Gente normal

Gente normal Temas

Las normas sociales

Anunciado desde el título, un tema que atraviesa la novela es la de norma social. Esta noción se va reconfigurando a medida que avanza la trama, puesto que los protagonistas van atravesando diversos contextos sociales con normas distintas. En Gente normal siempre encontramos una lógica de pertenencia/no pertenencia en relación con un estatuto de normalidad que varía por el contexto. Dicha normalidad es vista con distancia crítica por uno de los dos protagonistas que, aunque está inmerso en ese ámbito social, se siente marginal a él.

En el contexto de escuela secundaria, donde tienen lugar los primeros capítulos de la novela, la norma social tiene que ver con factores estéticos y de comportamiento, ciertos hábitos vinculados a la idea de lo femenino, lo masculino, en términos clásicos: la gente popular en el colegio se vincula a una hegemonía donde lo que prima es el aspecto físico, el deporte, las fiestas. Quienes tienen el poder en la escuela son los más “populares”, en el sentido de que por alguna razón concentran la atención, admiración, y hasta la envidia, de una mayoría.

En ese estrato de popularidad se ubica Connell, mientras que Marianne, en el ámbito escolar, tiene un lugar expresamente marginal. El modo en que esta lógica de poder social funciona en la escuela se hace muy visible, en tanto se la compara con lo que sucede cuando los mismos personajes se reúnen en otro espacio: Connell se permite tener una relación con Marianne en su casa, pero no se permite siquiera saludarla en el colegio. Lo que se lo impide es la mirada de los demás, el juicio social que caerá sobre su cabeza arruinando su aura de popularidad: a los “marginales” de la clase se los observa a la distancia, como si el mínimo contacto fuera altamente contagioso.

Allí, la situación de Marianne, en relación con la norma, es particular: la protagonista es calificada como "rara" por sus compañeros, y se caracteriza por una suerte de rebeldía, marginalidad, o bien indiferencia, respecto a una normalidad que todos los demás parecen desesperados por acatar. A ella no parece importarle la jerarquía social del colegio, ni ser popular, ni no serlo, ni depilarse, ni comportarse como las chicas populares, ni caerles bien. De hecho, encuentra bastante extraño que sus compañeros encuentren “normal” someterse a sí mismos a tantas normas para ella arbitrarias. En este sentido, la idea de norma se relaciona con la de sumisión/libertad: para Connell, Marianne es libre, puesto que no le interesa someterse a las normas sociales que él y sus compañeros acatan con obediencia.

En el período de la novela que sucede en la universidad, se produce un cambio en torno a la relación entre los personajes y la norma. Lo que produce dicha reconfiguración es el cambio de escenario y de esquema social. En Trinity, la dinámica es otra: Marianne pasó de vivir como una marginada social en la escuela secundaria a pertenecer al sector más “popular” de la universidad. Al mismo tiempo, Connell ha pasado de ser popular en la escuela a ocupar un lugar bastante marginal y solitario en la universidad. Los personajes invierten sus roles en la dinámica pertenencia/no pertenencia, y esto se debe al cambio de ambiente social. En Trinity, la normalidad la componen los estudiantes universitarios que provienen, salvo algunas excepciones, de familias adineradas.

Esta norma es vista desde afuera por personajes como Connell, quien no solo se diferencia de la mayoría de los estudiantes de Trinity por su estrato socioeconómico, sino también por un tipo de comportamiento que no deja de asociarse a esa clase social. Para Connell, la mayoría de los estudiantes de Trinity se comporta con cierto cinismo y no parece interesarse demasiado en el contenido de sus estudios, sino más bien en manifestar sus posicionamientos sobre diversos temas de agenda, y hacerlo con una seguridad casi soberbia. Marianne sí parece encajar en este ámbito social donde ser de familia adinerada y sostener una personalidad basada en la frialdad y la desenvoltura al hablar configuran la norma aceptable. La personalidad de la protagonista es una ventaja en este nuevo entorno social.

En suma, la novela desarrolla una crítica al concepto de norma social, en tanto en muchas ocasiones se hace visible cómo los personajes actúan en contra de su propio deseo y felicidad con tal de ser aceptados. Generalmente, las conductas que parecen tener como único objetivo pertenecer a una normativa social terminan perjudicando a quienes las ejercen o a sus seres cercanos, y las relaciones basadas únicamente en la pertenencia a un mismo círculo de pertenencia acaban revelándose insustanciales o falsas.

Las relaciones de poder

Las relaciones de poder en general constituyen un tema central en la obra, pero se expresa sobre todo en relación con los vínculos afectivos, principalmente en lo que se refiere a la pareja protagonista. A priori, en la relación que Marianne y Connell mantienen a través del tiempo, hay algo que, a pesar de muchos cambios, se mantiene igual, que es la jerarquía de poder: Connell posee un poder sobre Marianne que se sostiene en una estructura de dominante/dominado. La protagonista femenina se presenta generalmente, ante los demás, como una persona infranqueable y fuerte, pero frente a Connell se deja ver completamente abierta, y manifiesta en varias ocasiones que haría cualquier cosa que él le pidiese.

Esta disposición de Marianne a la sumisión en lo afectivo parece justificarse, en el relato, por su historia personal. La protagonista ha sido (y sigue siendo, en el presente narrativo) maltratada y violentada por su familia, y ha crecido con la idea de que no es merecedora de amor. Esto la coloca en un lugar de extrema vulnerabilidad frente a las personas con las que entabla vínculos afectivos en su vida adulta. Acostumbrada a asociar afecto con padecimiento y violencia, la joven no logra establecer vínculos sanos y felices, sino que en sus relaciones siempre se genera un desequilibrio de poder y ella acaba soportando, una y otra vez, el dolor que le infligen los demás.

El desarrollo del relato sugiere que esta tendencia de Marianne la lleva a buscar la violencia en el sexo, a ser sometida al poder de los otros. La joven pide a Jamie y a Lukas que la golpeen, y deja que Peggy la humille, en parte, porque está acostumbrada a que sus vínculos la lastimen. Su forma de entender o de vivir los vínculos afectivos es a través de la violencia, donde ella siempre ocupa el lugar de víctima.

Connell identifica esto, sintiendo que podría golpear a Marianne y que ella lo seguiría amando. Este pensamiento no le resulta para nada agradable, ya que él no tiene ningún deseo consciente de violentar a Marianne, sin embargo, no parece poder controlar del todo el desequilibrio de poder que tiene lugar en su relación. En un momento, Marianne afirma que nunca precisó que Connell ejerza violencia física sobre ella para sentirse bajo su poder, porque él ya ejerce un poder psicológico, emocional, sobre ella, como no lo hace ningún otro personaje de la novela.

Recién hacia el final de la novela, Marianne sufre un violento ataque por parte de su hermano Alan que la hace abandonar su actitud de resignación y reaccionar de forma definitiva frente a la situación. A partir de entonces, sugiere el relato, la protagonista logra cortar lazos con quienes le producen dolor, dejar de someterse a los demás y comienza a sostener una relación sana y de mutuo respeto con Connell.

Las clases sociales

Las diferencias de clase es un tema central en la trama y se hace presente incluso al interior de la pareja protagonista. A pesar de coincidir en el mismo colegio, Marianne es una chica de clase alta, de familia adinerada, y Connell es un chico de clase baja. El vínculo entre ambos, de hecho, se inicia porque la madre de Connell, Lorraine, trabaja limpiando la mansión de la familia de Marianne. Si bien la pareja nunca habla sobre este hecho, al que particularmente Marianne no parece darle importancia, con el avance de la trama la diferencia de clases se devela como una problemática no saldada en la relación.

En el contexto universitario de Trinity es donde Connell más siente incomodidad en lo que se refiere al tema de clase social. Esto se debe a que la mayoría de los estudiantes allí son, como Marianne, hijos de familias adineradas, y acostumbradas a un tipo de vida muy distinto al del protagonista masculino, quien debe trabajar para solventar sus estudios. Para Connell, adquirir una beca universitaria es una cuestión determinante en términos materiales. Para Marianne y su grupo, por el contrario, se trata de una mera demostración de mérito académico, una cuestión más bien simbólica.

Es esta diferencia de clases, en gran parte, la que produce la distancia que provoca una ruptura en la pareja. Esto sucede cuando, estudiando en Trinity, Connell ya no puede pagar su alojamiento y encuentra muchas dificultades para animarse a pedirle a Marianne de mudarse con ella. En el diálogo confuso que mantienen en ese momento, y que termina con una súbita ruptura, se evidencian los diferentes criterios de ambos, definidos en gran parte por las clases sociales a las que pertenecen. Para Connell, pedirle a su novia un lugar donde vivir es humillante, y siente que ella ya paga demasiadas cosas en la pareja. Marianne, quien no parece reparar en lo más mínimo en las variables económicas, supone que él simplemente quiso romper con ella. Esta situación deja ver que Marianne, a pesar de su disposición a hacer todo lo posible por Connell, simplemente no puede imaginarse lo que significa tomar decisiones basadas en el dinero. Cuando él le explica, ya mucho tiempo después, su versión de los hechos, Marianne está completamente confundida: no puede entender por qué Connell no le pidió directamente quedarse en su casa, puesto que no puede comprender la vergüenza e incomodidad que él siente en lo que se refiere a los temas de dinero.

La diferencia de clases al interior de la pareja protagonista funciona en la novela para establecer una crítica a la idiosincrasia de las clases altas. La perspectiva de Connell permite poner en abismo los comportamientos habituales de una clase social que pierde de vista sus propios privilegios. Al mismo tiempo, la novela logra mostrar, gracias al lente que ofrece el punto de vista de Connell, lo snob y mercantilizado de los círculos artísticos e intelectuales en las clases privilegiadas, más preocupadas por sostener un status social que por el arte en sí mismo.

El amor

Más allá de que otros temas importantes tengan lugar en el relato, la trama de Gente normal es, sobre todas las cosas, romántica, y el amor es, por ende, una temática primordial en ella. El eje de la historia se sostiene en los encuentros y desencuentros de la pareja protagonista, y la trama desarrolla la relación entre Marianne y Connell a lo largo de los años.

El desarrollo del tema amoroso está atravesado por las otras temáticas, como la de las normas sociales, las jerarquías de poder en los vínculos y la diferencia de clases. Sin embargo, hay algunas cuestiones de la historia romántica que escapan a esas limitaciones. Porque lo que la relación entre Marianne y Connell demuestra es que, a pesar de las diferencias que dividen a los personajes y de los obstáculos que una y otra vez se presentan en su camino, hay una fuerza de atracción y de afecto que hace que su vínculo sobreviva y se fortalezca.

En esta novela, el amor ocupa un rol identitario para los protagonistas, que parecen encontrar su esencia personal más verdadera en el espacio de esa relación de intimidad. En muchas ocasiones, por ejemplo, Connell considera que sus atributos más positivos no se identifican con la oscuridad de Marianne, y busca definirse en otras relaciones que encuentra más "normales" o saludables. Sin embargo, no tarda en comprender que su expresión más verdadera está vinculada a Marianne, y que gran parte de su identidad adulta ha sido prácticamente definida por ella.

Si bien durante muchos momentos de la trama el amor ocupa para los protagonistas un lugar de mucha perturbación y turbulencia, el final de la novela encuentra a la pareja en una posición muy distinta. Rooney acaba señalando que el amor es una fuerza transformadora, mediante la cual las personas pueden realmente ayudarse unas a otras en el camino hacia el crecimiento y el bienestar.

La literatura

La literatura aparece tematizada en la novela, y es principalmente el personaje de Connell quien aborda, con reflexiones, esta temática. Él experimenta un sentimiento de duda respecto de sus propias aspiraciones literarias. Le encanta escribir, pero le perturba el modo en que la literatura circula en la sociedad, más como un bien de status que como una expresión artística. Siente que, al menos en el circuito universitario de Trinity, al cual considera snob, la cultura funciona en términos de representación de clase, y el arte parece una demostración más de cómo el capitalismo ha mercantilizado todo.

En ese ambiente, los libros se reducen a fetiche y leer pareciera tener más que ver con una forma de aparentar que una experiencia sensible vinculada al genuino interés por la literatura. El arte no habría logrado, de esta manera, escapar a las reglas mercantiles del sistema, la publicación de libros estaría mediada por una industria editorial que está inevitablemente sujeta a las mismas preocupaciones materiales que cualquier otra industria. A través de la perspectiva de Connell, Rooney logra componer con humor un retrato crítico de la élite intelectual de su sociedad.

En torno a este tema, es interesante recuperar el hecho de que Connell encuentra la mayor realización y propósito literario en sus correos electrónicos a Marianne. Esto puede deberse a que esos correos electrónicos, al igual que su relación con Marianne en su conjunto, están en gran medida libres de las pretensiones y posturas del mundo exterior.

En Marianne también aparecen preocupaciones éticas en torno al arte. La protagonista observa con depresión que Lukas, su novio fotógrafo, carece de sensibilidad moral y, sin embargo, parece haber desarrollado, al mismo tiempo, una sensibilidad artística genuinamente refinada y sofisticada. Ella considera que el gusto artístico y el juicio moral deberían estar relacionados, y esta disociación al interior de su novio suizo la perturba, y le hace sentir que el arte es inútil.

El paso a la adultez

En muchos aspectos, Gente normal puede considerarse como una novela de iniciación o formación, género literario que retrata la transición de la niñez a la vida adulta. Este género tiene una larga tradición y se remonta a la Bildungsroman alemana, un tipo de novela que surge en Europa a comienzos del siglo XIX. El contenido de estas de obras suele girar en torno al desarrollo moral, psicológico y social de un personaje que se encuentra en la dolorosa tarea de tener que descubrir su propia identidad en un mundo adulto en el que, muchas veces, no ve reflejados sus propios valores y sentimientos.

En este caso, la historia se centra en dos personajes y abarca un período particular de sus vidas: desde que están en la escuela secundaria hasta que han terminado sus estudios universitarios y se lanzan a la vida adulta. A través de todo ese período, la novela ahonda en las particularidades propias de esas etapas.

En la primera parte del relato, los protagonistas atraviesan las dificultades características de la adolescencia, como las inseguridades, el despertar sexual, el primer amor. También se hacen visibles cuestiones propias de lo social en el ámbito escolar: a través de Connell, accedemos a las presiones que las normas sociales tienen sobre un chico que pertenece a un círculo popular, y a través de Marianne, a la áspera experiencia de no pertenecer, de ser marginada y sufrir bullying por parte de otros compañeros.

La experiencia universitaria también es presentada con sus particularidades. Los protagonistas comienzan a desarrollar una personalidad más adulta, definen sus criterios sobre el mundo y sobre su entorno, y se relacionan desde otro lugar con sus pares. También sufren sus primeras frustraciones en torno a la idea de realización personal y vocacional, ya que ni Marianne ni Connell parecen lograr una sensación de plenitud o satisfacción en lo que se refiere a sus vidas en esta etapa. En este sentido, la novela pone en abismo el choque entre expectativas y realidad en los primeros pasos de un individuo en la vida adulta, y deja ver cómo debe reconfigurarse el deseo ante las primeras frustraciones ligadas a la carrera, la profesión, los círculos sociales y relaciones amorosas del período universitario.

Es recién al final de la novela, anclada en la etapa post universitaria de los protagonistas, que logran dar muestras de haber conquistado cierta estabilidad. El último capítulo encuentra a una Marianne que cortó lazos vinculares y económicos con una familia abusiva y ahora trabaja para mantenerse, dando muestras, a su vez, de una estabilidad emocional en su vida. Connell, por su parte, parece haber resuelto ciertas luchas internas e inseguridades y se ha animado a perseguir su carrera de escritor.

Este crecimiento personal en ambos personajes se muestra enlazado a un crecimiento en términos vinculares. La pareja protagonista se muestra, por primera vez, sin demasiadas turbulencias, y tanto Marianne como Connell expresan el modo en que su vínculo los ayuda a transformarse. Tanto es así que pueden, al final de la historia narrada, decidir pacientemente separarse para perseguir sus metas personales.

La salud mental

La salud mental no es un tema menor en esta novela. A lo largo de la historia, son muchos los momentos en que los personajes se enfrentan a significativos colapsos emocionales, y hasta profundas depresiones, y el desarrollo de la trama nos permite presenciar cómo ambos protagonistas logran, no sin esfuerzo, conducirse a sí mismos a una estabilidad emocional y bienestar en términos de salud psíquica.

En los dos protagonistas encontramos diferentes cuestiones en torno a la salud mental. En el caso de Marianne, la novela pone en evidencia cómo los vínculos de afecto y el entorno familiar en la crianza influyen en la constitución psíquica de un individuo. La protagonista femenina lidia con muchas dificultades en torno a su autoestima, producto de la violencia sufrida en su hogar, y en muchas ocasiones se hace visible cómo eso la imposibilita para entablar relaciones saludables consigo misma y los demás. Es recién cuando logra cortar lazos con su familia que la joven inicia un camino de recuperación hacia una estabilidad emocional.

En el caso de Connell, sus dificultades tienen más que ver, en un principio, con un vínculo problemático entre el deseo personal y una voluntad de pertenencia social. El joven sufre un colapso emocional cuando, después de romper por primera vez con Marianne para sostener su status de popularidad, se siente abatidamente, solo e incomprendido. En este sentido, la novela pone en escena los efectos negativos de la presión social sobre los individuos y sus deseos. Esto último se hace visible, en una medida más extrema, en el personaje de Rob, un chico preocupado por pertenecer y ser aceptado socialmente y que acaba suicidándose.

Dicha muerte funciona, al mismo tiempo, como un detonante para una crisis nerviosa muy grave en Connell, que le lleva a una depresión profunda que incluye pensamientos suicidas. A partir del sostén emocional que le ofrece Marianne, aparejado a un acompañamiento terapéutico y medicación psiquiátrica, el joven logra recuperarse. El final de la novela muestra cómo, aunque con esfuerzo, los personajes logran orientarse en el camino de la salud mental.