Poema de Gilgamesh

Poema de Gilgamesh La epopeya de Atrahasis

El Poema de Gilgamesh tiene una relación muy estrecha (y, en varios momentos, complementaria) con la Epopeya de Atrahasis. Esta epopeya acadia data del siglo XVIII a.C. y también forma parte de la mitología mesopotámica. En esta epopeya, tal como su nombre lo indica, el protagonista es Atrahasis. Al igual que el Poema de Gilgamesh, la Epopeya de Atrahasis está fragmentada en diferentes tablillas, con grandes lagunas. Sin embargo, hay tres tablillas que concentran la mayor parte de la historia.

En su epopeya, Atrahasis es el rey sumerio de Shuruppak (tal como Utnapishtim en el Poema de Gilgamesh) antes de la llegada del diluvio.

En la primera tablilla de la Epopeya de Atrahasis se narra el origen de la humanidad: la diosa Mami creó la humanidad utilizando arcilla. En realidad, este trabajo le correspondía a los dioses menores, pero ellos no la llevaban a cabo, por lo que Mami se encargó del asunto. Al respecto, es interesante destacar la afinidad con el momento en el que Aruru crea a Enkidu utilizando arcilla y su saliva, así como cuando Gilgamesh lamenta el hecho de que Enkidu volverá a ser arcilla tras su muerte.

La segunda tablilla hace referencia a la superpoblación del mundo y a los intentos de Enlil por mantenerla bajo control sometiendo a la humanidad a periodos de hambruna y de sequía. Enlil, finalmente, decide destruir a la humanidad con una inundación. En el Poema de Gilgamesh, Ea reprende a Enlil por haber arrasado con la humanidad a través del diluvio, pero los motivos no coinciden, ya que, según las palabras de Ea, Enlil tomó esa decisión en contra de la humanidad por una afrenta personal, y no por la superpoblación, como en la Epopeya de Atrahasis.

La tercera tablilla, por su parte, presenta una versión del diluvio. En esta, es Enki, el dios del agua, quien le advierte a Atrahasis acerca del diluvio que se avecina. Lo hace exactamente de la misma manera en que Ea le advierte a Utnapishtim. Atrahasis abandona su casa y construye un barco de gran tamaño con la ayuda del pueblo, tal como lo hace Utnapishtim.

La narración del diluvio es prácticamente idéntica, aunque contiene algunas diferencias significativas. En principio, es Enki quien se comunica con Atrahasis y luego discute con Enlil, en lugar de ser Ea. Además, en la Epopeya de Atrahasis, en la reunión que los dioses tienen tras el diluvio, estos concuerdan en que deben encontrar un método para controlar la sobrepoblación que no consista en aniquilar la humanidad. Esto, por supuesto, no sucede en el Poema de Gilgamesh, ya que el motivo que desencadena la inundación no es la superpoblación.

Existen otras dos diferencias importantes entre los poemas: por un lado, en la Epopeya de Atrahasis, los dioses no premian a Atrahasis con el don de la inmortalidad. Por otro lado, en el Poema de Gilgamesh, Utnapishtim es considerado el gran responsable de haber salvado a la humanidad, mientras que en la Epopeya de Atrahasis, el héroe aparece como un mero instrumento de Enki, quien se lleva el mérito.

Muchos eruditos creen que, al menos, la parte del diluvio de la Epopeya de Atrahasis fue directamente adaptada e integrada dentro del Poema de Gilgamesh, y que Atrahasis y Utnapishtim remiten a la misma persona. Una prueba de esto es que Ea, en el Poema de Gilgamesh, se refiere a Utnapishtim como “el hijo de Ubartutu”, y en la Epopeya de Atrahasis también se dice que su padre fue Ubartutu.

Por supuesto, no puede obviarse la ya mencionada aparición de la historia del diluvio en la Biblia, narrada de manera muy similar, con Noé de protagonista. La explicación histórica a esta repetición narrativa se encuentra en el modo en que circulaban las historias en la antigüedad, sobre todo en la zona mesopotámica. Allí, la transmisión oral era muy fuerte, y una misma historia podía llegar a distintos puntos de la región, sufriendo diversas modificaciones que se desprendían, lógicamente, de la imposibilidad de repetir una historia tal cual había sido oída. Por otra parte, a diferencia de lo que sucede en la actualidad, en la antigüedad no existía la idea del “plagio” y, por lo tanto, era común adaptar una historia e integrarla en otra con el fin de enriquecer cada narración.