Los de abajo

Los de abajo Resumen y Análisis Primera parte, Capítulos 19 - 21

Resumen

Capítulo 19

Tras el fracaso del asalto de Zacatecas, los hombres de Demetrio vuelven a Fresnillo. Históricamente Zacatecas fue un punto estratégico en la lucha contra el General Huerta ya que su toma habilitaría a las tropas de la División del Norte, liderada por Villa, a moverse hacia la capital con mayor facilidad utilizando las vías del ferrocarril. El primer intento de la toma fracasa.

Mientras los hombres de Demetrio se encuentran agotados por el camino de regreso, pero despreocupados por la derrota, Demetrio no puede pensar en otra cosa que en el fracaso. Evalúa los motivos y concluye: "A éstos les falta nervio" (p.71) y continúa describiendo cuál sería su estrategia. Sus hombres parecen comprender las tácticas que describe Demetrio aunque parecen simplistas.

A lo largo del camino de regreso a Fresnillo, los hombres abandonan los objetos que habían saqueado para no tener que cargar con más peso.

Paran para descansar en un corral y allí Demetrio cuenta a sus hombres cuán seguido piensa en Camila, la muchacha que lo atendía mientras se recuperaba de su herida. Pancracio, quien se considera muy experimentado en lo que se refiere a las mujeres, le recomienda que no pierda su tiempo porque las mujeres “son el enemigo malo” (p.72).

Capítulo 20

Corre el rumor de que Pancho Villa se dirige a Fresnillo. Los hombres se dedican a contar las hazañas del héroe revolucionario cuya figura es casi mítica. De él y de sus hombres se dice que viven como reyes. En un momento uno de los hombres de Natera le dice a Anastasio que Villa puede ser extremadamente generoso y regalar a uno de los suyos una hacienda, pero también puede mostrarse terriblemente despiadado, condenando a muerte a aquellos que le desagradan. En las historias que cuentan no se distinguen los hechos reales de los fantásticos. Por ejemplo, describen los aviones americanos que utiliza Villa para bombardear al enemigo “como quien les riega maíz a las gallinas” (p.75). Anastasio se muestra escéptico, ya que ninguno de quienes cuentan las historias sobre Villa lo habían visto en persona. Para Anastasio, todos los hombres son iguales y es probable que Villa sea como cualquiera de ellos. Cuando Anastasio se pone a sí mismo de ejemplo e insiste en que él mismo no tiene necesidad de pelear, sino que elige hacerlo, los hombres, que han escuchado su historia incontables veces, se burlan de él.

Capítulo 21

En medio del asedio a la plaza en el cerro de La Bufa en Zacatecas, a Luis Cervantes lo dan por muerto y lo dejan entre los escombros. Solis, el ayudante de Natera, lo rescata y lo lleva con él a un lugar seguro para esperar que cese el fuego. Mientras esperan, Solis le cuenta a Luis lo que ha sucedido en el camino a Zacatecas.

Los revolucionarios trataron de sorprender a los federales en sus trincheras, pero estos estaban preparados y diezmaron a los revolucionarios con sus ametralladoras. Ante el espectáculo de las laderas cubiertas por los cuerpos de sus hombres, los generales no se animaban a ordenar una nueva carga. Demetrio tomó la posta e incitó a sus hombres a subir por la ladera al mismo tiempo que él mismo subía por los peñascos hasta la cumbre. Durante esta peligrosa hazaña, Demetrio lazaba las ametralladoras “como si fuesen toros bravos” (p.77). Demetrio y sus hombres logran allanar el camino para que las tropas de los generales aseguren las posiciones arrebatadas a los federales. Sin Demetrio, la batalla estaba perdida.

Solis termina su relato, pero continúa hablando sobre los vicios que ve en la revolución. Encuentra que las batallas son admirables, no así lo que viene después donde a los revolucionarios solo les importa saquear y matar. A todo esto, Luis Cervantes solo consigue escuchar a Solís y devolverle una sonrisa “despreciativa”.

De pronto, Solis ve el humo de la batalla mezclarse con otro humo que proviene de una locomotora que lleva a los soldados federales que huyen de Zacatecas. Se escucha un tiro, han disparado a Solis, cuyo cuerpo rueda por la ladera.

Análisis

El Capítulo 19 contrasta con el anterior porque se trata del primer fracaso que experimentan Demetrio y sus hombres. Por primera vez, Demetrio participa de una campaña bajo el mando de otra autoridad: el general Natera. Hasta ahora, el héroe había liderado a sus hombres solo y había tenido éxito. Mientras que la derrota aflige a Demetrio, sus hombres parecen despreocupados. Se empieza a notar una diferencia entre el jefe y la banda. Para Demetrio los ideales de la revolución y las cuestiones políticas no tienen valor, pero la victoria, sí. En cambio, para sus hombres, quienes cuentan con “aquella alegría, ajena a todo resultado de las operaciones militares” (p.71), saquear es lo único que importa.

Uno de los temas que se desarrolla en este capítulo es la barbarie versus la civilización. Los hombres saquean todo lo que está a su alcance, incluso demostrando no sentirse obligados a respetar a los más pobres: “saqueaban cada pueblo, cada hacienda, cada ranchería y hasta el jacal más miserable” (p.70). Entre los objetos que roban y luego compran y venden entre ellos está una máquina de escribir marca Oliver, nueva. Para el final del día, la máquina se ha depreciado tanto que el último de sus dueños la arroja contra unas piedras. La Oliver simboliza la cultura que la barbarie destruye. Para este punto de la historia, la revolución deja en ruinas todo lo que toca.

Al final del capítulo, Demetrio menciona a Camila. Su recuerdo se centra en la muchacha y el agua que le da para beber. Recordemos que el agua es un motivo recurrente en la obra, usualmente asociado a Camila como fuente de alivio que refuerza el rol de las mujeres en la obra como cuidadoras y serviciales.

El Capítulo 20 es el único en el que no aparece Demetrio. En su lugar, aparece la figura de Pancho Villa aunque solo evocada. Se trata de uno de los nombres de líderes de la Revolución mexicana que más resuenan, incluso fuera de México.

Al igual que en su primer encuentro, la conversación entre Solís y Cervantes sobre Villa revela sus diferencias. Al hablar del caudillo, Cervantes lo compara con Napoleón, mientras que Solís, con tono irónico, utiliza una referencia local: Águila azteca. Ese detalle muestra la mirada europeizante de Cervantes, cuyo apellido y descripción física lo vincula con su herencia española. Solís, en cambio, parece comprender mejor la revolución y a los hombres que participan en ella.

Podemos apreciar la incongruencia en los revolucionarios que ensalzan a Villa como: “el bandido- providencia, que pasa por el mundo con la antorcha luminosa de un ideal: ¡robar a los ricos para hacer ricos a los pobres!” (p.74), cuando solo en el capítulo anterior hemos visto que roban hasta el jacal más miserable.

Todo lo que se dice sobre Villa se basa en rumores, nadie lo conoce personalmente y los relatos de sus hazañas se asemejan más a una leyenda o un mito. De todas las historias la más fabulosa se trata de los aeroplanos que supuestamente utiliza Villa para bombardear al enemigo. Para describir los aviones recurren a imágenes conocidas: ”Y haga usté de cuenta un pájaro grande, muy grande, que parece de repente que ni se bulle siquiera. Y aquí va lo mero bueno: adentro de ese pájaro, un gringo lleva miles de granadas. ¡Afigúrese lo que será eso!” (p.75).

Los intelectuales comparan a Villa con sus referentes, los soldados aderezan el relato de sus hazañas y frente a ellos se eleva una sola voz razonable: Anastasio, para quien: “naiden es más hombre que otro” (p.75). Si bien el modelo más claro de la obra de Azuela es la épica, podemos identificar algunos elementos que la vinculan a las crónicas de la conquista, especialmente a la crónica de Bernal Díaz del Castillo, quien busca dar protagonismo a los soldados que participan de la conquista, pero aparecen solo a la sombra del gran conquistador, Hernán Cortés. Con su breve comentario, Anastasio hace lo mismo en el contexto de la revolución y con relación al caudillo Pancho Villa.

Finalmente, la primera parte de la novela cierra en el punto más alto del camino del héroe. Demetrio consigue revertir el fracaso de la campaña en Zacatecas, toma el cerro de La Bufa y les entrega la victoria a los revolucionarios. Solís le cuenta a Cervantes los hechos que presenció, pero los narra a modo de mito. En el relato, Demetrio aparece como un verdadero héroe porque no encarna ya el hombre en particular, sino que se convierte en modelo de su comunidad. Hay tres valores que encarna: la valentía, mientras los generales planean retirarse, él motiva a sus hombres a seguirlo; su liderazgo, sube antes que sus hombres y es el primero en la línea de fuego; y su destreza física.

Nos vamos a detener en este último valor porque es lo que lo erige como arquetipo del héroe campesino. Solís desdibuja los límites entre Demetrio y su caballo para mostrar su destreza como “charro”, el arquetípico vaquero mexicano. Consigue desdibujar los límites al dotar al caballo con los rasgos y las virtudes de Demetrio. Dice: “El caballo de Macías, cual si en vez de pesuñas hubiese tenido garras de águila, trepó sobre estos peñascos” (p.77). Recordemos que, en el capítulo anterior, Solís usa la palabra “águila” para referirse a otro líder de la revolución. Además, más adelante en la novela, Demetrio va a recibir un águila como insignia de su nuevo rango. Más importante, es la imagen de las pesuñas del caballo que nos remiten a la imagen en el segundo capítulo de la novela en la que el autor se centra en el primer plano de las manos crispadas de Demetrio cuando sube las sierras. Además, Solís describe otra destreza: “Demetrio lazaba las ametralladoras, tirando de ellas cual si fuesen toros bravos” (p.77). Con esta imagen Solís remarca cuán hábil es Demetrio como jinete y con el lazo, dos destrezas fundamentales del campesino mexicano. Eleva así la figura como héroe representativo de su comunidad.

Finalmente, la muerte de Solís al cierre de la Primera parte del libro profundiza el tono pesimista de la novela. De los dos intelectuales que participan en la revolución, el más lúcido y genuino de ellos muere, mientras que el cínico sobrevive.