Divina Comedia: Infierno

Divina Comedia: Infierno Temas

La salvación

Uno de los temas centrales de la obra, y aquel que impulsa a Dante a emprender su viaje, es la salvación. Al inicio del Infierno, el poeta se encuentra extraviado en una “selva oscura” (I, v.2), que simboliza el pecado, la confusión del pensamiento y la vida viciosa. A través de su recorrido por el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, ayudado por su guía Virgilio (y posteriormente, en el Paraíso por Beatriz), buscará retornar a la “senda verdadera” (I, v.12).

Las principales causas que impiden alcanzar la salvación son la soberbia, la codicia y la lujuria, representadas en el inicio de la Comedia por el leopardo, la loba y el león, que le impiden a Dante alcanzar el monte que en la cima “ya vestían los rayos del planeta” (I, v.17). Esto último simboliza la vida virtuosa que el poeta debe alcanzar para su salvación. En su viaje por el Infierno, el poeta examina los pecados que impiden una vida virtuosa y la posterior salvación: lujuria, gula, avaricia, herejía, ira, violencia, fraude y traición, entre otros. A ellos debemos agregar a los paganos y a aquellos no bautizados, que bajo la organización del Infierno planteada por Dante, tampoco podrán alcanzar la salvación.

La corrupción eclesiástica

Uno de los temas centrales del Infierno es la crítica hacia los líderes de la Iglesia. La codicia por las riquezas y el poder terrenal desvía la misión de los clérigos, quienes deberían estar a cargo de asuntos espirituales. Como señala Dante en el canto XIX: "Oh míseros secuaces que las cosas de Dios, (…), como rapaces por el oro y la plata adulteráis" (vv.1-4). A propósito de esto, en uno de los valles del octavo círculo del Infierno, donde se castiga a los simoniacos (quienes realizan negocios con cosas espirituales, como los sacramentos o los cargos eclesiásticos), Dante ubica a numerosos Papas corruptos.

La participación de los Papas en la vida política (función que para Dante corresponde al Imperio), provoca una confusión del poder espiritual y el poder temporal, que para poeta deben permanecer separados. Asimismo, esto conlleva a que los pontífices sucumban a la codicia y abandonen, como mencionamos, su función espiritual, generando tristeza en el mundo, a causa de guerras, violencia e injusticias.

Esta fuerte crítica a la institución eclesiástica es recurrente en todo el Infierno, como podemos ver por la presencia de clérigos en casi todos los círculos infernales.

La justicia divina

Uno de los temas que se trata en el Infierno es la idea de la justicia divina. A partir de ella, los castigos que reciben los pecadores en el Infierno guardan una relación directa, por analogía u oposición, con las faltas que ellos cometieron en vida. Cada pecado recibe una condena que refleja la esencia y el carácter del mismo, en cada uno de los círculos infernales. Por citar un ejemplo, en el cuarto valle del octavo círculo, donde están confinados quienes fueron magos y adivinos, por haber pretendido ver el futuro, marchan con la cabeza vuelta hacia atrás.

Además, la justicia divina somete a los condenados a diversos grados de sufrimiento, según la gravedad de la falta que han cometido. El castigo es más severo en la medida en que aumenta la gravedad de las faltas. Así, podemos ver que las penas y el sufrimiento de los condenados aumentan en los sucesivos recintos del Infierno. De esta manera, en el primer recinto, llamado Limbo (donde se encuentran, entre otros, aquellos que han llevado una vida virtuosa, pero no fueron bautizados), los condenados llevan una existencia apacible, aunque sin la posibilidad de salvación; mientras que, en el último círculo, las almas de los condenados yacen congeladas en un lago helado.

Así, Dante plantea una organización moral, en donde se castigan sin piedad las malas acciones cometidas en el mundo. Aunque el mismo protagonista, en los primeros círculos infernales, siente empatía y pena por algunos condenados, luego, a medida que avanza en su recorrido, Virgilio le hace notar que es insensato tener piedad por quienes fueron condenados por “designio divino” (XX, v. 30), afirmando, así, la sabiduría de la justicia de Dios.

La política

Este es un tema central en el Infierno. En el recorrido que el protagonista realiza se hace evidente que las personas que participan de los asuntos políticos están inmersas en una debacle moral. En los distintos círculos infernales, podemos observar a numerosos líderes políticos condenados por diversas faltas. A través de ellos, se pone de manifiesto que los conflictos políticos son causados por el avance de la envidia, la violencia y la codicia, fundamentalmente.

También en el Infierno son reiteradas las alusiones a las guerras, muchas de las cuales tuvieron lugar en Florencia, como las que enfrentaron a güelfos y gibelinos, y posteriormente, a güelfos negros y blancos, y en las que el mismo autor estuvo involucrado como miembro de los últimos. Estos conflictos, en su conjunto, representan una amenaza para la humanidad, y el autor refuerza, a través de ellos, su idea de la necesidad de restablecer un Imperio que garantice la justicia y la paz entre los seres humanos.

La moral

Uno de los temas centrales de la Comedia es el establecimiento de un régimen moral. A través de la organización de los círculos del infierno, el poeta establece una escala que permite evaluar los diferentes males. Como mencionamos a propósito del tema de la justicia divina, cada pecado tiene una condena basada en la gravedad de la falta, y a través de la representación de los castigos, y del dolor provocado por ellos, se establece un orden moral de las conductas humanas.

Asimismo, a través del recorrido infernal, se puede observar que la moral de la sociedad en su conjunto está en declive, y no solo la de los líderes políticos y eclesiásticos, aunque ellos son los mayores responsables de dicha situación.

Los bienes materiales

En esta obra se pone de manifiesto que algunos de los peores males que corrompen a la humanidad están vinculados con el mal uso de los bienes materiales. Por su acumulación excesiva o, por el contrario, su descuido o desprecio, son castigados muchos de los condenados al Infierno. Esto lo vemos, principalmente, en el cuarto círculo del Infierno, donde están confinadas las personas que acumularon o dispersaron sus riquezas sin mesura (avaros y pródigos).

A propósito de este tema, también puede verse que los bienes materiales no son un bien en sí mismo, y, como explica Virgilio en el canto VII, Dios dispuso que la Fortuna se encargue de las glorias mundanas, distribuyendo y rotando los bienes vanos entre los hombres, de manera que, mientras unos se enriquecen, otros se empobrecen, y así sucesivamente.

La fama

En esta obra se tratan de diferentes maneras aspectos relacionados con la fama y el prestigio. Por un lado, la fama otorga una forma de inmortalidad a las personas que han fallecido. Por eso, en el Infierno, muchos de los condenados, al advertir que Dante regresará al mundo de los vivos, ven la oportunidad de ser recordados allí, a través de él y, por eso, le narran sus historias.

Sin embargo, en el último círculo del Infierno, donde se condena a los traidores, Dante encuentra a un alma que no desea ser recordada, sino todo lo contrario (es decir, desea ser olvidada). Se trata de Bocca, quien afirma: “(…) Lo contrario desearía; / márchate ya de aquí y no me molestes, / que halagar sabes mal en esta gruta” (XXXII, vv. 94-96). Esto se debe a que, por el lugar que ocupa en el Infierno, la noticia de su encuentro solo puede acrecentar su deshonra en el mundo de los vivos. Por eso, Dante afirma, al enterarse de su nombre: "en tu deshonra, he de llevar de ti veraces nuevas" (XXXII, vv. 110-111). Dante advierte quizás, a propósito de este condenado, que los traidores de este círculo ya no desean fama, y, por eso, al siguiente condenado al que le pregunta por su identidad no le ofrece, a cambio, fama en el mundo de los vivos, sino venganza.