Poema de Gilgamesh

Poema de Gilgamesh Temas

La amistad

Al comienzo del poema, Gilgamesh es un rey tirano que aterroriza y oprime a la gente de Uruk. Recién después de conocer a Enkidu y convertirse en su amigo, Gilgamesh logra sentir empatía por las otras personas (no solo por Enkidu). La amistad es el primer elemento que genera un él un efecto transformador dentro del poema. Es fundamental para que el rey tirano del comienzo se convierta en el rey sabio y profundamente humano del final del poema, en un héroe digno de recordar y alabar.

El tema de la amistad no solo es fundamental mientras Enkidu está vivo, sino que, tras su muerte, mantiene la importancia. Gilgamesh sufre como nunca había sufrido en su vida. Relata la historia de su amigo varias veces en su viaje a los confines del mundo. Se viste como Enkidu para intentar mantenerlo vivo dentro de sí mismo. Comprende que, si su amigo murió, él también puede morir. La amistad es, en definitiva, lo que le otorga a Gilgamesh la posibilidad de verse a sí mismo como un humano.

La muerte

La muerte es uno de los temas más importantes del poema, si no el más importante. Durante el transcurso de la epopeya, Gilgamesh debe aprender que, incluso él, el rey de Uruk, dos tercios dios, debe morir.

En su camino hacia el Bosque de los Cedros para enfrentarse a Humbaba, Enkidu expresa su miedo a morir en la batalla. Gilgamesh, entonces, se ríe y le dice que nadie vive para siempre, y que la vida es corta. Gilgamesh, en el fondo, aún se cree inmortal. Recién cuando Enkidu muere, toma consciencia de que él también morirá, y decide ir en busca de Utnapishtim para lograr la inmortalidad.

Utnapishtim le explica a Gilgamesh que la búsqueda de la inmortalidad es inútil. La vida contiene la semilla de la muerte. Los dioses así lo designaron. Luego, de todos modos, le indica dónde está la planta que puede volverlo inmortal. Gilgamesh la consigue y la pierde a manos de la serpiente. Recién entonces acepta su carácter mortal. Regresa a Uruk habiendo aprendido que lo importante es valorar la vida, lo que lo rodea a uno cada día, y hacer lo mejor posible para dejar un buen legado.

En resumen, Gilgamesh pasa del desconocimiento o la negación de la muerte, al terror por la muerte y, finalmente, a su aceptación.

El descubrimiento de uno mismo

Este tema es sumamente común en la mitología y las historias antiguas, y el Poema de Gilgamesh no es la excepción. Gilgamesh debe embarcarse en un viaje que, en el fondo, le demostrará quién es, cuál es su esencia.

El viaje comienza, junto con Enkidu, en la expedición al Bosque de los Cedros. Allí, Gilgamesh se probará físicamente. Se demostrará a sí mismo que es capaz de vencer a un gigante aterrorizador. Lo mismo le sucederá al derrotar al Toro del Cielo.

Sin embargo, tras la muerte de Enkidu, Gilgamesh debe emprender otro viaje, esta vez rumbo a los confines de la tierra. Las aventuras allí vividas pondrán a prueba su fortaleza mental y espiritual, sobre todo la aventura de atravesar el Monte Mashu.

Al volver de este segundo viaje, Gilgamesh ya es un héroe completo. No solo es imbatible físicamente, sino que, al poner a prueba su mente y espíritu, se ha convertido en un humano comprensivo y sabio que, fundamentalmente, se conoce a sí mismo. Ya no es aquel ser arrogante y temerario que se considera impune. Ha conocido el miedo, el dolor, y la verdad que atraviesa su humanidad, y la ha aceptado.

La ira de los dioses

Los dioses de la mitología mesopotámica no son sabios ni omniscientes. Todo lo contrario, son vengativos y se enojan con facilidad. Gilgamesh y Enkidu se encuentran por primera vez con esta ira después de que Gilgamesh rechaza sexualmente a Ishtar. Ishtar, pese a que Gilgamesh tiene argumentos lógicos para rechazarla, decide enviar al Toro del Cielo sobre Uruk y, para vengar una afrenta personal, mata a cientos de personas.

Esta misma ira despiadada se ve con claridad en la historia del diluvio. Enlil, enojado por una afrenta personal, decide aniquilar la humanidad entera a través del diluvio. El único dios que parece tener compasión es Ea, quien ayuda a Utnapishtim a salvar a las especies vivas, y quien reprende a Enlil por haber lanzado un castigo desmedido contra los humanos.

La responsabilidad del gobernante

Al principio del poema, Gilgamesh se presenta como un rey tirano que maltrata y abusa de su pueblo. Aruru crea a Enkidu para lograr un modo de detener esta tiranía. Enkidu, a través de su amistad y del dolor que le genera a Gilgamesh su muerte, será fundamental para convertir al protagonista en el rey que debe ser, y enseñarle qué es lo verdaderamente valioso en la vida. No es la fama, ni colgar trofeos de sus hazañas. Es el amor y la amistad.

A lo largo del poema, Gilgamesh aprende que la arrogancia e irresponsabilidad con la que ha reinado durante su vida es incorrecta e insostenible. Los valores aprehendidos en sus diversas aventuras lo convierten en el rey responsable que es loado en el preámbulo, aquel que, gracias a su sabiduría, ha gobernado responsablemente el gran pueblo de Uruk.

Civilización vs. barbarie

El tema de la civilización en oposición a la barbarie está presente en varias partes del poema. Gilgamesh, rey de Uruk, es el representante de la civilización. Sin embargo, oprime al pueblo con su tiranía. Aruru crea a Enkidu, el doble de Gilgamesh, como una fuerza que puede contraponerse a Gilgamesh y detener dicha tiranía. Enkidu nace y vive en la estepa, como un animal. Es, por supuesto, el representante de la barbarie.

Durante el transcurso de la primera parte del poema, asistimos a la unión entre barbarie y civilización como dos polos opuestos que deben complementarse. Shamhat, la prostituta, se encarga de civilizar a Enkidu para llevarlo a Uruk, al encuentro con Gilgamesh. La barbarie de Enkidu no aparece en el poema como algo negativo. Por el contrario, su carácter bárbaro le transmite a Enkidu dos virtudes fundamentales: la inocencia y la humildad.

Tras conocer a Enkidu, Gilgamesh comienza a cambiar su carácter. Enkidu es el primer prójimo al que ama verdaderamente y le abre los ojos en relación con la importancia del amor. Tras su muerte, Gilgamesh precisa convertirse en un bárbaro para completar su carácter, para obtener plena sabiduría. Vaga por las estepas y, vestido como aquel Enkidu bárbaro, va en búsqueda de la inmortalidad. Sobre el final del poema, Gilgamesh habrá conseguido la sabiduría tras haber sido un hombre civilizado, pero sin empatía ni amor; un hombre que, luego, incorporó los valores bárbaros de Enkidu, que se transformó en Enkidu, y que, finalmente, encontró el equilibro entre ambos polos.

Enkidu, por el contrario, tras civilizarse, muere. Es como si el poema, en algún punto, se inclinara más por los valores de la vida salvaje que por los de la vida civilizada.

La sexualidad

La sexualidad tiene una importancia fundamental dentro del poema, aunque aparece de modos muy diferentes.

En primer lugar, Enkidu decide enfrentar a Gilgamesh cuando se entera del abuso sexual que cometerá al acostarse con la novia recién casada. En este primer caso, la sexualidad aparece como un modo de tiranía que ejerce Gilgamesh y que impele a Enkidu a imponer su moral.

En segundo lugar, la sexualidad aparece como un instrumento civilizatorio. Shamhat civiliza a Enkidu teniendo relaciones sexuales con él durante seis días y siete noches. Es importante destacar que, dentro de la cultura mesopotámica, la prostitución era considerada un complemento fundamental de la civilización. Se consideraba que las artes sexuales eran las que convertían al hombre salvaje en un ser sofisticado.

En tercer lugar, la sexualidad aparece cuando Ishtar quiere tener relaciones con Gilgamesh. En este caso, el rechazo de Gilgamesh conducirá a la ira de Ishtar y sus terribles consecuencias.

A modo de conclusión, puede afirmarse que la sexualidad tiene enorme importancia simbólica dentro del poema. No se relaciona tanto con el placer inmediato del acto sexual, sino que implica mucho más. En el primer caso, la falta de respeto de Gilgamesh impulsa a Enkidu a enfrentarlo. En el segundo caso, Shamhat usa la sexualidad para civilizar a Enkidu. En el tercer caso, Ishtar decide matar a cientos de personas solo por ser rechazada sexualmente.