Gente normal

Gente normal Resumen y Análisis Segunda parte

Resumen

Cuatro meses más tarde (Agosto de 2011)

Es verano y hace meses que Marianne está en su casa. Allí pasó los días estudiando para los exámenes. Ahora descansa en el jardín, y su hermano Alan la molesta: anuncia en voz alta que Connell fue la única persona en la clase de Marianne que obtuvo mejores resultados que ella en los exámenes de fin de curso. Alan llama por teléfono a Connell (sin saber que él y Marianne mantuvieron una relación) e insistentemente intenta que Marianne hable con él. Ella se niega, aunque Connell quiere hablar con ella.

Marianne y Connell no hablan desde que él le anunció que había invitado a Rachel a la fiesta de graduación. Ella se sintió tan humillada que dejó de ir a la escuela, donde solo se presentó para rendir los exámenes. Pasó los días encerrada en su habitación, bastante deprimida. Un día, Lorraine le dijo que era demasiado buena para Connell, que él no la merecía. Marianne, muy triste, le pidió que no lo dejara entrar a la casa.

En el jardín, Alan agrede a Marianne hasta que llega Denise, madre de ambos. Marianne reflexiona acerca de que su madre nunca la defendió de la agresión. Así, Marianne se acostumbró a distanciarse de sus sentimientos cuando otros la lastiman. En consecuencia de eso, su madre interpretó que su hija era fría y apática.

Tres meses más tarde (Noviembre de 2011)

Meses después, en Dublin, Connell llega a una fiesta universitaria. No conoce a casi nadie y está incómodo. Se siente solo en la universidad. Apenas conoce a Gareth, el compañero de clase que lo invitó a esta fiesta. Las normas sociales de la escuela, a la que asisten principalmente estudiantes de familias adineradas, le resultan desconcertantes. Se siente incompetente en clase, donde los demás expresan opiniones con seguridad, aunque no hayan leído los libros de los que hablan. Connell se la pasa solo, leyendo, y se deja afectar por las historias de la literatura que lee.

En la fiesta, Gareth le presenta a su novia, que no es sino Marianne. En la universidad, ella se ha vuelto rápidamente popular. Se muestra segura, rodeada de amigos, y encaja perfectamente en el ambiente social de Trinity. Ella y Connell hablan a solas un rato. Marianne parece decidida a demostrarle a Connell que ya no está enojada con él. Habla de su relación y ruptura de una forma distante. Connell piensa en lo culpable que se sintió cuando ella dejó la escuela y lo ignoró para siempre. Él se lanzó, entonces, al alcohol y el sexo casual, pero solo logró sentirse peor. Por esa época, poco después de su ruptura con Marianne, su amigo Rob sacó a relucir, casualmente, que todos en la escuela sabían de su relación supuestamente secreta. Esto molestó mucho a Connell, ya que se dio cuenta que no tenía sentido mantener la relación en secreto y lastimar a Marianne. De todos modos, la gente lo sabía y no le importaba.

En Trinity, Connell se entera de que el nuevo novio de Marianne, Gareth, forma parte de un club de debate estudiantil que ha invitado a un neonazi a hablar en el campus. Marianne defiende débilmente esta elección, alegando que se trata de libertad de expresión, pero no parece muy convencida. Esto sorprende a Connell, porque no parece acorde a los principios indiscutibles que siempre tuvo Marianne.

Tres meses más tarde (Febrero de 2012)

Meses después, Connell está más o menos integrado al grupo social de Trinity, del cual es parte Marianne. Connell lleva Marianne a su casa desde la casa de un amigo donde hubo una fiesta. Ella se disculpa por lo sucedido la noche anterior: estaba muy borracha y, tras divertirse con sus amigas, Peggy y Joana, se arrojó a los brazos de Connell. Sin importarle que él estuviera saliendo con una chica de la universidad, coqueteó abiertamente con él e intentó convencerlo de que tuvieran relaciones, pero él la rechazó porque estaba borracha, y le aconsejó dormirse. Ahora en el auto, Marianne se disculpa y dice que el sexo arruinaría la amistad que están manteniendo.

Connell recuerda una noche reciente en la que, después de salir de una reunión de amigos, se fue a casa con Marianne, a su apartamento fuera del campus. Habían hablado sobre su pasado. Marianne había confesado sentirse avergonzada por dejar que Connell la tratara mal, y Connell se había disculpado por el trato que le había dado. Se habían quedado dormidos, tomados de la mano, en la cama de Marianne.

Esta mañana después de la fiesta, entonces, Connell lleva a Marianne a su casa. Luego de que Marianne se ducha y recupera, tienen relaciones por primera vez tras la ruptura en el secundario.

Dos meses más tarde (Abril de 2012)

Dos meses después, Connell llega al apartamento de Marianne. Su amiga Peggy está allí. Peggy es ruidosa y descarada, y comienza a interrogar a Connell. Les pregunta a Marianne y Connell si tienen relaciones, y Marianne responde que sí, sin rodeos. Luego le hace a Connell una serie de preguntas sobre sus privilegios por ser varón y sus preferencias sexuales, y concluye preguntándole si estaría interesado en un trío con ella y Marianne. Connell se incomoda y Marianne le evita responder diciendo que ella no podría: le daría inseguridad, porque se siente "fría" y cree que no merece ser amada.

Connell y Marianne se ven hace meses, aunque su relación no es romántica, no están en pareja. Sin embargo, son muy íntimos. Connell tiene un nuevo trabajo, que le consiguió un amigo rico, y su cercanía con Marianne lo involucra en círculos privilegiados. A pesar de sus sentimientos iniciales de incompetencia en el campus, se ha convertido en una especie de superestrella académica.

Unas noches antes de la conversación con Peggy, Marianne se había ido a pasar un fin de semana con su familia, y luego había vuelto a la casa de Connell. Ambos veían una película cuando ella empezó a llorar. Connell le preguntó si estaba embarazada y ella dijo que no. Connell le dijo que, si quedaba embarazada, la apoyaría independientemente de que abortara o no, y preguntó cómo reaccionaría su familia. Ella respondió que su familia no se preocupaba por ella. Esa noche Connell pensó en lo vulnerable que era Marianne.

Tras las preguntas incómodas sobre el trío, Peggy se va y deja solos a Connell y Marianne. Ambos tienen una conversación donde Marianne dice que ella haría lo que fuera por él, incluso un trío, aunque ella no quiera hacerlo. Connell se muestra incómodo con ese pensamiento, le dice que no debería hacer cosas que no quiera hacer. Instantáneamente, se le aparece en la mente la idea de que podría lastimar a Marianne, golpearla incluso, y ella no lo detendría. Tener este pensamiento le horroriza y lo obliga a irse abruptamente de la casa.

Análisis

Gente normal tiene una estructura narrativa particular, reflejada sobre todo en lo que refiere al manejo de la temporalidad. El relato avanza en capítulos que se corresponden con segmentos temporales, pero además, al interior de cada capítulo, la serie de hechos no se presenta cronológicamente, sino en idas y vueltas entre escenas presentes y situaciones pasadas. Así, la novela sostiene la intriga y expectativa del lector: con el foco puesto en una escena determinada, se van develando hechos anteriores a cuentagotas.

En términos de estructura, cada capítulo se compone de una escena “marco”, a partir de la cual se desprenden escenas anteriores, en términos cronológicos, que aportan al “contenido” de la trama. Entre ambos tipos de escena suele haber diferencias, entre otras cosas, en lo que respecta a las situaciones representadas, pudiendo dividirse entre “sociales” o “íntimas”. Solemos encontrar un contraste en cada capítulo: las escenas de “marco” o “encuadre”, que abren y cierran los capítulos, se corresponden con situaciones sociales que reúnen a muchos personajes, principales y secundarios, en reuniones, fiestas, bares o instituciones. Por otro lado, las escenas a las cuales se remiten, reponiendo hechos pasados, en cambio, suelen ser más íntimas, y tener como personajes a Connell y Marianne en un contexto privado. De esta manera, la estructura narrativa puede leerse en consonancia con la estructura de la relación de la pareja protagonista: Connell y Marianne mantienen una relación que se divide, desde el principio, entre lo social y lo íntimo.

Cuando comienza esta segunda parte de la novela, nos enteramos de que la relación entre Marianne y Connell se quebró por un tiempo. La causa de ese quiebre se asocia, justamente, a un choque entre el universo social y el íntimo: Connell sacrificó su intimidad con Marianne por sostener una imagen social, pública, con sus compañeros de colegio. Así, había terminado saliendo con Rachel, una chica con la cual no tenía ningún tipo de conexión íntima, pero que le permitía mantener su imagen pública. Connell había sentido vergüenza, o terror, de que los demás lo vieran con la marginal Marianne, y había optado por refugiarse en la opción “socialmente aceptable” (p.66).

Los resultados de ese giro de Connell no conducen, sin embargo, a su felicidad o bienestar. Como nos enteramos luego, él no logra conectar con Rachel y la ruptura con Marianne le hace sumergirse en la soledad y la desesperación. Meses después, además, se entera por un amigo que todos estaban al tanto de la relación de él con Marianne. Entiende así que “el secreto por el que había sacrificado su propia felicidad y la felicidad de otra persona había sido insignificante desde el principio, que no tenía ningún valor” (p.80).

La novela escenifica así una problemática en relación con el deseo. En Connell, la oposición entre lo íntimo y lo público/social se relaciona con la oposición entre su propio deseo (por Marianne) y la voluntad de pertenecer o ser aceptado socialmente. Dicho de otro modo, la novela escenifica el abismo entre el deseo personal y la voluntad de ser “normal”. La noticia de que todos sus compañeros de colegio sabían de su relación con Marianne le hace notar que dicha oposición resultaba vana, y lo que le deja esta experiencia es entonces algo peor: la conciencia de no solo haber traicionado a sí mismo y a la mujer que amaba, sino que además esa traición no valió la pena. El relato sugiere, así, una crítica a cómo el sometimiento a la norma puede perjudicar la felicidad de los individuos, en tanto expone los sacrificios que las personas hacen de su deseo en pos de una aceptación social.

En esta segunda parte de la novela, se produce un cambio en torno a la relación entre los personajes y la norma. Lo que produce dicha reconfiguración es el cambio de escenario y de esquema social. En Trinity, la dinámica de poder es otra: Marianne pasó de vivir como una marginada social, en la escuela secundaria, a pertenecer al sector más “popular” de la universidad. Al mismo tiempo, Connell ha pasado de ser popular en la escuela a ocupar un lugar bastante marginal y solitario en la universidad. Cuando se encuentran por primera vez en la universidad, Connell se muestra rápidamente aterrorizado “por parecer normal” (p.75), mientras deduce que Marianne “tiene un montón de amigos y es feliz” (p.75). Ahora es Connell quien no conoce a nadie en las fiestas, a quien le abren la puerta con indiferencia y quien almuerza leyendo porque no tiene amigos con quienes hablar. La situación de soledad e invisibilidad es nueva para quien fuera el chico popular del colegio, y la novela repara en esa reflexión del personaje:

En casa, la timidez de Connell no supuso nunca un gran obstáculo para su vida social, porque todo el mundo sabía quién era, y en ningún momento tuvo necesidad de presentarse o de crear ninguna imagen sobre su personalidad. (...) Ahora tiene un sentimiento de invisibilidad, de insignificancia, sin reputación alguna que le sirva de carta de recomendación para nadie (p.73).

Cuando los personajes entran a la universidad, la trama comienza a focalizarse en Connell. Por lo tanto, Marianne es descrita, en el primer encuentro entre los protagonistas en Trinity, desde el punto de vista de él. La descripción ahonda en detalles por medio de imágenes. En la fiesta donde los personajes se reencuentran, se describe a una Marianne que "lleva una chaqueta de pana encima de un vestido y el pelo recogido hacia atrás. La mano que sostiene el cigarrillo se ve larga y etérea bajo esa luz" (p.75). El relato también se detiene en su "sonrisa gigantesca que deja a la vista sus dientes torcidos" y en que "se ha puesto pintalabios" (Ibid.). Así, la novela busca plasmar en imágenes el cambio que ofrece Marianne a la vista de Connell. La chica "lleva un vestido gris bastante largo con el que su cuerpo se ve esbelto y delicado" (Ibid.), usa "el pintalabios es muy oscuro, color vino, y lleva también los ojos maquillados" (Ibid.).

Las imágenes describen, en suma, una figura feminizada: Marianne sorprende a Connell con su nueva identidad, no solo como la persona más popular de la universidad, sino también como mujer: "Su vestido es escotado por delante y deja ver sus pálidas clavículas como dos guiones blancos" (p.81). Todas estas imágenes funcionan para dejar impreso en el relato el cambio físico y de comportamiento en la protagonista femenina y, a la vez, para dejar asentada la focalización de la voz narradora, que en estos capítulos se posiciona desde la interioridad del protagonista masculino.

Se establece, así, un nuevo contraste en la novela en relación a ambos protagonistas. Al mismo tiempo que Marianne parece presentarse fortalecida, superior en una escala de poder dada por la popularidad, Connell se ofrece vulnerable. Esta nueva configuración de la jerarquía de poder tiene su paralelo formal en estos capítulos de la novela: ahora la narración se focaliza en Connell, el lector tiene acceso a todos sus pensamientos y sentimientos, mientras que Marianne solo es presentada por lo que dice o hace. En los capítulos de Trinity, el lector ya no tiene acceso a la interioridad de Marianne, lo cual refuerza esta nueva identidad aparentemente menos vulnerable y más misteriosa, poderosa y algo enigmática.

Al mismo tiempo, sin embargo, se nos ofrece una nueva profundidad y complejidad psíquica en Marianne. Dicha complejidad tiene que ver con la relación que tiene consigo misma y con los demás. En más de una situación, la protagonista femenina sugiere una dificultad para considerarse merecedora de amor. “No me considero digna de ser amada” (p.103), dice el personaje al pasar a Connell y Peggy, a raíz de la conversación sugerida por esta última acerca de si la pareja estaría o no dispuesta a hacer un trío sexual.

Esta consigna de Peggy expone, de hecho, muchas cuestiones en las que ahonda la novela. Por un lado, comienza a evidenciar la relación que Marianne tiene con el dolor, el amor, el poder. Cuando queda a solas con Connell, Marianne admite que no le gustaría hacer un trío, pero que estaría dispuesta a hacerlo si él quisiera. “No deberías hacer cosas que no quieres hacer” (p. 107), le responde él, pero al mismo tiempo se le aparece una sensación que parece una certeza, un descubrimiento sobre su relación con ella: “De repente lo invade la terrible sensación de que podría abofetearla, con mucha fuerza incluso, y ella se quedaría ahí sentada y le dejaría hacer” (p.107).

La novela no tardará, de hecho, en desarrollar una tendencia en Marianne a buscar la violencia en el sexo, a ser sometida al poder del otro. El relato sugiere indudablemente una justificación de dicho comportamiento en la historia de vida del personaje, más que nada en la relación que mantiene con su familia y el modo en que fue criada: el padre de ella, ya fallecido, golpeaba a ella y a su madre, y su madre nunca la defendió de esos ataques, de la misma manera que tampoco lo hace cuando Alan la agrede psicológica y físicamente.

Sufrimiento, violencia y dolor parecen cuestiones ya indisociables del vínculo afectivo, tal y como este se consolidó en la crianza de Marianne. A ella no le han demostrado, desde niña, que merecía ser amada, y ahora en la vida adulta traslada dicho trauma a sus relaciones. Su forma de entender o de vivir los vínculos afectivos es a través de la violencia, donde ella siempre ocupa el lugar de víctima. Connell identifica esto, sintiendo que podría golpear a Marianne y que ella lo seguiría amando. Sin embargo, este pensamiento no le resulta para nada agradable. Él no tiene ningún deseo consciente de violentar a Marianne, pero no parece poder controlar del todo el desequilibrio de poder que tiene lugar en su relación:

Estaba en poder de Connell hacerla feliz. Era algo que podía darle, como si fuera dinero o sexo. Con la demás gente Marianne parecía alguien independiente y distante, pero con Connell era distinta, una persona distinta. Él era el único que la conocía así (p.106).

La diferencia entre la vida íntima y la vida social sigue atravesando la trama, y esto también se expone gracias a la pregunta de Peggy acerca del trío sexual. El relato se interioriza en Connell y deja ver el horror que le produce la idea de que una tercera persona invada el ámbito íntimo de su vida y la de Marianne, que incluye, entre otros, el sexo. “Sería incapaz, y lo sabe con una certeza inmediata, de hacer nada con Marianne teniendo a Peggy mirando”, explicita el narrador, “porque si Peggy, o cualquier otra persona, invadiera la intimidad que hay entre ambos, destruiría algo dentro de él, una parte de su individualidad no parece tener nombre y que nunca antes había tratado de identificar” (p.102).

El espacio de lo íntimo, que en esta novela se identifica con el vínculo que Marianne y Connell construyen en privado, a solas, parece ser un pilar en la identidad de cada uno de ellos. Hay algo ahí que debe protegerse frente a las amenazas de lo exterior: la sociedad. Es como si la relación entre ambos se propusiera exenta de cuestiones sociales, como si se tratara de una isla virgen no tocada por las reglas de la norma social. Por supuesto, sin embargo, esto no es así: su relación está constantemente atravesada por las configuraciones sociales. Pero el vínculo se construye, desde un principio, como algo que debe defenderse de lo otro, del mundo exterior y sus reglas. Este mundo exterior presenta una y otra vez obstáculos que corrompen cada vez más la relación amorosa. Y en general, lo que suele producir quiebres en el vínculo principal es el acercamiento o identificación de uno de los dos con el mundo social. Así como la aproximación de Connell a la norma social vigente en el ámbito escolar, cristalizada en su decisión de invitar a Rachel al baile, produjo un quiebre en el vínculo con Marianne, la asociación que ahora ella tiene para con la norma social de Trinity tensiona constantemente, también, su vínculo con Connell.

Es que, durante la novela, siempre encontramos un estatuto de normalidad, aunque este varíe por el contexto representado, y dicha normalidad es vista con distancia crítica por uno de los dos protagonistas que, aunque inmerso en ese ámbito social, se siente marginal a él. En la etapa de Trinity, la normalidad la componen los estudiantes universitarios que provienen, salvo algunas excepciones, de familias adineradas. Esta norma es vista desde afuera por personajes como Connell, quien no solo se diferencia de la mayoría de los estudiantes de Trinity por su estrato socioeconómico, sino también por un tipo de comportamiento que no deja de asociarse a esa clase social. Para Connell, la mayoría de los estudiantes de Trinity se comporta con cierto cinismo y no parece interesarse demasiado en el contenido de sus estudios, sino más bien en manifestar sus posicionamientos sobre diversos temas de agenda, y hacerlo con una seguridad casi soberbia. “La gente aquí son unos esnobs”, le dice Connell a Marianne, y continúa: “Por eso para ti es fácil (...) Porque tú vienes de familia rica, por eso les caes bien” (p.91). En efecto, Marianne sí parece encajar en este ámbito social donde ser de familia adinerada y sostener una personalidad basada en la frialdad y la desenvoltura al hablar configuran la norma aceptable. La personalidad que Marianne ha desarrollado como respuesta a los abusos sufridos en su hogar, que se expresa en una tendencia al desapego y la sobreintelectualización, es una ventaja en este nuevo entorno social.

Para concluir, estos capítulos exhiben que, así como Marianne habitaba un rol marginal en torno a la estricta jerarquía social de la escuela secundaria, Connell ahora está igualmente desconcertado por la jerarquía social de la universidad. El funcionamiento de la cuestión centro-margen en ambos ámbitos es, sin embargo, distinto. La jerarquía social de Trinity se evidencia de una manera quizás menos cruel, menos directa y más confusa: el poder allí actúa con mayor sutileza. En la escuela secundaria de Connell y Marianne, la popularidad estaba ligada al atractivo y al atletismo convencionales. Los estudiantes se esforzaban por encajar, y aquellos que no lo hacían, como Marianne, eran abiertamente burlados y excluidos. En Trinity, ese tipo de desprecio abierto es tabú, en parte porque parece que la moralidad y la apertura son en sí mismas una especie de moneda social. Por lo tanto, nadie es abiertamente cruel con Connell, aunque lo encuentren extraño. Rooney logra componer con humor un retrato crítico de la élite intelectual de su sociedad, sin dejar por ello de concentrar el foco de su novela en la trama romántica.