niños se ha perdido.

Análisis

Durante el segundo capítulo de la novela, Golding utiliza el progreso de los chicos en la isla como una metáfora para el desarrollo humano primitivo. El primer logro de los niños en la isla es encender un fuego, lo cual une a los chicos en su asombro, al igual que la concha. De acuerdo a Piggy, el próximo paso debe ser construir algún tipo de albergue, de nuevo reflejando el desarrollo histórico de las primeras sociedades humanas. El “gobierno” establecido por Ralph también se desarrolla durante este capítulo. Golding utiliza estos desarrollos para indicar que la isla se está convirtiendo en una sociedad con reglas que refleja la cultura democrática occidental. La concha, la cual autoriza al que la posee a hablar y está disponible para todos, es un símbolo particular del ideal de la igualdad y libertad democrática. Pero, como Ralph decide quién posee la concha, las libertades en la isla son decididas por medio de la autoridad. Aunque Ralph es un líder benévolo, la implicación es que la democracia depende de sus líderes para establecer justicia.

Al igual que en un sistema democrático, el gobierno improvisado en la isla provoca debate y disentimiento. Jack y Piggy tienen diferentes perspectivas sobre cuál es el propósito de las reglas de Ralph. Ralph toma una perspectiva racional basada en la justicia: las reglas le permitirán a los niños vivir equitativamente unos con los otros, una creencia que cabe bien con los ideales democráticos. Jack disfruta la idea de las reglas como método de control y castigo, una reflexión de su carácter dictatorial y su tendencia hacia la violencia. Piggy, como el más inteligente de los tres personajes principales, ve las reglas como herramientas útiles para la supervivencia. Él ve todos los aspectos del comportamiento de los niños en la isla en término de si contribuirán a su eventual rescate.

Golding continúa presentando a Ralph como una presencia calmante y autoritativa entre los niños. Cuando los más pequeños comienzan a temer, sólo Ralph logra restaurar el orden y la esperanza. A pesar del pensamiento y estimación clara de la situación por parte de Piggy, su actitud polémica y su rechazo rudo de los niños más pequeños desafortunadamente causa que sus ideas sean ignoradas. Aún más importantemente, es un cínico que no puede hacer nada para consolar a los demás; al contrario, les inculca un sentido de fatalismo. Piggy, cuyo pesimismo y tristeza lo convierten en un probable mártir, es presentado en este capítulo como un profeta a quien nadie escucha hasta que ya es demasiado tarde. Golding utiliza los consejos de Piggy como presagio: ignorar los consejos de Piggy, no importa lo absurdo que suene, resulta en terribles consecuencias. El Capítulo 2 contiene el primer ejemplo de la profecía de Piggy: después de la expedición a la montaña, uno de los chicos parece haber desaparecido. La implicación es que si los demás hubiesen seguido los consejos de Piggy y le hubiesen permitido mantener un registro de la cantidad de niños y sus nombres, no existiría confusión sobre si alguno está perdido.

A pesar de que a los niños no les gusta Piggy, ellos parecen reconocer que es una figura importante en la isla. Sus espejuelos les permiten encender el fuego en la montaña. Especialmente, Piggy es útil para Jack, el cual está más interesado en cazar y causar dolor y desorden que en contribuir o construir algo útil. Es importante que el desarrollo que más apoya es prender el fuego, lo cual es naturalmente destructivo aunque puede ser utilizado para el bien. En este capítulo, también establece a Jack como el chico que tiende a dominar. La aseveración de Jack de que los ingleses son “los mejores en todo” también sugiere sus impulsos nacionalistas. Jack conviene con la posición colonial inglesa que dependía de la aparente superioridad de los ingleses para justificar la colonización y el desarrollo forzado de otras personas, presagiando su comportamiento agresivo en los siguientes capítulos. Su declaración de que no son “salvajes” parece, al final de la novela, profundamente irónico, ya que Jack y su tribu llegan a niveles impensables de brutalidad y autodestrucción.

La inmadurez de los niños es destacada una vez más cuando enfrentan el reto de satisfacer sus necesidades básicas de supervivencia. Los peligros inmediatos que enfrentan son pocos, ya que en la isla hay frutas, además de los cerdos, para comer; sin embargo, al ser niños, quedan agobiados con un terror irracional y difuso. Golding sugiere que sus miedos son su peor enemigo. Es el medio por una serpiente que causa que los niños más pequeños caigan en pánico y exageren los peligros en la isla, causando desorden y caos. Jack y Piggy contribuyen a este pavor. Jack lo hace a través de su postura agresiva, la cual contiene la noción implícita de que están en peligro y deben defenderse de alguna fuerza desconocida. Piggy lo hace a través de su constante fatalismo. Aquí es donde Ralph mejor demuestra su superioridad en liderazgo, exhibe la mayor calma de todos los personajes y anima a los demás a sentirse seguros de su rescate. Ralph es establecido no sólo como líder político, sino también como figura paternal, cuyo trabajo es calmar a los niños atemorizados y protegerlos de sus propios miedos y dudas.

Mientras la trama se acerca al conflicto dramático y la tragedia, Golding distingue El Señor de las Moscas de las historias de aventura románticas que eran populares entre los niños a mediados del siglo veinte. Durante la segunda reunión, Ralph recomienda que los niños se diviertan en la isla y que piensen sobre sus experiencias como las que ocurrirían “en una novela.” Inmediatamente, los niños comienzan a gritar los nombres de sus aventuras isleñas favoritas, incluyendo La Isla de Coral (1857), la cual fue escrita por R.M. Ballantyne. Era una novela popular durante el siglo diecinueve que sigue las aventuras felices de tres niños sin supervisión en una isla tropical. Golding, quien encontraba la trama de La Isla de Coral ingenua e improbable, escribió El Señor de las Moscas parcialmente como una repuesta a esta novela. La mención de estas narrativas isleñas idealizadas al comienzo de la historia distópica de Golding es, entonces, irónica ya que los eventos que siguen no son nada como las experiencias divertidas de los niños en La Isla de Coral. A través de esta comparación explícita, Golding invita al lector a reconocer su obra como un comentario crítico sobre la ficción popular de aventura a base de su irrealidad optimista.

También, en el Capítulo 2, Golding introduce más símbolos que recurrirán a través de la novela y que subrayan los desarrollos importantes en la acción dramática. El fuego que los niños construyen simboliza la esperanza del grupo por su rescate y regreso a los Home Counties. Un símbolo poderoso de la civilización, el fuego representa la imposición de la industria humana sobre la naturaleza salvaje e indómita; la incapacidad de los niños de mantener el fuego indica la moribunda posibilidad de su rescate y de mantener un orden civilizado en la isla. También debemos notar la introducción de la “bestiecita,” o como le llaman después, la “bestia.” La idea de la bestia es mencionada primero por uno de los niños más pequeños, aunque es ignorada por la mayoría de los niños mayores. Mientras Ralph los calma, ve duda en sus caras, una observación que refleja la aceptación eventual del grupo de la bestia como una legítima, sino improbable, realidad. La bestia se convierte en un tema central importante que establece el poder y el peligro del pensamiento de grupo entre los chicos.