La ladrona de libros

La ladrona de libros Resumen y Análisis Tercera Parte: Mein Kampf

Resumen

De vuelta a casa

Liesel le muestra a Hans el libro que robó en la quema de libros, El hombre que se encogía de hombros. Hans lo examina y se preocupa por su contenido y por las repercusiones políticas del acto de Liesel, pero le promete que lo leerán en secreto durante las noches. A su vez, Hans le pide a Liesel que le prometa que guardará un secreto en caso de que él se lo pida. Más tarde, Hans compra un ejemplar de Mein Kampf en la oficina del Partido Nazi y escucha a los funcionarios del partido decir que la solicitud de Hans para unirse al partido nunca será aprobada.

La biblioteca del alcalde

Liesel se siente ansiosa y paranoica porque Ilsa Hermann, la esposa del alcalde, la ha visto robar el libro. Rosa obliga a Liesel a llevar la colada a casa de Ilsa, pero ella no se atreve a ir. Finalmente, Rudy le insiste y la acompaña. Liesel se siente aliviada cuando Ilsa, al ver a Rudy, se limita a recibir la ropa y no dice nada.

Unas semanas más tarde, Liesel vuelve a la casa del alcalde para recoger la colada. Inusualmente, Ilsa le hace señas a Liesel para que entre a la casa, y ella teme. Finalmente, la conduce a la biblioteca de su casa, repleta de libros. Emocionada, Liesel pasa las manos por las estanterías. Ayuda a Ilsa a guardar una pila de libros y luego se marcha torpemente con la ropa sucia en la mano. De camino a casa, Liesel se pregunta por qué no ha dicho nada; ni siquiera agradeció a Ilsa que le haya enseñado su biblioteca, así que decide volver corriendo. Esta vez, le abre la puerta el alcalde Heinz Hermann, y Liesel tartamudea, luego dice agradece torpemente y se va.

El luchador entra en escena

El escenario cambia a Stuttgart, donde un judío hambriento llamado Max Vandenburg se esconde solo en un almacén secreto. Un amigo entra brevemente y le da a Max algo de comida. Se disculpa por haberse demorado, pero cree que alguien lo ha estado vigilando. Le entrega un libro, que en su interior oculta un documento de identidad falso y una llave. Le sugiere que guarde allí también el mapa y las instrucciones. Luego, el amigo promete volver en unos días. Max come con desesperación y luego observa el libro que le dio su amigo. Se dirige imaginariamente a un hombre que aún no conoce, llamado “Hans Hubermann”.

Los elementos del verano

En el verano de 1940, Liesel y Hans leen El hombre que se encogía de hombros, un libro prohibido en la medida en que su protagonista es judío. A la par, Ilsa comienza a permitir que Liesel lea en su biblioteca durante las entregas de ropa. En una de esas ocasiones, Liesel encuentra el nombre "Johann Hermann" escrito en la cubierta de un libro. Johann era el hijo de Ilsa, que murió en 1918, el último año de la Primera Guerra Mundial. La Muerte recuerda entonces cómo lo recogió, desenredándolo de un alambre de espino. Ilsa le dice a Liesel que, para ella, su hijo murió de frío. Es evidente que la mujer sigue sufriendo por esa muerte, y Liesel, con mucho esfuerzo, se anima a decirle que lo siente.

La Muerte anticipa que una de las cosas que termina de sellar la amistad entre Rudy y Liesel es el robo. La comida escasea para sus familias, y un día ven a un niño mayor, Fritz Hammer, comiendo una manzana. Otro día lo siguen hasta un grupo de cuatro chicos, liderados por un ladrón de quince años, Arthur Berg. Rudy le dice a Arthur que se está muriendo de hambre. Pronto el grupo de chicos reconoce a Liesel, por ser quien golpeó a Ludwig Schmeikl, y a Rudy, por el incidente de Jesse Owens. Entonces los dejan que vayan también a robar manzanas, pero advierten que, si los pescan en la valla de seguridad, los dejarán atrás. Rudy y Liesel logran robar varias manzanas. Berg los felicita y les da una docena de manzanas a cada uno, que los niños se devoran. Liesel termina vomitando en su casa.

La tendera aria

Un día de agosto, Rudy y Liesel encuentran una moneda en el suelo y la llevan a la tienda de frau Diller. La mujer los recibe con desdén y no los atiende hasta que ellos no la saludan con el usual “heil Hitler”. Luego les da burlonamente un caramelo. Al principio están decepcionados, pero se turnan para chuparlo, y ese día sienten que la vida es maravillosa.

El luchador, continuación

Se reanuda la historia de Max Vandenburg. El amigo de Max, Walter Kugler, ha vuelto al almacén donde se esconde Max y le anuncia que él será enviado al ejército. Entonces le deja un billete de tren y material para afeitarse. Max, nervioso, sale de su escondite y sube al tren con el libro que le regalaron antes, Mein Kampf, y se obliga a leerlo, para pasar desapercibido y no ser reconocido.

Pillos

Rosa pierde otro cliente de lavandería. Entretanto, Rudy y Liesel roban en más granjas con Arthur Berg. Un día, Liesel y Rudy roban a un compañero de clase llamado Otto Sturm, que todos los viernes reparte viandas a los curas de la iglesia en su bicicleta. Liesel y Rudy derriban a Otto de su bicicleta y se llevan el paquete, que contiene huevos, pan y un jamón. Llevan el paquete a Arthur, que llama al resto de los chicos y cocina la comida. Liesel y Rudy devuelven la cesta vacía a Otto. Unos días más tarde, Liesel y Rudy vuelven a robar, pero se enfrentan a un granjero que empuña un hacha. Mientras escapan, Rudy queda atrapado en la valla. El resto de los chicos huye, pero Liesel y Arthur vuelven para ayudarlo, a pesar de que Arthur dijo antes que no lo haría.

Más tarde, Arthur se traslada a Colonia, pero antes les da a Liesel y Rudy una bolsa de castañas como regalo de despedida. La Muerte anticipa que ellos nunca volverán a ver a Arthur, pero ella sí: cuenta que, si bien Arthur sobrevivirá a la guerra, ella se lo encontrará durante un bombardeo, cargando en sus brazos a su hermana bebé moribunda.

Por último, Rudy y Liesel regresan a la tienda de frau Diller para vengarse: con el dinero que han recogido vendiendo las castañas de Arthur logran comprarse un surtido de golosinas, ante la sorpresa de la tendera. La Muerte anticipa que ese es el triunfo que anticipa una tragedia.

El luchador, conclusión

Max se baja del tren de noche y se dirige, nervioso, a la calle Himmel. Se siente egoísta y con culpa por pedirle a una familia que arriesgue su vida por salvarlo, pero no tiene opción. Llega entonces a la casa de los Hubermann y, con la llave que ha traído, se prepara para ingresar.

Análisis

En esta tercera parte se desarrollan dos personajes importantes de la novela: Ilsa Hermann, la esposa del alcalde, y Max Vandenburg, un judío fugitivo que llega a vivir con los Hubermann. Ilsa es una mujer silenciosa y misteriosa que vive atravesada por el dolor de la muerte de su hijo. Se encariña con Liesel y no la denuncia por el delito político de robar un libro prohibido durante la quema de libros, sino que la invita a leer en su enorme biblioteca. No está claro por qué la esposa de una figura política local de alto rango actuaría de esta manera, pero el hecho de que su hijo muriera al final de la Primera Guerra Mundial sugiere que Ilsa, al igual que Hans Hubermann, se opone en privado a Hitler y a la nueva guerra que proponen los nazis.

El descubrimiento de Liesel de la biblioteca de Ilsa Hubermann es uno de los elementos más significativos de esta tercera parte, en la medida en que en ese espacio se amplía notoriamente la comprensión de Liesel del universo de los libros. Ya no se trata de objetos que pueden ser obtenidos azarosamente, mediante robos furtivos, sino que ahora Liesel aprende que los libros pueden coleccionarse, conservarse y disponerse libremente para su lectura placentera. La niña desarrollará en la biblioteca una adoración por los libros: “A veces Liesel se preguntaba si no debería dejar de ir a visitar a la mujer, pero Ilsa Hermann era demasiado interesante y no podía hacer nada contra la atracción que ejercían los libros sobre ella. Antes, las palabras la habían hecho sentirse como una inútil, pero ahora, cuando se sentaba en el suelo junto a la mujer del alcalde, experimentaba una innata sensación de poder. Ocurría cada vez que descifraba una nueva palabra o construía una frase” (150). De este modo, la novela explicita el fuerte poder que las palabras y los libros tendrán en la historia. En la medida en que Liesel aprende a leer y escribir, las palabras, que antes eran inaccesibles, se vuelven un fuerte potencial para ella. En efecto, el espacio de la biblioteca le permite a Liesel acceder a un mundo de imaginación y conocimiento, capaz de ampliar su propio mundo y las posibilidades de su vida. Además, en la biblioteca Liesel aprende acerca de la pérdida que ha sufrido la familia Hubermann y, así, la niña comprende que otros han sufrido tanto como ella y desarrolla empatía y compasión.

El personaje de Max, por su parte, no se ha introducido aún del todo, pero su aparición aquí sirve para instalar el horror del Holocausto de forma prominente en la novela. Es la primera vez que se representa la brutal e inhumana persecución que sufren los judíos durante el régimen nazi, a través de la imagen de Max escondido en un almacén secreto y a oscuras, víctima del frío, la soledad y el hambre: “Es más difícil encontrar a un judío en la oscuridad” (141). En esta sección, la narración se desplaza de Molching a Stuttgart y, por primera vez, se corre del foco sobre la experiencia directa de Liesel. La Muerte nos presenta el estado de confusión y terror que vive Max en ese escondite. Tal como hará en numerosas oportunidades, la Muerte parece emitir un juicio al respecto y reprochar el estado inhumano en que vive el hombre: “Sus ojos no reaccionaron conmocionados. No se abrieron y cerraron de repente, ni parpadearon, ni pestañearon. Eso ocurre cuando despiertas de una pesadilla, no cuando despiertas en una pesadilla” (142). De esta manera, la Muerte compara el penoso estado de supervivencia de Max con una pesadilla. Además, la descripción de Max matiza de pronto la penosa situación de Liesel: si bien la niña ha sufrido los embates del nazismo, se hace evidente que habrá grupos perseguidos que sufrirán mucho más.

Por otra parte, puede distinguirse una ironía en el modo en que Max huye de su escondite, con la ayuda de un ejemplar de Mein Kampf como distractor. El famoso libro es la autobiografía de Hitler, y constituyó un emblemático manifiesto de la ideología política del nacionalsocialismo. De esa manera, resulta irónico que el libro –defensa de un régimen que buscaba exterminar a los judíos– sea utilizado por un judío como una herramienta para salvarse. Así, una vez más, se aborda el tema del poder de los libros y de las palabras. Para Max, Mein Kampf es una herramienta útil para pasar desapercibido: “Su salvación” (161). Se dice para sí mismo: “No puedes parecer asustado. Lee el libro. Sonríe. Es un gran libro, el mejor libro que hayas leído jamás” (161). Así, paradójicamente, la lucha de Hitler se utiliza a favor de la lucha de Max por su vida. Nuevamente, la novela construye un sistema de oposiciones dramáticas: Max, un judío perseguido, actúa como si fuera un alemán libre, y usa como ayuda el libro que condenó a la persecución a la mayor parte de los judíos de Europa.

Por otro lado, esta tercera parte introduce el tema del robo desde una nueva dimensión: Liesel ya no roba solamente libros. En efecto, Arthur Berg y su banda de ladrones les ofrecen a Rudy y Liesel otra salida para la rebelión. Robando en las granjas, se rebelan contra las restricciones de racionamiento impuestas por el régimen nazi y la consecuente situación económica desfavorable de sus familias, que queda evidenciada en varias ocasiones en que Rudy menciona que está hambriento. En estas aventuras, Liesel continúa su desarrollo emocional y moral. Efectivamente, el episodio en el que Liesel y Rudy le roban a Otto Sturm la comida para la iglesia es muy cruel y desromantiza los robos, actualizando la dimensión oscura que hay también detrás de ellos. Luego de robarle, Liesel y Rudy sienten remordimiento y se prometen que no volverán a hacerlo. De este modo, Liesel comienza a desarrollar para sí misma un código moral que equilibra su necesidad de sobrevivir con la convicción de no hacer daño a los demás. Esta toma de conciencia la diferencia de otros personajes de la novela, que no dudan en hacer daño a los demás. Nos muestra que, aunque Liesel hace cosas moralmente dudosas, como robar, es, sin embargo, una persona amable y solidaria.