El principito

El principito Resumen y Análisis Capítulos 24-27 y Epílogo

Resumen

Capítulo 24

El piloto se encuentra en una situación muy delicada, pues se han cumplido ocho días desde su accidente y ya no tiene provisiones. Necesita con urgencia buscar una fuente, pero el principito insiste en contarle sobre sus experiencias. Cuando el piloto le dice directamente que corren el riesgo de morir, la respuesta del principito es que es una suerte haber tenido un amigo, aun si van a morir. De todas maneras, le propone al piloto ir a buscar la fuente.

Se ponen en marcha y, durante dos horas, no encuentran nada. El narrador se siente afiebrado por la deshidratación. El principito no contesta si tiene o no sed, pero dice que el agua puede ser buena para el corazón. A causa del cansancio, el principito se sienta y el narrador sigue su ejemplo. Hablan sobre la belleza de las estrellas y del desierto y cómo hay algo escondido en ambos lugares que los embellece: las estrellas esconden la flor y el desierto, el pozo.

Como el principito está por quedarse dormido, el narrador lo lleva en sus brazos y siente que lo que lleva es en realidad un tesoro. Piensa que lo que más lo conmueve sobre el principito es el modo en que resplandece en él su amor por la rosa, como una lámpara. Ese amor es admirable, pero también lo hace frágil porque es fácil apagar una llama. Al alba, el narrador encuentra el pozo de agua.

Capítulo 25

El pozo que encuentra el narrador tiene algo muy particular: a pesar de estar aislado en el medio del Sahara, se parece al pozo de un pueblo. El narrador se sorprende por el buen estado en el que se encuentra la roldana, el balde y la soga. El principito tira de la cuerda y ríe porque han despertado al pozo. El trabajo de levantar el balde con la roldana es muy pesado para el chico, por lo que quien saca el agua es el narrador. El principito le pide que le dé de beber esa agua.

Tanto el principito como el narrador disfrutan del agua que beben. Al narrador le trae el recuerdo de los regalos en Navidad; todo alrededor los embellece. Asimismo, el desierto, las estrellas y la música de la roldana hacen que beber sea una fiesta. A pesar de ello, el narrador se siente triste sin saber bien por qué. El principito le recuerda la promesa de un bozal para su cordero, y aprovecha para decirle que sus dibujos nos son muy buenos. Al piloto no le preocupa demasiado, porque sabe que los chicos van a entender sus dibujos. Dibuja un bozal, pero cuando lo alarga para que su amigo lo reciba, siente angustia, pues sospecha que el principito tiene proyectos que no ha compartido con él.

Como siempre, el chico no contesta las preguntas sobre sus planes, sino que menciona que al día siguiente se cumple un año de su llegada a la Tierra. En ese momento el narrador comprende que están volviendo al lugar en el que cayó cuando llegó a la Tierra. El principito le dice al piloto que vuelva a trabajar en la reparación de su avión y que vaya a buscarlo el día siguiente en ese mismo lugar. Al narrador esa idea no lo deja tranquilo y se acuerda del zorro, porque le vienen ganas de llorar.

Capítulo 26

Al día siguiente, el narrador se acerca al lugar donde dejó al principito. Este está conversando con alguien a quien el narrador no alcanza a identificar. Hablan de encontrarse más tarde y del lugar preciso en el se dará el encuentro. Ya a una distancia desde la cual alcanza a ver la escena, el narrador ve a una serpiente venenosa amarilla a los pies del chico. Intenta desenfundar su revólver, pero la serpiente desaparece. Se apura para preguntarle al chico si se encuentra bien; está pálido y, cuando lo toma en sus brazos, siente acelerado el latir de su corazón.

En ese momento, el principito le dice que se alegra de que haya podido reparar el avión, lo que sorprende al narrador porque todavía no se lo ha contado. El principito le explica que él también va a volver a casa esa noche, pero que está lejos y el camino es difícil. El narrador sostiene al chico en sus brazos y se entristece porque ya no va a poder escuchar su risa. El chico explica que hace un año que está en la Tierra y que debe volver. Le dice que cuando mire las estrellas no va a saber cuál de ellas es la del principito, y por eso todas lo van a alegrar. Además, decide darle un regalo: cada vez que el narrador mire hacia las estrellas y se imagine la risa de su amigo, será como si todas las estrellas estuvieran riendo a la vez.

De pronto, el principito se torna más serio y le pide a su amigo que no vaya a verlo esa noche porque parecerá que está sufriendo y que va a morir; además, la serpiente podría morderlo también a él. Pero el narrador insiste con que no lo dejará solo. Así, a pesar de las advertencias, el narrador sigue al principito y lo toma de la mano. El chico se apena por lo duro que será para el piloto verlo tras la mordedura de la serpiente, porque parecerá que está muriendo pero, en realidad, su cuerpo es solo una corteza y no se lo puede llevar consigo de vuelta al planeta.

El principito trata de consolar a su amigo diciendo que así como el piloto tendrá cinco millones de estrellas riendo, él, desde su planeta, tendrá cinco millones de pozos con roldanas oxidadas que le darán de beber. A causa del miedo, el principito toma asiento y empieza a hablar con nostalgia de su flor. Duda por un momento y luego se levanta y da un paso. Un relámpago amarillo rodea su tobillo y, tras un instante inmóvil, cae al piso suavemente.

Capítulo 27

El narrador cuenta que todo esto sucedió hace ya seis años. Justifica su tristeza ante sus amigos adultos como si fuera solo cansancio. De todas maneras, siente cierto consuelo porque nunca encontró el cuerpo del principito, lo que le hace creer que no murió. Además, le ayuda mirar hacia las estrellas por las noches. Lo único que le preocupa un poco es que se olvidó de dibujar una correa para el bozal del cordero y se pregunta si su amigo habrá resuelto ese problema o si el cordero se habrá comido a la flor. Descarta esa preocupación porque sabe que el chico cuida tanto de su flor como del cordero.

Toda la melancolía que puede sentir por su amigo está suavizada por el misterio que hace que él y los lectores, que han llegado a querer al principito, comprendan lo importante que es saber si el cordero se ha comido la flor. Según el narrador, solo los niños entienden la trascendencia de ese misterio.

Epílogo

El narrador dibuja el desierto y lo describe como el lugar más hermoso y el más triste del mundo. Les pide a sus lectores que estén atentos por si se cruzan con el principito y que, si así fuera, lo traten con paciencia y le dejen saber que su amigo ha vuelto.

Análisis

A partir del Capítulo 24, la narración se centra nuevamente en los hechos que comparten el principito y el narrador-piloto. Al dejar atrás la narración sobre las experiencias que vivió el protagonista antes de conocer al piloto, el narrador vuelve a identificarse muy claramente una primera persona que es, a su vez, personaje secundario de la historia que narra.

Tras su encuentro con el zorro, la trama del viaje del principito, cuyo conflicto central tiene como raíz su relación con la flor, se resuelve. Los capítulos que siguen a ese desenlace se centran, más bien, en la trama que narra la relación de amistad entre el piloto y el principito. En esta línea narrativa, el conflicto principal es interno, pues se trata del desierto metafórico en el que se encuentra el piloto y su sed de establecer una conexión verdadera.

Dado que aquí el foco está puesto en la domesticación, es decir, en la creación de un vínculo entre el principito y el piloto, los elementos que cobran protagonismo en esta última parte de la novela son las estrellas y el pozo. Ambos son los símbolos que van a representar al amigo: el piloto va a escuchar a las estrellas reír cuando contemple el cielo, y el principito va a escuchar el canto de la roldana cuando mire las estrellas.

En primer lugar, las estrellas y el desierto son lugares vastos y, en cierta medida, terribles. El desierto hace que el piloto se enfrente con la posibilidad de la muerte y, a la vez, representa su aislamiento como adulto que no logra congeniar con otros “hombres serios”. Las estrellas, por su parte, son el escenario del viaje del principito, y lo enfrentan con verdades dolorosas, como lo efímero de su rosa, y lo arrojan a una existencia solitaria y melancólica. Sin embargo, ambos lugares son también testigos del nacimiento de una amistad y son el lugar donde ambos personajes encuentran la satisfacción de un anhelo de plenitud existencial. Finalmente, la superación de la soledad por medio de una relación tan significativa como la que se establece entre los dos alivia la angustia existencial que los abruma.

Según el principito, la belleza de las estrellas es que esconden una flor, mientras que lo que embellece el desierto es un pozo. Tanto la flor como el pozo suponen un propósito. La flor es solo especial entre cinco millones de flores porque alguien se ha propuesto serle útil y cuidar de ella. El pozo en medio del desierto no es como cualquier pozo del Sahara, porque parece “el pozo de un pueblo”, es decir, que fue hecho con el propósito de ofrecer alivio. La intencionalidad en el actuar y el esfuerzo por descubrir un propósito detrás del amor, los deseos y los trabajos están en el centro de la obra y el final es una bella síntesis de esta idea central.

En relación con el tema de la domesticación, central en esta parte del libro, resulta útil detenernos en el Capítulo 27 para hacer un análisis formal. En ese capítulo, el narrador muestra cómo los vínculos personales pueden transformar la realidad utilizando como recurso los artículos determinados e indeterminados. A partir del penúltimo párrafo, define el misterio detrás de la domesticación al mostrar el abismo que separa preguntarse por un cordero que se come una flor y el cordero que se come la flor. Recordemos que el zorro dice que “solo se conocen bien las cosas que se domestican” (p.68). El abismo que existe entre la flor y una flor es el conocimiento, es decir, la domesticación.

Finalmente, no estaría completo el análisis si no tratásemos el final del principito, sobre la que se ha escrito tanto. Para algunos críticos, el texto termina con su muerte. Para otros, se trata de otro elemento fantástico de la obra, en el que la mordedura de una serpiente venenosa es un navío que lleva al principito a casa. A quienes creen que se trata de un elemento fantástico, como un zorro que habla o un asteroide habitado por un farolero, el comentario del narrador en el Capítulo 27 les sirve de evidencia: "Sé que ha vuelto a su planeta, pues al amanecer no encontré su cuerpo" (Capítulo 27, p.88). Sin embargo, otros lectores consideran que la mordedura de la serpiente, el semblante lívido del principito y el miedo que manifiesta apuntan a que efectivamente muere. Es llamativo que un libro que no deja nada de lo importante o esencial sin decir se abstenga de resolver esta duda para el lector. No obstante, este hecho indica justamente que no tiene demasiada importancia, porque la domesticación, tal y como la propone esta novela, no está condicionada por la presencia sino, más bien, todo lo contrario: en la ausencia se gana el regalo del color del trigo, de la risa de las estrellas y del canto de la roldana. Es decir, permanece el recuerdo de quien nos ha domesticado.