Poeta en Nueva York

Poeta en Nueva York Lorca y el surrealismo

Muchas veces se suele decir que la poesía de Federico García Lorca es surrealista y que el poeta perteneció a dicha vanguardia literaria. Aunque sí es cierto que Lorca tomó muchos elementos del surrealismo, sería erróneo considerarlo como un poeta específicamente surrealista. Hecha esta salvedad sobre toda la obra del autor, vale la pena explorar en qué sentidos y desde qué perspectiva Poeta en Nueva York puede ser leído en clave surrealista.

El surrealismo es un movimiento artístico que se origina y se desarrolla en Francia entre 1920 y 1930. A pesar de las diferencias radicales entre este movimiento y la poética de Lorca, los críticos señalan que existieron influencias recíprocas entre el surrealismo y la generación del 27 en España (generación de escritores dentro de la cual se incluye a Lorca), quienes acogieron las tendencias de las vanguardias europeas y las integraron a su propia tradición. Al respecto, el crítico Ricardo Gullón expresa:

“En los españoles (...) utilizar procedimientos del surrealismo sin someterse a sus dictados y utilizarlos por pura exigencia creativa, sin atribuir demasiada importancia a su procedencia, era asegurarse ilimitada libertad de movimientos. Toman lo que necesitan donde lo encuentran (...) poniéndolo al servicio de lo que pretenden expresar en ese momento” (Gullón, 1977 en Lorca, 2013:11)

El caso de Lorca no escapa a este modo de obrar de los artistas españoles; aunque se trate de uno de los poetas que ha utilizado técnicas surrealistas con mayor brillantez, su proyecto poético poco tiene que ver con la definición de surrealismo realizada por Bretón:

“Automatismo psíquico por el cual nos proponemos expresar, ya verbalmente, ya por escrito, ya de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento (...) en ausencia de todo control ejercido por la razón, y al margen de toda preocupación estética o moral” (Mangone y Warley, 1993 en Lorca, 2013: 11).

Según este abordaje, el surrealismo se concibe como una forma de expresión que se entrega al dictado de una fuerza interior surgida de la ensoñación y a las propias leyes de la lengua. Así, los elementos que componen el mundo literario surrealista son el sueño, el inconsciente y la escritura automática.

Contra la idea de escritura automática se rebela Lorca, y así lo expresa en las conversaciones y las cartas que se envía con sus amigos y que los críticos han rescatado y puesto al alcance del público. En este pasaje que Gabriela Cerviño rescata en su estudio preliminar a Poeta en Nueva York se plasma de forma patente la distancia entre la poética de Lorca y el surrealismo: “Responden a mi nueva manera espiritualista, emoción pura, descarnada, desligada del control lógico, pero, ¡ojo!, ¡ojo!, con una tremenda lógica poética. No es surrealismo, ¡ojo!, la conciencia más clara los ilumina” (p. 12).

Por esto mismo, sería erróneo pensar que las obras en las que Lorca utiliza técnicas surrealistas responden a la escritura automática, puesto que para él las técnicas están en función de su proyecto poético y son tan solo dispositivos para expresarse según sus deseos.

Sin embargo, y a pesar de lo que acabamos de referir, si consideramos al surrealismo fuera de la definición estricta de Bretón y lo comprendemos como una serie de actitudes y de procedimientos que facilitan la comunicación del mundo íntimo del artista con el mundo exterior, entonces es posible considerar a Poeta en Nueva York como una obra en clave surrealista. Los rasgos que permiten dicha consideración destacan al surrealismo como un movimiento que busca derribar los límites de la lógica para mostrar mejor una realidad alternativa. Para ello, el surrealismo se basa en el uso de un lenguaje profundamente simbólico, en la unión de elementos que hasta entonces no se habían conjugado en la literatura y que tienen como objetivo desautomatizar la realidad e imponer una visión de las cosas distinta de la habitual, y en el objetivo de ilustrar el devenir caótico de dicha realidad. Es posible observar todos estos elementos en los poemas de Poeta en Nueva York, motivo por el cual muchos críticos han destacado la dimensión surrealista del poemario.