Amalia

Amalia Elementos Literarios

Genero

Novela (novela histórica).

Configuración y Contexto

Buenos Aires, 1840, durante el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas.

Narrador y Punto de Vista

El narrador es omnisciente y transmite el punto de vista del autor, José Mármol, desde una perspectiva que cuestiona el gobierno de Rosas, al que se concibe como una dictadura.

Tono y Estado de Ánimo

El tono predominante de la novela es oscuro y desolador, cargado de augurios que anticipan los momentos más violentos y trágicos de la trama. Este tono se intercala con pasajes más cómicos, cuando aparecen los personajes de Don Cándido o Doña Marcelina, y con otros de un estado de ánimo más ameno y apacible, en particular los que construyen el vínculo amoroso entre Amalia y Eduardo.

Protagonista y Antagonista

Los protagonistas de la novela son los que buscan salvarse en la Buenos Aires federal: Daniel, Amalia, Eduardo y, en menor medida, Florencia. Los principales antagonistas son aquellos personajes federales que sospechan de ellos y buscan perseguirlos: María Josefa Ezcurra, Nicolás Mariño, y en una versión más inofensiva, el Cura Gaete. Pero el gran antagonista de la novela y de todo lo que los jóvenes protagonistas representan es Juan Manuel de Rosas.

Conflicto Principal

El conflicto principal tiene que ver con la violencia y la opresión a la que están sometidos los protagonistas, viviendo en la Buenos Aires sitiada por el terror rosista. El peligro acecha constantemente a los personajes, que deben resistir a través de intrigas políticas y de planes para encontrar espacios que los refugien de la Mazorca, la fuerza parapolicial de Rosas.

Climax

El punto clímax de la historia ocurre en el final de la novela, cuando las premoniciones que acechan a Amalia se cumplen. Después de que Amalia y Eduardo se casen, y cuando Eduardo y Daniel están a punto de embarcarse y exiliarse, irrumpe la Mazorca en la casa de Barracas. Esta vez, Daniel no consigue frenar el puñal que termina con su vida y la de su amigo. Ni siquiera su padre, un respetado federal, llega a tiempo para contener la violencia del gobierno de Rosas.

Presagio

La novela contiene muchos anticipos de lo que va a ocurrir, porque adopta un punto de vista que sabe cómo ocurrirán los eventos históricos directamente involucrados con el desarrollo de la trama. Por eso, la narración está cargada de presagios y los personajes anticipan el desenlace trágico con sus malos augurios. Por ejemplo, Amalia suele tener temblores o premoniciones funestas vinculadas al futuro de su relación amorosa con Eduardo.

Atenuación

En la novela, en ningún momento se dice que Doña Marcelina tiene un prostíbulo. Sin embargo, ella dice que no es una de las "mujeres públicas" (p.101), sino una "protectora de [sus] sobrinas desgraciadas" (p.103), a quienes hospeda en su casa de la calle Cochabamba.

Alusiones

La novela contiene varias referencias literarias, en especial, las que realiza Doña Marcelina, pero también se alude a las lecturas de Amalia, a quien se la describe leyendo las 'Meditaciones' de Lamartine, o escuchando a Eduardo mientras traduce leyendo el 'Manfredo' de Lord Byron.

Imágenes

Ver sección "Imágenes".

Paradoja

N/A

Paralelismo

Se puede establecer un paralelismo entre la primera escena de violencia que abre la novela y la última, que la cierra. En las dos aparece una voz imponente, la de un Daniel Bello, que consigue frenar los puñales. Sin embargo, en la primera, Daniel consigue salvar a Eduardo, mientras que en la segunda, el padre de Daniel, Antonio Bello, llega tarde para salvar a su hijo.

Metonimia y Sinecdoque

Cuando Eduardo advierte que "en Buenos Aires el aire oye" (p.4), se refiere por metonimia al pueblo de Buenos Aires, que está sometido al régimen de autovigilancia que ha impuesto el gobierno de Rosas con su sistema de espionaje y delación.

Personificación

La ciudad de Buenos Aires aparece, en algunos pasajes, como una entidad que tiene vida propia y que sufre por su pueblo: "Llegado era el momento en que la luz del sol no servía en la infeliz Buenos Aires, sino para hacer más visible la lóbrega y terrible noche de su vida, bajo cuyas sombras se revolvían en caos las esperanzas y el desengaño, la virtud y el crimen, el sufrimiento y la desesperación!" (p.338).