El mercader de Venecia

El mercader de Venecia Resumen y Análisis Acto IV

Resumen

Escena I

Antonio es llevado ante el duque y los magníficos de Venecia para ser juzgado por su deuda con Shylock. El duque está molesto por la pena, una libra de la carne de Antonio, pero no puede encontrar una forma legal de liberar a Antonio de la responsabilidad contraída. Shylock entra a la corte y el duque le dice que todos los hombres allí reunidos esperan que él le perdone la deuda a Antonio. Sin embargo, el usurero responde que ya ha jurado por su sábado (el Sabbat judío es un día sagrado) que le quitará a Antonio la libra de carne acordada. A pesar de ello, no puede dar una buena razón para querer castigarlo de esta manera, por lo que se limita a decir que lo mueve su odio y su desprecio, y que no tiene por qué andar dando más explicaciones, ya que la ley lo resguarda.

Bassanio se adelanta entonces y ofrece a Shylock seis mil ducados como reembolso del préstamo, pero el prestamista responde que incluso si le ofrecieran seis veces más dinero, no lo aceptaría. El duque le pregunta entonces cómo espera misericordia si él no la tiene para con sus semejantes, pero el usurero responde que no está haciendo nada malo y compara su contrato con Antonio con el comercio cristiano de esclavos: así como él no exige que los cristianos liberen a sus esclavos, los cristianos no deben exigir que él libere a Antonio.

El duque amenaza con despedir al tribunal sin resolver la demanda presentada por Shylock si el doctor Bellario no llega a tiempo para presidir el juicio, pero un momento después Salerio le avisa que acaba de llegar un mensajero de Bellario, y entra Nerissa vestida de hombre para informar al duque que Bellario le ha enviado una carta en la que este se excusa por no poder viajar a Venecia, recomendando a un jurista joven y educado para arbitrar el caso. El duque pregunta dónde está el joven abogado y Nerissa afirma que está esperando afuera para ser admitido en la corte. El duque ordena que lo hagan entran y aparece Porcia vestida de hombre, pretendiendo ser un jurista llamado Baltasar.

Porcia le dice al duque que ha estudiado a fondo el caso y luego pregunta quién entre los presentes es el comerciante y quién el judío. Antonio y Shylock dan un paso al frente, y Porcia le pregunta a Antonio si confiesa haber firmado el contrato. Él lo hace, y Porcia entonces dice que Shylock debe ser misericordioso y da un discurso sobre la piedad. Sin embargo, Shylock lo ignora y exige que se cumpla el contrato. Ante la tozudez del judío, Porcia pregunta si nadie ha podido devolver la cantidad que había sido prestada, pero dado que Shylock ha rechazado el dinero, no hay nada que como jurista pueda hacer para que él lo tome. Ella comenta que, por lo tanto, debe ponerse del lado de Shylock.

El prestamista, impresionado de que Porcia esté apoyando su caso, se exalta y exclama: "¡Un Daniel ha venido a dictar sentencia, sí, un Daniel! Viene a juicio, sí, un Daniel!" (p. 157), en referencia al profeta Daniel del Antiguo Testamento, renombrado por su sabiduría. Porcia dictamina que Shylock tiene derecho a reclamar una libra de carne del lado del corazón de Antonio, de acuerdo con el pagaré firmado por el mercader. El pecho de Antonio queda al descubierto y Shylock se prepara para cortar. Porcia le pregunta si tiene un cirujano listo para detener la hemorragia una vez que haya tomado su libra de carne, a lo que Shylock le responde que no, puesto que no está estipulado en el pagaré.

Justo cuando Shylock está a punto de empezar a cortar, Porcia lo detiene y explica que el pagaré no le da permiso para derramar la sangre de Antonio. Las leyes de Venecia son tales que si se derrama la sangre de un veneciano cristiano, todos sus bienes y sus tierras pueden ser confiscados por el Estado. Shylock entonces comprende que no puede cortar la carne sin sacar sangre, y asume su derrota. Así es que acepta tomar el dinero que le habían ofrecido, pero Porcia, en su papel de jurista, no está dispuesta a retroceder. En cambio, le indica que, a esta altura de los hechos, solo puede cobrar la libra de carne, y dice además que si toma un poquito más o menos, él mismo será condenado a muerte. Shylock, incapaz de cumplir con esta estipulación, decide retirar su caso.

Porcia entonces le dice a Shylock que permanezca en la corte, puesto que Venecia tiene una ley adicional: si un extranjero intenta matar a un veneciano cristiano, deberá entregar la mitad de su propiedad al veneciano contra quien conspiró, y el Estado se quedará con la otra mitad. Además, la vida del extranjero estará en manos del duque, quien podrá decidir hacer con él lo que quiera. Shylock se ve obligado a arrodillarse en el suelo ante la corte, pero el duque perdona su vida antes de que este pueda suplicar piedad. Shylock le pide al duque que lo mate, puesto que es mejor morir a perderlo todo. Entonces, Antonio interviene en nombre de Shylock y le pide al duque que le permita al judío quedarse con la mitad de su riqueza. Además, ofrece hacerse cargo de la mitad que le fue otorgada como forma de herencia para Jessica y Lorenzo. Los únicos requisitos que Antonio pone en su oferta son que Shylock se convierta en cristiano, y que dé todo lo que posee a Lorenzo y a Jessica tras su muerte.

Habiendo perdido todo lo que posee, Shylock le dice al tribunal que se contenta con aceptar estas condiciones. El duque se va y le dice a Antonio que agradezca al joven jurista que le ha salvado la vida. Bassanio y Graciano le agradecen profusamente; Bassanio le ofrece al joven todo lo que desee. Porcia decide poner a prueba la confiabilidad de su esposo y le pide el anillo de compromiso, el mismo del que ella le hizo jurar que nunca se separaría. Él se niega y Porcia y Nerissa se van. Sin embargo, ante la insistencia de Antonio, Bassanio se quita el anillo y se lo da a Graciano para que se lo alcance al jurista y lo invite, además, a cenar esa noche.

Escena II

Porcia le pide a Nerissa que lleve la escritura por la cual Shylock pasará su herencia a Lorenzo al prestamista y se la haga firmar. En ese momento, Graciano alcanza a las dos mujeres y le da el anillo a Porcia, quien se muestra sorprendida de que Bassanio finalmente se haya desprendido de él. Nerissa también decide probar a Graciano de la misma manera, y le pide el anillo que lleva, a lo que el criado accede.

Análisis

Las razones de Shylock para querer matar a Antonio parecen muy arbitrarias y oscuras. Cuando le preguntan por sus motivaciones, se niega a explicarse, más allá de expresar que lo hace porque se le da la gana, pero luego continúa:

Hay hombres que se pasman ante un chancho boquiabierto,

y otros se ponen locos a la vista de un gato;

y están los que, al sentir el sonido nasal de la gaita,

se hacen pis encima: pues nuestras simpatías y antipatías

gobiernan nuestras pasiones, y las someten al imperio

de lo que nos da gusto o asco. Ahora, a su respuesta:

(…) yo no puedo ni quiero dar otra razón

que un cierto odio y asco empecinados

que le tengo a Antonio, y por eso llevo adelante

así sea a pérdida, este pleito contra él

(pp. 150-151).

La incapacidad de explicar sus intereses y motivaciones enraíza en lo más profundo de la psicología de Shylock, y pone de manifiesto los odios raciales y religiosos que dominan la visión de mundo tanto del usurero como de Antonio. En verdad, el mercader aparece como una imagen especular contraria y opuesta a la del usurero en lo que respecta a cómo construyen su relación con el dinero y con la familia.

Antonio comienza la obra sin poder hacer que su dinero se reproduzca porque en realidad no se aboca a ello y lo presta sin tomar recaudos. Además, no tiene esposa ni hijos y, por lo tanto, emerge como un personaje impotente. Antonio revela en el cuarto acto qué tipo de persona representa: "Soy el viejo carnero enfermo del rebaño" (p. 154). El verso original indica que Antonio es un “tainted wether”, literalmente, "carnero castrado, enfermo o manchado". Esto indica directamente que Antonio no puede reproducirse y, en un sentido más velado, también puede pensarse que el personaje hace alusión, al presentarse como castrado, a la pérdida de los favores sexuales de Bassanio.

Shylock, por su parte, comienza la obra en el extremo opuesto de Antonio: es capaz de hacer que su dinero se multiplique a través de los intereses y que su familia se reproduzca a través de Jessica. Sin embargo, en el juicio Shylock es castigado por los cristianos por su usura y sus ansias de venganza, y pierde gran parte de su patrimonio. A eso se le suma la pérdida previa de Jessica, debido a la cual él había aumentado su odio contra los cristianos en general y contra Antonio en particular. Así, el prestamista pasa a ocupar ese mismo lugar simbólico de carnero castrado que Antonio. Además, Shylock debe convertirse al cristianismo para salvar una parte de sus bienes, con lo que termina pareciéndose aún más a su antagonista. En esencia, el Shylock destrozado al final de la obra es muy similar al melancólico Antonio del principio.

El contrapunto especular entre Shylock y Antonio parece acentuarse cuando Porcia llega a la corte como jurista y pregunta cuál es el comerciante y cuál el judío. No obstante, Carlos Gamerro señala en su traducción que “algunos comentadores y lectores quieren ver en esta pregunta una ironía de Shakespeare respecto de las diferencias religiosas y raciales. Pero es más probable que se trate de una pregunta de rutina del procedimiento legal. Algunas producciones refuerzan aquella lectura haciendo que Porcia dirija a Antonio su siguiente pregunta (“¿Eres tú Shylock?”)” (p. 155). Por otra parte, algunos académicos han intentado atribuir la pregunta a la idea de que la justicia es ciega, argumentando que Porcia no quiere mostrar ningún favorito. Sin embargo, en un escenario isabelino podría reconocerse a Shylock inmediatamente por su distintivo vestido y la exageración cómica de los rasgos que estereotipan a los judíos.

Una de las grandes ironías de esta obra se produce cuando Shylock compara a Porcia con Daniel: "¡Un Daniel ha venido a dictar sentencia, sí, un Daniel! viene a juicio, sí, un Daniel!" (p. 157). Daniel fue el juez bíblico de Susana, una mujer acusada de adulterio por dos ancianos. La historia es famosa porque Daniel emite un juicio a favor de Susanna y la rescata de su muerte. Además de liberarla, condena aún más a los ancianos. El error de Shylock es que es prematuro comparar a Porcia con este personaje, porque él es quien representa a los ancianos, por lo que Antonio ocuparía el luegar de Susana. Esta inversión queda clara solo unas líneas después, cuando Porcia no solo libere a Antonio, sino que además condene a Shylock por intento de asesinato.

La relación entre Antonio y Bassanio pasa a primer plano en este apartado. Antonio puede verse literalmente como un amante de Bassanio, dispuesto a morir por él (p. 153). Esto genera un conflicto subyacente entre Porcia y Antonio: ella está dispuesta a poner a prueba a Bassanio exigiéndole su anillo como el jurista Baltasar. El hecho de que Bassanio se separe del anillo por el bien de Antonio puede interpretarse como que Bassanio elige a Antonio antes que a Porcia. Sin embargo, esta inclinación a favor de Antonio se corrige en el acto siguiente, cuando Porcia reprende a Bassanio por amar a un hombre más de lo que la ama a ella. Imitando a su señor como ya lo ha hecho en el Acto III, Graciano entrega su anillo al secretario de Baltasar, es decir, a Nerissa, por lo que incurre en la misma falta que su amo y luego, en el acto siguiente, estará en las mismas condiciones que Bassanio cuando deba enfrentar a su esposa. Recordemos que es un movimiento típico de las obras teatrales de la época que los criados de los protagonistas reproduzcan en clave cómica las acciones de sus amos.

Sin embargo, los anillos tienen un significado adicional: son entregados por Bassanio y Graciano como muestra de respeto y amistad a personas que consideran hombres. Por lo tanto, el simbolismo final es que los anillos se entregan a amigos que también son sus esposas. Esta fusión de amistad y matrimonio es inusual y sirve para fortalecer la relación entre las parejas.