Casa tomada

Casa tomada Resumen

El narrador vive junto a su hermana, Irene, en una antigua y espaciosa casa, que han heredado de su familia. La rutina en la casa está pautada con precisión: los hermanos se levantan a las siete de la mañana y limpian la casa; almuerzan al mediodía y luego tienen la tarde libre. El narrador piensa que es la casa quien no dejó que ninguno de los dos se casara: Irene rechazó a sus pretendientes, y a él se le murió María Esther, su novia, antes de comprometerse con ella, por lo que al morir ellos, la genealogía familiar llegaría a su fin.

Además de limpiar, Irene pasa el día tejiendo, mientras que el narrador es un aficionado a la literatura francesa. La pareja de hermanos no necesita trabajar, puesto que todos los meses les llega plata de los campos que poseen, y su dinero aumenta.

La casa es enorme y está dividida en dos partes. La parte más retirada cuenta con un comedor, una sala con gobelinos, una biblioteca y tres dormitorios grandes. Separada por una puerta de roble maciza, la parte delantera de la casa cuenta con un pasillo que da a un living y a las dos habitaciones de los hermanos. Otro pasillo lleva al baño y a la cocina, mientras que el living da a un patio de entrada. La pareja de hermanos casi nunca visita la parte más retirada de la casa, salvo para hacer la limpieza, puesto que el aire de la ciudad está siempre cargado de polvo.

Una noche, mientras Irene teje, el narrador se dirige a la cocina para preparar un mate y escucha ruidos que provienen del comedor o la biblioteca. También los oye en el fondo del pasillo y se apresura entonces a cerrar la puerta de roble con llave y cerrojo. Al volver al living comenta tranquilamente con su hermana que la parte del fondo de la casa ha sido tomada. Ella le pregunta si está seguro, y luego le dice que tendrán que arreglarse viviendo de ese lado.

Los primeros días son difíciles porque los dos comienzan a notar la ausencia de las cosas que quedaron en la parte retirada de la casa, pero pronto establecen una nueva rutina: se levantan más tarde y tienen menos que limpiar. Al mediodía, mientras el narrador prepara el almuerzo, Irene se encarga de organizar platos fríos para la cena. Mientras que Irene se concentra en su tejido, el narrador, que ya no tiene sus libros, comienza a interesarse por la colección de estampitas de su padre.

Durante el día, la pareja se encarga de hacer ruido para no escuchar nada que provenga de la parte retirada de la casa. Irene incluso se pone a cantar cuando anda por el pasillo. Una noche en que el narrador se dispone a ir a la cocina por un vaso de agua escucha ruidos que provienen de allí o del baño y se detiene antes de abandonar su pieza. Irene se levanta y se coloca también en la puerta, para escuchar mejor. No caben dudas de que los sonidos provienen del lado delantero de la casa, de la cocina, el pasillo o el baño.

La pareja entonces abandona la casa y cierra con llave la puerta de entrada. Irene dice que han tomado la parte delantera de la casa, y el narrador se percata de que no han agarrado ninguna de sus pertenecías. Son las once de la noche. Al salir del patio, el narrador arroja la llave a una alcantarilla, para que ningún ladrón se confunda y entre a la casa tomada.