El mercader de Venecia

El mercader de Venecia Resumen y Análisis Acto II

Resumen

Escena I

El Príncipe de Marruecos se encuentra con Porcia y exalta la belleza de su piel negra. Ella le dice que, lamentablemente, no tiene derecho a elegir al hombre con el que se casará, sino que esto fue decidido por su padre y se basa en un juego de elecciones en el que hay tres cofres, uno de oro, otro de plata y el último de plomo, cada uno con una inscripción diferente. Dentro de uno de ellos hay una imagen de Porcia; quien seleccione el cofre de la imagen tendrá derecho a casarse con ella, pero quien elija mal, debe renunciar a contraer matrimonio por el resto de su vida. El Príncipe de Marruecos acepta esta condición y se une a Porcia para cenar antes de realizar su elección.

Escena II

Lancelot, reconocido como un bufón de Venecia, está al servicio de Shylock y le cuenta a la audiencia que está pensando en huir de su maestro, a quien describe como un demonio. Sin embargo, no puede decidir si huir o no porque su conciencia lo hace sentirse culpable de abandonar a su amo.

El padre de Lancelot, un anciano de apellido Gobbo, llega con una canasta. Está casi completamente ciego y no puede ver a Lancelot con claridad. Gobbo le pregunta a su hijo qué camino conduce a la casa del judío y menciona que va en busca de su hijo. Para divertirse un poco a costa de su padre, Lancelot finge conocer a un "Maestro Lancelot" (un término para el hijo de un caballero, no un sirviente), pero le informa que ha fallecido recientemente. Gobbo está claramente molesto por esto, por lo que Lancelot se arrodilla frente a él, revela su identidad y le pide su bendición. Gobbo al principio no cree que Lancelot sea realmente su hijo, pero luego le palpa la cabeza y lo reconoce.

Lancelot le dice a su padre que servir a Shylock lo está consumiendo, y que él mismo se convertirá en judío si permanece allí mucho más tiempo. Gobbo ha traído un regalo para Shylock, pero Lancelot convence a su padre para que se lo dé a Bassanio, a quien Lancelot espera tener como su nuevo maestro. Bassanio aparece en escena y acepta el regalo de Gobbo, gracias a lo cual Lancelot puede dejar a Shylock y ponerse al servicio de su nuevo maestro.

Graciano entra en escena y le dice a Bassanio que quiere acompañarlo en el viaje a Belmont, a donde el caballero planea ir para cortejar a Porcia. Bassanio siente que Graciano es demasiado ruidoso y grosero, por lo que le pregunta si podrá actuar de manera más apropiada si lo acompaña. Graciano afirma al momento que se comportará correctamente, por lo que Bassanio acepta llevarlo con él.

Escena III

Jessica, la hija de Shylock, se encuentra con Lancelot, le dice que lo extrañará después de que él se vaya a trabajar para Bassanio y le entrega una carta para que se la lleve a Lorenzo, quien se supone que será un invitado de Bassanio esa noche. Después de que Lancelot se va, Jessica manifiesta que está enamorada de Lorenzo y que tiene vergüenza de ser hija de Shylock. Como sabe que su padre nunca consentirá su unión con un cristiano, Jessica planea huir de su casa y casarse en secreto con Lorenzo.

Escena IV

Lorenzo, Graciano, Salerio y Solanio se preparan para una mascarada que se llevará a cabo esa noche. Lancelot llega con la carta de Jessica y se la entrega a Lorenzo, quien la lee y le pide al bufón que informe a Jessica que no le fallará. Lancelot se va para llevarle la noticia a la joven y también para invitar a Shylock a cenar en casa de Bassanio.

Después de que los otros dos hombres se vayan, Lorenzo le muestra a Graciano la carta de Jessica y le cuenta que planean huir esa noche; Jessica incluso robará a su padre una buena cantidad de oro y de joyas.

Escena V

Shylock le informa a Lancelot que tendrá que juzgar por sí mismo si Bassanio es un mejor maestro. Luego llama a Jessica, le entrega las llaves de la casa y le anuncia que esa noche debe cenar afuera. Lancelot le dice a Shylock que probablemente esa noche habrá una mascarada en la ciudad, por lo que el judío le ordena a su hija que cierre la casa y no se asome por las ventanas, puesto que la diversión es una vanidad superficial de los cristianos y no debe entrar a la sobriedad de su casa.

Cuando Shylock se prepara para partir, Lancelot le dice a Jessica, en privado, que Lorenzo irá a buscarla esa noche. Después de que Shylock se va, ella comenta que su padre perderá una hija, y que ella perderá un padre.

Escena VI

Salerio y Graciano son parte de la fiesta de máscaras que se desarrolla por las calles de Venecia. Al llegar a la casa de Shylock, se detienen y esperan a Lorenzo. Cuando este llega, llama a Jessica, quien aparece en la ventana de su casa, vestida como un hombre, y le arroja a Lorenzo un cofre lleno de oro y joyas de su padre. Jessica luego vuelve adentro y roba aún más ducados antes de unirse a los hombres en la calle.

Todos se van excepto Bassanio, quien inesperadamente se encuentra con Antonio. Este le dice que llegue al barco que se dirige a Belmont, porque el viento ha comenzado a soplar en la dirección correcta y están listos para partir.

Escena VII

El Príncipe de Marruecos es llevado a la habitación que contiene los tres cofres. Porcia lo invita a realizar su elección. El Príncipe lee las inscripciones en todos los ataúdes. El cofre de oro dice: "El que me elija, tendrá lo que muchos desean" (p. 103); el cofre de plata reza: "El que me elija, tendrá todo lo que se merece" (p. 103), mientras que el cofre de plomo lleva la inscripción: "Quien me elija, da y arriesga todo lo que tiene" (p. 103).

Porcia le explica al Príncipe que el cofre correcto contiene un retrato en miniatura de ella. El Príncipe revisa todas las inscripciones por segunda vez y decide que el plomo es demasiado amenazante y no vale la pena arriesgar nada por él. También rechaza la plata, porque siente que es un metal demasiado básico para sostener a una mujer tan hermosa como Porcia. Por lo tanto, elige el cofre de oro y, al abrirlo, encuentra una calavera con un mensaje que le indica que se dejó llevar por su superficialidad. Entonces, el Príncipe se despide y se retira de escena, para alivio de Porcia.

Escena VIII

Salerio y Solanio se encuentran en la calle y discuten la apresurada salida de Bassanio y Graciano hacia Belmont. Además, comentan a la audiencia que Shylock regresó a su casa y descubrió que su hija se había escapado con Lorenzo. Enfurecido, Shylock despertó al Duque de Venecia e intentó detener el barco de Bassanio, que ya había zarpado. Sin embargo, Antonio le asegura a Shylock que Jessica no está a bordo del barco, sino que la vio en una góndola con Lorenzo. De todas formas, Shylock sigue culpando a Antonio por la pérdida de su hija y de su dinero.

Solanio está preocupado por Antonio, a quien advierte pagar a tiempo su deuda con Shylock porque el judío está furioso y le echa la culpa de sus problemas. Luego, Salerio indica que un francés mencionó que un barco veneciano se había hundido en el Canal de la Mancha el día anterior, y ambos hombres esperan que no sea el de Antonio.

Escena IX

El Príncipe de Aragón llega a Belmont y decide elegir entre los tres cofres. Porcia lo lleva a la habitación y le hace recitar el juramento de nunca revelar qué cofre eligió y, además, prometer que nunca se casará si elige el incorrecto. El Príncipe de Aragón acepta y comienza a leer las inscripciones. Primero rechaza el plomo debido a la ominosa advertencia, y luego piensa que el oro hace referencia a toda la población, que es, en general, ignorante. Además, como está seguro de sí mismo y de lo que se merece, elige plata. El Príncipe abre el cofre y encuentra un pergamino que indica que aquellos que se aman demasiado a sí mismos merecen ser llamados idiotas y no serían buenos esposos para Porcia. El Príncipe se ve obligado a irse, lo que hace feliz a Porcia.

Al final de la escena, un mensajero entra en la habitación y le informa que acaba de llegar un joven veneciano. Porcia va a ver quién es, mientras que Nerissa secretamente desea que sea Bassanio.

Análisis

La virtud del matrimonio es muy importante para Shakespeare, y sus comedias a menudo terminan con matrimonios múltiples para significar una feliz solución a muchos de los problemas que han enfrentado los personajes. El matrimonio es, por tanto, una forma de lograr la inclusión para Shakespeare, y es notable que los personajes que permanecen solteros a menudo están aislados y alejados de la sociedad. En El mercader de Venecia esto se ve específicamente en Antonio y Shylock. El matrimonio también representa una forma de superar las dificultades: para Bassanio significará la posibilidad de saldar su deuda, mientras que para Porcia será la liberación de la voluntad de su padre y, para Jessica, la posibilidad de huir de la casa paterna.

Dada esta visión del matrimonio, la elección de los cofres presenta un riesgo espantoso para muchos de los participantes: la amenaza de que si eligen el cofre equivocado deben jurar que nunca le propondrán matrimonio a una mujer. En cierto sentido, no casarse equivale a ser castrado. De hecho, Shakespeare crea esta misma analogía en El mercader de Venecia y la vincula con la capacidad de generar dinero. Así, en el primer acto, Shylock menciona que hace que su dinero se reproduzca tan rápido como ovejas y corderos. Antonio amplía esta metáfora en el acto final, cuando comenta que es como un cordero castrado y, por tanto, incapaz de reproducirse. Para los pretendientes de Porcia, jurar no casarse los pone al mismo nivel que Antonio. Al aceptar no casarse, ellos mismos quedan castrados.

Lancelot, el bufón, es uno de los personajes más interesantes de la obra. El trato que le da a su padre es terrible, más si se pone en consideración que se trata de un anciano casi ciego que le trae un regalo a su hijo. Sin embargo, toda la escena imita la historia bíblica de Jacob y Esaú. La Biblia cuenta cómo Jacob engañó a su padre para que le diera la herencia vistiendo lana, de modo que su padre pensara que él era Esaú. Lancelot también engaña a su padre, aunque el principal objetivo de la escena es causar gracia al espectador: en primer lugar, Lancelot le dice a su padre que le acaricie la barba, pero en verdad coloca la mano de su padre sobre el cabello de su nuca. Luego, cuando Gobbo le pregunta cómo lo trata su amo, para hacerle creer que pasa necesidades con Shylock, Lancelot responde: "me mata de hambre, mira, puedes contarme los dedos con las costillas" (p. 86). Esta inversión (el sentido sería contar las costillas con los dedos) en la representación es dicha mientras Lancelot hace que su padre le toque los dedos haciéndole creer que son sus costillas. La estrategia que emplea Lancelot pone de manifiesto su astucia, algo que destacará a lo largo de toda la obra, especialmente cuando el personaje haga juegos de palabras al hablar en los próximos actos, y cargue su discurso de un humor irreverente.

El carácter de Shylock comienza a emerger con mucha fuerza dentro de este acto. Ahora no se lo retrata solo como un prestamista que exige intereses, sino también como un villano. Shylock muestra una marcada aversión a la diversión, exigiendo que Jessica cierre la puerta y las ventanas cuando se entera de que habrá una mascarada esa noche. Sin embargo, contrariamente a su declaración en el primer acto, sale de su casa para disfrutar de una cena con Bassanio. Por tanto, gran parte de este acto desarrolla los aspectos negativos del carácter de Shylock y la ambigüedad de su conducta.

Las faltas cristianas, por otra parte, también se exponen dentro de este acto. La falta de fe de Jessica ha sido un tema de discusión durante muchos siglos, y continúa el debate sobre si es justificación para abandonar a su padre. La dificultad crucial es que no se limita a huir, sino que insiste en robar grandes cantidades de oro y joyas de su padre.

Las acciones de Jessica también dejan sin respuesta la pregunta de por qué está encerrada en la casa de su padre. La respuesta a este interrogante puede hallarse en la relación entre el dinero y la cría que caracteriza tanto al discurso de Shylock como al de Antonio. Mientras que al principio Antonio es impotente en el sentido de que su dinero no engendra más dinero, Shylock es todo lo contrario. Además de su fortuna y de las ganancias de la usura, Shylock tiene la ventaja de tener una hija. Dado que el linaje judío se transmite a través de la línea materna, Jessica representa una forma de que continúe la línea familiar de Shylock. Por lo tanto, tener de su lado a Jessica y su oro es la forma en que Shylock garantiza su reproducción exitosa. De hecho, Solanio deja muy clara esta conexión entre hija y dinero cuando nos cuenta que Shylock corrió por la calle de Venecia a los gritos:

¡Mi hija! ¡Ay, mis ducados! ¡Ay, mi hija!

¡Se escapó con un cristiano! ¡Ay, mis ducados cristianos

¡Justicia! ¡La ley! ¡Mi hija y mis ducados!

¡Una bolsa sellada, dos bolsas selladas llenas de ducados dobles, que me robó mi hija!

¡Y joyas, dos piedras, dos ricas piedras preciosas,

robadas por mi hija! ¡Justicia! Encuéntrenla,

tiene las joyas encima, y también los ducados

(p. 107).

Así, si se profundiza en las analogías con la reproducción y la castración, para Shylock la pérdida simultánea de su hija y su dinero es, en cierto sentido, la pérdida de su fertilidad. La conversión al cristianismo de Jessica no solo destruye la línea familiar de Shylock, sino que también lo vuelve impotente en un sentido metafórico. Jessica lleva dos piedras con ella, que representan los testículos de Shylock; ya que en la época de Shakespeare, piedra (stone, en inglés) se usaba a menudo para referirse a los testículos. Después del robo, Shylock pierde la capacidad de procrear y comparte con Antonio la impotencia. De hecho, la fuga de Jessica marca el punto de inflexión de la suerte de Shylock, que lo conducirá a su eventual destrucción.

Es importante que Jessica se escape vestida como un hombre y no con sus ropas cotidianas. A decir verdad, no hay escenas en las calles venecianas en la que esté presente una mujer. La única forma en que una mujer puede caminar por las calles de Venecia parece ser vistiéndose de hombre, hecho que se verá reforzado cuando Porcia se haga pasar por Baltasar, vestida de hombre, antes de entrar a la ciudad. Esta es una de las principales diferencias entre los mundos de Venecia y Belmont.

La acción regresa sobre la elección de maridos en casa de Porcia y el acertijo de los tres cofres. El Príncipe de Marruecos elige primero el cofre de oro, cuya inscripción reza: "El que me elija, ganará lo que muchos desean" (p. 103), y obtiene una calavera que indica su fracaso. El Príncipe de Aragón elige el cofre de plata, con la inscripción "El que me elija, tendrá todo lo que se merece" (p. 103), y recibe la imagen de un idiota. Las respuestas que dan los cofres son simbólicas. El Príncipe de Aragón parece ser un idiota al pensar que, viejo como es, merece tener una mujer joven a su lado.

Una de las líneas más debatidas de la obra se presenta cuando Porcia despide al Príncipe de Marruecos diciendo: "De buena nos libramos esta vez, que así elijan todos los de tu tez” (p. 106). Este comentario provinciano y de una xenofobia explícita contrasta con su educación y su nobleza. Sin embargo, lo que pronto queda claro es que Porcia es un personaje muy limitado en su comprensión de la amistad y el amor. Ella elige a Bassanio sobre los pretendientes más cosmopolitas porque representa su mundo cristiano y veneciano. Bassanio la gana por lo mismo, es decir, él es el único de los pretendientes que posee las características locales necesarias para interpretar qué cofre implica la elección correcta.

A diferencia de Porcia y Bassanio, Jessica nunca tiene que ser elegida por medio de una lotería de cofres. En cambio, lanza el cofre de sus riquezas por la ventana para que Lorenzo lo atrape. Su relación, a diferencia de la de Portia y Bassanio, no ha atravesado ninguna prueba que les asegure la compatibilidad de la pareja, y esta falta de una instancia de prueba creará problemas en el futuro.

El mercader de Venecia propone, en gran medida, un juego de interpretación. Los pretendientes de Porcia están condenados a la esterilidad porque interpretaron mal la inscripción en los tres cofres. Según la interpretación de Shylock, el contrato que firma con Antonio le otorgaría una libra literal de su carne en caso de que este no pagara su deuda, mientras que Antonio piensa que se trata de una broma, y que Shylock está siendo amable. Al final de la obra, el desenlace también depende de un juego de interpretaciones. En ese caso, será la interpretación de la ley veneciana que haga Porcia la que salve a Antonio y condene a Shylock. Así, la obra crea su drama y su trama a través de la interpretación constante de hechos y palabras. Este aspecto crucial es utilizado con frecuencia por Shakespeare en todas sus comedias.