El jugador

El jugador Símbolos, Alegoría y Motivos

La ruleta (Símbolo)

El símbolo más importante de El jugador es la ruleta, símbolo de la vida y del destino: puede destruir la vida de alguien por completo, quitarle tranquilidad y presentarle muchos problemas. El simbolismo de la ruleta está estrechamente relacionado con el azar, que no es una fuente confiable de éxito, lo que demuestra Alexéi Ivanóvich, para quien la ruleta es un antagonista de su vida que lo termina convirtiendo en un hombre arruinado.

La ruleta también se asocia en la novela la forma de adquirir dinero a la rusa, porque los rusos –según la perspectiva de Alexéi– son incapaces de adquirir capitales por medio del ahorro y el trabajo duro, y si obtienen ganancias son propensos a dilapidarlas. Por eso la ruleta, esa forma de obtener dinero para derrochar de forma rápida y sin esfuerzo, funciona como símbolo del carácter ruso.

La enfermedad (Motivo)

Cuando Alexéi trata de explicar por qué ofendió al barón, se defiende diciendo que no se sentía bien: “me siento enfermo, nervioso, irritable, caprichoso y, en algunos casos, pierdo por completo el dominio de mí” (p.53). Aunque podría ser una excusa, también se puede interpretar que estas sensaciones son los primeros síntomas de su ludopatía. En todo caso, la enfermedad se convierte en un motivo recurrente de la novela, que afecta particularmente a los personajes rusos: el enamoramiento del general se convierte en enfermedad cuando Blanche lo rechaza, y Polina se enferma después de haber sufrido por las manipulaciones de De Grieux y del propio Alexéi. Por medio del motivo de la enfermedad, la novela retrata esa propensión a la crisis del carácter ruso.

El último gulden (Símbolo)

En el final, Alexéi cuenta que, una vez, saliendo del casino después de haber perdido todo el dinero que tenía, encontró en el bolsillo de su chaleco un gulden. Iba a destinar esa moneda a poder almorzar, pero finalmente se animó a apostarla en la ruleta y ganó. Ese último gulden simboliza la adicción al juego de Alexéi, porque representa cómo el jugador arriesga hasta lo más básico, como la necesidad de comer, para apostar en la ruleta. Pero también significa la posibilidad de ganar y de convertir ese último gulden en "setenta gúldenes" (p.192), lo que atrapa al jugador para seguir apostando.