Una habitación propia

Crítica

La famosa demanda de Woolf a favor de la hipotética figura de escritora, representada narrativamente por las Cuatro Marys, está articulada en el siguiente párrafo:

"Démosle una habitación propia y quinientas libras al año, dejémosle decir lo que quiera y omitir la mitad de lo que ahora pone en su libro y el día menos pensado escribirá un libro mejor."

La crisis de 1929 y su consiguiente ajuste del valor monetario hizo que 500 libras de entonces tuviesen un valor equivalente a 25 mil (unos 43 mil dólares) en la actualidad (2013) (tomando como punto de referencia la inflación del coste de bienes) o unas 75 mil libras (unos 130 mil dólares) (tomando como referencia la subida en los sueldos de la población trabajadora). Las fluctuaciones económicas producidas representaban valores muy bajos para la clase media alta, incluso más bajos que los que George Orwell describe en El camino a Wigan Pier (publicado en 1937, pero relevante en su descripción del ambiente de preguerra en este pasaje):

"Pertenecer a esta clase ganando 400 libras al año era un asunto complicado, pues implicaba que la gentileza era casi puramente teórica. Se vivía, por decirlo de algún modo, en dos niveles simultáneamente. Teóricamente se sabía todo eso sobre el servicio doméstico y las propinas, pero en la vida real se tenía uno o dos como mucho. Teóricamente se sabía cómo vestir y cómo pedir comida, pero en la vida real nunca se podía uno permitir ir a un sastre decente o a un restaurante decente. Teóricamente se sabía cómo disparar y montar, pero en la vida real no se tenían caballos que montar ni un metro cuadrado de tierra donde disparar".

Las 500 libras servían para vivir sin tener un empleo pero sin la capacidad para permitirse ninguna extravagancia. Esta (mínima) independencia económica introduce un elemento sociopolítico en el argumento de Woolf que pasa no solo a tomar en cuenta la dinámica del género sino las divisiones de clase social. Esto ha sido atacado en el mundo de la academia y la literatura en cierto número de ocasiones.

Alice Walker, a pesar de la crítica, desacreditó el ensayo de Woolf por su exclusión de mujeres de color y escritoras que no tuviesen los medios para obtener esa independencia garantizada por una habitación propia. En En busca de los jardines de nuestras madres: prosa mujerista, Walker escribe: "Virginia Woolf, en su obra Una habitación propia, escribió que para que una mujer escribiese ficción necesitaba poseer dos cosas, ciertamente: una habitación propia (con su llave y su cerradura) y suficiente dinero para mantenerse a sí misma. ¿Qué hacer pues con Phillis Wheatley, una esclava, que ni siquiera se poseía a sí misma? Esta enfermiza y frágil mujer negra que a veces requería un asistente propio dada la precariedad de su salud, fue alguien que, de haber sido blanca, habría sido fácilmente considerada intelectualmente superior a todas las mujeres ya la mayoría de los hombres de la sociedad de su tiempo".

Walker reconoce que Wheatley está en una posición bastante diferente de la narradora del ensayo de Woolf, en esta posición no se posee ni a sí misma, mucho menos “una habitación propia”. Wheatley y otras mujeres escritoras existen fuera de esta habitación, fuera de este espacio que Woolf establece para las escritoras. A pesar de que señala los límites del ensayo de Woolf, Walker, al unir prosa mujerista (ficción de mujeres) a espacio físico y metafórico de los jardines de nuestras madres, rinde homenaje al cometido de buscar un espacio, “habitación”, para escritoras.


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