La insoportable levedad del ser

La insoportable levedad del ser Resumen y Análisis Primera parte

Resumen

Primera parte: La levedad y el peso

La novela comienza con una reflexión del narrador sobre la idea del eterno retorno de Friedrich Nietzsche, mediante la cual introduce la polaridad entre lo liviano y lo pesado como formas de estar en el mundo, e intenta dilucidar cuál de ellas se puede pensar como el valor positivo, y cuál como el negativo.

El narrador presenta a Tomás, un médico de aproximadamente cuarenta años que lleva una vida de soltero hasta que tiene un encuentro fugaz con Teresa en una pequeña ciudad checa. Tiempo después, ella aparece en Praga para visitarlo, pero se enferma y se queda en su casa durante una semana bajo sus cuidados. Ante esta situación, Tomás no puede dejar de pensar en ella, al punto de considerar que está realmente enamorado, y sopesa la idea de invitarla a vivir a su casa.

Un día, Teresa lo llama para decirle que está nuevamente en Praga y terminan por verse la noche siguiente. Ella le explica que, en esta oportunidad, viajó con una maleta, y Tomás comprende que está dispuesta a quedarse a vivir en la ciudad.

El narrador ahonda en el vínculo de Tomás con su primera exesposa. Con esa mujer, Tomás tiene un hijo, pero ella siempre le dificulta verlo, por lo que él renuncia por completo a vincularse con el niño y se limita a pasarle una mensualidad. Ante esto, los propios padres de Tomás se indignan y, como castigo, deciden dejar de verlo. A partir de ese momento, el médico solo mantiene “amistades eróticas”, es decir, amigas con las que puede mantener relaciones sexuales.

La amistad erótica más importante en la vida de Tomás es Sabina; ella es quien lo ayuda a encontrar para Teresa un puesto en un laboratorio de fotografía, para que ella pueda trabajar y quedarse en Praga. Tomás intenta buscar un piso para que Teresa viva en otro lado, ya que, acostumbrado a su vida de soltero, no desea convivir con ella. Además, no está dispuesto a abandonar sus aventuras con otras mujeres. Sin embargo, disfruta de dormir todas las noches con Teresa y, a pesar de que el tiempo pasa, ella permanece en su hogar.

En una ocasión, Teresa tiene pesadillas que no la dejan dormir. Cuando le cuenta una de ellas a Tomás, él comprende que le revisó su correspondencia, y que su pesadilla está vinculada con un sueño erótico que Sabina le narró a través de una carta. A partir de entonces, Teresa manifiesta más episodios de celos, y cada vez descubre más sobre la vida de Tomás con otras mujeres. Un día, cuando festejan el ascenso de Teresa en el trabajo, Tomás sufre su primer episodio de celos al verla bailar con uno de sus colegas.

Dos años después, Teresa aún padece pesadillas relacionadas con las infidelidades de Tomás, y él mantiene los encuentros con sus amantes. Sin embargo, ante la necesidad de ocultarlos, le cuesta cada vez más concretarlos y disfrutarlos. El último tiempo se ve casi exclusivamente con Sabina, aunque ella, ahora, empieza a estar molesta por los cambios de actitud de Tomás desde que está en pareja.

Con la intención de que Teresa sea un poco más feliz, Tomás le propone casamiento y le obsequia una perra, que bautizan con nombre masculino: Karenin. Pero nada de esto alcanza para hacer feliz a Teresa.

En el año 1968, con la ocupación rusa, Tomás recibe una propuesta de trabajo en Zúrich. Siendo que Sabina emigró a Suiza tiempo antes, él no cree que Teresa esté a gusto con la idea de ir a Zúrich. Sin embargo, al poco tiempo descubre que se equivoca con sus conjeturas, y Teresa le propone la mudanza ella misma. A pesar de ello, pasados siete meses en el nuevo hogar, Tomás vuelve una tarde del trabajo y encuentra una carta de Teresa, en la que ella le pide disculpas y le explica que no tolera la vida en Suiza, motivo por el que se vuelve a Praga.

Luego de siete años en pareja con Teresa, ahora, solo en Zúrich, Tomás se siente libre. De todas formas, no puede disfrutar de su libertad, puesto que no deja de pensar en Teresa. Por eso, decide volver a Praga. El reencuentro entre los dos no es feliz: al verla, Tomás ya no siente deseos de abrazarla, y durante la noche piensa que el amor entre ellos se trata solamente de una serie de casualidades, y que bien podría estar enamorado de cualquier otra persona.

Análisis

La insoportable levedad del ser es una novela dividida en siete partes, cada una de las cuales se articula en torno a una serie de conceptos filosóficos que se exploran a través de las relaciones entre cuatro personajes: Tomás, Teresa, Franz y Sabina. La primera parte, titulada “La levedad y el peso”, funciona a modo introductorio y presenta la relación amorosa entre Tomás y Teresa, como así también los principales contenidos filosóficos: la doctrina del eterno retorno y las nociones de peso y de levedad aplicadas a la naturaleza humana.

El principal rasgo de estilo de la novela es la particularidad de la voz narradora, que podría considerarse, más bien, una voz explicadora: el narrador omnisciente en tercera persona, más que contar una historia, se esmera en explicarla, en presentar al lector un análisis de la vida de los personajes y ahorrarle, en muchos sentidos, el esfuerzo que conlleva la interpretación personal. Con tono pedagógico, el narrador se detiene en los pormenores de las vidas de sus cuatro personajes principales (Tomás, Teresa, Sabina y Franz) y los observa con una lupa focalizada en sus pasiones, en sus deseos más íntimos, en los recovecos tortuosos de sus psicologías y en las contradicciones que los componen.

Este afán explicatorio se explicita en más de un pasaje, como puede verse a continuación, a partir de uno de los sueños recurrentes de Teresa:

Los sueños se repetían como variaciones sobre temas o como seriales de televisión. Con frecuencia se reiteraban, por ejemplo los sueños sobre gatas que le saltaban a la cara y le clavaban las uñas. Podemos encontrar una explicación bastante sencilla para esto: en el argot checo, gata es la denominación de una mujer guapa. Teresa se sentía amenazada por las mujeres, por todas las mujeres. Todas las mujeres eran amantes en potencia de Tomás y ella les tenía miedo (pp. 24-25).

Además del tono pedagógico, en este fragmento puede observarse cómo funciona en la novela la voz del narrador omnisciente. Este tipo de narrador utiliza la tercera persona para contar desde afuera la historia pero comentándola, adelantando acontecimientos e, incluso, ofreciendo una interpretación particular de los hechos, o analizando los mecanismos internos que mueven a los personajes. Es un narrador que está en todas partes y lo sabe todo, y en esta novela, incluso, revela la calidad de constructo de la narración al explicar al lector cómo nacen sus personajes, en tanto seres de ficción pertenecientes a un dispositivo literario.

Otro rasgo propio de este narrador es su capacidad de trasladarse sin dificultad en el espacio y el tiempo para poner el ojo en diversos aspectos de la historia, incluso algunos tangenciales a los núcleos de acción principales. Esto se observa claramente desde la propia estructura de la novela: cada parte presenta un momento particular de la historia. Por ejemplo, en la tercera parte se anuncia ya la muerte de Teresa y Tomás, pero las secciones siguientes vuelven sobre momentos históricos ya presentados con anterioridad, y los revisa a la luz de nuevas informaciones que el narrador dosifica capítulo a capítulo.

A su vez, el narrador se permite ir más allá de lo que le ocurre a sus personajes, y los vincula a los grandes eventos de la historia, al punto de que la obra cobra valor justamente por el análisis de la realidad que la ficción habilita. Así, el narrador realiza disquisiciones sobre los movimientos políticos de esos años, sobre el desarrollo de un determinado aire de época y sobre las doctrinas filosóficas que pueden ayudar a pensar los hechos históricos, y hasta postula sus propias teorías, como la de la Gran Marcha y el Kitsch, que analizaremos en las secciones siguientes.

En este sentido, la acción refleja los eventos ocurridos tras la famosa Primavera de Praga, un hecho histórico fundamental para las naciones occidentales contemporáneas. Así, muchas de las reflexiones que realiza el narrador no pertenecen en absoluto al universo fabulado, sino que aplican a la realidad que Kundera vivió y sobre la que desea proponer una mirada. Con todo ello, es posible reconocer a este narrador como una voz que le presenta al lector una historia mediante su propio aparato teórico y crítico ya desarrollado.

El primer capítulo de la primera parte, que sirve a modo introductorio y sienta las bases del tono existencialista de la novela, está dedicado a la doctrina del eterno retorno tal como la postula Nietzsche, el filósofo alemán de mayor importancia para la filosofía de los últimos dos siglos. A grandes rasgos, la doctrina del eterno retorno plantea la repetición infinita de un mundo que se crea, se extingue y vuelve a crearse para que los mismos actos vuelvan a ocurrir en él, pero se pulen paulatinamente tendiendo hacia la perfección.

El narrador parte de esta premisa para postular los dos conceptos más importantes que se desarrollan a lo largo de todo el libro: el de peso y de levedad. Al respecto, dice lo siguiente:

El mito del eterno retorno viene a decir, per negationem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan. No es necesario que los tengamos en cuenta, igual que una guerra entre dos Estados africanos en el siglo catorce que no cambió en nada la faz de la tierra, aunque en ella murieran, en medio de indecibles padecimientos, trescientos mil negros.

¿Cambia en algo la guerra entre dos Estados africanos si se repite incontables veces en un eterno retorno?

Cambia: se convierte en un bloque que sobresale y perdura, y su estupidez será irreparable (p. 9).

Así planteada, la repetición infinita de un mismo hecho lo dota de peso, mientras que, si un evento sucede una vez y no se repite en esa sucesión infinita de mundos, dicho evento fugaz se vuelve intrascendente, pierde peso y se torna leve. Para el narrador, la doctrina del eterno retorno consiste en vivir como si cada uno de nuestros días fuera a repetirse incontables veces por la eternidad, y es por eso que Nietzsche consideró su doctrina como la carga más pesada para el ser humano. Si, por el contrario, vivimos fuera de esa idea y aceptamos la intrascendencia de nuestras vidas y nuestras acciones, entonces podremos vivir con levedad, sin cargar sobre nuestros hombros el peso de la repetición cíclica. En este último caso, nada de lo que hagamos tendrá peso real, porque nunca se repetirá ni volverá a darse.

La naturaleza del ser, entonces, está determinada por estos dos conceptos: puede ser leve, como la vida de Sabina, o pesada, como la de Teresa. Esta polarización tiene como trasfondo las doctrinas filosóficas de Heráclito, quien plantea que todo el universo tiene su contrario, y que el peso es un valor positivo, y de Parménides, quien sostiene que la levedad es un valor positivo.

Sin embargo, Kundera no adhiere a ninguna de estas posturas, sino que las plantea como un interrogante: “¿es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad?" (p. 11). Como veremos a lo largo de todo el análisis, la psicología de los personajes importantes de la obra se presenta bajo uno de estos dos signos, el peso o la levedad, que se muestran contradictorios e, incluso, engañosos. Por ejemplo, el peso también puede ser plenitud para una persona, mientras que la falta total de cargas puede derivar en la intrascendencia, algo difícil de aceptar y que, incluso, puede llegar a ser aterrador para las personas.

Sobre estos dos puntos pivota toda la estructura narrativa de La insoportable levedad del ser: a lo largo de sus siete partes, la levedad se hace cada vez más pesada, mientras que el peso se aligera; lo positivo se hace negativo, y también sucede lo contrario. Estos dos polos se expresan a través de las observaciones que el narrador realiza sobre los dos espacios vitales en los que se construye el ser: el cuerpo y el alma. Así, la intrascendencia del ser, la levedad del alma, puede resultar un peso insoportable para el cuerpo.

Todas estas reflexiones filosóficas dan paso, en el tercer capítulo, a la historia de Tomás y su relación con Teresa. Tomás es un médico maduro, separado, que ha cortado todos sus vínculos familiares (no mantiene relaciones ni con sus padres ni con su hijo) y que lleva un estilo de vida marcado por la levedad: no se preocupa más que por su trabajo y por las relaciones eróticas que sostiene con un gran número de amantes. Este estilo de vida, sin embargo, cambia cuando conoce, por casualidad, a Teresa y al poco tiempo se encuentra viviendo con ella y considerándola una parte fundamental de su vida.

Con ello, la novela empieza a esbozar una inquietud que aqueja al personaje: ¿qué relación existe entre el amor y el sexo? Al respecto, Tomás piensa que el amor no tiene nada que ver con el sexo, y que uno puede sentir apego emocional por una persona, pero desear el encuentro sexual con muchos cuerpos. Esta es la base sobre la que justifica su infidelidad sistemática: tener relaciones sexuales con sus amantes no compromete, para él, su vínculo con Teresa, puesto que son relaciones de una naturaleza diferente. Esta postura queda resumida en el siguiente pasaje: "Tomás se decía: hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos pasiones no solo distintas sino casi contradictorias. El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres) sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)" (p. 21).

Tomás evita el apego y el compromiso hacia sus parejas sexuales. Sin embargo, cuando Teresa se instala en su casa, el amor que siente por ella se convierte en una necesidad. La presencia de esta mujer que parece débil y desamparada suscita la compasión y el deseo de cuidarla y protegerla. Aunque sin renunciar totalmente a sus amantes, Tomás prioriza a su pareja, y ese nuevo apego lo hace sentirse más conectado con la vida que cualquier otra cosa, incluida su profesión. Sin embargo, la actitud de su pareja cala profundamente en Teresa, quien no solo siente celos por Tomás, sino que se siente atormentada por la amenaza que todas las mujeres comienzan a representar para ella. Tal es el desamparo que siente, que luego de la invasión rusa que los obliga a instalarse en Suiza, Teresa abandona a Tomás y regresa a Praga. Sobre la psicología de este personaje volveremos en la sección siguiente.