El perseguidor

El perseguidor Citas y Análisis

La música me sacaba del tiempo, aunque no es más que una manera de decirlo. Si quieres saber lo que realmente siento, yo creo que la música me metía en el tiempo. Pero entonces hay que creer que este tiempo no tiene nada que ver con… bueno, con nosotros, por decirlo así.

Johnny, p. 305.

Este fragmento hace referencia a la percepción particular del tiempo que se despliega ante Johnny cuando toca el saxo. Johnny presenta una concepción del tiempo elástico, que se opone a la concepción temporal regida por las estructuras sociales (que está representada en Bruno), y eso es lo que lo convierte en el perseguidor: el artista busca a través de su música una nueva forma de estar en el tiempo, magnificada, desligada de las relaciones de causa y consecuencia, anclada en un presente atemporal. Tal como lo expresa Johnny, si los hombres pudieran vivir en ese tiempo, sus vidas se extenderían por miles de años. Sin embargo, a ese sentir magnificado no es posible acceder más que en algunas ocasiones.

… cuando empecé a tocar de chico me di cuenta de que el tiempo cambiaba. Esto se lo conté una vez a Jim y me dijo que todo el mundo se siente lo mismo, y que cuando uno se abstrae… Dijo así, cuando uno se abstrae. Pero no, yo no me abstraigo cuando toco. Solamente que cambio de lugar. Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así.

Johnny, p. 306.

La metáfora del ascensor es otra de las formas en la que Johnny intenta explicar a Bruno su percepción particular del tiempo. Con ella, Cortázar está haciendo referencia -tal como lo ha indicado en numerosas entrevistas- a un estado de trance que logran a veces los artistas y que los franceses llaman état second. Este trance conjuga a la vez un estado de concentración profunda con una abstracción del entorno e implica un momento de plenitud creativa en el que el tiempo deja de tener sentido o de percibirse de forma cronológica o lineal. Así de la misma forma en que Johnny lo siente al tocar su saxo, Cortázar lo sentía muchas veces al escribir.

Un día empecé a sentir algo en el métro, después me olvidé... Y entonces se repitió, dos o tres días después. Y al final me di cuenta. Es fácil de explicar, sabes, pero es fácil porque en realidad no es la verdadera explicación. La verdadera explicación sencillamente no se puede explicar. Tendrías que tomar el métro y esperar a que te ocurra, aunque me parece que eso solamente me ocurre a mí. Es un poco así, mira. ¿Pero de verdad nunca hiciste el amor con la marquesa? Le tienes que pedir que se suba al taburete dorado que tiene en el rincón del dormitorio, al lado de una lámpara muy bonita, y entonces... Bah, ya está ésa de vuelta.

Johnny, p. 308.

Este pasaje sirve para ilustrar la fragmentación del discurso de Johnny, que no es capaz de hilvanar sus ideas de forma lógica y secuencial. La fragmentación del discurso de Johnny se vincula a las formas de expresarse de los poetas de la generación beat y de los personajes novelados que representaban a dicha generación, especialmente a Dean Moriarty, uno de los protagonistas de En el camino, de Jack Kerouac, y principal exponente de los beatnicks. Dean, un joven con problemas de adicción a las drogas, busca lo mismo que Johnny, un sentir magnificado más allá del tiempo cronológico. Sin embargo, cuando intenta comunicarse con sus amigos, su discurso es igualmente fragmentado e inconexo, y las ideas no logran articularse para expresar qué es eso que está buscando.

-Dos minutos y te he contado un pedacito nada más. Si te contara todo lo que vi hacer a esos chicos, (…) pasarían más de dos minutos, ¿eh, Bruno?

-Si realmente escuchaste y viste todo eso, pasaría un buen cuarto de hora -le he dicho, riéndome.

-Pasaría un buen cuarto de hora, eh, Bruno. Entonces me vas a decir cómo puede ser que de repente siento que el métro se para y yo me salgo de mi vieja y Lan y todo aquello, y veo que estamos en Saint Germain-des-Prés, que queda justo a un minuto y medio de Odeón.

Johnny y Bruno, p. 310.

En este diálogo, Johnny expresa su sorpresa cuando descubre que todo lo que ha estado observando en su mente durante un viaje en metro ocurre tan solo en un minuto y medio, cuando según sus cuentas como mínimo podrían haber pasado 15 minutos. Esta percepción del tiempo, que Bruno atribuye a la locura de Johnny es uno de los temas principales de "El perseguidor" y explora una forma de estar en el mundo que se rebela contra el tiempo lineal y social (es decir, el tiempo rutinario del trabajo, la casa y la familia), e intenta acceder a un tiempo magnificado, profundo y cargado de sentido. Johnny logra entrar a dicho estado mental cuando toca su música o en algunas otras situaciones muy particulares, como cuando viaja en el metro de París.

Y cuando Johnny se pierde como esta noche en la creación continua de su música, sé muy bien que no está escapando de nada. Ir a un encuentro no puede ser nunca escapar, aunque releguemos cada vez el lugar de la cita.

Bruno, p. 323.

En este pasaje, Bruno presenta a Johnny como el perseguidor, alguien que busca por medio de su música el encuentro con una determinada dimensión de la realidad que se escapa a la percepción del día a día.

Campos llenos de urnas, Bruno. Montones de urnas invisibles, enterradas en un campo inmenso. Yo andaba por ahí y de cuando en cuando tropezaba con algo. Tú dirás que lo he soñado, eh. Era así, fíjate: de cuando en cuando tropezaba con una urna, hasta darme cuenta de que todo el campo estaba lleno de urnas, que había miles y miles, y que dentro de cada urna estaban las cenizas de un muerto.

Johnny, p. 327.

En este pasaje, Johnny comparte con Bruno lo que parece ser uno de sus delirios recurrentes: el encuentro de miles de urnas en los parque que contienen cenizas de muertos y que solo él puede ver. Para Bruno, esto no es más que una alucinación causada por las drogas, pero es evidente que para Johnny representa una de las grandes preocupaciones de su vida. Si bien no queda claro qué significan las urnas en el sistema de intelección del jazzman, si se hace evidente que son una forma de representarse la muerte y el paso del tiempo que reduce todo a cenizas.

Secuencias. No sé decirlo mejor, es como una noción de que bruscamente se arman secuencias terribles o idiotas en la vida de un hombre, sin que se sepa qué ley fuera de las leyes clasificadas decide que a cierta llamada telefónica va a seguir inmediatamente la llegada de nuestra hermana que vive en Auvernia, o se va a ir la leche al fuego, o vamos a ver desde el balcón a un chico debajo de un auto (…) Y así que esta mañana, cuando todavía me duraba el contento por saberlo mejorado y contento a Johnny Carter, me telefonean de urgencia al diario, y la que telefonea es Tica, y la noticia es que en Chicago acaba de morirse Bee, la hija menor de Lan y de Johnny.

Bruno, p. 338.

Este pasaje corresponde al momento de la muerte de Bee. Bruno intenta ordenar ese hecho dentro de una secuencia, pero solo logra enunciar lo aleatorio y lo absurdo de algunos sucesos. Como puede observarse, desde su óptica estas secuencias dominadas por el azar deben responder a alguna ley universal que el ser humano todavía no ha comprendido, lo que pone en evidencia su pensamiento racional y su necesidad de comprender y organizar toda la información que recibe.

Es lo de siempre, de pronto me alegra poder pensar que los críticos son mucho más necesarios de lo que yo mismo estoy dispuesto a reconocer (en privado, en esto que escribo) porque los creadores, desde el inventor de la música hasta Johnny pasando por toda la condenada serie, son incapaces de extraer las consecuencias dialécticas de su obra, postular los fundamentos y la trascendencia de lo que están escribiendo o improvisando. Tendría que recordar esto en los momentos de depresión en que me da lástima no ser nada más que un crítico.

Bruno, p. 346.

Esta reflexión sobre el trabajo de los críticos se presenta dentro de la charla que Bruno y Johnny sostienen hacia el final del relato. Por las cosas que dice Johnny, Bruno comprende que el jazzman no es consciente de la importancia de su obra para el panorama musical ni es capaz de comprender cómo su estilo dialoga con otros estilos, géneros y épocas. Por eso es importante la tarea del crítico, quien debe enmarcar la obra intuitiva del artista y comprenderla dentro de la bastedad del panorama artístico y cultural.

Sobre todo no acepto a tu Dios -murmura Johnny-. No me vengas con eso, no lo permito. Y si realmente está del otro lado de la puerta, maldito si me importa. No tiene ningún mérito pasar al otro lado porque él te abra la puerta. Desfondarla a patadas, eso sí. Romperla a puñetazos, eyacular contra la puerta, mear un día entero contra la puerta. Aquella vez en Nueva York yo creo que abrí la puerta con mi música, hasta que tuve que parar y entonces el maldito me la cerró en la cara nada más que porque no le he rezado nunca, porque no le voy a rezar nunca, porque no quiero saber nada con ese portero de librea...

Johnny, p. 354.

En este pasaje, Johnny utiliza la metáfora de abrir -o romper- la puerta para explicar esa conexión con otra forma de temporalidad que se sale del tiempo cronológico y que implica un sentir magnificado y atemporal. La metáfora también explica una forma de relacionarse con la realidad empírica, que Johnny llama "Dios": Mientras que Bruno y los suyos le rezan a Dios, es decir, se subordinan a la realidad material, él intenta forzarla para descubrir que hay detrás de ella. Y si bien lo ha logrado en algún momento gracias a su música, no es posible mantener la puerta abierta, y uno regresa siempre, irremisiblemente, a la realidad material y temporal.

Todo esto coincidió con la aparición de la segunda edición de mi libro, pero por suerte tuve tiempo de incorporar una nota cronológica redactada a toda máquina, y una fotografía del entierro donde se veía a muchos jazzmen famosos. En esa forma la biografía quedó, por decirlo así, completa. Quizá no esté bien que yo diga esto, pero como es natural me sitúo en un plano meramente estético. Ya hablan de una nueva traducción, creo que al sueco o al noruego. Mi mujer está encantada con la noticia.

Bruno, p. 358.

Con este pasaje concluye "El perseguidor". Johnny ha muerto de un colapso cardiovascular, pero Bruno se concentra, no sin cierto cinismo, al terminar su relato, en el éxito de ventas que está consiguiendo con su biografía, ahora que es definitiva. Así, Johnny ha terminado su vida como un incomprendido por la sociedad, y su búsqueda ha llegado a su fin.