Las cosas que perdimos en el fuego

Las cosas que perdimos en el fuego Ironía

Marco se convierte en un fantasma para su madre al no salir nunca de su cuarto, pero finalmente ella también se convierte en un espectro a través de la ingesta de psicotrópicos ("Verde rojo anaranjado") (Ironía situacional).

En "Verde rojo anaranjado" todo gira en torno a cómo Marco, al no salir nunca de su habitación, se convierte poco a poco en un espectro, sobre todo para su madre, que aún viviendo con él, no lo ve hace más de un año. Sin embargo, resulta irónico que, a través de la ingesta de psicotrópicos, la madre se sumerja en un "sueño químico"(p.184) y ella misma también cobre una presencia fantasmal en el relato.

Paula pretende rescatar al niño atado en el patio del vecino para redimirse pero, finalmente, es ella quien debe ser rescatada ya que el niño es diabólico ("El patio del vecino") (Ironía situacional).

Al haber sido despedida de su trabajo por descuidar a una niña a la cual Paula debería haber atendido, ella cae en una profunda depresión. Al intentar salvar al niño que ve atado en el patio del vecino, piensa que puede redimirse. Irónicamente, el niño resulta ser la amenaza, ya que el cuento culmina cuando toma a la gata de Paula y le desgarra el estómago con sus dientes afilados.

Las mujeres quemadas por sus parejas que pretenden arruinarlas se convierten finalmente en un nuevo paradigma de belleza ("Las cosas que perdimos en el fuego") (Ironía situacional)

Si bien en un comienzo se retrata como monstruosa la apariencia de las mujeres que sus parejas pretendían arruinar (el futbolista que quema a su novia modelo; el marido de la chica del subte, que no quería que ella fuera de nadie más), con el avance del texto ellas se vuelven irónicamente hermosas, portadoras de una "belleza nueva" (p.190). Así, Silvina será, cuando se decida, “una quemada hermosa, una verdadera flor de fuego” (p.197).