Amalia

Amalia Ironía

Daniel promueve la desunión federal para destruir a Rosas, pero es la desunión unitaria la que lleva a este último a la victoria (Ironía situacional)

Con el propósito de evitar ser perseguido y de proteger a los suyos, Daniel conspira en contra del Partido Federal, fomentando el conflicto interno. Así sucede cuando convence a los asistentes a la reunión de la Sociedad Popular Restauradora de que quienes no fueron actúan como unitarios, o cuando consigue que Cuitiño enfrente a María Josefa Ezcurra desoyendo sus órdenes de vigilar la casa de Barracas. Pero el que sabe aprovecharse mejor de la desunión que, de acuerdo con el propio Daniel, es una condición propia del pueblo argentino, es Rosas: él consigue vencer a los unitarios aprovechando que les falta “un centro de acción común” (p.78). Asimismo, su sistema de espionaje y de delación es eficiente porque se alimenta del individualismo de la sociedad. Por lo tanto, la ironía consiste en que el máximo conspirador de la novela trata de usar a su favor lo que es estructural al régimen que trata de destruir.

El lector reconoce en las premoniciones de Amalia los indicios narrativos del final trágico de la novela (Ironía dramática)

Dado que el lector contemporáneo a la novela sabe cómo ocurrieron los hechos históricos que forman el asunto y el trasfondo de la trama, el modo en que la narración entrelaza la historia de los personajes con la expectativa del ataque de Lavalle a Buenos Aires produce una ironía dramática, porque conocemos de antemano que aquel ataque no ocurrió. De tal manera, cuando Amalia sufre premoniciones que auguran un final trágico para su historia de amor, el lector puede reconocer hasta qué punto su destino está atado al de su patria.

En la novela, la Federación promueve una igualdad profundamente desigual, ya que supone el exterminio de quienes no se someten a ella (Ironía situacional)

El gobierno de Juan Manuel de Rosas ha sido considerado por el revisionismo histórico como un gobierno que supo darle poder e importancia a los sectores populares. Pero desde la perspectiva liberal y antirrosista de Amalia, la igualdad que promueve la Federación de aquel entonces es una farsa que incita una adhesión fanática al gobierno, fomentando la persecución violenta contra el que se oponga al partido, al que se reconoce indistintamente como un “salvaje” unitario. Por esta razón, cuando María Josefa Ezcurra sostiene que “ahora todos somos iguales, porque somos todos federales” (p.262), el lector puede detectar la ironía de una igualdad que equivale a estar sometido a un poder de facto y verticalista, que reprime a todo aquel que quede fuera del bando político oficial.

Rosas es la razón por la que mueren los personajes, pero también es el nombre que se invoca para evitar la muerte (Ironía situacional)

En el final de la novela, el padre de Daniel, Antonio Bello, intenta impedir la muerte de su hijo invocando el nombre de Rosas, a través de su epíteto: “’Alto, alto, en nombre del Restaurador!” (p.592). La ironía consiste en que lo único que puede impedir el derramamiento de sangre es el nombre de aquel que lo provoca. Esta es la ironía del dictador, aquel que tiene el poder de dar una excepción al sistema que él mismo ha establecido. De esta manera, la novela denuncia que nadie puede salvarse en Buenos Aires si no es en nombre de Juan Manuel de Rosas.