Poema de Gilgamesh

Poema de Gilgamesh Resumen y Análisis Tablillas XI y XII

Resumen

Tablilla XI

Gilgamesh se da cuenta de que el anciano con el que ha estado hablando es, de hecho, Utnapishtim. Se sorprende de que su apariencia sea la de un hombre normal. Él esperaba encontrarse con alguien con forma de demonio. Gilgamesh le pide a Utnapishtim que le explique cómo hizo para ser inmortal y cómo puede hacer él para conseguir tal don.

Utnapishtim le cuenta que, mucho tiempo atrás, él era el rey de Shurupakk, una ciudad que estaba situada a orillas del Éufrates. Los dioses decidieron que la ciudad debía ser destruida a través de una gran inundación. La diosa Ea le susurró a Utnapishtim que debía abandonar sus pertenencias y construir un barco, y le dio las dimensiones. En este barco, Utnapishtim debía llevar a su familia y una semilla de cada especie.

Utnapishtim le preguntó a Ea qué debía decirle a la gente de Shurupakk, ya que iba a necesitar ayuda para construir el barco. Ea le indicó que les dijera que él debía abandonar Shurupakk porque Enlil estaba enojado con él, y debía encontrar un nuevo hogar y un nuevo protector divino. También les debía decir que una inundación de buena fortuna y generosidad llegaría a la ciudad para celebrar la partida de Utnapishtim. La comida y la bebida serían abundantes para todos.

El pueblo de Shuruppak se reunió para ayudar a fabricar el barco. Cada día, Utnapishtim sacrificaba un toro o un cordero, y hacía una gran fiesta para todo el pueblo, en donde sobraban el vino y la cerveza. En solo siete días, el barco estaba construido. Utnapishtim cargó todas sus pertenencias y, después de algunas dificultades, pudo zarpar.

Un gran cúmulo de nubes apareció sobre la ciudad cuando Utnapishtim partió. Utnapishtim se refugió adentro del barco con la ayuda de Puzuramurri, el calafateador. Utnapishtim le regaló su hogar a Puzuramurri como forma de agradecimiento. La terrible tormenta duró siete días. Fue tan espesa que los dioses ni siquiera podían ver la Tierra desde los cielos.

Cuando la tormenta finalmente terminó, Utnapishtim miró hacia afuera, pero no vio nada que se moviera. No había señales de vida en ninguna parte, aunque a lo lejos vio algo que podía ser una isla. Intentó dirigir el barco en esa dirección, pero entonces descubrió que estaba atrapado en la cima del monte Nisir.

Después de estar atrapado allí durante siete días, Utnapishtim soltó una paloma para ver si esta podía encontrar algún lugar donde posarse, pero la paloma volvió al barco. Utnapishtim luego liberó una golondrina, pero esta también regresó. Finalmente, Utnapishtim liberó un cuervo, y este no regresó. Entonces, Utnapishtim soltó a todos sus pájaros.

Al llegar a la orilla, Utnapishtim preparó un sacrificio para los dioses. Ellos descendieron y se reunieron alrededor del altar. Ishtar le dijo que nunca olvidaría la inundación y todo lo que generó. Afirmó que Enlil tenía prohibido estar allí con ellos. Sin embargo, Enlil apareció, y al ver el bote y a Utnapishtim se enfureció. No podía comprender cómo el hombre había sobrevivido.

Ea reprendió a Enlil por haber castigado a toda la humanidad solo por lo que le había hecho un hombre. Luego, le dijo que ella no le contó el plan de los dioses a Utnapishtim, pero que este lo adivinó y actuó sabiamente. Entonces, Ea sugirió una recompensa para Utnapishtim. Enlil llevó a Utnapishtim y su esposa a su barco. Los hizo arrodillarse frente a él, les tocó la frente y decretó que sus mortalidades habían terminado. Ahora serían admitidos junto a los dioses en la eternidad. Luego les indicó que debían viajar a los confines del mundo y vivir allí.

Tras terminar su relato, Utnapishtim le pregunta a Gilgamesh qué hizo él como para que los dioses le otorgaran la inmortalidad. Lo desafía a permanecer despierto durante seis días y siete noches. Gilgamesh acepta el desafío. Tan pronto como lo hace, una niebla proveniente del océano lo cubre y se queda dormido. Utnapishtim le cuenta a su esposa que el héroe que busca la vida eterna está dormido. Ella le pide que despierte a Gilgamesh y le diga que regrese a su casa. En cambio, Utnapishtim le indica que hornee una hogaza de pan y la coloque junto a Gilgamesh por cada día que duerma, como una prueba. También marca la pared para registrar cada día.

Gilgamesh duerme durante siete días y, cuando se despierta, encuentra las hogazas. Sin embargo, niega haber estado dormido. Utnapishtim le muestra los panes. El primero es crujiente y rancio, mientras que el último está fresco. Gilgamesh se desmoraliza y le pregunta a Utnapishtim qué debe hacer. Utnapishtim le dice a Urshanabi que tiene prohibido volver a sus costas. Le ordena que lleve a Gilgamesh a bañarse y vestirse apropiadamente antes de conducirlo de regreso a Uruk.

Cuando Gilgamesh y Urshanabi están por emprender el viaje de regreso, la esposa de Utnapishtim le ruega a su marido que le dé a Gilgamesh algo para comer, considerando el largo viaje que este ha hecho hasta allí. Utnapishtim está de acuerdo. Le habla a Gilgamesh acerca de una planta mágica que lo mantendrá por siempre joven. Esta planta puede encontrarse en el fondo del mar.

Gilgamesh ata piedras pesadas a sus pies y se hunde en el fondo del mar. Encuentra la planta y la saca. Le dice a Urshanabi que llevará la planta a Uruk y usará sus poderes rejuvenecedores en los ancianos de la ciudad, y en él mismo. Así será más fuerte y más joven.

Los hombres comienzan su viaje a Uruk. En el camino, se encuentran con un manantial, y Gilgamesh decide bañarse en sus aguas. Deja la planta mágica en la orilla. Por allí pasa una serpiente y se la lleva, mudando su piel apenas toca la planta. Cuando Gilgamesh termina su baño y descubre que le falta la planta se desespera profundamente.

Finalmente, los hombres siguen su viaje y llegan a Uruk. Al entrar en la ciudad, Gilgamesh le muestra a Urshanabi las murallas de la ciudad y el templo de Ishtar. Le muestra los campos y las huertas, y habla con orgullo de Uruk, su ciudad, la ciudad de Gilgamesh.

Tablilla XII

Antes de empezar el resumen, es importante destacar que los hechos de esta tablilla no se corresponden con la narración previa e incluso, varias veces, la contradicen.

Gilgamesh deja caer una baqueta a través de un agujero del piso de la casa de un carpintero. La baqueta llega al inframundo. Enkidu, que en esta tablilla está vivo, se ofrece a ir a buscarla. Gilgamesh le advierte que, si va al inframundo, no debe hacer nada que llame la atención de los muertos, o estos lo atraparán.

Enkidu baja al inframundo, pero no hace caso al consejo de Gilgamesh. Ereshkigal, la diosa del inframundo, se apodera de Enkidu lanzando el Grito de los Muertos. Algunas traducciones afirman que Ereshkigal le muestra sus pechos a Enkidu y lo obliga a hacer el amor con ella.

Gilgamesh se lamenta por la pérdida de Enkidu. Le pide ayuda a Enlil, pero este se la niega. Entonces, Gilgamesh le pide ayuda a Sin, el dios de la luna, pero este lo ignora. Finalmente, Gilgamesh acude a Ea, que intercede y permite que el espíritu de Enkidu escape del inframundo.

Gilgamesh le pregunta a Enkidu cómo es el inframundo. Enkidu le responde que es tan terrible que, si se lo contara, Gilgamesh se pondría a llorar. Gilgamesh, entonces, le ruega que se lo cuente. Enkidu relata cómo los alimañas le devoraron su cuerpo y Gilgamesh, efectivamente, llora.

Luego, Gilgamesh le pregunta a Enkidu por el destino de diferentes personas: el hombre sin hijos, el hombre con un hijo, el hombre con seis hijos, y el hombre que murió en la batalla y al que nadie recuerda. Enkidu le responde que el hombre sin hijos es miserable, el hombre con seis hijos es feliz, y el hombre que murió en la batalla come basura.

Análisis

Existe un paralelismo evidente entre la historia del diluvio narrada por Utnapishtim y el relato bíblico del diluvio. Asimismo, algunos eruditos consideran que la historia del diluvio del Poema de Gilgamesh fue copiada de la historia del diluvio que aparece en la Epopeya de Atrahasis.

Tanto en el relato de Utnapishtim como en el relato bíblico se construye un gran barco que se lleva dos ejemplares de las diferentes especies vivas de la Tierra. En ambas historias, el barco queda atrapado en el pico de un monte: en el caso de Utnapishtim, ese monte es el Nisir, mientras que en el caso de Noé, ese monte es el Ararat.

Una diferencia importante radica en que Dios escogió a Noé por su actitud ejemplar, mientras que Utnapishtim es escogido por su rol (es el rey de Shurupakk). Otro punto a destacar es que, en la Biblia, Dios envía el diluvio sobre la Tierra para castigar el mal comportamiento de la humanidad; en el Poema de Gilgamesh, no hay un motivo claro. Se dice que Enlil quería vengarse de una afrenta personal, aunque tampoco se dice cuál es. Existen algunas versiones en las que Enlil toma esta decisión porque la humanidad es demasiado ruidosa y no lo deja dormir.

Utnapishtim, por su parte, no pregunta a Ea cuál es el motivo del diluvio. Ea, con su sabiduría y empatía por los humanos, no solo le da indicaciones a Utnapishtim para salvar la vida en la Tierra, sino que además le dice cuál es la excusa que él debe darle a su pueblo para que lo ayuden a construir el barco: debe decirles que Ea hará llover trigo, pan y pescados. El barco será para poder contener esos alimentos sagrados. En relación a este consejo, los lingüistas han notado que en el mensaje de Ea puede hallarse una pista escondida del diluvio que está por llegar, ya que en acadio la palabra “pan” es muy similar a la palabra “oscuridad, y la palabra “trigo” es similar a “desgracia”.

En relación a la reunión de los dioses que sucede tras el diluvio, y en la que se les otorga a Utnapishtim y su esposa el don de la inmortalidad, hay algunas versiones que afirman que los dioses llevaban días sin comer porque no habían recibido ofrendas de los humanos. Recién entonces todos los dioses , no solo Ea, comprenden que ellos también necesitan a la humanidad, así como los humanos necesitan a los dioses.

Además de narrar el diluvio, la Tablilla XI está atravesada por la obsesión de Gilgamesh de conseguir la inmortalidad. Así como Siduri y Urshanabi, Utnapishtim le dice a Gilgamesh que la inmortalidad es solo de los dioses y que debe desistir. Él, incluso, llega a sugerirle que la inmortalidad no tiene sentido, dando a entender que su experiencia no es enteramente positiva. Debe tenerse en cuenta que Utnapishtim es dotado con el don de la inmortalidad pero, en simultáneo, es exiliado a los confines del mundo y, a causa del diluvio, ha dejado de ser rey de Shuruppak.

Gilgamesh debe comprender que la muerte es una necesidad de los humanos, una parte fundamental de la vida. Para ayudarlo en este proceso, Utnapishtim lo desafía a mantenerse despierto. Este desafío contiene una gran carga metafórica: por un lado, estar dormido y estar muerto tienen una similitud. Además, así como uno no puede vivir sin dormir, tampoco puede vivir sin morir. Gilgamesh no logra mantenerse despierto. Duerme durante siete días. Así, termina de confirmar que es un humano y, por tanto, mortal, y que precisará, justamente, de la muerte cuando sea su momento. La angustia que siente Gilgamesh al advertir que falló en la prueba demuestra que advirtió, a través de esta, su condición de mortal y, por ende, su no merecimiento del don de la inmortalidad.

Incluso, al obtener la planta de la inmortalidad, Gilgamesh afirma que primero se la llevará a los ancianos de Uruk para probarla en ellos y poder seguir beneficiando al pueblo con su sabiduría. Este acto señala un cambio en Gilgamesh. Es la primera vez en todo el poema que se propone hacer algo en beneficio de los demás y no solo en beneficio propio. Si bien sigue teniendo la intención de utilizar la planta consigo mismo, ya aparece una diferencia en su modo de actuar y pensar.

La serpiente que roba la planta de Gilgamesh también puede conectarse con la serpiente que aparece en el “Génesis” de la Biblia. Sin embargo, entre ambas existe una gran diferencia. La serpiente bíblica usa la fruta prohibida para tentar a Eva, lo que finalmente conduce a la expulsión del paraíso de ella y Adán. Su aparición es absolutamente negativa. En cambio, la serpiente, en la historia de Gilgamesh, le roba la planta a Gilgamesh y lo deja expuesto a su destino de humano. Las acciones de la serpiente le permiten a Gilgamesh liberarse de su apego a la inmortalidad. Su transformación, después de este hecho, es casi completa.

Al regresar a Uruk, Gilgamesh contempla la ciudad con nuevos ojos. Ve las murallas de sus templos y se enorgullece. Se da cuenta de que Uruk es un testimonio de la grandeza de la humanidad, y será su legado si la gobierna bien. La mayoría de las traducciones mencionan que Gilgamesh se enorgullece, sobre todo, del templo que construyó para Ishtar, lo que sugiere que ha aceptado la muerte de Enkidu y ha hecho las paces con la diosa. Además, destaca el cocimiento de los ladrillos que forman los muros. El hecho de que se enorgulleza por algo tan material pero estructural como el modo en que fueron hechos los ladrillos demuestra a la perfección el cambio interno que atravesó Gilgamesh durante su epopeya. Su orgullo ya no son sus hazañas egocéntricas, sino aquello que construyó para que los habitantes de su ciudad vivieran de la mejor manera. Gilgamesh, el rey tirano, se ha convertido en un rey benevolente, comprensivo y profundamente humano.

La Tablilla XII no forma parte del cuerpo principal de la epopeya y no está incluida en algunas traducciones y/o versiones. Sin-Leqi-Unnini agregó la tablilla al poema, pero no está claro por qué. No se corresponde con el resto del poema e incluso contradice algunos de los hechos reseñados en él.

Al día de hoy, los eruditos no terminan de comprender el significado de ciertos elementos que parecen simbólicos, como la baqueta. Tampoco se ha podido determinar por qué esta tablilla comienza en la casa de un carpintero. Se especula con que Enkidu y Gilgamesh utilizaron la baqueta para realizar un ritual mágico, abrir un agujero y comunicarse con los muertos, aunque luego Gilgamesh no quiere que Enkidu baje al Inframundo. Por supuesto, el hecho más importante de esta tablilla que se contradice con el poema es que Enkidu sigue vivo.

Algo interesante de esta tablilla es que Gilgamesh ya parece ser el rey prudente que conocemos al final de la Tablilla XI. En este caso, el arrogante es Enkidu, mientras que Gilgamesh es quien intenta disuadirlo de su osadía. Además de prudente, Gilgamesh es sabio: puede prever todo lo que le sucederá a Enkidu, quien no le hace caso y termina siendo atrapado por los muertos, tal como se lo advirtió su amigo.

Enkidu, ayudado por Ea, regresa del mundo de los muertos. Trae consigo conocimiento acerca de lo que les acontece a los muertos. En el centro de dicho conocimiento se encuentra la misma enseñanza que Gilgamesh aprende en las tablillas previas: aquellos hombres que dejan un legado basado en el amor, en la importancia de las relaciones humanas, viven mejor tras morir que aquellos que vivieron sin conocer el amor fraternal y/o conyugal. Si Gilgamesh hubiera muerto en la lucha contra Humbaba, en ese momento en el que alardeaba que no le importaba morir con tal de que se expandiera su fama, habría vivido, en el mundo de los muertos, el triste destino que vive el hombre que no tuvo familia. Enkidu no hace alusión alguna al destino de los muertos que, en vida, tuvieron riquezas o fama.